Revolución #173, 16 de agosto de 2009


CAVILACIONES Y FORCEJEOS

Sobre la importancia del materialismo marxista, el comunismo como una ciencia, el trabajo revolucionario con sentido y una vida con sentido
Parte 9

[Nota de la redacción: A continuación presentamos la novena parte del texto de una charla que dio Bob Avakian anteriormente este año, que empezó a salir en el número 163 de Revolución. Las partes 1-8 salieron en los números 163-167, 169, 171 y 172. La novena entrega, junto con la sexta, séptima y octava, es de la sección “La base social para la revolución”. La entrega de este número incluye dos subsecciones: “Apoyarse en las masas pero no en la espontaneidad, incluso en la sociedad socialista” y “Los errores fundamentales del Partido Comunista de Nepal (Maoísta): Concepción errónea de los problemas, ‘soluciones’ equivocadas”. En preparación para su publicación se le hicieron revisiones y se le agregaron notas. El texto íntegro saldrá en línea próximamente. Otras partes de la charla están en línea en http://revcom.us/a/162/ruminations-TOC-es.html.]

Apoyarse en las masas pero no en la espontaneidad, incluso en la sociedad socialista

Pero primero quiero hablar sobre otra contradicción básica que es un obstáculo importante o factor importante que debe tenerse en cuenta y con el que se debe bregar en el curso de nuestra revolución en el más amplio sentido histórico. Y esa es la contradicción entre el hecho de que en términos fundamentales el avance al comunismo debe ser el acto consciente de las masas populares que conforman la gran mayoría de la sociedad y por otra parte lo que se ha aprendido a través de la experiencia de las sociedades socialistas hasta ahora, a saber, que incluso en éstas no se puede apoyar en la espontaneidad para continuar el avance en el camino socialista hacia el comunismo. Otra manera de formular esto es lo siguiente: la relación —y en algunos aspectos importantes la contradicción— entre la necesidad de la dictadura del proletariado y de una dirección de vanguardia y la necesidad de que cada vez más este estado (la dictadura del proletariado) sea radicalmente diferente de todas las formas anteriores de estado.

Es por una muy buena razón que nos hemos opuesto a las nociones democrático-burguesas de cómo se expresa la voluntad del pueblo, especialmente en una sociedad dominada por los explotadores. Incluso con respecto a la sociedad socialista, hemos resistido correctamente el concepto de que esto sea identificado en términos esenciales con que la gente vote en las elecciones y en particular en elecciones en las que participan partidos políticos que se contienden. Eso no quiere decir que no existe ningún papel de ese tipo de cosas en la sociedad socialista pero de manera muy correcta y muy importante, hemos rechazado la idea de que esta es la forma esencial en que las masas pueden expresar su voluntad y en que sus intereses pueden salir beneficiados.

Este concepto (de que tales elecciones —por lo menos en la sociedad socialista— son los medios esenciales para la expresión de la voluntad de las masas populares) va muy de la mano con seguir a la cola de la espontaneidad y con una idea errónea de que las masas en su mayoría están siempre, más o menos espontáneamente, con un ánimo de continuar avanzando en el camino socialista hacia el comunismo y por lo tanto siempre estarán dispuestas a apoyar a las personas que presenten este tipo de programa. En consonancia con eso, también existe la idea errónea de que el único problema real, en la sociedad socialista en particular, es asegurarse de que los líderes no se corrompan y que los burócratas y las burocracias no se tomen el control y desvíen el curso de la revolución; que la tarea principal es encontrar los medios para que las masas supervisen a los dirigentes e impidan que los líderes se echen a perder. Bien, eso no quiere decir que no haya ningún papel para nada de eso, pero determinar que eso es el quid del problema es malinterpretar seriamente los problemas fundamentales reales, subestimar en serio y valorar erróneamente las contradicciones fundamentales que subyacen a la dificultad y lucha muy real que supone el avance sobre el camino socialista hacia el comunismo, una vez que se haya tomado el poder y se haya establecido el estado socialista — la dictadura del proletariado.

No será posible resolver los problemas y contradicciones muy reales que sí se tienen que afrontar, si la “solución” implica idealizar a las masas y tenerles una concepción fantasiosa, e ignorar las condiciones y fuerzas sociales materiales e ideológicas muy reales que influencian en direcciones contradictorias a las masas populares incluso en la sociedad socialista — incluida la posibilidad de que en algunos sectores de las masas en un momento dado haya influencias en la dirección de volver hacia las viejas tradiciones, especialmente de cara a las dificultades que sin duda surgirán en el proceso de transformar la sociedad en el camino socialista en un mundo todavía dominado por el imperialismo y otros explotadores y poderosas fuerzas reaccionarias y en una situación en que se requiere una continua lucha para seguir avanzando en el camino de la revolución.

