Intriga en Afganistán:
La CIA y Osama bin Laden

Obrero Revolucionario #1120, 30 de septembre, 2001, en rwor.org

Los muchachos excavan refugios antiaéreos en los montes de Afganistán. Miles corren a la frontera de Pakistán, angustiados por huir antes de que caigan las bombas estadounidenses. ¿Qué le pasará al pueblo afgano, que ha vivido tanto tiempo con guerra y pobreza?

Es una barbaridad que la estructura de poder de Estados Unidos despache sus fuerzas al otro lado del planeta y que amenace con guerra una vez más al pueblo de Afganistán.

Expresamos nuestra solidaridad a nuestros hermanos y hermanas afganos, y a los revolucionarios que están luchando en condiciones tan difíciles en los enormes campos de refugiados de Pakistán y en las aldeas de Afganistán asediadas por la guerra. El heroísmo de las mujeres que oponen resistencia a los talibanes y a las cadenas de la tradición nos inspira. Saludamos a nuestros valientes camaradas maoístas que trabajan en la clandestinidad en medio de las masas, y se preparan para lanzar y ganar una auténtica guerra popular.

Caminan por el único sendero que entraña esperanza para el pueblo de Afganistán. Solo el pueblo puede forjar un futuro luminoso y liberado, por medio de la lucha revolucionaria contra el imperialismo y los reaccionarios.

A las pocas horas de que se estrellaran contra el World Trade Center y el Pentágono tres aviones secuestrados, el gobierno anunció que el "principal sospechoso" era la organización al-Qaida y su líder, Osama bin Laden.

En cosa de días, el presidente lanzó amenazas de guerra contra Afganistán y acusó a su gobierno fundamentalista musulmán, el Talibán, de "albergar" las redes que atacaron a Estados Unidos. Al cierre de esta edición, las autoridades han ofrecido muy pocas pruebas para respaldar tales acusaciones públicas.

¿Quiénes son las fuerzas de Osama bin Laden que acusa el gobierno? ¿De dónde salieron? ¿Quién las entrenó y las organizó?

Las respuestas a esas preguntas llevan a la CIA, a grandes crímenes, campañas y rivalidades globales del imperialismo estadounidense.

Osama bin Laden apareció hace 20 años como reclutador de las fuerzas armadas que luchaban contra el ejército soviético en Afganistán con la ayuda de Estados Unidos.

Guerra en Afganistán

Afganistán es un rico tapiz de distintos pueblos que viven relativamente aislados en los montes de Asia Central. En la década de los 60, Estados Unidos lo vio como un "amortiguador" entre la Unión Soviética (al norte) e Irán y Pakistán (al sur), dos países de importancia estratégica que tenían gobiernos "amigos". La gran mayoría de los 18 millones de afganos eran campesinos pobres y vivían en un terrible atraso, dominados por grandes terratenientes y cabezas de clanes feudales. Pero a fines de los 70, la creciente rivalidad global entre Estados Unidos y la Unión Soviética llevó una cruenta guerra a Afganistán.

En 1978, fuerzas burocráticas capitalistas aliadas con el imperialismo soviético dieron un golpe y tumbaron el débil gobierno central de Kabul. Eso suscitó resistencia de una amplia gama de fuerzas hostiles entre sí: de maoístas opuestos a la dominación soviética a clanes tradicionales patriarcales opuestos, por ejemplo, a que las niñas estudiaran. En 1979, el ejército soviético llegó a apoyar el gobierno de sus aliados.

Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, dijo: "Al día siguiente de la acción soviética en Kabul le escribí un memorando al presidente en que la oración clave era 'Ahora tenemos la oportunidad de darles a los soviéticos su Vietnam'". Charles Cogan, jefe de estación de la CIA de la zona en ese entonces, ha dicho que las primeras armas estadounidenses llegaron a los 13 días de la invasión soviética.

