Un reto para nuestra generación

Alumbrar el cielo con la bandera roja — Vive como Damián García

La primavera brota con vida. Cada flor trae una nueva imagen llena de esperanza y promesa.

Hay una imagen que me llena el corazón de alegría y orgullo. Es una imagen que nos hace imaginar un futuro mejor y radicalmente diferente para la humanidad. Es una imagen que ofrece la posibilidad de quitarnos de encima miles de años de opresión y explotación.

Es una imagen de valor revolucionario y de amor al pueblo. Es la imagen del camarada Damián García encima del Álamo —ese odiado símbolo de conquista y saqueo empapado en sangre— desafiante, con la bandera roja ondeando contra el cielo azul de San Antonio.

Ese día, el 20 de marzo de 1980, Damián García y otros dos revolucionarios escalaron el Álamo y tiraron al suelo la bandera de Texas y en su lugar izaron la bandera roja del proletariado internacional. Damián proclamó ante el mundo: "Hemos venido a dejar las cosas bien en claro. Este es un símbolo del robo de territorio mexicano, un símbolo de la masacre de mexicanos e indígenas, y un símbolo de la opresión de los chicanos y mexicanos en el Suroeste". Exhortó a luchar, con el proletariado internacional, el 1º de Mayo, el Día Internacional del Trabajador.

En 1836, unos esclavistas, comerciantes y mercenarios anglos que se instalaron ilegalmente en Texas para separarla de México (que abolió la esclavitud) se apoderaron del cuartel mexicano El Álamo, situado en San Antonio. Pero el ejército mexicano los derrotó y aniquiló a todos los 182. Unas semanas después, las fuerzas anglosajonas sorprendieron al ejército mexicano y lo masacraron con gritos de "recuerden el Álamo". Desde ese entonces, se ha creado el mito de los "héroes" del Álamo. "Recuerden el Álamo" ha pasado a ser un toque de clarín contra todos los enemigos de Estados Unidos. Pero la realidad es que los supuestos "héroes", tipos como Davy Crockett, Jim Bowie y William B. Travis, eran especuladores de tierras, mercenarios, traficantes de esclavos y contrabandistas.

Más tarde, por medio de una guerra no provocada, Estados Unidos le robó a México la mitad de su territorio (lo que ahora es el Suroeste). Estados Unidos firmó un tratado que le prometía derechos a los mexicanos que vivían en ese territorio robado, pero jamás cumplió. El resultado ha sido una larga historia de salvaje subyugación y opresión de los mexicanos, chicanos y otros pueblos; la frontera ha sido una expresión del dominio de México por Estados Unidos.

La vida de Damián concentra esa experiencia de los chicanos y mexicanos que viven en el Suroeste. Se crió en el ghetto de San Bernardino, California, y vio cómo a su papá le negaban trabajo todo el tiempo por el color de la piel. A Damián lo menospreciaban y humillaban. Como muchos otros jóvenes, Damián buscaba algo distinto.

Damián se graduó de la Universidad de California en Santa Bárbara, y en los años 70 era el director de La Casa de la Raza. Pero quería más. Luego conoció al Partido Comunista Revolucionario y dedicó la vida no solo a la liberación de su raza, sino a la liberación de la humanidad entera. Se dio cuenta de que era parte de una clase internacional, compuesta de diferentes nacionalidades, culturas e idiomas, cuya labor produce una gran cantidad de riqueza que una pequeña clase de capitalistas imperialistas se roban.

Damián alcanzó a ver que la humanidad, con todo su conocimiento y tecnología, había llegado a tal nivel de desarrollo que ya no tenía que ser así. Se dedicó a la revolución comunista para resolver las enormes desigualdades y desequilibrio.

Tomó parte en la campaña del 1º de Mayo de 1980 de izar la bandera roja y proclamar que la nuestra es una lucha internacional, que somos parte de la revolución mundial. Vio que un mundo completamente nuevo era posible, un mundo comunista.

Con el audaz acto de escalar el Álamo, Damián estaba hablando por millones aquí en Estados Unidos y miles de millones del mundo entero para quienes la vida es un infierno en esta pesadilla capitalista. El haber izado la bandera roja y tomado una posición claramente internacionalista encima de ese decrépito símbolo de opresión le dio un fuerte golpe a la clase dominante, que respondió con la venganza típica del mito del Álamo. El 22 de abril de 1980, en plena campaña del 1º de Mayo en un multifamiliar de Los Ángeles, un agente al servicio de la policía asesinó a Damián.

Su muerte fue una gran pérdida y causó mucho dolor. Un preso negro de Atlanta le dedicó un poema que empieza así: "Damián García esta muerto, Pero con su muerte yo cobré vida".

Han pasado 26 primaveras desde ese día rojo en San Antonio.

Me siento inquieto sabiendo que esta noche 40,000 niños del tercer mundo habrán muerto de hambre y enfermedades que se pueden prevenir y curar.

Me siento inquieto después de escuchar a Bob Avakian hablar en la canción del CD "Ghetto Remix" sobre los hermosos niños de esta sociedad, llenos de vida y de tanta promesa cuando están jóvenes, a quienes este sistema les roba eso al crecer.

Me imagino cómo se sentía Damián García, también inquieto.

Hoy hay millones de personas angustiadas ante el rumbo de la sociedad y el mundo. Hoy mismo, hay un reto para todos los que ansían un fin a esta horripilante época. Es un reto que miles, y de hecho millones, especialmente de la nueva generación, tendrán que emprender: el reto de ser emancipadores de la humanidad. El reto de asumir y aplicar la concepción del mundo, el método y enfoque comunistas y de luchar para transformar radicalmente el mundo. El reto de alumbrar el cielo con la bandera roja y de vivir como Damián García.

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