Suharto:
Una pesadilla indonesia Made in U.S.A.

Obrero Revolucionario #961, 14 de junio, 1998

El 20 de mayo, después de semanas de manifestaciones, el presidente Suharto de Indonesia se vio obligado a renunciar. Su gobierno brutal y corrupto llevó la batuta durante 32 años con constane apoyo y asesoría de Estados Unidos.

Indonesia es el cuarto país en población del mundo y consta de miles de islas que se extienden casi 5000 km. en el sudeste asiático. Por sus ricos yacimientos de petróleo, estaño, cobre y caucho, las potencias imperialistas llevan muchas décadas dominándolo y saqueándolo.

Por su parte, los imperialistas estadounidenses tienen grandes inversiones en el país. Clinton ha dicho que el futuro económico de Estados Unidos está ligado al crecimiento de las economías de Asia oriental, y crear condiciones más favorables para las inversiones imperialistas en esa región ha sido un objetivo central de su política exterior. El Pentágono ha subrayado la importancia estratégica del país, por sus vías marítimas y porque tiene la mayor población musulmana del mundo. A Estados Unidos le preocupa mucho que la crisis en Indonesia "se desborde" a países vecinos y más allá.

Al intensificarse la crisis económica y política, quedó claro que Suharto tenía los días contados. Washington maniobró para garantizar que el nuevo gobierno se mantuviera leal y sumiso al imperialismo. En particular, le preocupaba que las fuerzas armadas indonesias mantuvieran las riendas.

Suharto renunció a favor de su íntimo aliado político, B.J. Habibie, y actualmente las fuerzas armadas siguen desempeñando un papel central en el gobierno. Estados Unidos y las demás potencias imperialistas dicen que Indonesia tiene que "volver al buen camino" e imponer "reformas" económicas y políticas, que abrirán las puertas país a más explotación extranjera.

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Con la caída de Suharto, Estados Unidos está tratando de distanciarse un tanto. Pura hipocresía. Nunca se debe olvidar que, para el pueblo de Indonesia, el gobierno de Suharto fue una pesadilla Made in U.S.A.

Se podrían escribir volúmenes sobre los crímenes genocidas de Suharto, y sobre el apoyo y asesoría que recibió desde el comienzo de Washington. A continuación presentamos unos pocos episodios de esa historia vergonzosa.

PRIMER ACTO

El plan yanqui para el golpe
de Suharto

Washington no se limitó a apoyar el golpe de Suharto: le trazó el plan. En 1965, Suharto dio un sangriento golpe de estado contra el gobierno de su predecesor, Sukarno. El Partido Comunista de Indonesia (PKI) desempeñaba un papel importante en el gobierno de coalición de Sukarno, así que, una vez en el palacio presidencial, Suharto desató una horrible masacre anticomunista.

El gobierno de Sukarno no buscaba una auténtica independencia frente al imperialismo, pero tomó ciertas posiciones que dictaba la burguesía nacional. En ese entonces, Estados Unidos se encontraba empantanado en Vietnam, y la China maoísta ejercía una poderosa influencia revolucionaria en Asia y todo el mundo. En Indonesia el antiimperialismo cobraba fuerza. Por eso, Estados Unidos necesitaba un gobierno más confiable para defender sus intereses en Indonesia.

Estados Unidos ya tenía miles de soldados en Vietnam y le preocupaba mucho la situación en el sudeste asiático. Poco antes del golpe, el presidente Lyndon Johnson dijo: "Hay mucho en juego. La mayoría de los países no comunistas no pueden oponer resistencia solos a la creciente fuerza y ambición del comunismo asiático. Por eso, nuestro poder es un escudo esencial".

La CIA desempeñó un papel importante en el golpe de estado de Suharto, pero también participaron el ejército, varias compañías petroleras e importantes "centros de investigación", como la Fundación Ford, la Universidad Harvard, The Council on Foreign Relations (CFR) y la Corporación RAND.

En 1959 y 1960, la CFR (que contribuyó a delinear la política exterior de Estados Unidos después de la II Guerra Mundial) estableció un comité especial para estudiar la situación en el sudeste asiático, con representantes del Departamento de Estado, la CIA, banqueros como John D. Rockefeller III, ejecutivos de compañías petroleras y profesores de economía.

La CFR trazó un plan para Indonesia. Decía: "El entrenamiento militar será un aspecto de suma importancia de la ayuda estadounidense en el sudeste asiático". En su primer discurso sobre ayuda al extranjero, el presidente John Kennedy anunció que "en el futuro, la ayuda militar destacará la seguridad militar, obras públicas y el crecimiento económico de los países involucrados". Poco después, el Pentágono expandió su programa de entrenamiento militar en Indonesia; en el momento del golpe de estado de Suharto, un tercio del estado mayor y casi la mitad de los oficiales habían recibido entrenamiento del ejército estadounidense.

