La verdad sobre la conspiración derechista...
y por qué Clinton y los demócratas
no son la respuesta

Obrero Revolucionario #983, 22 de noviembre, 1998

La conspiración derechista es una realidad. La derecha cristiana y sus aliados están llevando a cabo una campaña coordinada para joder y echar a Clinton. Pero lo esencial y más importante es que poderosas fuerzas de esta sociedad están tratando de imponer a la brava un programa político y social reaccionario y represivo. A pesar de que critican al "gran gobierno", en realidad quieren meter al gobierno en nuestra vida diaria y darle a la policía carta blanca para pisotear derechos y protecciones constitucionales. La pantalla de todo esto es una cruzada de alto nivel a favor de los valores tradicionales y la rectitud moral de la religión de antaño.

Aunque Clinton ha sido el blanco de los derechistas más abiertos y clamorosos (especialmente la "derecha religiosa"), su gobierno ha implantado muchos aspectos de ese mismo programa y repetido sus explicaciones "morales-religiosas". Cuando Clinton y los demócratas han tenido desacuerdos y conflictos con la derecha, han cedido ante sus presiones y le han permitido llevar la voz cantante.

Esto no se debe a las "realidades de la política electoral", como tanto se oye, ni solo al hecho de que los politiqueros deben obedecer poderosos intereses financieros. Al nivel más fundamental, se debe a que los que están en posiciones de poder tienen que ponerse al servicio del sistema económico y social (del que ese poder político es un brazo). En la situación y el "ambiente global" actuales, los requisitos económicos y sociales del sistema capitalista exigen que los señores del capital sean libres de dominar y explotar de una manera más desenfrenada y más "móvil" por todo el planeta. También exigen que, en la sociedad estadounidense, recorten los principales programas sociales, fortalezcan el aparato estatal represivo y creen una atmósfera social opresiva. Piden lo que el grupo ¡Rehusar & Resistir! llama la política de la crueldad, o sea, una política de pobreza, castigo y patriarcado.

Todo el aparato político burgués está de acuerdo en eso, aunque a veces tienen desacuerdos y conflictos sobre los términos, el ritmo y las medidas específicas para imponerlo en un momento dado.

Se puede forjar una oposición muy fuerte a esa política... pero únicamente si no nos dejamos restringir por el marco político impuesto por el sistema, en que todos sus representantes piensan y actúan. Se puede si, en vez de atenernos a Clinton y los demócratas, nos apoyamos en la enorme cantidad de personas a quienes les conviene oponerse a todo ese programa, y quienes están empezando a darse cuenta de que tienen que hacerlo, aunque todavía no de una forma definida ni materializada.

Nota de la Redacción: Esta semana presentamos el comienzo de un artículo sobre la actual situación política. El artículo en su totalidad se publicará la próxima semana.

Como señala este artículo: "Después de los comicios... parece probable que Clinton podrá terminar la presidencia, es decir, que se llegará a una solución que le permita seguir como primer mandatario". Ahorita es muy común oír que los comicios fueron una victoria para "el centro" y "la moderación", representados por los hermanos Bush (gobernadores republicanos de Texas y Florida) y por Clinton.

El artículo que iniciamos esta semana examina el programa concreto de Clinton, que en realidad tiene mucho en común con los conservadores, pintados ahora como paladines de "la moderación". Asimismo, analiza el pronunciado desplazamiento del "centro" de la política oficial hacia la derecha. Aborda los conflictos "entre los que se disputan el poder" y por qué "dichos conflictos dieron lugar a una confrontación muy aguda y fuerte" sobre la presidencia de Clinton. Analiza la dinámica subyacente y el marco general en el cual esto se desenvuelve, particularmente los grandes cambios en la sociedad estadounidense, y en la economía y geopolítica mundial. Finalmente, se destaca la cuestión primordial de "cuáles son los intereses del pueblo respecto a todo eso".

La presidencia bajo fuego desde el principio

Al estallar el "escándalo de Monica Lewinsky", Hillary Clinton se lanzó a la contraofensiva, declarando a la prensa que detrás de los ataques a su esposo existía "una vasta conspiración de derecha" y que, de hecho, lo tenían en la mira desde el principio. Dicha teoría de una conspiración de derecha ha recibido muchas burlas, sobre todo, como era de esperarse, de los que ella acusó de conspiradores. A medida que se desenvolvían el "escándalo Lewinsky" y la "crisis de la presidencia", resonaba un coro de sectores poderosos: que Clinton y compañía dejen de lanzar acusaciones, más vale que pida perdón. A la pregunta: ¿Existe tal conspiración?, hay que responder: ¡No cabe la menor duda! Sin embargo, ese hecho no borra la necesidad de analizar a fondo las fuerzas políticas que están en contienda en la actual "crisis de la presidencia" ni los intereses fundamentales del pueblo en todo eso.

