Exploremos el Borrador del Programa del PCR,EU

La vivienda en Estados Unidos
La pesadilla del "sueño americano"
y el sueño de la revolución

Obrero Revolucionario #1114, 12 de agosto, 2001, en rwor.org

¿CUÁL ES EL PROBLEMA?

El mercado capitalista, cuyo primer mandamiento es multiplicarás las ganancias, no puede satisfacer la demanda de viviendas dignas al alcance del pueblo. Esa necesidad social básica la trata como mercancía: algo que se posee, se vende y se usa para sacar provecho.

La sociedad capitalista no vela por el bienestar y el desarrollo multifacético de la población. La vivienda, en concreto, está subordinada a la especulación de terrenos, las ganancias de las constructoras y las transas de las hipotecarias. O sea, la vivienda es una inversión capitalista, y la ley de oferta y demanda solo responde al dinero: quien puede pagar, tiene techo. La vivienda se vende en el mercado y por eso está sujeta a los altos y bajos del capitalismo. Como consecuencia, la construcción de viviendas también es cíclica. Los programas de subsidios gubernamentales para vivienda son totalmente inadecuados; terminan enriqueciendo a las constructoras y dándole al gobierno más control social. La discriminación en los préstamos y la segregación de vivienda son dos infamias de la opresión nacional en Estados Unidos hoy. Para grandes sectores de las clases trabajadora y media, ser dueño de casa requiere endeudarse hasta el cuello y refuerza el aislamiento de la vida social.

Convertir una necesidad social en mercancía es infame.

¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN?

El apéndice "La nueva economía socialista" del Borrador del Programa del PCR,EU, explica cómo el proletariado resolverá el problema de la vivienda en la sociedad socialista (pp. 113-114).

La sección "Satisfacer necesidades sociales urgentes, movilizar para reconstruir y crear una nueva economía" dice:

Se desencadenará a las masas a reconstruir la economía y a resolver todos los problemas que se presenten. La movilización de las masas hará "milagros" al parecer imposibles.

La toma del poder por el proletariado pondrá fin al absurdo de ver desempleados sin nada que hacer en las calles de barrios arruinados. La ley de las ganancias ya no los inmovilizará: con materiales de construcción a su disposición, se pondrán a remozar los barrios, poniendo en juego su creatividad y conocimientos.

Además, muchos trabajadores de construcción, quienes hoy trabajan principalmente en rascacielos de vidrio y acero (si es que tienen chamba), de inmediato pasarán a remozar o construir vivienda para las masas.

Las capas medias tienen conocimientos y destrezas especializados que son difíciles de reemplazar y que la nueva economía necesitará. Por eso se canalizará a los antiguos gerentes, técnicos y dueños de pequeñas fábricas que estén dispuestos a colaborar en la reconstrucción a participar en la producción y a trabajar al lado de los demás trabajadores...

Empezar por los más necesitados

El nuevo estado proletario tomará medidas para "empezar por los más necesitados". Después de la destrucción y trastornos de la guerra civil, la primera prioridad será reconstruir y mejorar los ghettos, barrios pobres y otros lugares donde el capitalismo concentra a los oprimidos.

El principio de superar las antiguas desigualdades dictará las prioridades para la distribución de bienes y servicios sociales, como las decisiones sobre qué sectores sociales y qué zonas del país recibirán primero nuevos centros de salud, tiendas estatales, transporte público, vivienda y escuelas. A largo plazo, el estado socialista dará prioridad a las zonas menos desarrolladas y atrasadas, en coordinación con el desarrollo general de la sociedad.

Se movilizará a todas las capas sociales para superar las desigualdades de la antigua sociedad. Por ejemplo, los médicos trabajarán donde no ha habido servicios de salud en décadas. Algunos profesionales se capacitarán para llevar campañas culturales, educativas y de alfabetización a zonas rurales o urbanas devastadas.

