Latinoamérica: Causas de repunte de lucha

Revolución #33, 5 de febrero de 2006, posted at revcom.us

Con levantamientos campesinos y protestas urbanas, recorre a Latinoamérica una ola de oposición a las medidas neoliberales impuestas por Estados Unidos, que han causado estragos y más pobreza. La gente busca un cambio.

El descontento y la ira se hicieron patentes en las protestas de noviembre en Mar del Plata, Argentina, y otros países contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). También se han visto en los movimientos populares que hicieron caer al gobierno en Bolivia y Ecuador, y en la elección de presidentes que critican algunas de las medidas imperialistas.

Las protestas populares se deben al fracaso de las medidas neoliberales de Estados Unidos y las instituciones que comanda, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que han llevado al mayor fracaso económico de largo plazo en la historia moderna de Latinoamérica.

Los "acuerdos de libre comercio", como NAFTA, y la privatización de productos básicos, como el agua, han creado más pobreza y rebajado el nivel de vida en toda la región. Por ejemplo, en Brasil, desde 1980 el ingreso per cápita ha crecido menos de .5% al año. La situación es igual en México, donde el ingreso per cápita se duplicó entre 1960 y 1980, pero ha crecido muy poco desde entonces. O veamos el caso de Bolivia, agobiada por acuerdos impuestos por el FMI, que ha cumplido todo lo que Estados Unidos ha ordenado, como la privatización de casi todo lo que se pueda vender, hasta el agua: hoy el ingreso per cápita es más bajo que hace 25 años y el 63% de la población vive por debajo del nivel mínimo vital (y el porcentaje es mayor en el campo).

Para la región en general, el crecimiento del producto interno bruto (una medida de desempeño económico) fue aproximadamente 80% entre 1960 y 1979, antes de la imposición de los planes neoliberales. Pero el crecimiento solo fue de 11% de 1980 a 1999 y apenas de 3% de 2000 a 2004, después de "acuerdos de libre comercio" como el TLC/NAFTA y las medidas de austeridad del FMI.

Una historia de subyugación

El ascenso del imperialismo estadounidense estuvo íntimamente ligado a la subyugación de Latinoamérica. Por más de 100 años Estados Unidos ha dominado la economía, política y vida cultural del continente, ya sea por medio de gobiernos "democráticos" o juntas militares. Cuando se ha visto desafiado, no ha vacilado en recurrir a los métodos más salvajes de represión: invasiones, golpes militares, matanzas, desapariciones y asesinatos.

La ola de protesta que vemos hoy es peligrosa para Estados Unidos, que no puede permitir desafíos a su dominio global ni que las naciones del continente reivindiquen el derecho a la autodeterminación. A eso se debió la amenaza no muy sutil del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, cuando le dijo a la prensa en Paraguay en agosto pasado (cuatro meses antes de las elecciones en Bolivia): "Hay pruebas de que Cuba y Venezuela están metiéndose en Bolivia de una manera dañina". Poco después, el 8 de noviembre, el fascista cristiano Pat Robertson, que tiene estrechos lazos con la Casa Blanca, dijo: "No sé lo que dice la doctrina de asesinatos, pero si él [Chávez] cree que queremos matarlo, pues creo que deberíamos hacerlo… sería más económico que empezar una guerra, y no temo que vayan a parar las entregas de petróleo". Hay que rechazar toda amenaza, intervención política o acción militar contra Latinoamérica.

La agresión militar estadounidense ha sido una constante en Latinoamérica. Hoy, cuando Estados Unidos libra una "guerra sin fin" para que nadie le dispute su imperio, se ve en la necesidad de apretar las clavijas económicas en la región para competir con sus rivales imperialistas, que se están metiendo en lo que considera su "patio". Tras la elección a la presidencia de Bolivia, Evo Morales viajó a Europa y Asia para platicar sobre acuerdos comerciales con compañías de energía de Francia y España, y con China. El año pasado Estados Unidos intentó bloquear la venta de aviones militares españoles a Venezuela. El embajador estadounidense a España, Eduardo Aguirre, le dijo que no podía venderlos porque tienen tecnología estadounidense. Pero la venta se realizó. Estados Unidos también protestó cuando Rusia vendió miles de fusiles AK-47 al gobierno venezolano, que procura armar a dos millones de milicianos para prepararse para una invasión estadounidense. Brasil, por su parte, ha iniciado acuerdos de comercio con Sudáfrica, India y China.

