Fase 2, Irak: Mentiras y
pretextos estadounidenses

Larry Everest

Obrero Revolucionario #1131, 16 de diciembre, 2001, en rwor.org

Desde los sucesos del 11 de septiembre, poderosas fuerzas de la clase dominante estadounidense han librado una campaña de mentiras, desinformación y especulación con el fin de culpar a Irak y a Saddam Hussein de los ataques al World Trade Center y de las cartas con ántrax.

El 26 de noviembre, el presidente George Bush amenazó a Irak. Declarando que "Afganistán es apenas el comienzo", exigió que Hussein permitiera una nueva racha de inspecciones de la ONU "para mostrarnos que no está construyendo armas de destrucción en masa". Cuando le preguntaron qué piensa hacer si Hussein no acepta, Bush contestó: "Ya se enterará". Ese mismo día, el secretario de Estado, Colin Powell, dijo que Hussein debe considerar esa amenaza como algo "muy serio".

No cabe duda de que la clase dominante quiere tumbar a Hussein, pero parece que hay desacuerdos sobre cómo hacerlo. Se informa que hay intensos debates en los más altos niveles de la estructura de poder, y de la misma administración Bush, sobre la próxima fase de la "guerra contra el terrorismo".

Pero el coro de atacar a Irak está aumentando y es importante que desenmascaremos las mentiras y desinformación con que se prepara el terreno para una nueva guerra.

Años de ataques contra Irak

Mucho antes del 11 de septiembre, estaban aumentando las condenas de Irak y las exhortaciones a tumbar o asesinar a Hussein. El New York Times (11/10) informó que el gobierno lleva ocho años buscando vínculos entre Irak y Osama bin Laden (desde el ataque de 1993 al World Trade Center), pero no ha descubierto ninguno.

En 1998, un grupo de ex funcionarios del gobierno propuso una estrategia de nueve puntos para "tumbar a Hussein y su gobierno". Diez de los que endosaron esa estrategia son hoy altos funcionarios del gobierno de Bush, como el secretario y el subsecretario de Defensa, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz. Durante la campaña electoral de 2000, la plataforma del Partido Republicano recomendaba elaborar "un plan detallado para destituir a Saddam Hussein".

Las críticas a Irak se han redoblado con la pérdida de apoyo internacional a las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos (disfrazadas de medida de la ONU). En julio, el Wall Street Journal pidió "tomar medidas rápidas y serias para destituir a Saddam Hussein" e informó: "Altos funcionarios del gobierno han celebrado reuniones semanales para debatir si se debe echar a Hussein". En agosto, Estados Unidos lanzó el ataque aéreo más salvaje en seis meses.

Con la guerra de Afganistán, ha cobrado fuerza el coro de atacar a Irak. En un editorial sobre la caída de Kabul, titulado "Adelante", el Wall Street Journal comentó que la victoriosa combinación de bombarderos B-52 y ejércitos sustitutos "es una lección que se debe recordar al pasar a la próxima fase lógica de la guerra, especialmente contra Irak".

El 18 de noviembre, Condoleeza Rice, la asesora de seguridad nacional de Bush, dijo en una entrevista televisada: "No necesitamos recurrir a los sucesos del 11 de septiembre para demostrar que [Saddam Hussein] es un hombre muy peligroso, que es una amenaza a su propio pueblo, a la región y a nosotros". Al día siguiente, el principal representante estadounidense en una conferencia sobre armas biológicas en Ginebra afirmó que Irak representa una amenaza.

Al unísono con la amenaza de Bush del 26 de noviembre, 3000 soldados estadounidenses participaban en maniobras cerca de la frontera sur de Irak y la fuerza aérea bombardeó la provincia de Nasiriya.