El ejército indonesio se metió en todos los niveles de administración de los sectores de la economía con inversión extranjera. Por ejemplo, operó varios campos petroleros; en 1957, estableció su propia compañía petrolera, Permina, dirigida por el coronel Ibnu Sutowo, cuyos oficiales estudiaron en el fuerte Benning, el fuerte Benjamin Harrison, la Universidad de Tulsa y la Facultad de Negocios de la Universidad de Syracuse.

La Corporación RAND, un importante centro de investigación de la clase dominante, también definió la política exterior hacia Indonesia. Uno de sus especialistas, Guy Pauker (que por casualidad también era agente de la CIA) urgió darle ayuda económica y militar a las FFAA indonesias para "garantizar su éxito en la contienda con el comunismo". Expresó dudas sobre la capacidad del gobierno de "hacer lo necesario" para combatir la "amenaza comunista". En un memorando de RAND de 1964, Pauker dijo: "Estas fuerzas seguramente no tienen la implacabilidad que permitió a los nazis aplastar al Partido Comunista de Alemania unas pocas semanas después de los comicios del 5 de marzo de 1933, en que el Partido Comunista recibió cinco millones de votos, o sea, el 13%". Pauker dijo que Washington tendría que confiarse a las FFAA y mencionó específicamente a Suharto.

Estados Unidos se dedicó a entrenar a los generales del ejército indonesio para desempeñar un nuevo papel político. De 1962 a 1965, recortó paulatinamente la ayuda al gobierno de Sukarno y aumentó la de las FFAA.

De 1958 a 1962, la cantidad de oficiales indonesios entrenados en Estados Unidos se duplicó a 500. Pero de 1962 a 1965, aumentó a 4000. Además, a partir de 1962, enviaron a centenares de oficiales a las universidades de Harvard y Syracuse para estudiar una variedad de carreras, de administración a aerofoto.

Washington también dio mucha ayuda a Permina, la compañía petrolera del ejército. Para dar un golpe de estado, los generales requerían mucho más dinero de lo que recibían del gobierno de Sukarno, así que las compañías petroleras estadounidenses y japoneses los financiaron por medio de Permina.

La CIA estableció redes de agentes y soplones en los sindicatos, donde el Partido Comunista tenía mucha influencia.

El 1º de octubre de 1965, Suharto tumbó al gobierno de Sukarno, declaró ilegal al Partido Comunista e inició una enorme masacre. Se calcula que masacraron de 250.000 a un millón de indonesios, y arrestaron y torturaron a centenares de miles más.

El ejército, al mando de generales entrenados por Estados Unidos, desempeñó un papel clave en las masacres: directamente; por medio de ayuda a las fuerzas paramilitares y los escuadrones de la muerte; y con propaganda anticomunista.

El New York Times describió el "regocijo" del gobierno de Johnson con las noticias de Indonesia y el "júbilo" que expresaron funcionarios del gobierno en privado.

SEGUNDO ACTO

Puerta abierta a la inversión imperialista

El golpe de Suharto abrió las puertas a nuevas inversiones imperialistas.

Volvieron a privatizar la mayoría de las compañías nacionalizadas por Sukarno. Goodyear y Uniroyal volvieron a apoderarse de sus plantaciones de caucho, y Unilever de sus plantaciones de aceite de palma. Caltex y Stanvac (una compañía conjunta de Standard Oil of New Jersey y Socony-Vacuum) recuperaron sus operaciones petroleras.

Aprobaron nuevas leyes para atraer más inversiones extranjeras. Según la "Ley sobre inversiones extranjeras" de 1967, las compañías extranjeras podían invertir en toda esfera menos la defensa, no tenían que pagar impuestos durante los primeros dos a cinco años, y podían tener el 100% de sus acciones, menos en esferas "esenciales para el estado", como el transporte marítimo, los ferrocarriles, las centrales eléctricas y los medios de comunicación.

Los inversionistas extranjeros le tenían muchas ganas al petróleo. A fines de 1968, 19 compañías petroleras extranjeras tenían concesiones en Indonesia. Durante un fin de semana de 1969, 23 compañías presentaron licitaciones. Las compañías mineras extranjeras empezaron a explotar los recursos minerales del país. También invirtieron en la silvicultura, la pesca, la agricultura y la manufactura: Singer en la producción de máquinas de coser, Union Carbide en pilas, Virginia Internacional en caucho, Chesebrough-Pond's en cosméticos, International Flavors y Fragrances en perfumes, y Unilever en jabón y margarina. Muchos bancos extranjeros abrieron sucursales en Indonesia, como American Express, First National City, Chase Manhattan, Bank of America y United Bank of California.

En 1973 los inversionistas extranjeros controlaban el 59% del capital de la silvicultura, el 96% de minas, el 37% de la industria, el 47% de hoteles y turismo, y el 33% de agricultura y pesca.

