Podrian meter preso a C. Clark Kissinger
por dar discurso pro Mumia

Obrero Revolucionario #1072, 1 de octubre, 2000

Septiembre de 2000. El gobierno quiere meter a la cárcel a C. Clark Kissinger, un importante organizador de la lucha para salvar la vida de Mumia Abu-Jamal y corresponsal del OR, por hablar en una protesta contra la Convención Nacional Republicana en Filadelfia.

El 1º de agosto miles de personas confrontaron a la policía en las calles de Filadelfia en intensas protestas contra la pena de muerte, la brutalidad policial, la ejecución de Mumia Abu-Jamal y el complejo carcelario industrial. Las autoridades arrestaron a 350 manifestantes y los trataron salvajemente en las cárceles.

Ese día, Clark Kissinger habló en un mitin contra la pena de muerte y en defensa de Mumia en el centro de Filadelfia, a pesar de que una corte le tiene prohibido salir de Nueva York. Pero ese día Clark estaba donde le tocaba estar y donde tenía todo el derecho de estar: en medio de la lucha. Habló sobre lo que está en juego para el pueblo y por qué hay que parar la ejecución de Mumia:

"¿Qué es lo que temen? ¿Por qué tanta intimidación, tantos policías montados, helicópteros, cachiporras? ¿Por qué boicotean a los artistas que apoyan a Mumia? ¿Por qué tantas amenazas? ¿Temen que el pueblo se entere de lo que pasó en el juicio de Mumia? ¿Temen que se conozcan las conversaciones que tuvieron el juez y la fiscalía en su despacho, sin que Mumia estuviera presente? ¿Temen que se sepa que los testigos mintieron? ¿Temen que se sepa que la confesión fue un cuento? ¿Temen que se conozca lo que Mumia representa? ¿Temen que el pueblo vea en Mumia un paladín de los oprimidos y víctima del sistema? ¿Temen que se ponga en tela de juicio toda la agenda reaccionaria del gobierno? Sí, creo que todo eso les preocupa....

"¡Hay que luchar y conquistar la victoria! Hemos defendido a Mumia y hemos aprendido de él. No permitiremos que lo maten. Estamos comprometidos a que esta ejecución no se lleve a cabo. Vamos a luchar hasta la victoria, vamos a unir a personas de diferentes puntos de vista, de todas las comunidades, y vamos a ampliar el apoyo para que sea más diverso y más resuelto. Vamos a recurrir a lo que sea necesario para redoblar la lucha y vamos a convertir toda injuria que nos lance el sistema en un clavo más de su ataúd".

Los miles de policías que rodearon las convenciones en Filadelfia y Los Angeles para defenderlas con intimidación, arrestos y palizas pusieron en claro para la nueva generación lo que es la democracia estadounidense.

Ahora a Clark Kissinger lo han mandado comparecer ante un tribunal federal en Filadelfia y lo podrían meter preso por el crimen de dar un discurso político durante la convención.

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Salir de Nueva York sin permiso va contra las órdenes de la corte que puso a Clark Kissinger y a otros seis activistas bajo libertad condicional, con el propósito de silenciarlos y alejarlos de la lucha política. En julio de 1999, arrestaron a 96 personas durante una protesta frente a la Campana de la libertad en Filadelfia y las acusaron de "no obedecer una orden oficial". Cuando Kissinger y seis coacusados (entre ellos Fran Goldin, la agente literaria de Mumia) no se declararon culpables y pidieron un juicio, el juez Arnold Rapoport les negó ese derecho y los sentenció a un año de libertad condicional.

Fue pura represión política. Les mandaron entregar el pasaporte; no asociarse con condenados de delitos graves (es decir, con Mumia) ni salir de Nueva York sin permiso de un agente de libertad condicional por un año; dar una lista de todas las personas condenadas de delitos con quienes tienen contacto; dar información detallada sobre su fuente de ingreso y sus gastos; y permitir que los agentes de libertad condicional entren a su casa y lugar de trabajo.

