Revolución #013, 4 de septiembre de 2005, posted at revcom.us
El huracán Katrina golpeó la costa del Golfo de Estados Unidos y dejó una devastación incalculable… y expuso a la vista de todos lo podrido de este sistema capitalista.
En Nueva Orleáns docenas de miles de personas fueron al Superdome y al Centro de Convenciones como les mandaron. Después de vadear kilómetros de agua, esperaban encontrar techo y comida, e hicieron lo posible por arreglárselas. Muchos compartieron la medicina, comida y artículos de primera necesidad que tenían con sus vecinos más necesitados.
Pero al poco tiempo la situación se volvió imposible. En 24 horas los niños y los ancianos empezaron a sufrir los efectos de la deshidratación y a morir. Tenían hambre, no había electricidad y las aguas negras se infiltraron en el estadio. Se encontraban rodeados de enfermedad y muerte.
Hicieron lo que las autoridades mandaron, pero el plan del gobierno ¡agravó la situación de las masas!
Cuando no llegó nadie a ayudar, tuvieron que tomar la iniciativa. Buscaron comida y agua donde podían, incluso en las tiendas abandonadas. Por eso, los tildaron de delincuentes y amenazaron con matarlos.
Este heroísmo en una situación angustiosa demostró el potencial de las masas de organizarse y de tomar las cosas en manos propias. Un hombre de 20 años, por ejemplo, se apoderó de un camión escolar y llevó a un grupo al Astrodome de Houston, donde las autoridades prometieron ayudar a los refugiados. El grupo, en su mayoría adolescentes, reunió todo el dinero que tenía para comprar gasolina y pañales. Este no es el único ejemplo y conoceremos muchos más.
De todo el país ha llegado una ola de apoyo. Mucha gente de la clase media ha expresado indignación ante la respuesta oficial a Katrina. A unos corresponsales en Biloxi y Nueva Orleáns casi se les saltaron las lágrimas y condenaron la inacción. Mucha gente corrió a ofrecerse como voluntarios.
En vez de salvar a las víctimas, el gobierno y las fuerzas armadas trataron a las docenas de miles de damnificados como si fueran un enemigo.
Un grupo de gente hambrienta entró a la fuerza a la cocina del Centro de Convenciones para preparar comida pero los soldados de la Guardia Nacional los sacaron. Uno dijo: "Nos apuntaron y nos dijeron que o nos íbamos de la cocina o nos iban a matar. No queremos que nos ayuden. ¡Dennos unos vehículos y nos vamos por nuestra cuenta!"
La gobernadora de Louisiana amenazó que la Guardia Nacional "disparará a matar" a los que toman cosas de las tiendas, y Bush declaró que "habrá cero tolerancia" para los "saqueadores".
Millones han visto el cruel sufrimiento en las noticias. Millones se han preguntado dónde está la ayuda oficial. ¿Por qué tarda tanto tiempo? Pero las autoridades no respondieron a las necesidades más básicas de la población y ahora, ante la angustia popular, la respuesta es armas y medidas policiales.
¿Qué clase de gobierno pone a la población en una situación totalmente infrahumana como esta y luego amenaza con matar a sangre fría a la gente que hace lo necesario para subsistir?
Un gobierno y un sistema que pone las ganancias y la preservación de las relaciones de propiedad capitalistas antes que el pueblo, y cuya principal preocupación es mantener el control social, a punta de fusil.
Un sistema y una clase dominante que funcionan de esa manera son totalmente inservibles e ilegítimos… y no tienen el derecho de seguir gobernando.
Incluso una voz de la clase dominante como David Brooks, desde su perspectiva reaccionaria, admitió: "Las inundaciones arrastran la superficie de la sociedad y la manera acostumbrada de hacer las cosas. Desnudan la estructura de poder subyacente, las injusticias, los patrones de corrupción y las desigualdades no admitidas".
Los que detentan el poder solo prometen más sufrimiento y represión para las masas. El general Gary Jones, comandante de la Guardia Nacional de Louisiana, le dijo al Army Times: "Esta ciudad parecerá una pequeña Somalia. Vamos a reconquistarla. Será una operación de combate y vamos a restablecer el control".
Hay que rechazar esa represión. Todo lo que está pasando en conexión con el huracán demuestra lo podrido y criminal de este sistema. Pero estos sucesos y la respuesta de millones de personas también muestran las semillas de otro futuro: la posibilidad y el potencial de deshacernos de este sistema por medio de la revolución y de crear una sociedad totalmente nueva. No se sabe qué pasará en las semanas y meses venideros, pero en tiempos poco comunes lo que hace el pueblo puede cambiar la historia.