Tras el 11 de septiembre: Nuevos pretextos

Tan pronto ocurrieron los ataques del 11 de septiembre, altos funcionarios y asesores del gobierno se reunieron en secreto para trazar planes para atacar a Irak. El New York Times informó que el 19 y 20 de septiembre "un grupo de oficiales del Pentágono y expertos en defensa del sector privado... habló de las ramificaciones de los ataques en una reunión de 19 horas. Coincidieron en que sería necesario atacar a Irak tan pronto como terminara la fase inicial de la guerra en Afganistán". En el Departamento de Estado y el Congreso, ese grupo se llama la "camarilla de Wolfowitz", por el papel del subsecretario de Defensa. El Times informó que su estrategia "abarca ataques aéreos y la ocupación del sur de Irak por soldados estadounidenses, para instalar como nuevo gobierno a elementos de la oposición iraquí que actualmente están en Londres... Las fuerzas estadounidenses también se apoderarían de los yacimientos petroleros cerca de Basora, en el sureste, y venderían el petróleo para financiar la oposición iraquí en el sur y de los curdos en el norte".

No hay pruebas de que Irak haya metido mando en los ataques del 11 de septiembre. Es verdad que agentes de espionaje iraquíes se reunieron con aliados de bin Laden varias veces a fines de la década pasada. Pero como dijo el Wall Street Journal (19/9): "Pocos funcionarios del gobierno estadounidense creen que se estableció una alianza entre Irak y Al-Qaeda... Los dos comparten pocos objetivos y los motivan factores distintos...". El Times informó el 11 de octubre que los servicios de inteligencia de Jordania, Israel y Arabia Saudita creen que no hay lazos serios entre Hussein y bin Laden.

Durante la última década, el gobierno iraquí se ha concentrado en levantar las sanciones, y últimamente ha ganado mucho apoyo. El Wall Street Journal admitió: "Ser acusado de un acto terrorista pondría en peligro los esfuerzos de varios años para restaurar el comercio con el extranjero, los vuelos internacionales, las inversiones en la producción petrolera, las relaciones con los países vecinos, la infraestructura dañada y la capacidad militar".

Pero la falta de pruebas no ha menguado el coro a favor de un ataque. El Times informó que la "camarilla de Wolfowitz" envió al ex director de la CIA, James Woolsey, a Londres con la "misión" de recolectar "pruebas" del papel de Hussein en el 11 de septiembre. También envió una carta a Bush que decía que si no ataca a Irak, el resultado sería "una capitulación temprana y quizá decisiva en la guerra contra el terrorismo internacional".

Woolsey soltó varias acusaciones contra Irak: que agentes iraquíes se reunieron con Mohammed Atta, uno de los presuntos "cabecillas" de los ataques del 11 de septiembre; que Irak dio pasaportes falsificados a los 19 secuestradores; que un representante de Al-Qaeda fue a Bagdad en 1998 para celebrar el cumpleaños de Hussein; que Irak capacitó a miembros de Al-Qaeda; que Irak tenía que ver con el ántrax. No ofreció prueba alguna, pero de todos modos los medios lo repitieron como loros.

Aprovechan el ántrax

Cuando el senador Tom Daschle anunció el 15 de octubre que había recibido una carta con una pequeña cantidad de ántrax "de calidad militar", la "camarilla de Wolfowitz" y gran parte de la prensa lanzaron una campaña de desinformación. Especularon que el ántrax de dicha calidad tenía que ser producido por un gobierno, no un individuo o grupo, y que los únicos países capaces de hacerlo son Estados Unidos, Rusia... e Irak.

En un comentario del New York Times (18/10), Richard Butler (ex director del programa de inspecciones de armas de la ONU y colaborador con las acciones clandestinas estadounidenses contra Irak) le echó la culpa a Irak: "El presidente Hussein adora las armas biológicas". El mismo día el Journal publicó tres artículos echándole la culpa a Irak: el de la primera plana decía que Irak está "a la cabeza de la lista de sospechosos"; el editorial decía que "la fuente más probable [del ántrax de la carta a Daschle] es Saddam Hussein"; y el comentario de Woolsey, titulado "La conexión con Irak", decía: "Hay señales significativas y fuertes de que un gobierno está metido tras bastidores". Richard Cohen, columnista del Washington Post, escribió: "Tenemos que deshacernos de Saddam y sus armas sangrientas". A los dos días, los senadores McCain y Lieberman exhortaron a atacar a Irak.

