Revolución #175, 6 de septiembre de 2009


CAVILACIONES Y FORCEJEOS

Sobre la importancia del materialismo marxista, el comunismo como una ciencia, el trabajo revolucionario con sentido y una vida con sentido
Parte 11

[Nota de la redacción: A continuación presentamos la undécima parte del texto de una charla que dio Bob Avakian anteriormente este año, la que empezó a salir en el número 163 de Revolución. Las partes 1-10 salieron en números 163-167, 169 y 171-174. La undécima parte es el comienzo de la sección “Forcejeando más en torno al trabajo revolucionario con sentido”. En preparación para su publicación se le hicieron revisiones y se le agregaron notas. Otras partes de la charla están en línea en http://revcom.us/a/162/ruminations-TOC-es.html.]

Forcejeando más en torno al trabajo revolucionario con sentido

Con todo eso como antecedente, ahora quiero volver a forcejear más con la cuestión del trabajo revolucionario con sentido, tal como se aplica a las masas básicas —específicamente a la juventud básica— así como a los estudiantes universitarios. Hace falta un resumen más sistemático de la práctica de nuestro partido al respecto, con relación a “Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución” —entendido en el pleno sentido— y en general. Además de la necesidad de un resumen más sistemático de la práctica, hace falta un mayor forcejeo en la esfera de la concepción teórica, específicamente con respecto al trabajo revolucionario con sentido. Como dije en “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, hace falta forcejear más a nivel de la concepción teórica y estratégica sobre el aspecto que tendría una situación revolucionaria y cómo podría desarrollarse — una necesidad que se ha hecho más urgente debido a la profunda crisis multifacética en que el sistema imperialista está enredado actualmente.

Una vez más se plantea lo que hemos llamado “la cuestión de George Jackson” —el hecho de que, como explicó George Jackson, la idea de una revolución como una meta en el futuro lejano no tiene ningún sentido para el esclavo que no espera vivir más allá de mañana1— y las contradicciones relacionadas con eso en torno al trabajo revolucionario con sentido en el camino que se requiere en un país como Estados Unidos (o en otras palabras, el trabajo revolucionario con sentido en relación con lo que se concentra en “Sobre la posibilidad de la revolución”2). Como se ha recalcado repetidamente, esto es “un hueso duro de roer” y a la vez tiene una importancia decisiva con relación a la tarea de hacer la revolución en un país como éste. Continuar haciendo avances y adelantos importantes al respecto es crítico para hacer que en los hechos nuestra línea muy avanzada —la cual es nuestro punto fuerte o una expresión concentrada de nuestro punto fuerte— sea una fuerza política revolucionaria material entre una creciente cantidad de las masas.

Una manera de formular la contradicción, que va al quid del asunto, o a gran parte de él, es la siguiente: a lo largo del proceso, incluso antes de una situación revolucionaria, y a lo largo de todo el trabajo y toda la lucha para prepararse para el surgimiento de tal situación, cómo hacer que sean reales —y, sí, hasta palpables— la revolución y la construcción de un movimiento para la revolución, sin caer en la orientación de buscar resultados palpables como la forma de construir el movimiento, pues con tal orientación éste sería un movimiento no revolucionario. Siempre tenemos que estar conscientes de esta contradicción y bregar con ella a lo largo del camino. (Una discusión del error fundamental de pretender construir un movimiento basado en “resultados palpables” se halla en “‘Resultados palpables’: economismo, reformismo y revisionismo”, en “Estrategia revolucionaria, forjando un pueblo revolucionario”, un pasaje de “Salir al mundo — como una vanguardia del futuro”, en Revolución #160, 29 de marzo de 2009 y en línea en http://rwor.org/avakian/Out into the World/Avakian_Out_into_World_pt4-es.html.)

Escuchamos declaraciones o sentimientos de las masas —y los he visto últimamente en informes— como lo siguiente: “Sé que se necesita la revolución” o “Sé que la revolución es lo que tendrá que ocurrir en algún momento”, pero “¿qué hacemos ahora, qué hacemos entre tanto?”

