Carl Dix: Sobre la brutalidad policial y la resistencia

Unete al Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial

Obrero Revolucionario #926, 5 de octubre, 1997

El martes 23 de septiembre, Carl Dix (vocero nacional del Partido Comunista Revolucionario, EU) y Dedon Kimathi (del Partido Revolucionario de todos los Pueblos Africanos y la Coalición CIA/Crack) participaron en un foro en la universidad Santa Monica College sobre la lucha contra la brutalidad policial, la guerra contra la droga y el papel de la CIA en la epidemia de cocaína. Lo siguiente es de la charla de Carl Dix:

Quiero hablar del caso de Abner Louima y de lo que significa para todos nosotros. Primero, ¿quién es Abner Louima? No es un pandillero ni un criminal, sino un licenciado haitiano que tenía dos trabajos, uno de ellos para la alcaldía. Una noche fue a oír un conjunto popular de su país, y lo arrestaron y lo golpearon nada más por estar ahí esa noche. Cuando decía una y otra vez que no había hecho nada malo, decidieron "quebrarlo". Lo desnudaron, lo pasearon por la delegación y lo violaron con un desatascador de inodoros.

Las autoridades nos dicen que no nos preocupemos porque fue un incidente horripilante pero aislado, que están haciendo todo lo posible para ver que no vuelva a pasar. Puras mentiras.

¿Un incidente aislado? El 23 de agosto violaron a un preso en la delegación 120 de Staten Island (Nueva York). Hace varios años a tres taxistas del Caribe los agarraron, los llevaron a zonas aisladas y los violaron encañonados con una pistola. Un periodista negro del New York Daily News, escribió sobre esas barbaridades, pero no publicaron nada y lo echaron cuando siguió con el tema.

Esta perversa brutalidad es una concentración de lo que pasa a diario, las 24 horas del día, en los ghettos y barrios pobres. La Coalición 22 de Octubre ha documentado 73 asesinatos por la policía de Nueva York en los últimos tres años, como parte del Proyecto Vidas Robadas (cuya meta es compilar información sobre asesinatos policiales por todo el país). Seguro ha habido más, pero estos son los que hemos podido documentar. Tenemos centenares de nombres de víctimas de la policía en todo el país y publicaremos una lista el 22 de octubre. Seguiremos recopilando nombres hasta que hayamos documentado todos los miles de casos de asesinato policial. Pero para hacer eso necesitamos la ayuda de todos.

No es solamente la policía. Más de 40 médicos y trabajadores del hospital vieron a Abner Louima después de la violación, pero nadie desmintió el cuento de la policía hasta que una valiente enfermera haitiano-americana rompió el muro de silencio. Los politiqueros dan carta blanca a los policías asesinos para matar y maltratar; desde los más altos niveles fomentan una mentalidad de "mano dura contra todo delito, grande o pequeño".

Las autoridades nos dicen que la mayoría de los agentes son buenos y que cumplen con su deber. ¿Qué nos dice el caso de Abner Louima sobre ese deber? Un grupo de agentes lo torturó, otros agentes lo taparon y la gran mayoría de los agentes de la delegación no abrieron la boca.

Eso es normal en los departamentos de policía de todo el país. Todos vimos la golpiza a Rodney King en 1992 y a Alicia Soltero en 1996. Hace un mes en Baltimore, Maryland, un policía mató a tiros a un joven negro que estaba obedeciendo la orden de poner en el suelo su cuchillo. Eso se grabó en video, pero de todos modos absolvieron al policía asesino. Cerca de Pittsburgh, cinco agentes blancos golpearon y asfixiaron a Jonny Gammage, un hombre de negocios negro. ¿Su crimen? Ser negro y manejar un carro de lujo en un suburbio blanco. No castigaron a sus asesinos.

Puedo contar historias parecidas de todas las ciudades grandes del país. A los agentes que matan y maltratan los ascienden y les dan novatos para entrenar. A los demás los presionan a callarse la jeta o los obligan a renunciar.