Después del golpe de estado, Indonesia volvió al Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. En 1967 el FMI le dio un préstamo de $51 millones, que estabilizó al nuevo gobierno. De ahí en adelante, esas dos instituciones imperialistas le han dictado una política económica y de desarrollo que favorece al capital extranjero.

El ejército Made in U.S.A. adquirió más poderes, y el gabinete se llenó de graduados de Berkeley, MIT y otras universidades estadounidenses con becas de la Fundación Ford.

Por todo el país, el nuevo gobierno arrestó a miles de la oposición. Despachó a 10.000 soldados a Nueva Guinea Occidental para aplastar un movimiento de independencia y los abasteció con aviones C-130, que recibió de Estados Unidos.

TERCER ACTO

Lista negra de la CIA

Pasemos a 1990: en largas entrevistas, unos ex diplomáticos y agentes de la CIA detallaron sus contribuciones a los ataques contra el Partido Comunista y a la masacre de centenares de miles de "presuntos comunistas" en Indonesia. Dijeron que en 1965 la CIA recopiló extensas listas de militantes comunistas (unos 5000) y se las entregó al ejército.

Robert J. Martens, de la sección política de la embajada estadounidense en Yakarta y actual asesor del Departamento de Estado, dijo que dedicó dos años a elaborar esa lista: "La lista ayudó mucho al ejército. Seguramente este mató a mucha gente y probablemente tengo las manos manchadas de sangre, pero eso no es del todo malo. Hay momentos en que hay que dar duro".

Altos funcionarios de la embajada aprobaron la entrega al ejército de la lista, que tenía el nombre de la dirección del partido: comités de provincias, ciudades y otras zonas, y de organizaciones populares, como la federación nacional de trabajadores y grupos de mujeres y jóvenes.

La embajada detalló la destrucción de la organización después del golpe. En la lista de Martens, marcaban la captura y asesinato de los dirigentes. En enero de 1966, el subdirector de la CIA en Yakarta informó que habían tachado de la lista tantos dirigentes del Partido Comunista que se podía decir que la dirección estaba destruida.

CUARTO ACTO

La isla prisión de Timor Oriental

A fines de 1975 Timor Oriental, una colonia de Portugal, se independizó.

Una semana más tarde (unas pocas horas después de la partida del presidente Gerald Ford y su asesor Henry Kissinger de Yakarta, tras una reunión con altos funcionarios del gobierno de Suharto), el ejército indonesio invadió a Timor Oriental.

Timor Oriental es una angosta isla del tamaño de El Salvador, ubicada al norte de Australia. Los testigos informaron que cuando llegaron, los soldados indonesios empezaron a matar a todo el mundo. En pocos meses masacraron a unas 60.000 personas.

Por dos años, el pueblo, dirigido por el partido nacionalista Freitlin, libró una feroz guerra contra los invasores y recuperó grandes partes de la isla. Estados Unidos y sus aliados aumentaron los envíos de armas al gobierno de Indonesia; con ellas, el ejército lanzó una gran ofensiva.

Bombardeaba sin cesar las zonas guerrilleras con bombas convencionales, químicas y de napalm. Paralelamente lanzaba ataques terrestres. Para privar a la guerrilla de alimento, quemaba los cultivos y metía a la población en aldeas estratégicas, con la ayuda de pilotos y mercenarios de Estados Unidos.

En 1979, por lo menos 200.000 timoreses, casi la tercera parte de la población, habían muerto.

El pueblo timorés sigue luchando y Estados Unidos sigue enviando armas a Indonesia y entrenando a sus oficiales, muchos de los cuales terminan en Timor Oriental.

La Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) ha financiado la transformación del sistema agrícola de Timor: de producción de comestibles básicos para la población a producción de productos de exportación monopolizada por los indonesios.

Hoy día, Indonesia tiene 60.000 soldados, policías y soplones en Timor Oriental, o sea, uno por cada diez habitantes. Los invasores torturan, violan, desaparecen y masacran a diario. En 1994, un timorés dijo: "Nuestro país es la isla prisión más grande del mundo".

QUINTO ACTO

Las FFAA de Suharto:
Entrenadas por Estados Unidos

Después de la masacre de Timor Oriental, Washington trató de aparentar cierta distancia de las FFAA indonesias (ABRI) por su brutalidad. En 1992, el Congreso prohibió la participación de Indonesia en IMET, un programa internacional de entrenamiento militar del Pentágono. Pero hace poco se supo que Estados Unidos no terminó su programa de entrenamiento en Indonesia.

