Revolución #52, 25 de junio de 2006


NO se puede permitir que el gobierno de Bush defina el futuro

Proyecto de capacitación de El Mundo No Puede Esperar enciende a activistas

A principios de junio, cuando docenas de jóvenes de todo el país se reunieron para el proyecto de capacitación de jóvenes y estudiantes de El Mundo No Puede Esperar, todos estaban pensando en la masacre de Haditha. Después de siete meses de encubrimiento oficial, por fin estaban saliendo en los medios de comunicación los pormenores de la matanza sistemática de 24 iraquíes civiles por los marines. Al país le dio un escalofrío, pero en las calles reinaba la calma. La guerra proseguía como siempre.

Ese problema: la escalada horrorosa del programa del Bush y la simultánea rutina de la vida cotidiana en este país, fue exactamente lo que los activistas decidieron transformar. Los voluntarios llegaron a Nueva York con diferentes puntos de vista y diferentes experiencias, pero tenían en común algo muy radical y muy raro hoy: la determinación de vivir según sus convicciones de no permitir que el gobierno de Bush defina el futuro. Querían romper esa calma perturbadora y hacer que los millones de personas horrorizadas se pongan las pilas, actúen todo el verano y se manifiesten el 5 de octubre en un día de resistencia tan amplia e impactante que será un gran paso adelante para Sacar Corriendo al Gobierno de Bush.

Por diez días, cada mañana se reunían para planear estrategias; en la tarde se desparramaban por toda la ciudad para popularizar la campaña; cada noche conversaban con expertos sobre diferentes aspectos del programa de Bush; y después continuaban las conversaciones en grupos de dos y tres con simpatizantes que los hospedaban en Nueva York y Nueva Jersey.

El segundo día, tuve la oportunidad de conocer a la mayoría de los voluntarios al dar una charla sobre las lecciones que se pueden sacar del ascenso de los nazis. Me oían muy serios y la mitad tomaba apuntes. Cuando llegó el momento de hacerme preguntas, sacaron las grandes.

La pregunta de una joven de Atlanta que ha trabajado con MoveOn marcó la pauta para la semana. Quería saber cómo responder al padre de su amiga, que “sabe mucho” pero “está equivocado en todo”. Quería saber el verdadero motivo de Bush para la guerra de Irak. Dije que a la camarilla de Bush la motiva más que el deseo de ganancias o de consumo de petróleo; que ve una oportunidad y una necesidad urgente de reconfigurar el mundo de una manera que le convenga más a sus intereses imperialistas. Abrieron los cuadernos de nuevo cuando recomendé “Los grandes retos de la nueva situación” de Bob Avakian.

Las charlas de noche eran extraordinarias y, a pesar de mis planes previos, terminé asistiendo a todas las que podía. Cada presentador era experto en su campo de estudio. Ted Glick, que trabaja con Climate Crisis Coalition y dio testimonio en la Comisión de Crímenes del Gobierno de Bush, habló sobre “La destrucción del medio ambiente por el gobierno de Bush”. Christina Page, vicepresidenta del Instituto de Acceso a la Salud Reproductiva de NARAL Pro-Choice New York y autora de How the Pro-Choice Movement Saved America, habló sobre los ataques fundamentalistas cristianos a los anticonceptivos y la educación sexual. David Lindorff (autor de The Case for Impeachment: Legal Arguments for Removing President Georgge W. Bush from Office),Stanley Rogouski (activista, fotógrafo y escritor para El Mundo No Puede Esperar) y yo dimos un foro sobre “Por qué los demócratas no van a pelear y por qué tú tienes que hacerlo”.

Fui a la charla de Esther Kaplan, autora de With God on Our Side. Me pareció que todos quedaron atónitos tras su presentación del grado de poder institucional que ha acaparado la derecha cristiana. Cuando le preguntaron si los ateos pueden criticar a los fundamentalistas, respondió firmemente: “Los medios de comunicación siempre tratan la derecha cristiana como un movimiento religioso y no como un movimiento político... pero es un movimiento político y deben aplicarse las mismas críticas que a cualquier movimiento político... Ustedes tienen todo el derecho de hacer comentarios sobre él. Autorícense como ateos”.

Otra voluntaria preguntó sobre el futuro para la mujer si no paramos este movimiento. Kaplan dijo que “oprimir a la mujer está en el núcleo de su programa”, pero sin embargo, el movimiento de la derecha cristiana depende tanto de la participación de la mujer que esa contradicción “puede ser una falla que contribuya a la autodestrucción del movimiento”.

Una noche, después de pasar el día en la exhibición sobre Darwin del Museo de Historia Natural, los activistas se juntaron en la universidad John Jay College para escuchar al Dr. David Kohn, el importante biógrafo de Darwin que ayudó a montar la exhibición. El Dr. Kohn delineó los aspectos básicos del descubrimiento de la evolución y analizó el conflicto entre ese descubrimiento y las perspectivas religiosas desde su época a la nuestra.

