Contra los belicistas, con una visión de un futuro diferente

Carta de una joven comunista revolucionaria

Sunsara

Obrero Revolucionario #1191, 16 de marzo, 2003, posted at http://rwor.org

"En Bagdad no habrá dónde esconderse". Las palabras de los estrategas militares me alejan el sueño. Se me aparecen imágenes de terrible ruina y destrucción. De los millones que quedarán atrapados en una ciudad sitiada. De familias enterradas vivas en sus casas... u oyendo el chillido de un misil crucero sin saber si les caerá encima. De los miles a quienes no matarán las bombas pero sufrirán una muerte lenta en una ciudad sin agua, comida, medicinas ni comunicación.

El imperio tiene encañonado a Irak, y le dice al mundo que haga lo mismo o que será el siguiente.

De su lado tiene el peso de una historia brutal, la sangre de millones derramada de Indonesia a Irak, de Nicaragua a Filipinas. Tiene Black Hawks, destroza-bunkers, bombas inteligentes, miles y miles entrenados para matar y morir por el imperio y la conquista. Tiene el ruido de las bombas, las mentiras combinadas de CNN, NBC y ABC, y entregas cada hora de propaganda bélica. Tiene tribunales militares, "desapariciones", islas de tortura en aguas internacionales, intercepción de llamadas, "profiling" y destrucción de derechos básicos. Estas son las herramientas de una potencia global maníaca que busca afianzar su dominio; las herramientas de gángsters de talla mundial que quieren ponerse en una posición que nadie pueda desafiar.

Su arrogancia, su cruel regocijo ante sus propias matanzas, su patente hipocresía, su aparente indiferencia a las heroicas luchas populares es parte de su juego.

Tenemos que pararlos.

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A la vez que vemos perfilarse su mundo de pesadilla (de Apocalipsis ahora en el mundo y Minority Report aquí), vemos que surge otro lado.

Fijémonos en esto: a los poetas más queridos de la nación los des-invitan de la Casa Blanca y ellos ofrecen su poesía a la lucha contra la guerra. Chavos rebeldes aprovechan los cinco minutos que les dan las cámaras de TV para un match con reaccionarios y, a la vista de millones, los vuelven polvo.

Que todos sepan que hay una nueva generación de nos-vemos-en-las-calles que no dejará el futuro del planeta en manos de cowboys asesinos. Los que viven en este país se están quitando las anteojeras, y empiezan a ver al resto de los seis mil millones de personas del planeta, a reconocer su humanidad, a entender que nuestros futuros están ligados y a actuar en consecuencia. Individuos que hace unos pocos meses se dedicaban a sus asuntos particulares ahora dirigen a docenas de miles a confrontar al peor mandón/matón del planeta.

Las voces de conciencia de la sociedad han roto filas implacablemente y han hecho que su oposición moral sea una fuerza que inspira a millones. Ciudades enteras están rechazando leyes reaccionarias como la Ley Patriota. Los veteranos de la máquina militar imperialista se han hecho un examen de conciencia y han reunido la fortaleza para decirles la verdad a los nuevos reclutas sobre los horrores y las guerras injustas.

Tenemos los mejores poetas y los combatientes más valientes.

Cientos de miles se toman las calles una y otra vez. Nuestras voces se unen a millones por todo el mundo que inundan las calles en protesta contra esta guerra.

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Pero se necesita más. Mucho más. Primero tenemos la urgencia de hacer todo lo que podamos para parar esta guerra. De poner en juego toda nuestra imaginación, desafío, conocimiento y unidad para movilizar a millones. Detrás de su prepotencia y su fuerza se esconde el temor de un bravucón. Bush y su pandilla necesitan una población pasiva y apabullada porque se están jugando mucho en una situación muy incierta.

Lo que hagamos ahora retumbará por todo el mundo y el eco de que aquí nos oponemos a los opresores globales llegará a otras partes. Eso atizará resistencia en otros países... lo que a su vez atizará la resistencia aquí.

Nuestra resistencia tiene que ser tan fuerte que Bush no pueda decir que él representa la voluntad de la ciudadanía. Tenemos que apoyar todos los estallidos de protesta, y tenemos que preparar un nuevo nivel de intensidad, fuerza y amplitud de la resistencia para la Moratoria del 5 de marzo. La Moratoria tiene que ser un día de protesta unida que destape dramáticamente la rotunda ilegitimidad de lo que está haciendo Bush: una proclamación gigantesca de que no queremos esta guerra. Tenemos que galvanizar a los que ya están listos, y radicalizar lo más que podamos a las docenas de millones que se están cuestionando e incluso a los que se están tragando lo que les dicen.

¿Pero qué pasará si, después de que el 90% del planeta declare que no quiere esta guerra, Estados Unidos de todos modos la emprende?