Los errores fundamentales del Partido Comunista de Nepal (Maoísta): Concepción errónea de los problemas, “soluciones” equivocadas

De ahí quisiera hacer algunas observaciones acerca del pensamiento seriamente erróneo del Partido Comunista de Nepal (Maoísta)1.

El PCN (M) ha promovido una visión y un programa que en esencia identifica el comunismo con la democracia burguesa (eso es lo que de hecho significa su noción del “comunismo del siglo 21”). Este partido ha llegado a representar precisamente el punto de vista fundamentalmente erróneo de que espontáneamente las masas siempre querrán continuar en el camino revolucionario y por eso siempre sostendrán a aquellos dirigentes que representan ese camino y promueven programas que avancen sobre ese camino; y que las masas, a través de sus acciones, si se les permite, corregirán a los líderes que se desvíen de ese camino. Esto de nuevo es una mala interpretación y subestimación fundamental de las contradicciones concretas y decisivas en la sociedad socialista —en la base económica, en la superestructura política e ideológica y en la relación entre la base y la superestructura— especialmente en el contexto de un mundo aún dominado por el imperialismo.

Bueno, existen contradicciones reales que al parecer ellos están abordando. Pero su programa pretende dar una respuesta fundamentalmente equivocada. Y eso tiene que ver con el hecho de que no están identificando correctamente el problema. De nuevo, diferentes clases ven los problemas y las soluciones de diferentes maneras.

Desde el punto de vista del comunismo y de avanzar sobre el camino socialista hacia el comunismo, existe una contradicción profunda que a menudo se manifiesta de manera aguda. Si en los hechos la emancipación de la humanidad tiene que ser el acto consciente de una creciente cantidad de las masas populares —aunque la noción es errónea (y se debe rechazar) de que las elecciones constituyen el mecanismo más fundamental para expresar la voluntad política de las masas y la concepción de que éstas siempre tenderán a acercarse espontáneamente hacia el programa del comunismo y a avanzar por el camino socialista—, no puede haber una situación en que en cada momento importante en que la espontaneidad de las masas esté yendo en otra dirección, los comunistas tengan que intervenir y sustituir a las masas — o incluso oponérseles. Jamás será correcto ni servirá al avance revolucionario hacia el comunismo institucionalizar las cosas de modo que la coacción llegue a ser el mecanismo fundamental con el cual se mantiene a las masas en el camino socialista — o con el cual se trata de mantenerlas en dicho camino. Tal concepto en sí es profundamente erróneo y conducirá al mismo callejón sin salida como seguir a la cola de las masas y pretender apoyarse en la espontaneidad; y a la larga, o no tan a la larga, conducirá a la restauración del capitalismo en los lugares donde se ha establecido el socialismo.

Esta es una contradicción muy real y un problema espinoso. Tenemos que encontrar las formas en que se forje el camino socialista mediante la iniciativa consciente de las masas y no deberíamos tratar de hacerlo de hecho con acciones del partido en lugar de las masas; a la vez, se tiene que entender correctamente la espontaneidad de las masas y sus limitaciones y se tiene que forjar los medios, con la dirección de la vanguardia comunista, para que las masas capten la necesidad de avanzar —y de ahí llevar la lucha concreta y consciente para seguir avanzando— por el camino socialista — a lo largo de todo el movimiento contradictorio que eso conlleva y no con una visión idealizada que supone que se trate de un proceso en que en cada punto y en cada curva del camino, todas las masas marchen de manera uniforme y al unísono hacia el objetivo del comunismo. Esto retoma lo que se subrayó (hace casi dos décadas) en “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”2 acerca de las contradicciones no resueltas en la sociedad socialista y la manera en que surgen de eso fuerzas sociales en la sociedad que todavía exigen y luchan por el cambio radical, que el partido de vanguardia tiene que abrazar en el sentido más amplio — y aprender de ellas y también bregar sobre ellas y dirigirlas concretamente para que lleguen a ser parte del proceso de continuar el avance por el camino socialista hacia el comunismo.