¿La respuesta? Hacer la revolución. Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución. Preparar mentes y organizar fuerzas para cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones y millones de personas. Trabajar de manera enérgica y consciente para acercar ese momento y para desarrollar las cosas hasta que estemos en la mejor posición para actuar con decisión cuando eso sí suceda. Para lograr eso, dedicar la vida, energía, osadía y creatividad para hacer frente a los obstáculos, perseverar en la lucha en su contra y superarlos, y ganar a cada vez más personas para que hagan lo mismo.

Esa afirmación no pretende ser simplista ni frívola — o sea, la respuesta a la pregunta “¿Qué hacemos ahora?” Tiene por objeto abarcar todo el contenido y reconocer toda la complejidad que eso supone, pero al mismo tiempo recalca el hecho de que hacer la revolución es lo que estamos haciendo todos los días con la finalidad de tener la posibilidad de una revolución y no existe algo que tenga más importancia y sentido a lo que la gente pueda y deba dedicar la vida. Desde luego, es necesario explicar más lo que esto quiere decir — y hablaré más de esto aquí a fin de sentar las bases o algunas de las bases para hacerlo de manera más completa y constante.

En este contexto, sí quiero recalcar un punto fundamental de orientación y una línea divisoria crucial en el marco de la crisis financiera/económica muy profunda que sigue profundizándose y que está azotando la sociedad norteamericana y de hecho el capitalismo mundial en conjunto, y que abarca cierta “crisis de confianza” ideológica del capitalismo que acompaña cada vez más esta crisis material — todo lo que está ocurriendo en el contexto de los profundos desafíos generales al imperialismo y en particular al imperialismo estadounidense con sus guerras por imperio en nombre de una “guerra contra el terror”. He aquí el punto de orientación básico y la línea divisoria: en el contexto de todo esto, no debemos caer en el cenagal revisionista que caracterizó al Partido Comunista de Estados Unidos (PCEU) en la depresión de los años 1930 ni en el neo-proyecto tipo FDR [presidente Franklin D. Roosevelt] que hoy les hace agua la boca a una buena parte de los llamados “izquierdistas” y “progresistas” y con respecto al cual éstos están haciendo súplicas tan lamentables y lastimosas en torno a la presidencia de Obama.

Cabe realzar —específicamente con relación a Obama y de la mano con el análisis que ha hecho y debe seguir haciendo nuestro periódico sobre lo que Obama representa— lo que dice la declaración de la Organización de Mujeres 8 de Marzo (Irán-Afganistán): que Obama no será y no podrá ser fundamentalmente diferente a otros jefes de estado imperialistas y que sus “guerras buenas” no suponen ninguna diferencia a lo que se hizo bajo Bush. (Vea “Mujeres revolucionarias claman: La revolución es la salida para la humanidad”, reimpreso en Revolución #156, 15 de febrero de 2009.) Tenemos que recalcar con mucha energía este y otros análisis y denuncias de Obama.

Pero en un sentido más amplio, estoy recalcando que está en marcha una profunda crisis del capitalismo —que todos los representantes, expertos, analistas, etc., de los capitalistas (o al menos la mayoría de ellos) están diciendo que no va a terminar pronto— y nosotros no debemos repetir la experiencia del Partido Comunista en la depresión de los años 1930 de esforzarse por cobijarse a rastras —y de hecho arrastrarse— bajo el ala de la burguesía. Tenemos que luchar de manera muy contundente contra esa tendencia, no solamente entre nosotros mismos sino en amplios sectores de la sociedad.

Debemos mantenernos mucho más firmemente fundamentados en una orientación revolucionaria y trabajar sin vacilar y con gran fuerza e iniciativa para la revolución, apuntando al objetivo final del comunismo —y nada menos— como nuestro enfoque estratégico, y guía y norma en todo nuestro trabajo. Déjeme decirlo de esta manera: todo lo que hacemos tiene que ver en serio con la revolución y debe quedar con mucha claridad y osadía que todo lo que hacemos tiene que ver con la revolución. No en un sentido religioso, ni con ensalmos ni tampoco con un muy buen argumento sobre la necesidad de la revolución, aunque eso es muy imprescindible; sino que todo lo que hacemos tiene que ser parte de forjar en serio un movimiento que tiene por objetivo la revolución y siempre tenemos que luchar contra los límites de la situación y constantemente volver a la cuestión de cómo hacer que la revolución sea real y palpable sin caer en los medios o ardides que están de moda ni aspirar a resultados palpables como forma de construir el movimiento.