La rivalidad de Estados Unidos y la Unión Soviética produjo una guerra que desgarraría a Afganistán. Más de un millón de afganos murieron y un tercio de la población huyó a campos de refugiados. Miles y miles de soldados soviéticos murieron. Veinte años después, los fusiles siguen disparando en Afganistán.

La jihad de Jimmy Carter

"Es un esfuerzo deliberado de un fuerte gobierno ateo de subyugar a un pueblo islámico independiente".

Jimmy Carter, criticando la
invasión soviética de Afganistán

"Al presentar a los imperialistas soviéticos como `comunistas', y, en consecuencia, a la lucha antiimperialista del pueblo de Afganistán como un combate entre el `comunismo' y los `soldados de Alá', se fortalecieron los sentimientos religiosos retrógrados de las masas y se fomentó la autoridad de los elementos feudales y el clero. Esto se realizó con el apoyo incondicional de los imperialistas occidentales, que financiaron la propaganda religiosa y armaron a los mujaidines como instrumento de su rivalidad con los socialimperialistas soviéticos".

M.N. Cham, de la revista
Un Mundo Que Ganar

Para las masas populares, la invasión soviética fue un conato intolerable de dominación extranjera directa. Las fuerzas progresistas y revolucionarias (entre ellas las organizaciones maoístas) se lanzaron a la lucha contra los invasores. Sin embargo, como escribe M.N. Cham: "En ausencia de un partido revolucionario capaz de unir al pueblo en una guerra popular contra el imperialismo y el feudalismo, la resistencia de las masas fue principalmente organizada bajo la dirección de fuerzas feudales y burguesas".

La clase dominante de Estados Unidos apoyó a las fuerzas más reaccionarias de la sociedad afgana, a quienes se conoció como los mujaidines. Su programa era la defensa total de la sociedad feudal tradicional, con la protección de los grandes feudos y la defensa violenta de las prácticas tradicionales de opresión de la mujer. Se organizaron bajo el estandarte de una jihad: una guerra santa para expulsar del mundo musulmán a las tropas extranjeras. Pero la verdad es que a esta jihad moderna la controlaba la Casa Blanca para beneficio de los intereses del imperialismo estadounidense.

Los intereses del imperialismo estadounidense eran completamente opuestos a los del pueblo afgano. Estados Unidos quería empantanar a sus rivales soviéticos. Quería financiar y armar a fuerzas que lucharan contra la Unión Soviética, pero que no se opusieran al imperialismo ni al feudalismo tradicional afgano. Brzezinski y Carter soñaban con que la jihad antisoviética de Afganistán se extendiera a los pueblos musulmanes de las repúblicas soviéticas de Asia Central.

Bin Laden llega a Afganistán

Estados Unidos se apoderó de la resistencia afgana con gran secreto. Canalizó millones de dólares por medio de la monarquía intensamente conservadora de Arabia Saudita. El entrenamiento de los mujaidines afganos lo realizó el Directorio de Servicios de Inteligencia de Pakistán en bases fronterizas (con supervisión de expertos de "guerra clandestina" de la CIA). Al principio les dieron armas soviéticas y chinas para tapar la ingerencia estadounidense.

Osama bin Laden llegó a la región en 1980 como un "mujaidin de chequera". Pasó dos años llevando fondos de la clase dominante saudita a fuerzas reaccionarias de la resistencia. Osama bin Laden es hijo de un capitalista del ramo de la construcción que gracias a conexiones con la monarquía saudita se hizo billonario.

Cuando la CIA y el Directorio de Inteligencia de Pakistán decidieron entrenar a miles de musulmanes de todo el mundo para combatir en Afganistán, Osama bin Laden fue uno de los principales organizadores.

Ahmed Rashid, autor de Taliban: Militant Islam, Oil and Fundamentalism in Central Asia, calcula que a partir de 1982 más de 100.000 musulmanes de docenas de países recibieron entrenamiento militar o capacitación política en campos organizados por la CIA en Pakistán y Afganistán.