Se desvanece la "conexión" Irak-ántrax

La mayoría de las acusaciones contra Irak las hicieron "expertos" que tienen intereses pro imperialistas pero no tienen ninguna prueba. Un ejemplo típico fue el informe del 18 de octubre del Journal: "La ONU cree que las destruyó [armas biológicas], pero los inspectores sospechan que hay más". Richard Butler mencionó el "papel" de Irak, pero luego agregó: "Solo me refiero a la posibilidad". Los medios pasaron por alto las negativas de Irak sobre el 11 de septiembre y el ántrax.

Pero luego analizaron el ántrax de la carta a Daschle y otras cartas, y resultó que lo produjeron las fuerzas armadas de Estados Unidos en los años 60 en un programa para utilizar el ántrax como arma. No es de la clase de ántrax con que experimentaba Irak (que compró de American Type Culture Collection, una compañía estadounidense que vende materiales biológicos por todo el mundo).

Los investigadores también descubrieron sílice en el ántrax de la carta enviada a Daschle. El sílice es una capa que Estados Unidos mezcló con el ántrax para facilitar la dispersión de las esporas en el aire. Irak utilizó bentonita, que no se encontró en el ántrax.

El gobierno admitió que "las pruebas que tenemos --de las capas, del análisis genético de las bacterias y de otras fuentes-- sugieren que es poco probable que las esporas fueron producidas en la Unión Soviética o en Irak".

Es decir, el ántrax de la carta a Daschle con toda probabilidad es "Made in U.S.A.". Un científico de la Federación de Científicos Americanos le dijo a la conferencia de Ginebra que "es casi seguro" que el ántrax de las cartas encontradas en Nueva York, Florida y Washington, D.C., "es de un laboratorio militar estadounidense".

El 18 de octubre, el Journal escribió en un editorial que Hussein es "la fuente más probable" del ántrax porque "refinar el ántrax es un proceso complejo que requiere mucho tiempo y maquinaria relativamente avanzada". Decía que un individuo como Ted Kaczynski (conocido como el "unabomber") "no lo podría producir en el sótano". Menos de un mes más tarde, y sin siquiera una palabra de autocrítica, el Journal informó (12/11) que las pruebas indican que lo produjo un individuo: "Las pruebas que se han acumulado indican que lo más probable es que lo hizo un terrorista individual de este país. Las pruebas abarcan análisis de escritura y lingüísticas, tanto como de la preparación del ántrax. Además, ningún miembro de Al-Qaeda tiene síntomas de la enfermedad".

Resulta que es relativamente fácil obtener la clase de ántrax que tiene la carta a Daschle. El Journal informó: "El FBI cree que se puede comprar por $2500 la maquinaria necesaria para refinar ántrax como el de la carta... De hecho, el FBI dice que ha encontrado 22.000 individuos o laboratorios que tienen ántrax, aunque no ha dicho cuántos tienen esa clase de ántrax en particular". Newsweek informó que "miles de científicos por todo el mundo han aprendido a convertir ántrax en arma" y "no es difícil comprar" la maquinaria para hacerlo.

Ha habido un montón de especulación sobre el papel de Irak con el ántrax, pero ni los medios ni el gobierno han dicho mucho sobre las organizaciones derechistas que llevan años amenazando con ántrax. La Fundación Mayoría Feminista dice que desde el 11 de septiembre centenares de organizaciones y clínicas de aborto han recibido cartas firmadas por el "Ejército de Dios" que dicen que contienen ántrax. El 29 de noviembre, el FBI anunció que Clayton Lee Waagner, un prófugo, admitió que envió 280 cartas con amenazas de ántrax a clínicas de aborto. Antes de escaparse, Waagner dijo bajo juramento que lo hizo porque dios le mandó que "sea su guerrero" y que matara a los médicos que practican abortos. El anuncio recibió poca publicidad y el FBI no dijo que iba a interrogar a miembros del Ejército de Dios ni de otros grupos derechistas (a pesar de que está interrogando a miles de árabes y otros musulmanes).

La desinformación sobre una (posible) reunión en Praga

Otro elemento de la campaña para echarle la culpa a Irak es una supuesta reunión en Praga (capital de la República Checa) entre Mohammed Atta y agentes del servicio de espionaje iraquí en abril. Por sus orígenes sospechosos y la amplia publicidad que recibió, ese informe tiene toda la pinta de ser una campaña de desinformación de la CIA.

