Al acecho de Irak

Se prepara una guerra injusta

Obrero Revolucionario #1166, 15 de septiembre, 2002, posted at http://rwor.org

El 5 de septiembre, cien aviones de guerra estadounidenses e ingleses lanzaron una serie de ataques contra el pueblo de al-Rutbah, en el suroeste de Irak.

Los ataques son parte de una escalada de bombardeos contra Irak. A esta "guerra de nervios" en los cielos la acompaña un rápido despliegue de fuerzas militares por toda la región.

Hace más o menos 10 años, Estados Unidos despachó una enorme fuerza invasora al golfo Pérsico. Devastó Irak: destruyó puentes, quemó centros telefónicos y de comunicaciones, aplastó hospitales, carreteras y edificios gubernamentales. Durante 42 días, soltó el equivalente de 7.5 bombas del tamaño de la bomba atómica que devastó Hiroshima sobre las ciudades, industrias, carreteras y zonas fronterizas de Irak. Y desde aquella fecha nunca ha cesado de atacarlo.

Una serie de bases militares --con miles de soldados, tanques y aviones-- rodean y amenazan a Irak: en Turquía, Arabia Saudita, Qatar, Bahrain y Kuwait. Durante 10 años han seguido bombardeándolo; en palabras del Pentágono es cosa "rutinaria". Washington impuso brutales sanciones económicas, que impiden la llegada de materiales y el comercio necesarios para reconstruir el país y volver a establecer una vida normal. La ONU calcula que unos 500,000 niños iraquíes han muerto de desnutrición y enfermedades como consecuencia de las sanciones.

Ahora la Casa Blanca está preparando un ataque militar en gran escala.

Hace poco el noticiero CBS News documentó que el 11 de septiembre de 2001, minutos después de los ataques en Nueva York y Washington, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld le dijo a sus asistentes que se prepararan para una guerra contra Irak... a pesar de que no hubo (y todavía no hay) pruebas de una conexión con esos ataques. Los asistentes anotaron: "Ataque masivo. A barrerlo todo, relacionado o no".

En febrero, el New York Times informó que la Casa Blanca tomó dos decisiones estratégicas: "Primero, que hay que resolver el problema de Irak, a diferencia de las últimas dos administraciones que solo lo han mantenido bajo control... Segundo, que está lista a ir más allá de los límites impuestos por la opinión pública internacional, los países árabes e incluso las resoluciones de la ONU que prepararon el camino para la Operación Tormenta del Desierto hace 11 años".

Ahora, la enorme escalada militar en el golfo Pérsico demuestra lo serios que son esos planes.

El periódico Herald de Escocia informó el 16 de agosto: "Fuentes militares inglesas de alto nivel nos informan que el Pentágono lleva 10 meses despachando unos 50,000 efectivos del ejército, la marina y la fuerza aérea a los alrededores de Irak con el pretexto de la guerra contra el terrorismo".

El Pentágono acaba de construir una nueva base en Qatar que le permitirá lanzar ataques aéreos y terrestres incluso si el gobierno saudita no le da permiso. Varios portaaviones y buques acompañantes están en las aguas de la región. Los últimos ataques contra Irak los lanzaron desde el portaaviones George Washington, en el mar Arábigo.

En julio, Estados Unidos realizó maniobras militares conjuntas con Jordania, al oeste de Irak, en preparación para la guerra. En agosto y septiembre, desató esta ola de los ataques aéreos. Dicen que en el otoño van a concentrar miles de soldados y tanques en la frontera con Kuwait, supuestamente para otras maniobras.

La clase dominante debate y toma riesgos

Se puede ver lo peligrosas que son las acciones de Bush, Cheney y Rumsfeld con un vistazo a las polémicas que han surgido en el seno de las clases dominantes del mundo y entre ellas.

Hay mucha polémica sobre Irak en la clase dominante de este país; hay disputas entre Estados Unidos y los principales aliados europeos, sobre todo Alemania; y hay diferencias entre Washington y sus aliados musulmanes del Medio Oriente, especialmente Turquía, Egipto y Arabia Saudita, todos los cuales se oponen abierta y clamorosamente a una nueva guerra contra Irak.

