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Revolución #72, 10 de diciembre de 2006

Militares en servicio activo piden retirarse de Irak

Entrevista a Jonathan Hutto (marinero) y a Liam Madden (sargento de la infantería de marina)

La situación en Irak es sumamente compleja, y muchas fuerzas y contradicciones volátiles se entrecruzan. Pero de una cosa no cabe duda: en la cúpula se está cimentando el consenso de que la situación ha llegado a un “punto crítico”, de que se podría avecinar una gran derrota estratégica (o un desastre) de graves consecuencias.

Como escribió Larry Everest hace poco en Revolución: “Los objetivos que motivaron la invasión de Irak se desprenden de las exigencias del capitalismo global de Estados Unidos, y de sus necesidades y oportunidades en el Medio Oriente tras el colapso de la Unión Soviética. Fue y es una guerra iniciada a fin de enfrentar agudas contradicciones para mantener y profundizar su dominación de la región. Lo que hace tan difíciles las alternativas que ahora tienen los imperialistas en Irak es que las actuales dificultades están entrelazadas con sus objetivos y surgen de ellos. La necesidad de lograr esos objetivos subraya lo difícil, por no decir imposible, que sería simplemente retirarse de Irak y por qué una derrota tendría repercusiones tan profundas”. (“Lo que está en juego en Irak—para ellos… y para nosotros”, Revolución #70, en revcom.us)

El informe de la Comisión sobre Irak (dirigida por el consigliere republicano James Baker y el consigliere demócrata Lee Hamilton), que se dará a conocer pronto, le dará recomendaciones a Bush para salir de la situación. El 2 de diciembre el New York Times informó que poco antes de que lo sacaran del Departamento de Defensa, Donald Rumsfeld indicó que se necesita “un gran reajuste” en Irak. Pero no está del todo claro cómo el gobierno cambiará (o no cambiará) su estrategia en Irak.

Para la clase dominante las dificultades, contradicciones y necesidades aumentan a diario.

Entre esos problemas se destaca la creciente oposición a la guerra, inclusive en las fuerzas armadas. El Pentágono calcula que unos 8,000 miembros de las fuerzas armadas se han ausentado sin permiso desde la invasión. Hace poco el ejército anunció que le hará consejo de guerra al teniente Ehren Watada, el primer oficial que desobedeció órdenes de ir a Irak. Ahora, un grupo de militares en servicio activo inició una campaña pública (“Recurso de queja”) que pide retirar las tropas de Irak y acabar la ocupación.

Hace poco entrevistamos a dos organizadores y cofundadores de la campaña: Jonathan Hutto es marinero y está en Norfolk, Virginia; Liam Madden es un sargento de la infantería de marina que está en Quantico, Virginia, y luchó en Haditha, Irak.

El “Recurso de queja” dice:

“Como patriotas americanos orgullosos de servir a la nación en uniforme, respetuosamente ruego a mis líderes políticos del Congreso que retiren de Irak a todas las fuerzas armadas y bases militares de Estados Unidos. Permanecer en Irak no dará resultados y no vale la pena. Es hora de que los soldados estadounidenses regresen”.

Los periódicos de la marina, el ejército y la infantería de marina han publicado artículos sobre el “Recurso de queja”, y está circulando en la internet. El 20 de noviembre, los organizadores dijeron que han verificado que unos 700 miembros de las fuerzas armadas lo han firmado.

* * * * *

Revolución: ¿Nos pueden explicar el propósito del “Recurso de queja”?

Jonathan Hutto: El propósito es darles a los militares de servicio activo, de la reserva y de la Guardia Nacional la oportunidad de expresar sus reservas y dudas acerca de la ocupación de Irak. Dice que la actual política oficial sobre Irak no sirve y que tenemos que convencer a los líderes políticos nacionales de retirar las fuerzas armadas. Eso es lo que propone. Los militares que están de acuerdo pueden expresar su opinión por medio de este proceso. A corto plazo esperamos contribuir nuestro grano de arena al diálogo, debate y discusión, e influenciar las decisiones que se tomen. A largo plazo, esperamos forjar una organización de militares de servicio activo que pueda abogar por ellos, especialmente por los soldados rasos.

Liam Madden: En última instancia el propósito es poner fin a la ocupación de Irak. Parece una meta muy elevada, pero si no proponemos algo así terminaremos con nada, ¿verdad? El propósito a corto plazo es recolectar varios miles de firmas y entregarlas al Congreso, para marcar la pauta de la nueva sesión. Esperamos que una de sus principales misiones sea el regreso de las tropas de Irak.