Satisfacer el derecho a vivienda

Uno de los problemas más apremiantes que tendrá que solucionar el proletariado cuando asuma el control de la sociedad es poner vivienda digna y cómoda a disposición de las masas. Se aplastará la segregación y se eliminará las antiguas prácticas de los bancos y compañías de seguros que lucraban con la segregación, y su control de recursos económicos.

Con los principios de movilizar a las masas y de "empezar por los más necesitados", se resolverá la crisis de vivienda.

Una de las primeras medidas del proletariado será apoderarse de las casonas de los capitalistas, sus hoteles de lujo, centros de convenciones y hasta edificios de oficinas, muchos vacíos, y abrirlos para que las masas sin techo vivan ahí. Algunas de esas estructuras serán viviendas permanentes y se construirán lo más rápido posible nuevas viviendas.

El estado revolucionario confiscará rápidamente, sin compensación, las unidades y proyectos habitacionales del gran capital y de los grandes propietarios, y movilizará a las masas, al igual que se señala arriba, para protegerlas y administrarlas.

Los pequeños caseros (que tengan una o unas cuantas unidades) podrán seguir arrendándolas un tiempo, pero no tendrán poderes para desalojar y el estado fijará el alquiler. Representantes del partido, el estado y las masas trabajarán con los inquilinos y caseros para resolver cualquier problema. A medida que sea posible, mediante la construcción de más vivienda y el desarrollo de la economía socialista, el estado comprará las unidades de los pequeños caseros y las convertirá en propiedad estatal.

Los proletarios y sus aliados de la clase media tendrán el derecho a seguir viviendo donde viven; se cancelarán las hipotecas y deudas. En el caso de los dueños de varias casas, se aplicarán a las casas que no ocupen las mismas medidas que a las de los pequeños caseros.


Ya salió el Borrador del Programa del PCR. El partido invita a estudiar y debatir el plan de batalla para la revolución.

En esta nueva serie, "Exploremos el Borrador del Programa del PCR", examinaremos diversos problemas sociales y cómo propone el borrador que el pueblo los resuelva mediante cambio revolucionario.

Uno de los mitos del "sueño americano" es que todo mundo puede tener casa propia y que el capitalismo ofrece a todos, inclusive a la clase trabajadora, una vida digna.

Pero para millones de la clase trabajadora, tener casa no es ni siquiera un sueño. En realidad, pagar renta se está volviendo más difícil y en muchos casos imposible. Para millones, incluso de la clase media, se está volviendo más difícil comprar casa o conservarla.

En el mundo actual, toda sociedad justa debería satisfacer las necesidades humanas básicas de alimentación, vivienda y servicio médico. Al fin y al cabo, existen los recursos para alimentar a todos, darles techo y prevenir muchas enfermedades.

En la investigación social que realizamos para escribir el borrador de nuestro nuevo Programa encontramos que:

• Cualquier noche del año, cientos de miles de personas no tienen dónde dormir y más de dos millones no tienen techo una parte del año.

• El "boom" económico de la década pasada no alivió este problema.

• La lista de espera para las viviendas de interés social ha aumentado dramáticamente en los últimos años.

• Es muy posible que la vivienda para los pobres disminuya más en los próximos años.

• Aproximadamente el 30% de los hogares gastan en vivienda más del 30% de los ingresos (un porcentaje muy alto). Millones de pobres gastan en la renta más de la mitad de lo que ganan.

• Hoy se necesita el ingreso de dos trabajadores de tiempo completo (y más) para pagar una hipoteca, y mucha gente se endeuda para comprar casa y conservarla.

Millones en la calle

La mayoría de los indicadores señalan que la situación de las familias de la clase trabajadora y de las minorías oprimidas está empeorando, y que los niños pasan grandes trabajos. La manifestación más cruel de esto es la falta de techo.

Un estudio del Urban Institute indica que "en cualquier momento hay por lo menos 800.000 adultos y niños en la calle, y que un mínimo de 2,3 millones de personas viven en la calle por lo menos una vez al año" (el énfasis es nuestro). ¡Esto es casi una de cada 100 personas!

