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Revolución #69, 19 de noviembre de 2006

Fanáticos religiosos forman causa común contra los gays y las lesbianas

Los planes para un desfile de Orgullo Gay en Jerusalén recibieron amenazas mortales y represión oficial.

Al acercarse al 10 de noviembre, el día del desfile, en las comunidades judías ultraortodoxas aparecieron afiches anónimos que prometían $500 por cada persona gay o lesbiana de la marcha asesinada. Unos grupos tenían planes de tirar manzanas con hojas de afeitar contra los participantes.

Esa campaña reunió fuerzas fundamentalistas y ortodoxas de las tres principales religiones (el judaísmo, el cristianismo y el Islam) que ven a Jerusalén como una ciudad sagrada.

De los fundamentalistas judíos, los principales opositores fueron los partidos religiosos ultraortodoxos que exigen que toda la sociedad siga sus rígidas reglas retrógradas y opresivas. El rabino Yehuda Levin, de Brooklyn (Nueva York), se puso a la cabeza con declaraciones incendiarias como “Israel es la Tierra Santa, no es la Tierra Marica”. Invitaron a participar a clérigos islamistas palestinos que quieren imponer su versión reaccionaria de las leyes islámicas (sharía) en toda la población.

El rabino Shmuel Pappenheim (un vocero de las poderosas fuerzas ultraortodoxas Haredim) condenó el desfile de Orgullo Gay como una “provocación contra el Torá, la moral y la humanidad”. Por su parte, el jeque Tayseer Tamimi, el juez que encabeza el tribunal de sharía de Cisjordania y Gaza, dijo: “Esta marcha es parte de la campaña desaforada contra el Islam, la doctrina y los lugares sagrados”.

El jeque Ibrahim Hassan, de una mezquita de Jerusalén, dijo: “Hay que prohibirles a esos homosexuales su desfile y, es más, castigarlos y mandarlos a algún lugar aislado”.

Los reaccionarios judíos y musulmanes tenían planes de enfrentarse juntos en las calles a los gays y las lesbianas. Al aproximarse al 10 de noviembre, por las noches bloquearon calles e incendiaron tachos de basura en los vecindarios ultraortodoxos… y declararon que si el gobierno no prohibía el desfile gay, ellos lo harían con violencia.

Los teócratas judíos amenazaron atacar a los gays que marchaban en Jerusalén occidental, mientras que el jeque Tamimi prometió enfrentárseles en Jerusalén oriental.

Esta campaña recibió apoyo internacional. Shlomo Amar, el principal rabino sefardí de Israel, pidió personalmente la intervención del papa Benedicto XVI. En respuesta, el Vaticano (un estado abiertamente teócrata gobernado por la iglesia católica), pidió en una nota diplomática al gobierno israelí “ejercer toda su influencia” para cancelar el desfile. Razonó que la libertad de expresión no se debe extender a ofensas a los “valores religiosos”. (Solo hay que pensar en toda la gama de cosas que ofenden sus “valores religiosos” para ver que se trata de una lógica represiva de gran alcance).

Jerusalem Prayer Team, una coalición evangélica de Estados Unidos con importantes fascistas cristianos como Jerry Falwell y el escritor Tim LaHaye, también le pidió al gobierno israelí impedir el desfile.

Ben Yizri, un representante parlamentario de un partido religioso que forma parte de la coalición gobernante, declaró: “Creemos que a Dios le ofendería mucho” la marcha. En los vecindarios ultraortodoxos, los afiches decían que un desfile de Orgullo Gay podría provocar que dios desatara terremotos, guerras o la destrucción de Jerusalén (como supuestamente les hizo a los “sodomitas” antiguos).

Esta es la misma lógica anticientífica de la “cólera de dios” que propagan los fascistas cristianos de Estados Unidos. El reverendo Pat Robertson dijo que dios mandó que un huracán castigara a la ciudad de Orlando por tener un desfile de Orgullo Gay; otros pastores fascistas cristianos han dicho que el huracán Katrina fue el castigo de dios a la ciudad de Nueva Orleáns.

Días antes del 10 de noviembre, las autoridades municipales de Jerusalén prohibieron el desfile con el pretexto de las amenazas. Ya había tenido dos aplazamientos, un cambio de ruta, recortes en la ruta y condenas despiadadas. Al último instante, el gobierno municipal, dominado por fuerzas judías ultraortodoxas, simplemente lo canceló.

El rabino Levin declaró victoria: “Un grado de pureza ha regresado a Jerusalén”. Los reaccionarios atacaron a los gays y las lesbianas que trataron de marchar alrededor del estadio.

En un insulto final, la Suprema Corte de Israel permitió una marcha antigay. Desfilaron con vacas y caballos para demostrar que consideran infrahumanos a los gays y las lesbianas. ¡Esa “marcha de las bestias” recorrió las mismas calles prohibidas al desfile gay!

A pesar de todos los ataques y amenazas reaccionarios, el 10 de noviembre miles de personas celebraron un mitin en el estadio deportivo de la Universidad Hebrea en defensa de los derechos de los gays. El New York Times informó que había el doble de policías que de participantes. La policía acordonó una zona de un kilómetro alrededor del estadio para que no hubiera marchas. El Times informó: “Muchos participantes dijeron que no son gays sino partidarios de los derechos civiles en una reunión anual muy polémica en esta ciudad religiosa y conservadora”. Ese mismo día arrestaron a 30 activistas gays que intentaron marchar desde un parque de Jerusalén, y a cinco judíos ortodoxos que tenían navajas.

De los meses de confrontación y debate en Jerusalén se ve que, a pesar de sus discrepancias y hostilidad milenarias, esas fuerzas religiosas conservadoras y agresivas han encontrado una causa común para imponer tradiciones retrógradas, como la dominación de los hombres sobre las mujeres y el castigo severo a las relaciones íntimas de personas del mismo sexo.
 

 

 

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