Revolución: ¿Nos pueden hablar de sus experiencias, por qué se alistaron y del proceso que los llevó a lo que están haciendo ahora?

LM: Con frecuencia me hacen esas preguntas. Quieren que conteste que me pasó algo muy traumático en Irak, pero no es así. Cuando fui a Irak estaba en contra de la guerra y cuando salí lo mismo. Desde el comienzo he sido opositor, así que no me pasó nada para cambiar de opinión. Es una posición que podría adoptar cualquier estadounidense si estudia la situación. Por ejemplo, “¿dónde están las armas de destrucción masiva?, o ¿nos amenazaba Irak?”, o sea, con un vistazo crítico. Hay otros factores también, como ¿por qué pasamos por alto la voluntad del pueblo iraquí? ¿Por qué nos quedamos si solo atiza la violencia? Es algo que debe ver cualquier estadounidense. Es una coincidencia que soy infante de marina, y es una gran oportunidad de tener una tribuna.

La historia que nos enseñan en la escuela y en los medios dice que Estados Unidos siempre defiende el bien, aunque a veces se equivoque. Los escritos de Howard Zinn me han influenciado mucho. Básicamente soy una persona independiente y por eso reconozco que no siempre somos los buenos, sino que muchas veces nuestra política exterior tiene metas que no se ven en la superficie. Por ejemplo es obvio que lo de las armas de destrucción masiva tenía otro propósito. Hablaban de vínculos al terrorismo, pero había algo más. Ahora dicen que “hay que promover la democracia”. Eso es algo muy válido. Saddam Hussein era un tirano malvado y está bien que ya no está. Pero tienen otras intenciones, fuera de sus declaraciones que parecen tan rectas; esa es una de las principales razones para oponerme a la guerra.

JH: En cuanto a mis experiencias personales, es interesante porque muchas veces me preguntan si me pasó algo que me abrió los ojos. No es lo que nos preguntas tú, pero es una pregunta ingenua porque supone que todos los militares son firmes defensores del statu quo. No es cierto. La mayoría de los que se alistan lo hacen por razones económicas. Las reservas y dudas que tengo acerca de la guerra de Irak las tenía cuando me alisté, igual que muchos más. Nos alistamos por una variedad de razones, a veces para resolver problemas personales, pagar deudas, estudiar, etc.

En cuanto a mis creencias personales, me crié en Atlanta, Georgia, después del movimiento de derechos civiles, en una familia y una comunidad, y por instituciones como la escuela, la iglesia y la YMCA cerca del King Center, donde está la historia y el legado del Dr. Martin Luther King. Por eso me inculcaron el principio de la paz y la justicia, de que deben reinar la igualdad y la justicia. Es una parte de mi ser, no importa si soy militar, maestro o empleado de una gran compañía. Siempre tengo esa idea.

No cabe duda de que en las fuerzas armadas me han pasado cosas que me han signado. He sufrido hostigamiento racial y xenofobia de mis compañeros e intolerancia de parte de la cadena de mando. Pero respondimos de manera apropiada. En la costa de Irak, un marinero me mostró un lazo con un nudo corredizo, como si el linchamiento fuera broma y no una historia brutal en este país… Pero el suboficial ya no lo es. Lo degradaron y lo restringieron al barco durante 30 días. Eso es parte de la cultura de las fuerzas armadas. Lamentablemente es una institución salpicada de racistas, machistas y xenófobos.

He tenido esa clase de experiencias en las fuerzas armadas desde hace casi tres años. Pero debido a mis experiencias, a mi juventud en Atlanta, a mis estudios en la Universidad Howard, una universidad donde se han educado generaciones de negros y donde fui activista, y a mi trabajo con la Unión Americana de Libertades Civiles y Amnistía Internacional, sé luchar y presentar mis posiciones. No me enseñaron a ser obediente o servil a la autoridad. En nuestra tradición, el Dr. King nos enseñó que hay leyes morales y leyes inmorales, y que es una obligación desobedecer las inmorales. Si el orden imperante permite que alguien te ponga un lazo con un nudo corredizo en la cara, hay que desobedecer; esa es mi tradición.

Revolución: ¿Cómo tomaron la decisión de organizar el “Recurso de queja”?