Ante la angustiosa situación que han creado los imperialistas, el pueblo busca una solución a la pobreza y la explotación. Esto llevó al levantamiento de los campesinos en Chiapas la víspera de la firma del TLC/NAFTA en 1994; asimismo, ha generado grandes movimientos de campesinos sin tierras en Brasil, movimientos populares en Ecuador y Bolivia, y ha llevado a los obreros de varios países a tomarse fábricas abandonadas.

Surgen fuerzas en conflicto con Estados Unidos

El ascenso al poder de fuerzas de clase que objetivamente están en conflicto con Estados Unidos ha cobrado fuerza como resultado de los movimientos populares, la oposición generalizada contra la dominación imperialista, y la justa demanda de soberanía nacional y autodeterminación. (En futuros artículos de Revolución analizaremos el ascenso al poder de dichas fuerzas: analizaremos los distintos programas que proponen y qué clase de programa revolucionario se necesita para zafarse de las garras del imperialismo).

El presidente venezolano Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales, el brasileño Lula da Silva y otros promueven la integración económica regional y mercados comunes para mejorar su posición en el mercado mundial y a la hora de hablar con el FMI y el Banco Mundial. El 21 de enero, los presidentes Hugo Chávez de Venezuela, Néstor Kirchner de Argentina y Lula da Silva de Brasil anunciaron planes de construir un gasoducto de Venezuela a Argentina. Será uno de los mayores proyectos de infraestructura de la historia de Latinoamérica y, según Chávez, los principales inversionistas serán firmas asiáticas.

Latinoamérica en general ha aumentado el comercio y otros tipos de relaciones con la Unión Europea y China, especialmente los exportadores de materias primas como Brasil y Chile. De todos los países latinoamericanos, Venezuela tiene las relaciones más estrechas con China, a la que venderá mayores cantidades de petróleo para no depender tanto de ventas a Estados Unidos. El presidente boliviano, Evo Morales, dice que llevará a cabo una nacionalización "razonable" de industrias importantes, pero que quiere que se queden las corporaciones internacionales, aunque con mejores acuerdos.

Sin embargo, nada de eso puede llevar a la ruptura definitiva de la dependencia estructural que caracteriza las relaciones de los países oprimidos en la economía imperialista mundial. La subordinación de las naciones oprimidas es un rasgo estructural del sistema imperialista. Eso abarca mecanismos económicos que causan y perpetúan dicha dependencia, así como relaciones dispares de poder y estructuras imperiales de control político.

Las mejores condiciones de inversión que Bolivia reciba de los inversionistas imperialistas de Francia y España, o las inversiones que Venezuela, Brasil y Argentina reciban de inversionistas asiáticos para la construcción del gasoducto, seguirán siendo una cadena que agobia a los oprimidos. Eso se debe a que seguirán vigentes las mismas relaciones desequilibradas del capitalismo global, con sus leyes, estructuras, gobiernos e ideas que gobiernan el comercio y demás aspectos de la vida. Por eso, aunque Brasil y Argentina han pagado la deuda del FMI, siguen atrapados en la telaraña del capital financiero internacional y las instituciones y mecanismos del imperialismo.

Cuando se postuló a la presidencia de Brasil, Lula decía que pondría los intereses del pueblo antes que las exigencias del FMI. Pero las medidas presupuestales y monetarias de su gobierno han obedecido la receta del FMI. Además, no ha hecho prácticamente nada sobre la enorme disparidad que existe entre el puñado de terratenientes y la inmensidad de campesinos sin tierra; por el contrario, ha tomado partido con la agroindustria, por lo cual lo critican los campesinos sin tierra.

Con respecto a Lula no es cuestión de intenciones ni de honestidad, sino de otros factores determinantes: la economía mundial y el marco de la geopolítica imperial dentro del cual esos gobiernos tienen que desempeñarse; la dominación imperialista profundamente arraigada en estas sociedades y economías; y los intereses específicos que representan esos politiqueros reformistas y populistas. Brasil depende de los imperialistas para recibir tecnología de punta, y siempre ha tenido relaciones militares muy estrechas de compra de armas y entrenamiento con Estados Unidos.

Un ejemplo típico de la prepotencia imperial estadounidense se vio cuando el representante comercial de Estados Unidos, Robert Zellick, le dijo al presidente brasileño que si se alejaba demasiado de los planes estadounidenses de libre comercio acabaría haciendo "exportaciones a Antártida".

Los acontecimientos políticos de Latinoamérica muestran las grandes grietas de la pobreza y la disparidad. Muestran el total fracaso de los programas de ajuste de Estados Unidos. Muestran el profundo descontento de la mayoría de la población. La pregunta es: ¿se canalizará ese descontento hacia una lucha de masas para zafarse realmente de la dominación imperialista, y cómo?

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