Escándalo nacional

El tratamiento de nuestra juventud a manos del sistema de justicia criminal es un escándalo nacional. La policía jode, arresta, golpea e incluso asesina a los chavos por su pinta, por estar en la calle, por su nacionalidad, actitud o ropa. En la década de los 60, la juventud era la generación de protesta. Hoy es la generación de la cárcel.

En Los Angeles se inventaron un nuevo método para meter al bote a los chavos: la orden judicial contra pandillas. En varias partes de la ciudad, han prohibido que "presuntos pandilleros" se reúnan en público, tengan bipers, anden con bates de béisbol, etc. ¿Y quiénes son los "presuntos pandilleros"? Cualquier chavo que tenga pantalones anchos, tatuajes o cierto estilo de pelo. Es decir, a quien quieran caerle encima. Son criminales porque existen.

También tenemos que hablar de la brutalidad del DPLA. Los medios capitalistas, como el New York Times, los canales de TV y la revista Time, dicen que lo más importante es que la policía de Los Angeles está haciendo todo lo posible por parar la brutalidad policial. Seguro les sorprende ¿no? Sin duda es una sorpresa para Ana Gutiérrez, a cuyo hijo José mató a tiros un policía hace dos años. Docenas de testigos dijeron que no estaba armado, pero el agente dijo que José le apuntó una pistola y que lo mató en "defensa propia"; por eso lo exoneraron. Este verano, unos agentes pararon el carro de Ana, la golpearon y la llevaron a la cárcel, donde descubrió que ya sabían quién era. ¿No fue en represalia por sus protestas por la muerte de su hijo?

¿Por qué le da el sistema rienda suelta a la policía para sembrar terror en los barrios oprimidos? Porque su verdadero trabajo es acogotar a la gente para que acepte la miserable situación en que vive. La policía es primera línea de defensa de la clase dominante capitalista.

Día Nacional de Protesta

¿Qué se necesitará para parar la brutalidad y asesinatos policiales en nuestros barrios? Un gran movimiento popular de resistencia. Ya hay muchas formas de resistencia. Hace poco participé en la marcha de más de 10.000 personas que se tomaron el puente Brooklyn para protestar contra la tortura de Abner Louima. El año pasado hubo rebeliones contra la brutalidad policial en St. Petersburg, Florida, y Leland, Misisipí; en el proyecto habitacional Cabrini Green de Chicago hubo resistencia cuando la policía mató a quemarropa a una señora desarmada; en Eugene, Oregon, hubo una marcha de 4000 personas. Cada día hay más ejemplos de resistencia. Todo eso está bien, pero se necesita más. Las autoridades están desencadenando más y más policías a sembrar terror, así que nosotros tenemos que redoblar nuestra resistencia.

Esa es la meta del Día Nacional de Protesta. El 22 de octubre de 1996 hubo manifestaciones, programas culturales y muchas otras formas de protesta en 45 ciudades. Mucha gente se vistió de negro ese día en solidaridad con las protestas y en memoria de las víctimas de la policía. Este año tenemos que rebasar todo eso.

Tenemos que atraer a más gente y de más capas sociales; tenemos que forjar unidad entre los que viven bajo la bota de esos policías asesinos y los que no experimentan en carne propia la brutalidad de los ghettos y barrios pobres, pero la odian.

Tenemos que cambiar el punto de vista de mucha gente sobre la brutalidad policial. Hoy muchos se dejan engañar por la propaganda de que nuestros barrios están llenos de criminales y la policía tiene toda la razón cuando mata y se desata. La verdad es que este sistema tilda de criminales a sectores enteros de la población para justificar sus propios ataques. El Proyecto Vidas Robadas es una manera de mostrarle esta realidad a muchas, muchísimas personas, y demostrar lo extensa que es esta epidemia.