Un tercio de los 2,3 millones que viven en la calle una parte del año son niños. Una encuesta reciente del gobierno indica que casi la mitad de los sin techo tuvieron empleo el mes anterior (a diferencia de lo que se cree). ("The State of the Nation’s Housing--2001", Joint Center for Housing Studies, Universidad Harvard).

Una encuesta realizada en diciembre del año pasado por la Conferencia de Alcaldes, titulada "Hambre y falta de vivienda en las ciudades estadounidenses", señala que la demanda de camas de emergencia aumentó 15% con respecto a 1999 (que fue el año de mayor aumento de la década pasada). En el 50% de las ciudades también aumentó el tiempo que pasan en la calle los sin techo.

La encuesta menciona varias causas, pero comenta: "Casi todas las ciudades encuestadas dijeron que la causa primaria era la falta de viviendas baratas". En el 72% de las ciudades creen que la demanda de camas de emergencia aumentará en 2001. Un 36% de los que no tienen techo son familias con niños. El 7% son menores de 18 años que viven solos.

La carga del arriendo

Para muchos pobres que tienen techo, pagar la renta o la hipoteca es sumamente difícil. El estudio "The State of the Nation’s Housing" halló que en 1999 más de 14 millones de hogares, o sea, uno de cada ocho, pagaba más del 50% del ingreso en renta. Eso es una enorme carga. De los 14 millones, 11.5 son hogares pobres.

Otros 3,3 millones de hogares pobres pagan en renta del 30% al 50%. Mejor dicho, para el 85% de los pobres que alquilan la renta es una carga muy fuerte.

El estudio también confirma que los pobres son los que tienen "más probabilidad de vivir apiñados o en casas con problemas estructurales". Esta situación afecta a mucha gente que trabaja de tiempo completo. Otro estudio indica que en promedio debe haber más de dos trabajadores de tiempo completo en un hogar para poder alquilar un departamento de dos alcobas ("Out of Reach", septiembre, 2000, National Low-Income Housing Coalition). Una razón es que en 1997 y 1998 las rentas subieron el doble de lo que subió la inflación.

Hasta el gobierno admite que hay una crisis de vivienda económica para alquilar. Un estudio de la Secretaría de Vivienda y Desarrollo Urbano (enero, 2001) admite que unos cinco millones de hogares pagan más de la mitad de su ingreso en renta. El informe también dice que "la escasez de viviendas de alquiler continúa y en ciertos respectos se está empeorando" y que de 1997 a 1999 la cantidad de viviendas económicas para los pobres bajó "a un ritmo acelerado" ("A Report on Worst Case Housing Needs in 1999: New Opportunity Amid Continuing Challenges").

La crisis de vivienda afecta especialmente a los negros, amerindios, latinos, asiáticos y otras nacionalidades oprimidas. Por ejemplo, el gobierno informa que los negros tienen las mayores necesidades financieras de los inquilinos que no reciben ayuda del gobierno para vivienda.

Recortan los subsidios a la vivienda

La situación es terrible, pero va a empeorar: el gobierno va a eliminar los subsidios a 1,3 millones de apartamentos de alquiler en los próximos cinco años. Esos subsidios permiten a los inquilinos pagar solo el 30% de su ingreso en renta (el gobierno paga la diferencia). Y de remate, el gobierno ha recortado los fondos de nuevos programas de vivienda.

La espera para un departamento subsidiado aumentó de 22 meses en 1996 a 33 meses en 1998. En muchas ciudades, la espera es de años: en Nueva York es de 8 años; en Los Ángeles y Newark es de 10 años.

Crisis de viviendas baratas

El porcentaje de hogares que tienen casa propia aumentó un poco en la década pasada: de 64% a 67%. Ese porcentaje es de 53% para la mitad inferior de la sociedad.

Pero esas cifras esconden la profunda polarización que se está dando entre distintos sectores. Hay una enorme brecha de vivienda entre los que se beneficiaron de la "expansión económica" de los 90 y los que no se beneficiaron. Los compradores de ingreso bajo o moderado no encuentran casas dentro de su presupuesto y gastan más de su ingreso para comprar casa. Muchos hogares, incluso de la clase media, se endeudan más para comprar casa.