LM: No sé si sabes cómo nos conocimos. Hablé es una reunión en Norfolk y Jonathan me pidió mi dirección de correo electrónico. Me escribió al mes y me preguntó: “¿Quieres participar en un movimiento que permita expresarse a los militares que se oponen a esta guerra?”. De eso no me cabía duda. Ya me oponía a la guerra y creo que uno tiene que ser consecuente de palabra y de acción. Es una obligación como ciudadano. Nos pusimos a pensar cómo hacerlo, Jonathan hizo gran parte de la investigación, y así empezó.

JH: Cuando estuve en Irak, un compañero me envió el libro Soldiers in Revolt (La rebelión de los soldados), de David Cortwright, que fue soldado de 1968 a 1971. Escribió el libro en 1975 y es la crónica de mayor autoridad del movimiento de los soldados contra la guerra de Vietnam. Es la historia de los militares de servicio activo, del ejército, la marina y la infantería de marina, que eran militantes de ese movimiento.

Leí esa historia y me pregunté: “¿Cómo podemos los militares de servicio activo hacer lo mismo en el contexto actual? ¿Cómo se puede hacer legalmente y de manera constructiva?”. Empezamos a investigar, y en el proceso encontramos una ley que dice que los militares, sin permiso de los comandantes, pueden comunicarse con los congresistas sin temor a represalias.

Así que nos propusimos ponerla a prueba. Desafortunadamente, hay quienes creen que los militares no deben participar en el proceso político, lo que a nosotros nos parece que sería existir en un orden fascista. Se dice que esta es una democracia, así que debemos participar. ¿No es eso la democracia, un gobierno del pueblo y para el pueblo?, y los militares son ciudadanos. Así que la pusimos a prueba.

Revolución: Jonathan, en un artículo te citan hablando de un recurso similar durante la guerra de Vietnam y mencionaste que había mucha oposición, como se ve en la película Sir, No Sir

JH: La vi.

Revolución: En vista de esa experiencia, ¿cómo ves la oposición de los militares ahora y, además, cuál es su papel para ponerle fin a la guerra de Irak?

H: No hay comparación. En ese entonces había un movimiento masivo, un movimiento esencialmente espontáneo, pero masivo. En los años 60 especialmente, el disentimiento y la resistencia eran parte de la cultura del país. Adonde fueras, te afectaba esa cultura de disentimiento: en las fuerzas armadas, la universidad o el trabajo. En el verano del 67 ardieron ciudades por todo el país. Luego el verano del 68 y la Convención Nacional del Partido Demócrata también se destacan. En la primavera asesinaron al Dr. King y Estados Unidos ardió. Luego Robert Kennedy, gustárate o no, su asesinato también provocó conmoción. Así que por todos lados estaba ese movimiento. En el 69 se dio Woodstock. El movimiento afectaba a todos.

Pienso que hoy, aunque hay protestas masivas, por ejemplo la coalición ANSWER y otras han hecho mucho, no hemos podido crear una cultura de disentimiento en el país. Además, en los años 60 había servicio militar obligatorio, que afectaba a todos los sectores sociales. Teníamos situaciones como la del actual presidente (no puedo hablar mal de él, por reglas del Departamento de Defensa) que se inscribió en la Guardia Nacional de Texas. Afectaba a todos. Hoy no hay servicio obligatorio, hay un ejército voluntario, compuesto de hombres y mujeres de las márgenes de la sociedad, de esos sectores de la sociedad que a nadie le interesan. Eso es adrede, porque la gente no valora lo que piensa que no tiene valor. Esa es la diferencia, esa es la diferencia fundamental.

Con respecto a cómo crear un movimiento masivo: pienso que cuanto más nos quedemos en Irak, cuanto más tengan que regresar los militares por tercera o cuarta vez, cuanto más la gente pierda a sus seres queridos…. ver lo que está pasando en Irak y el deterioro de sus comunidades aquí, eso va a crear más frustración e inquietud, y la gente empezará a hacer algo.

Lo que estamos haciendo es legal y constructivo. Pero yo sé que cuando los medios legales y constructivos no dan resultados, la gente empieza a buscar alternativas. Pero lo que nosotros estamos haciendo es legal y constructivo.

Revolución: Con respecto a desarrollar ese tipo de movimiento y esa actitud, ¿cómo ves la situación?