Señaló que Darwin, al demostrar que el ser humano es solo otro resultado más de la evolución, “quitó al ser humano del centro” del universo, pero que algo más fundamental es que cuestionó los conceptos de permanencia y de absolutos (por ejemplo, la perfección absoluta) que suelen ser esenciales en los sistemas de creencias religiosas.

Su énfasis en los hechos comprobados de la evolución y, aún más, en los errores de las perspectivas que la contradicen, provocó mucha discusión a lo largo de la semana. Al día siguiente, una joven que fue fundamentalista cristiana por más de una década comentó: “Tal vez es raro responder así a su charla, pero cuando dijo que no existe la perfección absoluta, sentí que se me quitaba un gran peso. Siempre nos han dicho que la mujer debe tener cierto aspecto, cierta clase de belleza, pero la perfección no existe”.

La primera noche vimos otro programa que estimuló ideas y dejó su sello en el resto de la semana. Vimos el documental Sir! No Sir!, que relata hechos históricos emocionantes y estimulantes que la mayoría de los voluntarios no conocían y que les hicieron evaluar su propio compromiso: que soldados estadounidenses, muchos de la misma edad que ellos, aceptaron riesgos personales increíbles para ser fieles a sus principios y oponerse a la guerra de Vietnam.

Generalmente los voluntarios, después de una mañana de desayuno y discusiones, se formaban en equipos para ir a diferentes partes de la ciudad y hablar con turistas y soldados, tenderos y vendedores ambulantes, punketos y profesionistas. Llevaban centenares de copias de la convocatoria de Sacar Corriendo al Gobierno de Bush, tablillas, botes para contribuciones y manojos de impresionantes carteles de la matanza de Haditha y de oposición a un ataque contra Irán. Muchas veces les sorprendió que poca gente, ya fuera en el barrio negro de Harlem, en el barrio de artistas de Chelsea o en otros lugares, sabía de la masacre de Haditha.

Muchos activistas se volvían más audaces cada día, alentados por la cálida recepción en la mayoría de los lugares y por su creciente conocimiento de los crímenes del gobierno de Bush. Un día, cuando llegaron un tantito tarde para volantear a los pasajeros de un barco que iba a la Estatua de Libertad, un voluntario de San Francisco les gritó las primeras líneas de la Convocatoria: “Tu gobierno está librando una guerra asesina ilegítima contra Irak, basada en mentiras, y tiene a otros países en la mira. Tu gobierno tortura, y lo defiende… Todo esto lleva a muchos a pensar en Hitler, y con razón”. Cuando terminó de leerla, los turistas, de todo el mundo, lo aplaudieron con entusiasmo mientras el barco zarpaba.

Hubo debates acerca de cómo analizar esa recepción cálida. Unos activistas estaban frustrados y dijeron: “Dondequiera que vamos, se alegran de que nosotros estemos haciendo esto, pero ellos necesitan hacerlo también”. Un punketo de un pueblo chico de Indiana respondió una mañana: “No saben qué suave es aquí. Traten de hacer esto en Indiana”. Comentó que mucha gente de los estados “rojos” tampoco quiere a Bush, pero no es fácil encontrarla y organizarla.

Se debatió mucho si “llegar a los de en medio” significa aguar el mensaje o si les debemos a todos una sacudida de la verdad; cómo deslindar el campo entre la religión y la teocracia; cómo convencer a la gente de que no debe depender de los demócratas para sacarnos de problemas, sin exigir que rompan con los demócratas para entrar al movimiento; y cómo hablar de una manera impactante y prender una resistencia masiva y sin precedentes y no dar la impresión, sin quererlo, de que “si no son radicales, no son invitados”.

Muchas cuestiones no se resolvieron y seguramente brotarán de nuevo al realizar, juntos con las personas que llegarán a conocer y movilizar, el trabajo para sacar corriendo a este gobierno. Así es como debe ser, porque hasta ahora nadie ha emprendido la clase de tarea histórica que esos jóvenes han asumido con El Mundo No Puede Esperar.

El último día, pude hablar con varios voluntarios antes de que se fueran. En el transcurso de la semana, todos habían cambiado los planes de su vida. En este grupito, todos decidieron participar en la Gira de camiones para desarrollar fuerzas para el 5 de octubre, o mudarse a Nueva York para trabajar en la Sede Nacional o ir a los conciertos de Warped Tour en todo el país y popularizar El Mundo No Puede Esperar.

Un voluntario dijo: “Sí tengo certeza moral. Vine porque pensaba que sabía lo jodida que está la situación, pero en realidad no tenía ni idea. Me da tanto coraje que mi gobierno torture, y si alguien me dice que no puedo ni debo responder, pues simplemente no acepto eso”.

Otra voluntaria estaba muy emocionada al describir todo el trabajo organizativo que había hecho en Texas antes de venir a Nueva York y lo chido que era conocer “a otra gente de mi edad que son como yo, que quieren dedicar su vida a algo importante. Almorcé hoy con los nuevos amigos que he conocido aquí y decíamos: ‘¿Cómo podría estar en clase hoy o en la casa pensando no más en un trabajo veraniego? Están eliminando los derechos de la mujer, están torturando. No voy a quedarme con los brazos cruzados, para nada’”.

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