Tenemos que construir en serio y de manera consecuente y sistemática un movimiento para la revolución y luchar constantemente contra la influencia de la espontaneidad que nos conduce hacia otra cosa, hacia algo menos. Tenemos que captar firme y consecuentemente la orientación de no sólo esperar que un “buen día” llegue la revolución sino que tenemos que acelerar mientras aguardamos el surgimiento de una situación revolucionaria, y tenemos que luchar por esa orientación y aplicarla y atraer constantemente a otras personas de modo que la adopten y la apliquen. Nosotros mismos tenemos que comprender de forma más profunda y aplicar de manera más consecuente —y constantemente tenemos que ganar a una creciente cantidad de las personas de las que atraemos para que comprendan (y actúen en consecuencia)— que lo que es trabajo revolucionario con sentido es el “quéhacerismo enriquecido” (el conjunto de trabajo revolucionario que retoma los principios básicos que Lenin recalcó en su obra fundamental ¿Qué hacer? y que extiende esos principios), lo que incluye las dos piedras angulares de este conjunto. Esto no es otra cosa y no se debe reducir ni convertir en otra cosa. Lo siguiente de la Constitución de nuestro partido es muy pertinente:

“Este trabajo de ‘acelerar mientras que se aguarda’ requiere que el partido se esfuerce mucho contra los límites de la situación política objetiva a que se enfrenta — trabajando en cualquier momento dado para transformar la situación en el mayor grado posible con relación a cualquier posible oportunidad para hacer la revolución y al mismo tiempo mantenerse alerta y en tensión hacia tales oportunidades. Para hacer eso, dirige un conjunto general de preparativos revolucionarios, siendo las piedras angulares de esa actividad la prensa del partido y la propagación de la teoría comunista, sobre todo tal como está concentrada en la obra, método y enfoque de Bob Avakian” (Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, I. Preámbulo: Principios básicos del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, RCP Publications, 2008, p. 11)3.

Ese conjunto —que incluye las dos piedras angulares como verdaderas piedras angulares— es trabajo revolucionario con sentido, no sólo para las capas más instruidas y cultas sino para las masas básicas, en particular los jóvenes de las masas básicas.

Existe una necesidad muy real y apremiante de ganar a masas para que vean que esto es a lo que deberían dedicar la vida. La línea y la estrategia de nuestro partido constituyen una forma concreta de hacer la revolución, entendida en el sentido correcto — no digo que estamos llevando a cabo la lucha para tomar el poder ahora, sino que todo lo que hacemos constituye trabajo para la revolución en todas sus dimensiones, tal como se concentra en el conjunto del “quéhacerismo enriquecido”.

Continuará.

1. Bob Avakian ha hablado de la “cuestión de George Jackson” en “Otro vistazo a George Jackson”, una parte de la serie “Vencer las dos grandes cuestas: Más ideas acerca de conquistar el mundo”, en el Obrero Revolucionario (ahora Revolución) No. 968 (9 de agosto de 1998), en línea en http://revcom.us/a/v20/960-69/968/jack_s.htm. [regresa]

2. “Sobre la posibilidad de la revolución” salió en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 79-89; en Revolución #102; y en línea en http://revcom.us/a/102/possibility-es.html. [regresa]

3. Además de la Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, se halla una discusión del “quéhacerismo enriquecido” y las dos piedras angulares en “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, partes 1 y 2, en revcom.us; en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008); y en el discurso “Hacer la revolución en Estados Unidos” que salió por partes en el periódico Revolución a partir del número 148 y que está en línea en http://www.revcom.us/a/148/speech-es.html. [regresa]

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