Mumia Abu-Jamal

Lo que realmente se aprende en la escuela

Revolución #026, 12 de deciembre de 2005, posted at revcom.us

Geovany Serrano, quien cursa el décimo grado en la prepa Belmont de Los Ángeles, está aprendiendo el verdadero significado de la democracia estadounidense. Estaba repartiendo volantes y organizando a sus compañeros para el paro estudiantil y, por eso, la policía escolar lo agarró, le roció gas pimienta y lo arrestó. Lo llevó a la delegación Rampart y después a la cárcel juvenil, donde le tomaron las huellas dactilares. Ahora está bajo arresto domiciliario y tiene que andar con una pulsera en el tobillo, simplemente porque organizó oposición al gobierno de Bush en su escuela.

En estos momentos de la vida del país, ¿qué lección deben aprender los jóvenes en las escuelas? Según la respuesta de California, ser obedientes. En medio de una guerra impopular, años después de que millones de personas de todos los continentes protestaron contra la guerra, un profesor listo hubiera percibido que es el momento oportuno para enseñar el verdadero significado de la democracia. Sin embargo, los directores de las escuelas, con la intención de impedir paros, han soltado policías, amenazas, suspensiones y violencia para que los estudiantes se queden en la clase con la boca y la mente cerrada a los vientos de cambio que recorren las calles de la nación.

A ver, entonces, ¿qué aprendió Geovany Serrano sobre los derechos constitucionales de libertad de expresión, de asociación, de protesta y de reunión? Geovany sacó lecciones importantes que jamás hubiera aprendido en el salón de clase. Escribe: "Miren la guerra de Irak. Hay cárceles llenas de personas que el gobierno simplemente quiere hacer desaparecer. Ahí están, y las torturan o las atan con una correa. Bombardean las casas hasta que no queda nada. Cuando supe todo eso, me pegó muy duro. Es difícil volver a la vida normal sabiendo que el sistema está matando gente y tratándola injustamente; es muy difícil. ¿Es este el mundo que quiero tener? No, no quiero nada de eso".

En la prepa Granada Hills, llevaron a un estudiante a la dirección porque tenía en la camiseta una calcomanía de El Mundo No Puede Esperar. El director le mandó quitarse la camiseta, diciendo que la escuela no era el lugar para expresar sus creencias políticas. El estudiante respondió: "Si quiere que me quite la calcomanía, entonces tengo que quitarme toda la ropa". Se quitó todo menos los calzoncillos y le dijo: "Puede hacerme quitar la ropa y la calcomanía, pero no me puede quitar lo que tengo en el corazón". El director lo mandó a donde la enfermera, quien le dijo que estaba de acuerdo con él.

En la prepa Reseda de Los Ángeles, suspendieron dos días a Sarah Escudero por haber organizado un paro y amenazaron arrestarla por tener calcomanías. La iban a transferir a otra escuela, pero cientos de padres y profesores indignados llamaron a protestar. Más tarde, ella escribió una carta a worldcantwait.org: "Es nuestro deber ante los millones de personas torturadas, asesinadas y que sufren por todo el mundo. Resistencia o muerte. Esa consigna lo dice todo. Hoy, el futuro está en manos de todos nosotros. Depende de nosotros. Hay que preguntarse: ¿en qué clase de mundo queremos vivir? ¿Aceptaremos todo lo que este gobierno representa? Si no, tienen que unirse a este movimiento".

¿Cuántos profesores no lo darían todo para que sus estudiantes actúen de una manera tan comprometida, con principios, para que les importe más el mundo que el vestido del gran baile anual? Como dijo el gran psicólogo Carl Rogers: "La función de la escuela es dar la educación para ser libres". A estos chavos valientes y compasivos, estudiantes de prepa, a quienes pronto llamarán a unirse al ejército del imperio, a pelear por presidentes, príncipes y señores del petróleo, les importa mucho lo que está en juego en esta guerra. En vez de aprender a ser obedientes, están sacando lecciones que los despertarán y les abrirán la mente. Resistencia. Es una lección que millones de jóvenes deben aprender antes de que sea demasiado tarde.

Desde el pabellón de la muerte, escribe Mumia Abu-Jamal, autor de We Want Freedom: A Life in the Black Panther Party [Queremos libertad: Una vida en el Partido Pantera Negra].

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