Una guerra injusta es algo terrible. También está llena de incertidumbre. Pero las guerras que comienzan los gobiernos las puede terminar la ciudadanía... Especialmente si el gobierno desata la guerra, será sumamente importante que por todo el mundo se vea que muchos, encabezados por una nueva generación, rechazan totalmente esa guerra y están resueltos a acabarla; que aquí hacemos causa común con el mundo. Nuestras acciones darán fortaleza en otras partes, igual que las acciones de otras partes nos darán fortaleza a nosotros. Si los imperialistas proceden con este brutal ataque a Irak, ¿qué dirá de ellos? Para mí, comprueba más que su sistema de ganancia-ante-todo es totalmente fallido y vacío, y lo único que traerá será más sufrimiento por todo el planeta. Comprueba que no podemos hacer las paces con el futuro que se empeñan en clavarnos. Comprueba que tenemos que buscar en otro lado un futuro por el que valga la pena luchar. Bueno, yo tengo una visión de un mundo diferente, y lo veo surgir ahora, en medio de las luchas de hoy. Un futuro por el que sí vale la pena vivir, luchar y morir.

Cuando veo mujeres y hombres aprendiendo unos de otros en la lucha, me imagino un mundo en que el maltrato y la subyugación de la mujer son historia, donde las mujeres y los hombres son verdaderos iguales en todo sentido. Cuando veo gente nacida aquí que lucha contra los ataques a los inmigrantes, me imagino un mundo sin fronteras, en que una nación no domina el globo y en que los blancos no dominan a los demás. Cuando veo cientos de miles aprendiendo a avanzar juntos, luchando por resolver nuestras diferencias y unirnos cuando importa, me imagino una sociedad (como la esboza el Borrador del Programa del PCR) gobernada por el pueblo, luchando para definir las prioridades, con un nuevo poder revolucionario para unirnos y resolver los problemas.

Cuando veo chavos que se echan a la calle y carean a policías de motín por gente que vive al otro lado del mundo, veo prueba de que lo de "primero yo" no es una ley natural, ¡y de que somos capaces de desplegar gran determinación y sacrificio por algo mucho mayor que nosotros! Cuando veo batallar juntos a pacifistas religiosos, anarquistas, demócratas y comunistas revolucionarios (y simultáneamente discutimos nuestras diferencias), veo que podemos tener una sociedad vibrante de diversidad y debate. Y cuando oigo las canciones y poemas de los nuevos artistas del pueblo, pruebo un bocado de lo que podría ser la humanidad.

Cuando veo chavos unirse con gente de los años 60 para entrarle a la revolución y alzar el estandarte del marxismo-leninismo-maoísmo, veo una fuerza creciente que asume la responsabilidad y domina las herramientas ideológicas para guiar la gesta de este nuevo mundo. Cuando veo que este nuevo mundo está gestándose en las bases revolucionarias de los montes Himalaya, sé que un mundo mejor es más que un sueño.

Puede parecer raro que hable de un mundo mejor en medio del fuego y la sangre que se divisa en el horizonte. Nosotros no pedimos esta guerra ni todo el horror que entraña. No pedimos este mundo ni toda la miseria que lo mantiene, aun en tiempos de "paz". Pero cuando miramos la realidad tal como es, vemos la necesidad de arrancar algo hermoso de esta porquería y demencia. Bob Avakian, el presidente del PCR, nos ha enseñado que la oportunidad de un mundo mejor no surge sin confrontar su contrario, y yo sé que se necesita una gran lucha revolucionaria para forjar una nueva sociedad.

Pero lo que hagamos hoy afecta lo que será posible mañana. Por eso, cuanto más clara sea nuestra visión del mañana, más fuerte será nuestra lucha hoy.

Ellos están preparando las fuerzas invasoras, y nosotros tenemos que preparar una resistencia dinámica. No es suficiente continuar como siempre; tenemos que ver el potencial que existe en una situación que cambia, cuando millones de aliados podrán surgir de los rincones más inesperados de la sociedad. No es suficiente perseverar; tenemos que acelerar, ver cómo inspirar a los que están sentados en la barrera y mandar una declaración a los pueblos del mundo. Tenemos que rechazar la arrogancia e intimidación de los de arriba, oponernos y ridiculizar a estos sangrientos `malvados' que se atribuyen el derecho de dominar nuestro hermoso planeta. Tenemos que desenmascarar su sed de poder. Es la hora de los héroes. Es hora de sacrificarnos y dedicarnos a aplicar toda la fuerza, conocimiento, amor y pasión de millones de personas.

También es la hora de la claridad. No podemos perder de vista la imagen de un futuro diferente, a pesar de la destrucción que van a desatar y de lo que van a hacer para quebrantarnos el espíritu luchador. Mantendremos la cabeza en alto porque vemos la posibilidad de que de nuestras luchas salga un mundo mejor, porque sabemos quiénes son los representantes del futuro y quiénes no reparan en medios para apretar su brutal control.


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