En Estados Unidos hay poderosas fuerzas que se quejan públicamente de que el gobierno de Bush se está precipitando hacia un desastre histórico para el imperialismo yanqui. Entre esas fuerzas figuran varios generales, la redacción de importantes periódicos como el New York Times y el Washington Post,y un grupo de "sabios" de la clase dominante (como James Baker, Lawrence Eagleburger y el almirante Scowcroft), encargados de la política exterior de varios gobiernos recientes. Se cree que el actual secretario de Estado, Colin Powell, es socio silencioso de este grupo, si bien no lo puede decir públicamente.

A esos críticos les preocupa que el Pentágono esté convencido de que puede tumbar al gobierno iraquí fácil y rápidamente, con ataques aéreos y bombas de alta tecnología diseñadas para destruir bunkers; que piense atacar unilateralmente, sin el apoyo militar o incluso aprobación política de otras potencias imperialistas, sin la ayuda de las potencias regionales como Turquía y Arabia Saudita, y sin la autorización de las organizaciones internacionales, como la ONU.

Temen que la guerra resulte más cara, más prolongada, más sangrienta y más difícil de lo que piensa la Casa Blanca. Señalan que gran parte del precio de la guerra del Golfo de hace 10 año (unos 60 billones de dólares) lo pagaron otros países, especialmente Arabia Saudita y Kuwait.

Esos críticos dicen que el gobierno no ha explicado a la ciudadanía de este país por qué quiere atacar a Irak. Temen que una guerra prolongada y sangrienta, con muchos combates y posibles interrupciones de la producción petrolera, lleve a movimientos de resistencia por todo el mundo y en Estados Unidos.

El hecho de que esos "sabios" experimentados de la clase dominante den a conocer públicamente sus preocupaciones demuestra lo peligrosos que son esos planes de guerra.

Esos opresores mundiales se están preparando a jugárselo todo. Sus planes de guerra causarán sufrimiento e injusticia para millones de personas. Además, corren el riesgo de que les salgan mal, de que desencadenen fuerzas que no puedan controlar, de que muestren sus debilidades de una manera imprevista y de que todo eso los debilite y cree oportunidades para los revolucionarios.

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Consideren esto: Estados Unidos lleva muchas décadas fraguando "cambios de gobierno" por todo el mundo: el asesinato de Patricio Lumumba e instalación del dictador Mobutu en el Congo que expolió el país por décadas; el asesinato de Salvador Allende en Chile e instalación de la dictadura militar de Augusto Pinochet que mató a miles y miles; el golpe de destado que tumbó al gobierno de Mohammed Mosadegh en Irán e instaló el brutal reino del sha. Grecia. Brasil. Filipinas. La lista es muy larga.

En vista de esa historia, ¿por qué aceptar los pretextos de un "cambio de gobierno" en cualquier parte?

Pruebas y pretextos

El vicepresidente Dick Cheney salió a contestar las críticas el 26 de agosto. Dijo que el gobierno de Saddam Hussein está casi a punto de producir armas nucleares y que por eso es muy peligroso: "Los riesgos de la inacción son mucho mayores que los de la acción".

Desde todos los lados, se pide que el gobierno presente pruebas de que Irak es una "amenaza" a sus vecinos, a Estados Unidos o a cualquiera.

En respuesta, Cheney mencionó un informe de hace siete años de un desertor iraquí (una base muy poco fiable para temores repentinos y urgentes). El perro faldero de Washington, el primer ministro británico Tony Blair, prometió dar a conocer las "pruebas", pero hasta la fecha no ha presentado nada. Cuando un corresponsal le preguntó a Richard Perle, asesor de Rumsfeld, qué pruebas tenía, Perle contestó: "Confía en mí".

La Agencia Internacional de Energía Atómica informó a finales de 1998: "No hay nada que sugiera... que Irak ha producido más de unos pocos gramos de material nuclear de la calidad necesaria para fabricar armas". El periódico inglés Guardian comentó: "La mayoría de los expertos creen que la falta de uranio y plutonio de la calidad necesaria para fabricar armas es el principal obstáculo que impide que Irak produzca una bomba".

El 28 de julio, el Washington Post informó en primera plana: "A pesar de las declaraciones belicosas del presidente Bush acerca de Irak, muchos altos oficiales militares estadounidenses dicen que el presidente Saddam Hussein no representa una amenaza inmediata". Entre esos oficiales figuran miembros del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.