Vale la pena recordar los comentarios de Jesse Helms, "ilustre" senador de Carolina del Norte (patriarca de linchamientos racistas), poco después de la toma de posesión de Clinton. Dejó en claro que Clinton no debía ser jefe supremo de las fuerzas armadas y le advirtió que era tan despreciado en las bases militares del estado que: "Si nos hace una visita, debe cuidarse. Más vale que traiga guardaespaldas". Fue un comentario insólito; sin embargo, la prensa grande y la estructura de poder lo tomaron como algo perfectamente normal, lo cual es muy ilustrativo; ni siquiera criticaron a Helms (si un "ciudadano común y corriente" hace tal declaración, ahí mismo le caerían encima por amenazar al presidente) ni perdió poder ni "prestigio"; todo lo contrario.

Desde el principio de la administración Clinton, fuerzas poderosas allegadas al Partido Republicano han desatado una intensa y encarnizada oposición a su presidencia; están dispuestas a empañar "la dignidad de la presidencia" para atacarlo, un fenómeno sin precedentes en la historia contemporánea del país. (Ni siquiera en la crisis que tumbó a Richard Nixon se vio tanto desdén al presidente y tanto gusto en arrastrarlo por el lodo, donde lo que enlodan la presidencia también.) Desde el principio de su gobierno, la postura de dichas fuerzas es que Clinton no es apto para ser presidente y que su presidencia es "ilegítima". Su intención siempre ha sido "chingarlo"--desprestigiarlo ante la opinión pública y en el seno de la clase dominante--con el propósito de restarle influencia e iniciativa política y, de ser posible, correrlo.

Durante varios años, sobre todo este año, la investigación de Starr ha sido el arma principal de esas fuerzas, y ha precipitado la actual crisis y la posibilidad de destitución (o renuncia) de Clinton. Además de las relaciones obvias y documentadas entre varias fuerzas "conservadoras" (o "ultraconservadoras") que abogan por la destitución de Clinton, se ha comprobado que Starr tiene vínculos estrechos con ellas; por ejemplo, con Jesse Helms (y su colega Lauch Faircloth); con los allegados a Linda Tripp y su agente Lucianne Goldberg; y también con los protagonistas de la demanda de Paula Jones. (El artículo de Andrew Sullivan en la Revista del New York Times, abajo citado, describe los vínculos entre varios "conservadores" que han atacado a Clinton. Asimismo, "The Young Person's Guide to Vast Right-Wing Conspiracy"--Guía para los jóvenes acerca de la vasta conspiración de derecha--que salió en Lumpen Times, una publicación anarquista de Chicago, aborda el tema.)

Si bien el informe Starr tiene argumentos jurídicos contra Clinton, está claro que su propósito principal fue ponerlo en ridículo, política y personalmente. Los defensores de Clinton (y no solo ellos) han señalado que el propósito del informe--y su divulgación instantánea a través de los medios--con todo y pormenores "sensacionales y lascivos" fue desprestigiar (o manchar) a Clinton para que no pudiera seguir como presidente. (¿Cómo es que los enemigos de Clinton pudieron hacer eso? ¿Cómo llegaron tan lejos? Eso va mucho más allá del simple hecho de que los republicanos son mayoría en el Congreso; volveremos al tema más adelante.)

¿Qué busca la derecha?

En cierto sentido, lanzar esos ataques bajos contra Clinton podría parecer raro, inclusive descabellado. Como señala un artículo importante en la Revista del New York Times: "Bill Clinton, muy probablemente el demócrata más conservador desde el presidente Harry Truman, se convierte para sus enemigos conservadores en la máxima expresión del liberalismo de los años 60. No les importa que haya resuelto el problema del déficit presupuestal, que haya aprobado la reforma al welfare y eliminado muchas libertades civiles en la guerra contra el terrorismo, que esté a favor de la pena de muerte, ni que aprobara una ley en defensa del matrimonio tradicional. ("The Scolds", Revista del NYT del 11 de octubre de 1998. En cuanto a la postura del autor, dice sin pelos en la lengua: "Mi opinión sigue siendo que [Clinton] debe renunciar"; además, alaba a Ronald Reagan y contrasta su conservadurismo "bueno" con el conservadurismo "malo" de los enemigos de Clinton.)

Además de esos "logros" citados por Sullivan, hay que añadir otros a la presidencia de Clinton: la escalada de la guerra contra los inmigrantes y la militarización de la frontera con México; el desmantelamiento en marcha de la vivienda pública; una política "contra el crimen" muy agresiva, que implica brutalidad y asesinato policiales y la criminalización de una generación de chavos negros (y cada vez más chavas), así como latinos y otras nacionalidades en los barrios pobres. Sullivan explica que Clinton "es un presidente cuya política económica complace a los corredores de bolsa; bombardea a Sudán y Afganistán sin advertencia alguna [y, cabe señalar, combina "sanciones comerciales" con ataques militares a Irak (y la amenaza de más agresión), con la consecuencia de miles y miles de muertes, sobre todo de niños, cada año], y declara que la época de la burocracia y el gran gobierno se acabó". Sin embargo, como dice Sullivan: para sus enemigos "conservadores", Clinton es "simplemente una pantalla del radicalismo liberal". Hay que preguntar: ¿Por qué? ¿Cuál es la neta? ¿Qué busca la derecha?