Es una meta que podemos alcanzar: una poderosa ola de resistencia contra la brutalidad policial demostrará a las víctimas que su furia no cae en oídos sordos y despertará a los que no se han enterado. Esta universidad tiene que entrarle a esto: tienen que organizar a sus compañeros para vestirse de negro el 22, hacer programas, participar en las actividades generales de la ciudad y entrar en los Equipos Juveniles de Investigación de la Coalición 22 de Octubre, que van a zonas de alta brutalidad policial y reúnen información para el Proyecto Vidas Robadas.

Una visión revolucionaria

Bueno, soñemos un poco. Imaginémonos un mundo libre de todos estos males; donde un puñado de países ricos no domina todo el planeta; donde millones de personas no padecen hambre ni trabajan como esclavos para enriquecer a los de arriba; donde niños de países como Bangladesh no tienen que dormir encadenados a las máquinas donde trabajan; donde la policía no tiene rienda suelta para maltratar y asesinar; donde el poder político está en manos del pueblo y se utiliza para asegurar que el pueblo tenga todo lo que necesita; donde a gente de otros países se le da la bienvenida y se estima su experiencia y diversidad; donde la realidad no es tan sofocante que millones tienen que drogarse para soportarla.

OK, ¿en qué mundo prefieren vivir? ¿En el que acabamos de imaginarnos o en el infierno donde vivimos ahora? Si quieren un mundo como el que acabo de describir, tienen que dedicarse a forjarlo. No tenemos que vivir como nos obligan a vivir ahora, pero nadie va a cambiar el mundo por nosotros. Lo tenemos que hacer por nuestra cuenta.

En el PCR decimos que la neta es que se necesitará una guerra revolucionaria para parar la brutalidad policial y todos los demás problemas que este sistema causa aquí y por todo el mundo. Muchas vidas están en juego; cada día aumenta el saldo de víctimas. Necesitamos más que un movimiento que combata la estructura de poder; necesitamos un movimiento que pueda conquistar el poder y construir un mundo totalmente nuevo. El plan revolucionario del PCR se centra en forjar resistencia de masas contra los ataques que nos están cayendo encima. Con nuestra labor, los lugares donde vivimos y trabajamos deben ser plazas fuertes de la lucha revolucionaria. El sistema tiene un plan asesino para nosotros y lo aplican a rajatabla. Con la misma seriedad, nosotros tenemos que construir un movimiento que les diga a las autoridades que no permitiremos que desencadenen a sus agentes a maltratarnos y asesinarnos. El PCR se ha comprometido a unir a todos los que se pueda unir para librar esta lucha.

Los de arriba dicen que la revolución no es posible. Pero la verdad es que están muertos de miedo de que nos alcemos por el tratamiento que nos dan todos los días. Por eso azuzan a sus policías, construyen más cárceles y hacen todo lo posible para dividirnos y enemistarnos, para impedir que nos unamos contra el verdadero enemigo: ellos y su sistema. Plasmemos en los hechos su peor pesadilla: un movimiento revolucionario.

Sabemos que no es la hora de lanzar una guerra revolucionaria. Los capitalistas no están lo suficientemente enmarañados en crisis, divididos ni enemistados. Por otro lado, el pueblo no está listo a arriesgarlo todo por la revolución. Pero la situación se está agudizando y tenemos que prepararnos. Eso quiere decir movilizar resistencia a los ataques del sistema y, en el curso de esa lucha, construir la organización, la unidad y la línea que se necesitarán para dirigir al pueblo a levantarse cuando llegue la hora.

Un frente importante de esta resistencia es la lucha contra la brutalidad policial. Sabemos que algunos todavía no creen que se necesita una revolución. A ellos les pregunto: ¿se oponen al terror que siembra la policía en tantos barrios? Si se oponen, pues manos a la obra.... Alto a la brutalidad policial, la represión y la criminalización de una generación.


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