Por otro lado, hay varios ejércitos en la región que sí tienen armas nucleares y que han amenazado repetidas veces con usarlas, especialmente el de Israel y el de Estados Unidos. (Hace poco el general Schwartzkopf, comandante de las fuerzas yanquis en la guerra del Golfo, dijo que personalmente amenazó usar armas nucleares contra Irak en 1991).

En realidad todas las declaraciones sobre "armas de destrucción masiva" son un pretexto: una mezcla de mentiras, exageraciones y desinformación diseñada para tapar los verdaderos motivos, metas e intereses de clase que impulsan una nueva guerra contra Irak.

Una guerra imperialista

La clase dominante yanqui está dispuesta a jugárselo todo en esta guerra, a pesar de los riesgos, porque hay tanto en juego. Tiene las miras en una meta muy grande: reconfigurar las relaciones internacionales y obtener control indisputado del mundo.

Un elemento clave de esto es que tiene una superioridad militar sin precedente y que está resuelto a usarla.

Un segundo elemento es que tiene que controlar las fuentes de los energéticos que hacen funcionar la industria moderna. Los más poderosos rivales de Estados Unidos, sobre todo Alemania y Japón, son dependientes en gran medida del petróleo del golfo Pérsico. El control político y militar del golfo le permite al imperialismo estadounidense dominar más completamente la economía mundial... y a las potencias rivales.

Simultáneamente, a los imperialistas yanquis los motiva una gran urgencia: el control del golfo Pérsico no está seguro. Como dijo Bush: "El tiempo no está de nuestro lado". Ninguno de los tres principales países del Golfo (Irak, Irán y Arabia Saudita) tiene un gobierno estable y fiel a los intereses del imperialismo yanqui, a pesar de dos décadas de intrigas e intervenciones militares.

Si bien el gobierno de Hussein lleva años atacando brutalmente a los curdos y los movimientos progresistas, ha sido una espina en el costado de Washington, un gobierno desafiante en una región de importancia estratégica. Atacó a Israel desobedeciendo las órdenes de Washington y hay informes de que envió agentes a asesinar a George Bush padre. El nuevo orden mundial que busca Washington no tiene cabida para gente así. El general Ehud Barak, ex primer ministro israelí, dijo hace poco que "Saddam Hussein es un ejemplo de desafío, sobre todo al primer presidente Bush, que los demás líderes árabes no pueden ni deben seguir".

Además, Irak está en el corazón de las reservas petroleras del mundo: es el número dos, con 112 billones de barriles, y el vecino Arabia Saudita (el número uno) tiene 256 billones de barriles.

Por otra parte, los sucesos del 11 de septiembre demostraron lo inestable y poco confiable que es Arabia Saudita para los imperialistas, a pesar de su dependencia completa de Estados Unidos (y de las compañías petroleras transnacionales) y de su larga historia como aliado. Ahora se sabe que una disputa en el seno de la clase dominante saudita sobre la presencia militar estadounidense en el Golfo facilitó la creación y el financiamiento de Al Qaeda y motivó a fuerzas conservadoras islamistas a atacar a Estados Unidos.

Las necesidades del capitalismo en la época del imperialismo obligan a Estados Unidos a meterse más y más en el golfo Pérsico. Tiene que intervenir más directamente e incluso contempla la posibilidad de una ocupación directa de los yacimientos petroleros y la imposición de gobiernos obedientes en la región. El blanco inmediato es Irak, pero mañana podría ser Arabia Saudita o Irán (que ya se incluye en el "eje del mal").

Como todo esto responde a la lógica del imperialismo yanqui,las demás potencias imperialistas, como Alemania y Japón, tienen menos interés en lanzar una guerra. Ellas son más dependientes del flujo del petróleo del Golfo, e interrumpirlo, incluso temporalmente, tendría un impacto económico devastador (¡y todo mundo recuerda que en la guerra del Golfo de 1991 los campos petroleros de Kuwait e Irak se incendiaron!). Si un ataque estadounidense desata rebeliones contra los gobiernos de la región, podría crear una crisis peligrosa para países como Alemania.