Ahmed Rashid también dice que Osama bin Laden ayudó en la construcción del complejo de túneles Khost, un centro de almacenamiento de armas, entrenamiento y servicios médicos construido con fondos de la CIA. Bin Laden estableció cerca un campamento militar para unos 9000 seguidores del wahabismo, el credo islámico de la monarquía saudita y de la nacionalidad dominante de Afganistán, los pashto. Ese campamento de Khost era el cuartel general de al-Qaida (que quiere decir "base militar") y en 1998 recibió ataques de misiles cruceros cuando Bill Clinton mandó atacar a Afganistán.

El ejército degollador de la CIA

A lo largo de los años 80 se formó en Afganistán un ejército templado en la guerra, de un cuarto de millón de combatientes, bajo la dirección de la CIA.

El reportero Robert Fisk describe que los mujaidines quemaron escuelas y degollaron a los maestros por enseñar a niños y niñas juntos. M.N. Cham recuerda que en los pobres campos de refugiados donde reclutaban, castigaban severamente y mataban a los que cuestionaran los dogmas y las reaccionarias normas sociales de su Islam.

Estas operaciones militares se combinaron con un enorme narcotráfico. Alfred McCoy, destacado investigador del tráfico mundial de droga, escribe que a los dos años de la intervención de la CIA en Afganistán, "las tierras fronterizas de Pakistán-Afganistán eran el principal productor mundial de heroína y suministraban el 60% de la demanda estadounidense". Pakistán se inundó de heroína barata que creó un millón de adictos de 1979 a 1985, donde prácticamente no los había. Charles Cogan, de la CIA, uno de los directores de la operación de Afganistán, después dijo: "Nuestra misión principal era hacerle el máximo daño posible a los soviéticos. No teníamos recursos ni tiempo para una investigación del narcotráfico... No creo que tengamos que pedir disculpas por eso. Toda situación tiene su lado negativo".

En una entrevista que le hizo en 1997 el reportero Robert Fisk a Osama bin Laden, este dijo que ni él ni sus socios vieron "evidencia de ayuda americana" en Afganistán. Es difícil creerle.

La mano yanqui era patente, especialmente después de marzo de 1985, cuando el presidente Reagan expidió la Directiva de Seguridad Nacional 166, que autorizó un gran chorro de fondos y armas. La guerra afgana contra la URSS fue una operación de billones de dólares, pagada en gran parte por la CIA y la clase dominante saudita. Las contribuciones de Estados Unidos aumentaron de $30 millones en 1980 a más de $600 millones anuales después de 1987. A partir de ese año entraron a la guerra 65.000 toneladas de armas de Estados Unidos, entre ellas los Stingers que derribaban helicópteros soviéticos. A finales de esa década, los comandantes de los mujaidines se reunían abiertamente con líderes congresionales y con el mismo Ronald Reagan. Eran parte de la red mundial de asesinos organizados por la CIA: primos de la contra de Centroamérica y de UNITA del sur de Africa. La prensa los llamaba sin pena "freedom fighters" (luchadores de la libertad).

Ahora, tanto para el gobierno de Estados Unidos como para Osama bin Laden es inconveniente recordar que este fue un agente clave de la mayor guerra clandestina de la CIA en la historia. Su movimiento (y otros movimientos armados islamistas) salió de los campos de entrenamiento de la CIA en Pakistán.

Después de la derrota de la URSS

El 15 de febrero de 1989 las fuerzas armadas soviéticas se batieron en retirada de Afganistán, pero la guerra continuó entre capitanes feudales. El choque entre Estados Unidos y la URSS dejó una multitud de ejércitos reaccionarios que forjaban y rompían alianzas, a costa del sufrimiento del pueblo afgano.