Toda esta concepción, que se ha forjado como parte de la nueva síntesis3, acerca del papel y la importancia del disentimiento en la sociedad socialista y el necesario tumulto y “alboroto” del proceso tiene mucho que ver con la posibilidad de abrazar todo eso y de dirigirlo todo hacia el objetivo del comunismo, mientras que se hace reconociendo plenamente el carácter contradictorio de todo el proceso — y que en todo eso constantemente se busca y se pretende alentar y apoyar a las fuerzas que hayan surgido o las cuales se pueda hacer surgir con relación a las contradicciones no resueltas en el socialismo, que propulsan a estas fuerzas en la dirección de procurar continuar la transformación radical de la sociedad, aunque en cualquier momento dado espontáneamente eso no se reflejará de manera uniforme entre las masas ni quizá en la mayoría de las personas como un deseo consciente de continuar la lucha por el comunismo. Ahí es donde se manifiesta constantemente el papel de la vanguardia —de interactuar con estas fuerzas y con los movimientos, las luchas y las aspiraciones que surgen de las propias contradicciones que aún existen en la sociedad socialista— de encontrar y forjar constantemente los medios para abrazar todo eso en un sentido general y conducirlo todo hacia el objetivo del comunismo.

Pero es completamente idealista e ingenua la idea de que, tal como sostiene el PCN (M), se puede manejar todo eso por medio de elecciones con partidos en contienda y que las masas en su mayoría siempre van a acercarse al camino socialista y que por ende siempre elegirán a comunistas como líderes de la nueva sociedad, siempre y cuando los comunistas no se desvíen del camino correcto y no lleguen a señorear a las masas.

Y eso tiene que ver con el punto de vista y el método fundamentalmente erróneos en la filosofía — con su enfoque general de combinar dos en uno, en oposición a la concepción correcta de la contradicción: de que la contradicción y las luchas a que da lugar son el motor de toda la vida y la realidad, incluida la sociedad y su transformación. De hecho, el PCN (M) está promoviendo la idea de que es posible manejar las contradicciones —e incluso que es posible evitar el estallido de lo que objetivamente son contradicciones antagónicas— tratando de reconciliar posiciones opuestas, lo que en realidad siempre quiere decir conciliar en última instancia con lo que es viejo y lo que es reaccionario. Eso se opone a reconocer que las cosas se dividirán constantemente en términos de fuerzas opuestas —en términos de contradicciones— y que constantemente se trata de reconocer y dar pasos para fortalecer lo que es nuevo, lo que es revolucionario y lo que representa la transformación radical de la sociedad. De que se logra la resolución de las contradicciones y sólo se puede lograr por medio de lucha. Y que cuando las relaciones objetivamente sean antagónicas, la resolución implicará y requerirá lucha antagónica, al igual que en los casos en que no son antagónicas, es posible resolverlas por medio de lucha no antagónica — pero lucha al fin y al cabo. La contradicción, todas las contradicciones, se resuelven por medio de lucha y no por medio de la conciliación. Eso es la diferencia —la diferencia fundamental y esencial— entre el enfoque de “combinar dos en uno” y el de “dividir uno en dos”: entre pretender conciliar y reconciliar las contradicciones en lugar de resolverlas por medio de lucha, sea antagónica o no antagónica, de acuerdo a la naturaleza específica de la contradicción y el carácter correspondiente de la lucha.

Así que de ahí, es importante apreciar, por así decirlo, la tendencia generalizada —que se manifiesta muy marcadamente en el PCN (M) pero que desafortunadamente también se expresa en otras fuerzas en el movimiento comunista internacional— de las fuerzas que pretenden volver a inventar la rueda (el que estén conscientes o no de ello): de actuar, a menudo con bastante arrogancia, como si hubieran encontrado algunos nuevos descubrimientos sorprendentes acerca de las causas de la restauración del capitalismo en los antiguos países socialista y los mecanismos para prevenirla, cuando lo que de hecho han hecho es retroceder a análisis, prejuicios y recetas democrático burgueses gastados y trillados y refreírlos en la forma de un supuesto análisis y remedio para la revocación del socialismo y el retroceso general del movimiento en las últimas décadas. En particular, han ignorado —o de todas formas no han estudiado y discutido en serio ni hablar de asimilar en serio— el análisis decisivo de Mao sobre el carácter de la sociedad socialista y el peligro de la restauración capitalista y las verdaderas lecciones que se tienen que sacar de esa experiencia, que en lo fundamental confirman el análisis y el enfoque de Mao. Al mismo tiempo, han ignorado —o han descartado sin ninguna consideración o con una consideración muy superficial— el extenso trabajo que ha hecho nuestro partido en torno a este tema, que se presenta en la nueva síntesis y el conjunto general de la obra, método y enfoque del cual en sentidos importantes la nueva síntesis es una concentración. Todo eso se trata de manera poderosa en el Manifiesto de nuestro partido, El comunismo: El comienzo de una nueva etapa.

