Las realidades de la tortura

Revolución #024, 27 de noviembre de 2005, posted at revcom.us

El 7 de noviembre George Bush le dijo al mundo con toda seriedad: "Estados Unidos no tortura". Pero se siguen filtrando muchos informes de torturas.

La revista Time informó el 14 de noviembre de la muerte de un "preso fantasma" iraquí a manos de la CIA en el penal Abu Ghraib. El preso, Manadel al Jamadi, murió de golpes y asfixia. Le ataron las manos a la espalda y le metieron la cabeza en un saco de arena. Lo golpearon hasta que "le chorreó sangre por la boca y la nariz como agua de una llave". Después, limpiaron la sangre con cloro antes de que se pudiera investigar. Tony Lagouranis, un ex-interrogador militar, se presentó en el programa de radio "Democracy Now!" a hablar del tema. La entrevista muestra lo generalizada que es la tortura, así como otros crímenes de guerra de Estados Unidos. Ahora Lagouranis habla en público para remediar lo que hizo y lo que vio. Pidió disculpas al pueblo de Irak e hizo un llamamiento a los soldados a no "hacer lo que todo mundo hace", sino a seguir la voz de la conciencia.

Lagouranis estuvo en Abu Ghraib y otros centros de detención de Irak entre 2003 y 2005. El gobierno afirma que después del escándalo de Abu Ghraib en 2003 no ha habido más torturas. Pero Lagouranis sostiene que la tortura siguió y que es la rutina. En un centro de detención del ejército en Mosul, Lagouranis interrogó a prisioneros que encerraban en contenedores, con música y luces estroboscópicas para que no durmieran, y en posiciones físicas que causaban dolor. Los guardias les echaban encima perros y, como los presos tenían los ojos vendados, no sabían que tenían bozal y no los iban a morder.

Los interrogadores usaban hipotermia para "suavizar" a los presos antes de interrogarlos. Los dejaban a la intemperie, con lluvia y frío extremo, vestidos en monos de poliéster. Lagouranis dijo que los Navy Seals metían a los presos en agua helada para bajarles la temperatura antes de interrogarlos y que les tomaban la temperatura con un termómetro rectal para que no se murieran.

Lagouranis trabajó en la prisión de Babel del Norte, cerca de Bagdad, adonde los marines llevaban detenidos. A muchos los torturaban en su propia casa y llegaban con fracturas: a veces les quebraban los pies con la parte roma de un hacha.

A Lagouranis lo mandaron a Falluya a buscar cadáveres de iraquíes después de la destrucción de la ciudad. Vio 500 cadáveres: "un porcentaje pequeño" de los muertos. Solo un 20% de los muertos tenían armas. Muchos eran mujeres, niños o viejos. Lagouranis dijo que no sabía cuántas personas mataron, pero que los marines hablaban de un total de 10,000.

Con el tiempo, Lagouranis empezó a darse cuenta de que detenían y torturaban a muchas personas que no tenían nada que ver con la sublevación. Las lanzaban a un infierno de detención y tortura e inventaban mentiras para justificarlo y reportar cifras altas de "terroristas detenidos". Varias veces y en varios lugares, Lagouranis presentó denuncias a oficiales, pero nunca hubo una respuesta.

Si esto representa la experiencia de apenas un interrogador militar, ¿qué dice de la cantidad de tortura y crímenes de guerra que comete este gobierno en Irak y en otras partes?

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