Resuelta a forjar un futuro diferente, en 1991 la Organización de Comunistas Revolucionarios de Afganistán y otros grupos fundaron el Partido Comunista de Afganistán, un partido participante del Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI).

M.N. Cham escribió en Un Mundo Que Ganar: "Los talibanes (estudiantes de religión) aparecieron en el escenario político de Afganistán poco después de que una delegación paquistaní de alto nivel viajase a Turkmenistán para negociar un acuerdo comercial entre ambos países, pasando por Afganistán. Apoyados por Pakistán, los talibanes emergieron con la consigna de asegurar el tráfico en las carreteras y combatir la piratería. Alzaron la bandera de la anticorrupción, las escuelas religiosas se vaciaron al tiempo que los `estudiantes' se unían a la lucha, y en poco tiempo la artillería talibán descargaba sus baterías a las puertas de Kabul y acababa ocupándola en septiembre de 1996. Los talibanes tienen sus raíces en las fuerzas musulmanas fundamentalistas pro yanquis, pertenecen a los musulmanes wahabi (una rama sunita) y representan el chovinismo pashto".

En ese momento, Estados Unidos soñaba con construir un oleoducto de Turkmenistán a Pakistán, pasando por Afganistán, como parte del plan de desmantelar el imperio soviético y vincular Asia Central directamente a las corporaciones y mercados del Occidente. Contaba con los talibanes para crear estabilidad en medio del caos que reinaba en Afganistán. Robert Scheer documentó que incluso muy recientemente (el 17 de mayo de 2001) el secretario de Estado, Colin Powell, anunció un paquete de ayuda de $43 millones a los talibanes, "además de otras formas de ayuda, así que ahora Estados Unidos es el principal sostén de los talibanes".

Un editorial del Kathmandu Post comenta: "Cuando los talibanes... entraron a Kabul el 27 de septiembre de 1996, el estado estadounidense recibió con beneplácito el suceso con la esperanza de que los nuevos gobernantes llevaran estabilidad a la región a pesar de que su falta de liberalidad en asuntos sociales es tristemente conocida. La prensa estadounidense expresó un horror suave y de cliché por el decaimiento social de los talibanes, pero no mencionó que Estados Unidos participó en la manufactura de esos fascistas teocráticos con fines hegemónicos. En treinta años Afganistán ha sido reducido a una `concesión' en que corporaciones y estados compiten por el control de mercancías y mercados sin interés por la dignidad y el destino de la gente de la región. Las coordenadas de los que delinean las políticas son el petróleo, las armas, las minas terrestres y la heroína, no los cadáveres que cuelgan de andamios como banderas de papel de una nación sin soberanía".

Para la población, el gobierno de los talibanes ha sido una pesadilla de extremismo religioso y represión. M.N. Cham escribió: "El ascenso de los talibanes estuvo acompañado de salvajes ataques contra las mujeres. Las mujeres son obligadas a llevar velos negros que las cubren de pies a cabeza; se les prohíbe trabajar o ir a la escuela; no pueden andar por la calle, ir a una tienda o acudir a un hospital si no van acompañadas de un hombre mahram (marido, hermano o padre), e incluso se les prohíbe entrar en los baños públicos. Las mujeres son compradas y vendidas, tomadas como botín de guerra, violadas y asesinadas".

Punto decisivo en el Golfo

En diciembre de 1991, la URSS se derrumbó y eso cambió muchas alianzas y alineamientos por todo el mundo. Miles de combatientes islámicos experimentados se desplazaron de Afganistán a todos los rincones del mundo musulmán. Unos cuatro mil se instalaron en las ciudades sauditas de La Meca y Medina.

Michel Chossudovsky escribió en la internet: "La CIA siguió apoyando la `jihad' islámica por medio de Pakistán y lanzó una serie de iniciativas clandestinas en Asia Central, el Cáucaso y los Balcanes. Las FFAA y el aparato de espionaje pakistaníes esencialmente `desempeñaron el papel de catalizador para la desintegración de la Unión Soviética y el surgimiento de seis nuevas repúblicas musulmanas en Asia Central'".