Woolsey mencionó la supuesta reunión por primera vez en Londres y los voceros del gobierno estadounidense lo repitieron. El New York Times (20/10) informó que poco después del 11 de septiembre, "Washington le pidió a las autoridades checas que realizaran una investigación para determinar si el Sr. Atta había reunido con un diplomático o agente iraquí" y que las autoridades checas "le informaron a Estados Unidos que no encontraron pruebas de tal reunión. Solo saben que el Sr. Atta fue a Praga una vez en 2000... Las únicas pruebas que tienen demuestran que pasó por el aeropuerto de Praga en un vuelo de Alemania a Newark".

Una semana más tarde, las autoridades checas cambiaron el cuento; dijeron que se habían enterado de que Atta sí se reunió con un agente iraquí en Praga en abril de 2001. Esa segunda declaración salió en la primera plana (27/10) del Times (no así la negación de lo dicho una semana antes). El segundo artículo mencionó de paso: "No se sabe por qué [las autoridades checas] cambiaron de parecer".

Con esos informes de una reunión que no se sabe si ocurrió o no, los imperialistas se pusieron a elaborar teorías para echarle la culpa a Irak. En el Times, Butler dijo que la reunión de Praga "hubiera podido ser la ocasión para transferir el ántrax" de Irak a Atta. El ministro del Interior checho respondió: "Ni modo". Laurie Mylroie, una "experta" burguesa dedicada a demonizar a Hussein, dijo que "cree" (aunque no tenga pruebas) que Irak le dio instrucciones a Atta para los ataques del 11 de septiembre.

Repiten pretextos gastados

Los voceros de la campaña de atacar a Irak dicen que no es importante si Hussein tiene la culpa del 11 de septiembre o de las cartas con ántrax. Él tiene (o posiblemente tiene) "armas de destrucción en masa" y, por eso, es una "amenaza" y Estados Unidos debe castigarlo y punto. Por ejemplo, el senador Lieberman dijo: "No importa si Saddam está implicado directamente o no en los ataques de ántrax o el horror del 11 de septiembre; es un terrorista y tenemos que expulsarlo".

Esas acusaciones repiten una larga campaña de mentiras y desinformación que pasan por alto muchos años de inspecciones y programas de destrucción de armas de la ONU (bajo el control de Estados Unidos e impuestos a punta de bombardeos, amenazas y sanciones). Las pruebas indican que ese proceso básicamente ha desarmado a Irak y que las sanciones han paralizado la infraestructura técnica e industrial.

De 1991 a 1998, UNSCOM (la dependencia de la ONU de control de armas) entró a gusto a las fábricas y laboratorios, espió centros militares e industriales con videocámaras las 24 horas al día, puso máquinas de análisis de sustancias químicas en los laboratorios, supervisó el traslado de equipo industrial, examinó documentos gubernamentales, e interrogó a científicos y técnicos asociados con la producción de armas.

En general Irak cooperó con ese programa de inspecciones porque quería que levantaran las sanciones. En febrero de 1998, Raymond Zilinskas, un inspector de armas, dijo que "el 95% del trabajo de UNSCOM se realizó sin obstáculo".

En Estados Unidos los medios gritaron que Irak "sacó corriendo" a los inspectores en 1998. De hecho, los inspectores se fueron cuando el presidente Clinton les mandó irse porque estaba a punto de ordenar una nueva serie de bombardeos. El apoyo internacional a las inspecciones se desvaneció cuando se supo que servía de fachada para espionaje, asesinatos y complots de Estados Unidos contra el gobierno de Hussein.

Washington sigue afirmando que Irak está "reconstruyendo" el programa de armamentos. Pero el inspector Scott Ritter dijo que su equipo estaba satisfecho en 1995 de haber destruido el 98% de las armas. A comienzos de 2001, Hans von Sponeck, coordinador de actividades humanitarias de la ONU en Irak, escribió: "Hoy Irak no es una amenaza militar para nadie. Las agencias de espionaje lo saben. Todas esas afirmaciones sobre armas de destrucción en masa carecen de pruebas".

