Una plática en un avión

Irak, Horowitz y el pensamiento crítico

Revolución #043, 16 de abril de 2006, se encuentra en revcom.us

Me senté en el asiento de en medio en la primera fila. El avión de Nueva Orleáns a Houston iba retrasado y quería bajarme rápido para no perder la conexión. El tipo sentado al lado de la ventana parecía un hombre de negocios y le pregunté qué hacía en Nueva Orleáns. Me dijo que era vendedor; fue a visitar a sus clientes e iba de regreso a Texas. Le dije que soy reportera gráfica del periódico Revolución y que pasé un par de días en Nueva Orleáns tomando fotos, tratando de captar la enormidad de la devastación y las dificultades de la gente. Ted había ido a Nueva Orleáns por lo menos seis veces desde el huracán Katrina y le constaba que el gobierno había hecho muy poco para resolver los enormes problemas que encaran los residentes que quieren reconstruir sus hogares y regresar.

Nos acomodamos para el vuelo de hora y pico y la discusión continuó hasta que se prendió la luz de que nos podíamos quitar el cinturón de seguridad. Ted y yo hablamos de muchas cosas: sobre la difícil situación de Nueva Orleáns, la guerra de Irak, la campaña del gobierno para penalizar a los inmigrantes, la separación de la iglesia y el estado, los impuestos y de su hija de dos años.

Ted es un típico estadounidense. No vive en una ciudad grande, es dueño de casa y tiene un ingreso respetable que le permite darse un par de vacaciones al año. Cuando hablamos de las mentiras del gobierno sobre las armas de destrucción masiva en Irak, Ted admitió avergonzado que votó por Bush, pero enseguida agregó que Bush probablemente va a pasar a la historia como el peor presidente de la historia del país.

Varias veces durante la conversación pensé en lo que Bob Avakian dice sobre la necesidad y la posibilidad de repolarizar este país en función de la revolución. Los enormes sucesos que se están dando en el mundo le están haciendo reconsiderar su manera de ver la vida. Le preocupa mucho el futuro, tanto que incluso pensó en no tener hijos por lo mala que está la situación. Está muy encabronado por la situación mundial y le interesó mucho mi punto de vista revolucionario.

Ted ingresó a los marines apenas salió de la prepa y combatió en la primera guerra del Golfo. Dijo que no se arrepentía de haber "servido a su país con orgullo" durante seis años. Pero está indignado de que Bush haya mentido sobre las armas de destrucción masivas y ahora se opone a la guerra de Irak.

Dijo que cuando estaba con los marines los tenían completamente aislados y no recibían información sobre los sucesos del mundo; que lo único que sabía era lo que sus comandantes le decían. Día tras día marchaba coreando: "La sangre hace crecer el césped, los marines hacen correr la sangre". Dijo que estaba tan adoctrinado que hacía todo lo que le ordenaban. No le molestaba en absoluto tener que matar porque pensaba que estaba en Irak para "salvar y servir a su país". Nunca cuestionaba lo que le ordenaban. Dijo que hasta los condicionaban a no ver como seres humanos a la gente que mataban.

Empezamos a hablar sobre las horripilantes torturas en Abu Ghraib y dijo: "Entiendo plenamente cómo pudo haber ocurrido… si yo hubiera estado en esa situación cuando era marine, hubiera hecho lo mismo. Si me hubieran ordenado aplastar a alguien o torturarlo, lo hubiera hecho".

Yo le dije que obviamente ya no es la misma persona y quería saber qué lo había cambiado.

Después de salir de los marines muchas cosas sucedieron, en su vida y en el mundo, cosas que le hicieron cambiar su manera de pensar. Una cosa que me pareció muy interesante fue que se inscribió en la universidad y tomó un curso con un "profesor liberal". Dijo que se enfrascaban en discusiones todo el tiempo, que discrepaba con todo lo que el profesor decía y discutían. Se rió un poco cuando me dijo que resulta que muchas de las cosas que decía el profesor eran verdad y que eso le causó mucho impacto, le hizo ver el mundo con más objetividad, y ver lo que este sistema le hace a la gente del mundo y de aquí mismo.

Le dije: “Imagínate si en vez de ir a la universidad te hubieras metido a policía en Nueva Orleáns después del huracán. ¿Qué hubieras hecho con la mentalidad de marine?”. Me contestó: "Hubiera maltratado a la gente".

Me puse a pensar si el "profesor liberal" sabría del impacto que tuvo en Ted y si sería uno de los profesores que David Horowitz ataca en su reaccionario libro: The Professors — The 101 Most Dangerous Academics in America.

Si Horowitz pudiera, haría echar a ese profesor por llevar a Ted a cuestionar lo que los marines estaban haciendo en Irak al “hacer correr la sangre”. O tal vez hubiera mandado a un estudiante a espiar y grabar en secreto las discusiones entre Ted y el profesor para presentarlas como pruebas para justificar la destitución del profesor por "apoyar el terrorismo".

Un marine no cuestiona ni piensa críticamente sobre lo que se le manda hacer. Pero durante nuestra conversación Ted hizo muchas preguntas, sopesaba a fondo, estaba abierto a nuevas ideas y no temía debatir las ideas. Creo que aprendió mucho de eso de su "profesor liberal".

Durante la conversación pensé en la transformación de Ted y en que confirma lo importantes que son las universidades como centros de pensamiento crítico, disentimiento y debate. Es importante que Ted y los otros estudiantes tuvieran la oportunidad de expresar sus desacuerdos con el profesor y de poder discutirlos, hayan cambiado de manera de pensar o no. La libertad académica debe florecer en torno a hipótesis examinadas a fondo. Los maestros deben estimular a sus estudiantes a buscar la verdad. Las universidades deben ser lugares donde los estudiantes debaten puntos de vista, donde se desafía a los profesores radicales y conservadores por igual para que sean parte del debate y la lucha que busca conocer la verdad. Esa es la clase de atmósfera vibrante que anda atacando Horowitz en nombre de la “libertad académica”.

La capitana prendió la luz del cinturón de seguridad para anunciar que estábamos a punto de aterrizar. Nos dimos los teléfonos y antes de despedirse Ted me dijo: "Pues, parece que lo que hace falta es una revolución. ¡Estoy listo para ella!".

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