JH: Para mí la actitud ya existe. No conozco muchos partidarios firmes de la guerra de Irak. No es la actitud lo que hace falta, sino la chispa y el catalizador que la pongan en marcha. Podría ser un asunto específico, pero para mí el polvorín ya está. Pero tiene que pasar algo que ponga las cosas en marcha. Las elecciones de hace dos semanas para mí son un ejemplo de que la actitud ya está. Pero el que la actitud esté ahí y quién la aproveche son dos cosas distintas. La actitud por todo el país es que lo que está pasando en Irak no está bien, que no le conviene a la mayoría de la ciudadanía, pero ¿quién aprovechará esa actitud, la población o el Partido Demócrata? Esa es la pregunta.

Revolución: Parece que el voto fue tanto en contra de la guerra como del rumbo de la sociedad. Mucha gente quería un cambio. Pero ese no es el plan de los demócratas.

JH: Creo que mucha gente debe captar eso. Porque mira, nuestra iniciativa no es partidista y no lo es por una razón. Sabemos que la ocupación de Irak no fue una ocupación republicana. Fue una ocupación que se hizo por acuerdo de los dos partidos, y no vamos a permitir que los que votaron por la guerra ahora de repente digan que siempre han estado en contra de la ocupación. La aprobaron. Mira a John Murtha, que en la Cámara de Representantes es como un héroe contra la guerra. La apoyó al principio. Eso es algo que no debemos olvidar.

Revolución: ¿Cómo es la amplitud y el carácter de la oposición a la guerra de Irak en las fuerzas armadas?

LM: Pienso que en la infantería de marina, que es la rama más conservadora, un tercio se opone a la guerra y quiere que nos salgamos; otro tercio la apoya; y otro está en el medio y piensa que no debemos estar ahí pero que si nos salimos se va a armar un infierno. O simplemente no tienen opinión; para ellos es simplemente un oficio. Ese tercio del medio podría ir con cualquier de los dos.

JH: Para mí es bastante amplia. No hay apoyo abrumador a lo que está sucediendo en Irak. No hay mucho entusiasmo de ir a Irak a pelear. Van porque están obligados, por ley, a ir. Tienen familia, esposa e hijos que mantener y cuentas que pagar. Ese es su trabajo. Están protegiendo su manera de vivir y de ganarse la vida. Si quieren regresar a la familia, no meterse en problemas y cumplir con sus obligaciones, lo tienen que hacer. Para mí es más una obligación y necesidad económica que una ideología.

Revolución: Hay oposición, como el caso del teniente Watada y miles más que están ausentes sin licencia.

JH: Como dije antes, para mí la actitud existe. Se necesita encontrar una manera de expresar las inquietudes. Para empezar, tienen que saber que sus inquietudes cuentan. Sin lugar a dudas tienen inquietudes, tienen puntos de vista, tienen ciertas reservas, tienen ciertas dudas, como se ve a través de nuestra iniciativa y cosas que mencionaste, como los militares que están ausentes sin licencia o han desertado, aunque no estamos pidiendo que hagan eso. Los militares tienen que saber que hay maneras de expresar su energía y nosotros tenemos la obligación de organizar esa energía. Pero con respecto a los sentimientos y el nivel de sentimientos, pienso que eso ya está dado, lo que hace falta es organización. Los militares tienen que saber que pueden participar y que se pueden hacer escuchar y que la dirección política les hará caso.

Revolución: Con respecto a los sentimientos de los militares y de ustedes, ¿cómo ven la situación doméstica, lo que está haciendo el gobierno de Bush? ¿Cómo ven la Ley de Comisiones Militares, que legalizó la tortura y anula el hábeas corpus, y todo el espionaje que realizó la Agencia de Seguridad Nacional y la dirección en que el gobierno está encaminando a la sociedad?… ¿Qué piensan de todo eso? ¿Es algo de lo que los militares hablan?

JM: Los reglamentos del Departamento de Defensa no me permiten hablar mal del comandante en jefe, pero lo que sí te diría es que a mí me preocupan todas las cosas que mencionaste. A mí me preocupa la corrosión de las libertades civiles y los derechos civiles, la corrosión de la Carta de Derechos. Pienso que uno de los primeros temas que debe abordar el Comité Judicial de la Cámara en la próxima sesión es la Ley Patriota. Para mí, y creo que para muchos otros, todas las cosas que mencionaste son primordiales. No lo puedo decir a ciencia cierta, pues no he realizado una encuesta al respecto, pero pienso que todos esos temas son primordiales.

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