Hipocresía sobre armas biológicas

Desde el 11 de septiembre, las acusaciones contra Irak se han enfocado en un programa de armas biológicas. En la conferencia de Ginebra, el principal representante de Estados Unidos dijo: "Irak ha aprovechado los tres años sin inspecciones de la ONU para mejorar todas las fases del programa de armas biológicas ofensivas... Es indudable que Irak tiene tal programa".

Dejemos a un lado por un momento la increíble hipocresía de que el gobierno estadounidense exiga que Irak se someta a inspecciones de armas mientras que por su parte ha rechazado todo intento de inspeccionar su programa de armas, ha creado cepas más mortales de ántrax y ha hecho todo lo posible para destripar el tratado de 1972 contra las armas biológicas.

Todas las pruebas indican que el programa de armas biológicas de Irak fue destruido o quedó en cero. Un analista militar israelí comentó que se ha "exagerado" la capacidad de Irak para producir armas biológicas. En 1999, Scott Ritter le dijo al grupo Fellowship of Reconciliation: "Cuando me preguntan, `¿Tiene Irak un programa viable de armas biológicas o químicas?', la respuesta es NO. `¿Puede Irak producir armas químicas en cantidades significativas?' ¡NO! Contesto `no' a todas esas preguntas. Así que desde un punto de vista cualitativo, ya hemos desarmado a Irak. Hoy no posee una cantidad significativa de armas de destrucción en masa".

Hace poco (19/10/01), Ritter escribió en el Guardian: "Con el programa de inspecciones más riguroso de la historia, con centenares de inspecciones no anunciadas, hemos desmantelado, destruido o desactivado los programas de armas biológicas de Irak. Dinamitamos el principal centro de producción de armas biológicas --al Hakum, donde producían el ántrax-- y toda la maquinaria de producción. Hicimos lo mismo con las demás instalaciones, dondequiera que encontramos pruebas de investigación o producción de esas armas...

"No encontramos pruebas de ántrax ni de otros agentes biológicos. Es imposible verificar que se han destruido todas las armas biológicas, pero la ONU nunca encontró ni pizca de evidencia de que Irak todavía tiene armas biológicas ni maquinaria para producirlas, o que sigue produciéndolas".

Un debate empapado de sangre

Al cierre de esta edición, los gobiernos estadounidense y ruso han decidido continuar las sanciones contra Irak otros seis meses. El gobierno iraquí rechazó más inspecciones de la ONU: "Irak no se someterá a la arrogancia o voluntad unilateral de otras partes".

No se sabe con precisión cuál será el próximo paso de los imperialistas en la guerra. Algunas figuras de la clase dominante están a favor de atacar de frente a Irak; otros temen que perjudicaría la coalición que se ha forjado, y quieren atacar otros blancos. Un ex funcionario del gobierno jordano (aliado de Washington) advirtió: "Si América lanza un ataque contra Irak, no se aceptará que es para combatir el terrorismo. Pondría en tela de juicio el ataque a Afganistán. Se sospechará que el terrorismo es un pretexto".

Pero algunas cosas sí se saben con precisión. Primero, no hay pruebas de que Irak haya participado en los sucesos del 11 de septiembre o en lo del ántrax, y hay muchas pruebas de lo contrario.

Segundo, las pruebas indican que Irak no tiene cantidades significativas de "armas de destrucción en masa".

Tercero, la campaña de desinformación demuestra una vez más que los medios "libres" de Estados Unidos no son más que una pieza de la maquinaria imperialista de guerra y opresión, cuya función es engañar a la población.

Y finalmente, las amenazas contra Irak demuestran que la "nueva guerra de América" no tiene absolutamente nada que ver con proteger a la población de aquí ni del mundo. Es una guerra imperialista para fortalecer la dominación estadounidense del Medio Oriente y sus yacimientos petroleros, y para declarar una vez más que es la potencia imperialista número uno del mundo.

Mientras Washington se prepara para lanzar nuevos ataques mortales, el pueblo iraquí sigue perdiendo unos 5000 niños al mes debido a los bombardeos y las sanciones, o sea, sufre una pérdida igual a la del World Trade Center cada 30 días.


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