Según documentos del Pentágono y entrevistas a funcionarios del gobierno, el Pentágono ha seguido entrenando a ABRI en una amplia gama de tácticas militares. Desde 1993 se han realizado por lo menos 41 operativos conjuntos de las FFAA de Indonesia y de Estados Unidos (guerra de contrainsurgencia, guerra psicológica y combate urbano) con la participación de los Boínas Verdes, la Fuerza Aérea y la Infantería de Marina.

Los expertos del Pentágono han entrenado a la guardia presidencial, a KOSTRAD (el Comando Estratégico del Ejército de Indonesia) y, sobre todo, a KOPASSUS, que se especializa en tortura, desapariciones y allanamientos nocturnos. Según documentos del Pentágono, KOPASSUS participó en 20 de 28 operativos del ejército y la fuerza aérea desde 1992.

Desde la masacre de Timor Oriental, se han realizado los siguientes operativos con KOPASSUS: Francotirador Nivel II (1993); Demolición y Operativos Aéreos (1993); Combate Cuerpo a Cuerpo (1994) y Operativos Aéreos Especiales, Ataques Aéreos y Técnicas Avanzadas para el Francotirador.

En los últimos años ha habido un gran aumento en la cantidad de "desapariciones": gente secuestrada por las fuerzas de seguridad o grupos paramilitares, o que ha tenido que esconderse; y en la cantidad de presos políticos y de informes de tortura por choque eléctrico.

SEXTO ACTO

Zombis de la fábrica de Satanás

1988: Nike abre una planta en Indonesia

1996: Nike produce un tercio de sus zapatos en Indonesia

Banjaran es una zona rural de la isla de Java, Indonesia. Nike, una compañía estadounidense, tiene una fábrica en Banjaran donde laboran miles de trabajadores, la mayoría mujeres. A las trabajadoras de Nike las llaman "las zombis de la fábrica de Satanás".

La fábrica de Banjaran en una empresa conjunta con una compañía taiwanesa, que se llama Feng Tay. En 1996, tenía 7000 empleados, el 75% de ellos mujeres (muchas de ellas adolescentes con poca educación).

Según la ley, esas mujeres deben recibir muchas protecciones: permiso para estar ausente por la regla, el embarazo y la lactancia e igualdad de derechos en el empleo. Pero por lo general las compañías simplemente pasan por alto esas "protecciones".

La ley dice que no se puede obligar a una mujer a trabajar más de 40 horas a la semana. Pero en la fábrica de Feng Tay trabajan un promedio de 50 horas a la semana, más muchas horas extra casi todos los días. A las que piden licencia de maternidad las echan. Además, Feng Tay no paga otras prestaciones que dicta la ley: ausencias por la regla, enfermedad, maternidad ni vacaciones; comida o transporte; sobrepago. Muchas trabajadoras reciben menos del salario mínimo de un dólar al día.

Un supervisor de Feng Tay abandonó su puesto a los cinco meses porque le pesaba la conciencia. Dijo que le enseñaron a "controlar a las mujeres" a gritos y obligarlas a correr al baño, a la cafetería y a todas partes para no desperdiciar tiempo.

Las trabajadoras tienen que presentarse a la fábrica incluso si están enfermas. Si no lo hacen, las despiden, incluso si tienen certificado médico.

Una trabajadora murió por el calor en una fábrica de Nike. La llevaron a una mezquita, donde pasó muchas horas desmayada sin recibir tratamiento médico.

Nike tiene fábricas en muchas ciudades de Indonesia, como en la nueva zona urbana llamada Yabotabek, que se refiere a las ciudades de Yakarta, Bogor, Tangerang y Bekasi. Desde que Nike estableció sus fábricas a comienzos de la década, la población de la zona ha crecido en varios millones de personas.

En el complejo Pou Chen, que los trabajadores llaman "Nikomas", más de 9000 mujeres hacen los zapatos de Nike. Muchas de esas mujeres huyeron de la pobreza en sus aldeas rurales y envían dinero de su salario a sus familiares. En Estados Unidos, los tenis que cosen les costarían el salario de todo un mes.

Ha habido despidos por oponerse a las condiciones de trabajo y al salario. Ha habido informes de que los capataces sellan la boca de las trabajadores con cinta pegante para impedir que hablen. En muchas fábricas hay soldados en la oficina.

Human Rights Watch/Asia informó: "Los trabajadores de Indonesia no tienen el derecho más fundamental, el derecho de asociación. Se les priva de ese derecho prohibiendo los sindicatos... mandando militares a interferir en negociaciones laborales, hostigando, arrestando, torturando y matando a sindicalistas".

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La lucha popular obligó a Suharto a renunciar el 21 de mayo de 1998, y fue causa de celebración. De comienzo a fin, su gobierno ha significado genocidio, represión, tortura, pobreza y miseria para los pueblos de Indonesia. Nunca se debe olvidar que en todos esos crímenes, Suharto recibió ayuda, asesoría, armamentos y felicitaciones del imperialismo yanqui.


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