Simultáneamente, los combatientes islámicos que regresaron de Afganistán entraron en conflicto con los gobiernos clientes de Estados Unidos -y con los intereses yanquis de largo plazo- por la guerra del golfo Pérsico. Un punto de viraje decisivo fue cuando Estados Unidos despachó 540.000 soldados al Golfo en 1991 a atacar a Irak.

El movimiento de la jihad se fundó para combatir la invasión extranjera del mundo musulmán, y ahora centenares de miles de soldados no musulmanes estaban en Arabia Saudita, el guardián de las ciudades sagradas de La Meca y Medina. Además, Israel (un cliente estadounidense) controlaba los sitios sagrados musulmanes de Jerusalén y ni siquiera quería entrar en negociaciones con los palestinos sobre ellos.

La guerra abrió fuertes escisiones en la clase dominante saudita. Algunas fuerzas prominentes, como Osama bin Laden, tildaron de traidor al rey Fahd por permitir entrar al mundo árabe a las fuerzas de la OTAN. A sus ojos, los gobiernos clientelistas de Estados Unidos (Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Turquía) eran totalmente corruptos y traidores al Islam. El conflicto se agudizó después de la guerra, cuando Estados Unidos, en vez de retirar las tropas, construyó bases permanentes en el Golfo.

El gobierno saudita reprimió la oposición y, en 1992, bin Laden huyó a Sudán, donde forjó una alianza con el Dr. Hassan Al Turabi, presidente del Consejo Nacional Sudanés. En 1994 Arabia Saudita le quitó la ciudadanía.

En 1996, bin Laden regresó a Afganistán y, en 1998, participó en la creación de un "Frente Islámico para la Jihad" para librar guerra contra Estados Unidos. Washington dice que su papel es (y que durante la guerra de Afganistán fue) canalizar fondos.

Ahora muchas de las redes financiadas y entrenadas por la CIA se volvieron a reunir para combatir a Estados Unidos y los gobiernos títeres árabes. Las armas entregadas por la CIA, los campos de entrenamiento, las escuelas religiosas y los combatientes experimentados son la infraestructura de esa jihad.

Este movimiento busca el fin de la presencia militar y la influencia cultural del Occidente en el mundo musulmán: reclama que Estados Unidos desmantele las bases militares en el Golfo y que el Occidente le retire el apoyo a Israel; y busca reemplazar los gobiernos árabes pro Occidente con teocracias musulmanas estrictas basadas en la sharia (la ley dictada por el Corán).

Repercusiones del imperio

"Un combatiente de la resistencia es un terrorista si a los europeos no les gusta. Lo llaman combatiente de la resistencia si aprueban sus actividades... El mal manejo de la política exterior y militar de Estados Unidos ha cambiado la imagen americana y la ha convertido en la encarnación del mismo diablo... Ahora han retratado a Osama bin Laden como paladín, como símbolo del Islam para todos los jóvenes del mundo musulmán. Cualquier musulmán que quiera defender el Islam, que quiera dar un golpe por el Islam, dicen que es seguidor de Osama bin Laden. Si lo matan, si lo atacan, oh, generarán miles de bin Laden".

Dr. Hassan Al Turabi, presidente del Consejo
Nacional Sudanés, octubre de 1998

"La mayoría de los estadounidenses ignoran la hegemonía global que ejerce Washington, dado que esas actividades se realizan en la clandestinidad o al amparo de rúbricas confortables. Al comienzo, a muchos nos cuesta trabajo creer que nuestro papel en el mundo es el de un imperio. Pero solo cuando nos damos cuenta de que nuestro país saca ventaja de ese papel, y que se encuentra atrapado por las estructuras que él mismo creó, es posible explicar muchos elementos de un mundo que de otra manera nos deja perplejos... La palabra `blowback' (tiro por la culata), que la CIA inventó para uso interno, ahora es bastante común entre los estudiantes de relaciones internacionales. Se refiere a las repercusiones no buscadas de políticas que no se divulgan al público. Lo que la prensa llama `acción terrorista', `capo del narcotráfico', `estado terrorista' o `vendedor de armas ilegales' muchas veces es en realidad una repercusión de operaciones clandestinas estadounidense".