Para aclarar todo eso, volvamos al ataque de Jesse Helms contra Clinton al principio de su presidencia. Fue cuando Clinton anunció su propuesta de permitir gays abiertamente en las fuerzas armadas por vez primera (aunque Clinton se echó para atrás a toda carrera y adoptó la actual norma de "no preguntar/no decir"). Además, Clinton nombró a muchos negros, "minorías" y mujeres a puestos del gobierno; la poetisa negra Maya Angelou fue invitada de honor a la toma de posesión; nombró a un gay de embajador y a una cantidad inaudita de gays a puestos en la Casa Blanca; a diferencia de los dos presidentes anteriores, se opuso a las iniciativas para prohibir el aborto, aunque cedió política y moralmente ante los que quieren que el aborto sea un pecado y un delito (más adelante volveremos a ese tema). Pero, en la campaña electoral de 1992, aunque dejó muy claro su apoyo al genocidio contra el pueblo de Irak por la administración de Bush, no repudió su oposición a la guerra de Vietnam y se ha identificado con expresiones culturales que se consideran parte del legado de los años 60 (lo que se vio en la ceremonia de toma de posesión y, con mucho simbolismo, cuando tocó el saxofón en el programa de televisión de Arsenio Hall durante la campaña).

Por eso, Clinton es un símbolo y un blanco de los políticos que declaran que la "moral tradicional" del patriarcado y el patriotismo ciego--encarnada en el cristianismo fundamentalista--son la piedra angular que mantendrá la estabilidad y cohesión de la sociedad capitalista y la dominación del imperio yanqui. Para ellos, América hoy--no solo el gobierno sino la sociedad en general--está en declive cultural y moral. Es más, corre el peligro de desintegración y destrucción. Robert Bork resume todo eso en el título de su nuevo libro: Desliz hacia Gomorra.

Andrew Sullivan dice que el punto de vista de Bork--cuyo nombramiento a la Suprema Corte suscitó un debate tan fuerte en el Congreso que terminaron por rechazarlo--ha evolucionado: de ser "profeta de la moderación jurídica" ha llegado a tal punto que "La única esperanza que Bork ofrece es que surja un conservadurismo religioso vigoroso, optimista y experimentado políticamente". Bork, y otros de la misma laya, son como profetas del Antiguo Testamento que advierten a la nación favorecida de dios que está encendiendo su ira y se acerca un tremendo cataclismo por el pecado de desviarse del camino sagrado. Sostienen que se necesita un "renacimiento moral"--guiado por una interpretación textual y absolutista de la Biblia y una política regida por tales "verdades"--para contrarrestar el declive, salvar América del infierno y proteger su posición de potencia superior del mundo.

Esa gente va muy en serio y es muy poderosa. Durante la "crisis presidencial" actual, han llevado la batuta entre los conservadores y el Partido Republicano, que es el partido oficial de dicha tendencia. Como explica Andrew Sullivan: "Los conservadores que todavía abogan por reducir la burocracia y los impuestos han tenido que unirse al coro de reavivar la moral para ganar a sus colegas". Aunque la "sabiduría oficial" del momento dice que a lo mejor eso ha cambiado--que tras los comicios, el "conservadurismo fiscal" ha triunfado sobre el conservadurismo social y la "moralidad"--un análisis cabal, más allá de las interpretaciones pragmáticas de los sucesos, demuestra que los defensores del "renacimiento moral" han avanzado mucho durante los últimos 20 años, que en gran medida lograron moldear la "crisis presidencial" y que siguen siendo una fuerza formidable, bien conectada y con una sólida base financiera.... [Continuará.]

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Es imprescindible distanciarse de la situación inmediata y las interpretaciones que nos dan de ella para preguntar: ¿Cómo llegamos a tal situación donde las opciones que nos quieren imponer son o fascistas descarados en un polo, o en el otro polo alguien que hasta un periodista de la prensa grande describe como el demócrata más conservador desde el presidente Harry Truman, cuya administración ha sido un instrumento agresivo y eficaz de una ofensiva reaccionaria multifacética contra las masas básicas y sectores más amplios del pueblo? ¿Adónde vamos a parar dentro de poco y cómo será el futuro si el pueblo, sobre todo los que captan la importancia de oponerse a esta ofensiva reaccionaria, se deja convencer de que debe limitar sus objetivos y actividad políticos a la mismísima lógica y dinámica que nos han llevado a esta situación? Y, lo que es más importante, ¿cómo salimos de ella? La única solución es movilizar al pueblo, unir a muchas capas sociales y distintos sectores, para forjar nuestra resuelta resistencia al proyecto reaccionario y transformar la contienda y lucha política, es decir, todo el "terreno político"; dicha resistencia no puede basarse en las mismas estructuras, instituciones y procesos políticos a través de los cuales imponen y "legitiman" la ofensiva reaccionaria ni limitarse a ellos.


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