En un sentido muy real y fundamental, recorre todo esto la cuestión de cómo ver la contradicción y cómo entender los medios para tratar las contradicciones. La idea de que si los partidos comunistas tienen escisiones —o si brota lucha antagónica al interior de los partidos comunistas que estén o no en el poder (si se me permite echar mano de tal abreviatura)—, eso demuestra que de alguna forma los líderes han manejado mal las contradicciones: dicha noción no es sino otra expresión del fenómeno que Marx identificó y analizó de manera tan perspicaz y penetrante acerca de la situación de la pequeña burguesía y el modo de pensar que refleja esa situación, que tiene la concepción de que puede mantenerse por encima del gran antagonismo de las clases contendientes. Las contradicciones y las luchas al interior de los partidos comunistas son un reflejo —y en algunos sentidos importantes un reflejo o expresión concentrada— de las contradicciones más importantes en la sociedad entre las clases y fuerzas sociales reales y opuestas que a su vez surgen de las contradicciones materiales reales en las relaciones de producción y en las relaciones sociales y que las encarnan y que tienen expresión en los organismos y estructuras políticos y la superestructura en conjunto, incluidas las ideas y la cultura.

Por eso, a pesar de los mejores esfuerzos de impedir escisiones de parte de alguien como Mao, ocurrieron repetidamente tales escisiones a lo largo de la historia del Partido Comunista de China. Después de todo, Mao fue el que insistió en los siguientes principios básicos: practicar el marxismo y no el revisionismo; trabajar por la unidad y no por la escisión; actuar en forma franca y honrada y no urdir intrigas y maquinaciones. Dijo todo eso en serio y lo practicó. Pero acatar estos principios no puede eliminar la presencia de la burguesía y las relaciones fundamentales en que se basa su presencia continua, las formas en que constantemente vuelve a aparecer no sólo en la sociedad capitalista sino además en la sociedad socialista y las formas en que esto se manifiesta en el propio partido comunista, entre las personas que asumen la concepción del mundo de la burguesía y las aspiraciones que la acompañan — quienes ven los problemas y las soluciones de una manera que corresponde al punto de vista y los intereses de la burguesía. Creer que se puede evitar —que se debería tomar como principio evitar— las escisiones con las fuerzas como aquellas es en realidad (pese a las intenciones que tenga uno) decir que es un principio lo de abandonar los principios fundamentales por medio de transigir, conciliar y a la larga claudicar a las clases explotadoras.

Como he señalado en previas cartas a otros camaradas dirigentes de nuestro partido — y este punto es muy pertinente relativo a la situación actual en el movimiento comunista internacional:

“Lo siguiente de ¿Conquistar el mundo? y específicamente de la sección ‘El leninismo como el puente’ es de hecho muy pertinente, perspicaz y penetrante: ‘Voy a decirlo de una manera un tanto provocativa: sin el leninismo, el marxismo es socialchovinismo y socialdemocracia eurocéntricos; sin el leninismo, el maoísmo es nacionalismo (y también, en ciertos contextos, socialchovinismo) y democracia burguesa’”4.

Y en una carta a otros camaradas dirigentes, dije lo siguiente:

“Junto con eso, deberíamos entender claramente —y de nuevo el Manifiesto trata muy bien la esencia de esto y su importancia— que hoy el maoísmo sin la nueva síntesis de Bob Avakian se transformará en su contrario. En lugar de dar el salto hacia adelante que se requiere, se dará marcha atrás y tarde o temprano —o tal vez no mucho más tarde— se acabará oponiéndose de plano al comunismo revolucionario”.

Continuará.

1. Al parecer hoy, este partido se llama el Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) después de haberse fusionado con otro grupo. Una discusión más amplia de las diferencias fundamentales del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, con la línea y la dirección que este partido ha adoptado cada vez más en los últimos años, se halla en “Sobre lo que pasa en Nepal y lo que está en juego para el movimiento comunista: Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN [M], 2006)”, publicado en Revolución #160 (29 marzo 2009) y en línea en http://revcom.us/a/160/nepal-article-es.html. Un documento en formato pdf, Cartas del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, al Partido Comunista de Nepal (Maoísta), 2005-2008 (con una respuesta del PCN [M], 2006), está en línea en http://revcom.us/a/160/Letters-es.pdf. [regresa]

2. “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa” es una charla que dio Bob Avakian a fines de 1989, que salió en la revista Revolución #60 (otoño de 1990). [regresa]

3. Se habla de la nueva síntesis de Bob Avakian en “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, partes 1 y 2, en línea en revcom.us; Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008, que contiene “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”; El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, septiembre de 2008, en línea en revcom.us, en Revolución #143 y en forma de folleto de RCP Publications, 2008; y “La nueva concepción de la revolución y el comunismo: ¿Qué es la nueva síntesis de Bob Avakian?”, un discurso pronunciado en varias ciudades del país en la primavera de 2008, en línea en revcom.us/a/129/New_Synthesis_Speech-es.html. [regresa]

4. ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, que salió en la revista Revolución #50, enero de 1982. [regresa]

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