Chalmers Johnson, Blowback-The Costs and Consequences
of American Empire
(Blowback: El precio y las consecuencias
del imperio americano)

"¿Y quién es el responsable? ¿Quién puso en peligro a la población de Estados Unidos? La estructura de poder de Estados Unidos señala con dedo acusador al Oriente Medio. Pero la respuesta está aquí. Estos imperialistas, que han perpetrado incontables crímenes y desastres contra los pueblos del mundo con su implacable explotación global y ataques militares, han creado una situación en que millones odian el gobierno de Estados Unidos por todo el mundo.

"La población del país más poderoso del mundo sufre las inevitables repercusiones de la conducta de la estructura de poder y la sanguinaria maquinaria militar. Ahora, además de los horrores que han perpetuado contra los pueblos del mundo (horrores que multiplican por mil las lágrimas derramadas en Nueva York y Washington), han provocado la misma clase de devastación en las entrañas de su propia bestia".

Partido Comunista Revolucionario, EU,
14 de septiembre de 2001

Es difícil saber cuál ha sido el papel de Osama bin Laden en los varios ataques contra Estados Unidos desde la guerra del Golfo. Pero está claro que cuando Estados Unidos lo declaró "enemigo número uno", lo convirtió a él y a su forma reaccionaria del Islam en símbolo de resistencia para más gente por todo el mundo. El 20 de agosto de 1998, el presidente Bill Clinton mandó lanzar 75 misiles cruceros contra bin Laden en Afganistán. Mataron a niños en una escuela rural y destruyeron una mezquita. Después, el retrato de Bin Laden apareció en más muros y recibió más apoyo, especialmente de jóvenes musulmanes desilusionados con un mundo dominado, tergiversado y saqueado por Estados Unidos.

Al cierre de esta edición, los ex "luchadores de la libertad" de Ronald Reagan ahora son los "terroristas" de George Bush. Y los generales del Pentágono ahora están consultando con sus antiguos enemigos -los generales del ejército soviético derrotado en Afganistán- acerca de cómo luchar en Afganistán.

En medio de todas esas intrigas, los pueblos del mundo exigen fin a la salvaje dominación imperialista del Oriente Medio... y del resto del planeta.

 

Fuentes

Ahmed Rashid, Taliban: Militant Islam, Oil and Fundamentalism in Central Asia, Yale University Press, 2000

Michel Chossudovsky, "Who Is Osama Bin Laden?", septiembre de 2001, en globalresearch.ca/articles/CHO109C.html

M.N. Cham, "Despejar las tinieblas en Afganistán", Un Mundo Que Ganar, 1998/24

Robert Scheer, "Faustian Deal-On May 17, We Sent $43 Million To The Taliban", Village Voice, 19-25 de septiembre de 2001

Robert Fisk, "Talks with Osama bin Laden", The Nation, 21 de septiembre de 1998

"Behind the Terror: Understanding the Enemy", programa especial del canal Discover con Forrest Sawyer, en http://health.discovery.com/tuneins/terror.html

Dilip Hiro, "Bush and bin Laden", The Nation, 8 de octubre de 2001 y "The Cost of an Afghan Victory", The Nation, 15 de febrero de 1999

Alfred McCoy, "Drug fallout: the CIA's Forty Year Complicity in the Narcotics Trade", The Progressive, 1º de agosto de 1997

Partido Comunista Revolucionario, EU, "Los horrores que genera este sistema horroroso", 14 de septiembre de 2001, en rwor.org


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