Una razón de esto es que el precio de las casas subió más que la inflación durante siete años seguidos (1993-2000). En esos años las casas subieron 16% (teniendo en cuenta la inflación); en algunas ciudades subieron más.

El precio de las casas y las hipotecas subió parejo, pero los ingresos de buena parte de la población no subieron al mismo paso.

El estudio "The State of the Nation" llegó a esta conclusión: "El precio de las casas y las tasas de interés más altas de 2000 han hecho que menos personas puedan comprar casa¼ Los mayores costos consumieron casi todo el aumento de ingreso de los compradores del año pasado".

En parte debido a estas tendencias, más hogares necesitan dos sueldos y trabajar más horas para pagar la renta o la hipoteca. Sin embargo, aunque los dos esposos trabajen, una de cada cinco parejas de bajos ingresos paga más de la mitad de lo que gana en vivienda. En general, unos 8,3 millones de hogares pobres que tienen casa propia pagan más del 30% o viven en casas muy acabadas.

A la gente de las minorías oprimidas le cuesta más trabajo comprar casa que a los blancos. El estudio citado arriba dice: "A pesar de la bonanza económica de los años 90, el porcentaje de minorías que tiene casa propia sigue por debajo del de los blancos¼ El 47,6% de los negros tiene casa propia, el 46,3% de los latinos, el 53,9 de los asiáticos y otros grupos, en comparación con el 73,8% de los blancos.

Aumenta la deuda

La deuda aumentó dramáticamente en la década pasada, en gran parte debido a que las hipotecas subieron. Los autores de "The State of Working America 2000/2001" (El estado de los trabajadores de Estados Unidos) concluyen:

"La prensa enfoca mucho la atención en la bolsa de valores. Pero para la mayoría de los hogares lo más importante de la década pasada fue el alza de la deuda, no el alza de la bolsa. La deuda ha exprimido el valor neto del hogar típico, que apenas registró pequeños aumentos de riqueza en los años 90. Esa mayor deuda le ha puesto grandes presiones económicas a una cantidad significativa de familias de ingreso bajo y medio, y ha llevado en casos extremos a la bancarrota".

Las hipotecas aumentaron del 45% de la deuda total en 1979 al 67% en 1999.

Un problema especial de los negros, latinos y otras minorías es que pagan hipotecas altísimas porque solo les ofrecen préstamos compañías que se especializan en barrios pobres y de minorías, y cobran mucho más.

El "boom" de los 90 y la crisis de vivienda urbana

En todo el país es difícil encontrar vivienda económica, pero en muchas ciudades se reconoce que hay una crisis. En Boston, San Francisco y alrededores, Sacramento (California), Tacoma (Washington) y los estados de Maine y Minnesota el precio de la vivienda ha subido mucho.

Allí, el "boom" económico ha perjudicado a los proletarios y a muchos de la clase media porque ha puesto la vivienda por los cielos. La mayoría no puede pagar el precio de las casas, con excepción de un pequeño sector de la clase media alta (o los capitalistas) que se benefició. Las rentas también son imposibles y mucha gente se ha tenido que marchar.

Un descenso económico agravaría esta precaria situación de vivienda. Muchos despedidos pueden perder su casa, incluso en hogares de dos personas donde una sigue trabajando.

Hay una innegable crisis de vivienda para la gente de pocos recursos. En el país más rico del mundo, después del "boom" económico más largo de la posguerra, cientos de miles no tienen dónde dormir cada noche, millones a duras penas pueden pagar la renta y muchos otros pagan la hipoteca con grandes sacrificios.

La sociedad capitalista no puede satisfacer la necesidad de vivienda de millones. Se necesitan urgentemente viviendas dignas que la gente pueda pagar, y existen recursos para hacerlo. Pero el "mercado libre" responde a las ganancias, no a las necesidades humanas, y por eso enormes sectores de la población del país tienen una carga de deuda enorme, están a un paso de que los echen a la calle o de plano viven en la calle.


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