El abogado de Clark, Ron Kuby, señaló: "La imposición de restricciones de libertad condicional por el magistrado federal, sin precedentes en un caso como este, busca impedir que el señor Kissinger se dedique a actividades constitucionalmente amparadas por la ley. Por años él ha viajado a través del país organizando ayuda para Mumia Abu-Jamal. Las restricciones de viajar y la restricción de que se reúna con el señor Abu-Jamal entorpecerán seriamente esta labor. Además de esto, la orden de que descubra los nombres y detalles de todas las organizaciones a las cuales pertenece busca limitar su derecho de libertad de asociación, que ampara la Primera Enmienda".

Desde el principio, Clark luchó contra esas medidas extremas e injustas; no ha entregado los nombres de contactos ni información financiera. Tampoco ha dejado de tener contacto con Mumia ni de dedicarse al movimiento para salvarle la vida. Ha entablado una apelación ante el tribunal federal y cientos de personas han firmado una declaración que condena este indignante ataque político.

"Nos están haciendo lo que hicieron en Sudáfrica durante el gobierno de apartheid, donde `prohibían' a los militantes y les mandaban quedarse en su pueblo, no se les permitía viajar a ningún lugar ni tener conexiones con los movimientos políticos. Quieren `prohibir' gente aquí, pero no permitiremos que nos callen", Clark les dijo a unos partidarios que lo acompañaron a la Oficina de Libertad Condicional en julio cuando se negó a entregar información financiera.

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Todos los que conocen el caso de Mumia captan que las acciones del juez federal son parte de un patrón de represión política en Filadelfia contra los revolucionarios negros (los ataques al Partido Pantera Negra, a la organización MOVE, a Mumia, etc.). Los principales funcionarios de la alcaldía, la fiscalía y los tribunales están inmiscuidos en el complot contra Mumia y en los sangrientos ataques contra MOVE. El juez que verá la apelación de Clark Kissinger fue el único miembro de la comisión que estudió el bombardeo de la casa de MOVE en 1985 que absolvió totalmente a la policía.

En muchos sentidos, el caso de Mumia es una concentración de los ataques al derecho de los revolucionarios a hacerse oír. Desde hace mucho las autoridades han tratado de callar el periodismo revolucionario de Mumia y, para imponerle la pena de muerte, sacaron a colación la declaración que hizo cuando era Pantera Negra de que "el poder nace del fusil". Tanto la represión durante la Convención Republicana como los ataques a los defensores de Mumia han subrayado el hecho de que el gobierno busca callar la voz de los revolucionarios.

Ahora, porque habló en defensa de Mumia, a Clark lo han mandado comparecer ante el tribunal federal y amenazan con revocarle la libertad condicional.

Es un ridículo círculo vicioso. Primero, el juez se opuso a que tuviera un juicio porque el fiscal no iba a pedir que lo metieran a la cárcel. ¡Pero ahora el juez puede revocar la libertad condicional y meterlo a la cárcel porque dio un discurso político!

El documento que recibió Clark dice claramente que el juez no le permitió ir a Filadelfia porque iba a una función política. Dice: "El 25 de julio de 2000, el acusado pidió permiso del tribunal para ir a Filadelfia, Pensilvania, y quedarse del 31 de julio al 1º de agosto de 2000. El propósito del viaje era hablar ante un mitin de oposición a la pena de muerte y a la ejecución de Mumia Abu-Jamal, y trabajar como periodista en la Convención Nacional Republicana. Eric Macolino, el agente de libertad condicional, envió una copia de esa petición al tribunal del Distrito Oriental de Pensilvania. Al acusado se le informó que no podía viajar hasta que recibiera permiso del tribunal".

Lo que el documento no menciona es que cada vez que Clark ha pedido permiso para visitar a su familia el tribunal ha dicho que sí, pero cada vez que ha pedido permiso para asistir a una reunión sobre Mumia, ha dicho que no.

Así que los motivos políticos de la decisión del juez son patentes, y es una clara violación de los derechos políticos de Clark Kissinger.

La audiencia está programada para comienzos 6 de diciembre (en el mismo edificio en que se presentará la apelación de habeas corpus de Mumia). Como señaló la declaración de apoyo a Clark: "Las fuerzas progresistas de este país no pueden claudicar el derecho a un juicio ni tolerar que el gobierno restrinja a los defensores de Mumia". Tampoco podemos tolerar que metan a la cárcel a un revolucionario por dar un discurso político.


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