Blair es la única voz europea de apoyo a Washington y ha provocado una tormenta y renuncias en su propio gobierno.

Mo Mowlam, ex miembro del gabinete de Blair, escribió: "Lo más escalofriante es que no cabe duda de que los halcones del gobierno de Bush están enterados de los riesgos. Saben cuánto odio hay por Estados Unidos en el Medio Oriente. Saben que tanto Egipto como Arabia Saudita temen que una guerra contra Irak desate revoluciones, que caigan gobiernos pro Occidente y que los reemplacen gobiernos islámicos fundamentalistas y antiamericanos. Todos debemos recordar la revolución islámica de Irán. El sha tenía el apoyo de Washington, pero no pudo quebrar la voluntad del pueblo".

Incluso si la guerra es breve y fácil, incluso si no afecta la llegada o el precio del petróleo, una victoria yanqui no es el mejor resultado para Alemania. A la Unión Europea no le apetece que su yugular económica la controle más firmemente Estados Unidos.

Alemania es íntimo aliado de Estados Unidos y ha apoyado toda guerra de rapiña que ha librado desde hace 50 años. El hecho de que ahora esté rechazando los pretextos de Washington y que se oponga a la guerra contra Irak es un viraje importante en las relaciones mundiales y en el conflicto entre imperialistas. Los principales partidos políticos amenazan retirar los soldados alemanes de Kuwait si Estados Unidos ataca a Irak, y se habla de romper la alianza y de consecuencias a largo plazo.

Rusia, otro rival imperialista, está en el proceso de firmar un acuerdo económico y comercial de 40 billones de dólares con Irak.

La amenaza de que "estás con nosotros o estás contra nosotros" no le ha dado a Washington un cheque en blanco en esta guerra.

La misión define la coalición

"El problema es que se ha comprometido o parece haberse comprometido tanto que es difícil imaginar cómo podría abandonar ese camino. Este es el problema, para mí y para Europa".

Gerhard Schroder, canciller alemán,
sobre el discurso de Cheney

El presidente Bush hablará pronto ante la ONU. La Casa Blanca dice que dirigirá una ofensiva diplomática para ganarse apoyo para esta guerra. Está presionando a potencias menores; por ejemplo, a Turquía le está ofreciendo un préstamo de 16 billones de dólares del FMI a cambio. Promete ofrecer "pruebas" de espionaje sobre la supuesta amenaza nuclear iraquí.

Powell urge aceptar nuevas inspecciones, pero Cheney ya las ha rechazado. El plan es "no aceptar un `sí' de Irak", o sea, que cuando Irak acepte cooperar con los inspectores, Washington impondrá nuevas condiciones inaceptables.

Cheney puso en claro que la clase dominante yanqui exige que todo el mundo acepte sus ataques y guerra por todo el mundo: "Todavía estamos más cerca del comienzo de esta guerra que del fin. Estados Unidos se ha embarcado en una lucha que durará años". Repitió que el gobierno tiene una lista de 60 países que podría atacar en el futuro.

Es diciente que se atribuyan el derecho de invadir países soberanos, sin provocación y sin el apoyo de sus aliados o de las instituciones internacionales.

Los fríos cálculos del debate y las negociaciones imperialistas dominan tanto la discusión que la vida de millones de personas ni siquiera se toma en cuenta.

Pero la verdad es que el imperialismo yanqui busca conquistar cosas que no tiene el derecho de controlar. Acusa a los demás de amenazar y cometer agresión para tapar sus propias amenazas y agresiones. Se queja de dictadores y tiranos para tapar sus propios planes de dominar el mundo y darle órdenes a todos.

El pueblo de Irak, que ya ha soportado tanto sufrimiento, está una vez más en las miras de otro cruel ataque. Muchos morirán, las bombas caerán sobre las ciudades que llevan tanto tiempo reconstruyendo y les robarán los recursos a punta de fusil. Y los planificadores de esta guerra hablan de sacrificar la vida de miles de soldados estadounidenses.

Les dicen a los pueblos del mundo árabe y musulmán que tienen que aceptar que Estados Unidos se apodere de los recursos y ocupe los países del Medio Oriente a gusto, tras bombardear a Afganistán y apoyar el salvajismo de Israel en Palestina.

Es una situación intolerable.


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