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Revolución #73, 17 de diciembre de 2006

Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad

Análisis materialista del estado y su relación con la base económica subyacente

Primera parte

Revolución está publicando una serie de ensayos y charlas de Bob Avakian, presidente del PCR, EU, sobre temas y contradicciones de la transición socialista al comunismo. Estos materiales abordan a fondo una amplia gama de interrogantes, como la epistemología y el método; la teoría del estado; la dictadura y la democracia en la sociedad socialista; las formas del nuevo poder estatal; el papel de las clases y los sectores intermedios entre el proletariado y la burguesía en la nueva sociedad, y la política hacia ellos; la importancia del disentimiento; el punto de vista comunista sobre el arte; la orientación general de “núcleo sólido con mucha elasticidad”; y muchos otros interrogantes del proceso de forjar una sociedad encaminada al comunismo y una sociedad vibrante donde se quiera vivir.

La entrega de esta semana es del ensayo "Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad", una charla que dio Bob Avakian a un grupo de militantes y partidarios el año pasado (2005). La sección titulada "ANÁLISIS MATERIALISTA DEL ESTADO Y SU RELACIÓN CON LA BASE ECONÓMICA SUBYACENTE" salió en Revolución #42 (9 de abril de 2006). Esta es la primera parte; la segunda parte saldrá en el próximo número.

Los lectores encontrarán "Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad" en la internet en http://revcom.us/chair_s.htm

Bueno, a partir de lo que hemos dicho hasta ahora, quiero regresar a la cuestión de UN ANÁLISIS MATERIALISTA DEL ESTADO Y SU RELACIÓN CON LA BASE ECONÓMICA SUBYACENTE.

El estado es, en esencia, un instrumento de dominación de clase y de opresión de una clase

Primero que todo, ¿qué es el estado? En las teorías posmodernistas, que se expresan en ciertas tendencias izquierdistas, se oye decir: “el estado tiene agencia”. Esa es una forma pomposa de decir que el estado no es un instrumento de dominación de clase sino una institución que puede ser influenciada por distintos grupos de la sociedad, dependiendo de cuánta presión ejerzan sobre él. Obviamente eso es un punto de vista reformista, no revolucionario, y lleva a un programa reformista, no revolucionario. Esta noción de que el estado se puede influenciar y llevar a actuar así o asá, de que no es algo inalterable, de que se puede llevar a tener un carácter distinto y a desempeñar un papel distinto, dependiendo de quién tenga más influencia, es la vieja visión revisionista del estado que ahora se expresa en lenguaje “posmodernista”.

Pero para hacer una revolución y transformar la sociedad, para entender cuál es el problema y cuál es la solución, es esencial hacer un análisis materialista de la naturaleza y el papel del estado. Así que adentrémonos en esto: ¿qué es el estado, cuál es su carácter esencial y su papel esencial?

Engels, en El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, planteó el resumen muy conciso, con mucho materialismo histórico, de que el estado es un instrumento de dominación de clase, un instrumento de opresión de una clase a las otras clases que domina, y que surge de la división de la sociedad en clases antagónicas, en explotadores y explotados, y es una manifestación de esa división.

Por otra parte, en el libro Democracy: Can’t We Do Better Than That? (Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr), cité la afirmación de Raymond Lotta de que el estado es una manifestación de una determinada división de funciones en la sociedad. Eso le da al estado su carácter particular de clase. Mejor dicho, el estado en general tiene el carácter y el papel de ser un instrumento de opresión de una clase (o un instrumento de dictadura), pero ser una manifestación de una determinada división de funciones en la sociedad manifiesta el carácter particular de un estado dado. En un sentido fundamental y amplio, podemos decir que el estado es una manifestación de las relaciones de producción de la sociedad; las refleja y a su vez las refuerza. Con una excepción: el estado proletario, que fuera de reflejar y reforzar, busca ser un instrumento de mayor transformación de las relaciones de producción y las relaciones sociales de la sociedad. Esa es una de las cosas que da al estado proletario un carácter cualitativamente diferente a todas las formas previas de estado.

La dictadura proletaria se propone la abolición de las clases junto con las otras “4 Todas”. Busca acabar (no por exterminio físico, como dice la caricatura usual, sino por la transformación de la sociedad) las clases y su base material: busca acabar la burguesía; busca acabar la pequeña burguesía; y busca acabar el mismo proletariado. Como dije en una conversación con unos camaradas, de esas tres clases a la única que no le importa eso es al proletariado. [risas] Las otras dos clases no quieren desaparecer (eso no quiere decir que la dictadura del proletariado también se ejerce sobre la pequeña burguesía; esa es otra cuestión). Lo que quiere decir es que hay que transformar las circunstancias y las personas para que dejen de existir no solo la burguesía sino también la pequeña burguesía y, es más, el proletariado. Pero el proletariado es el único que quiere hacer eso, en términos sociales amplios.

Si entendemos el papel del estado y recordamos lo que decía de por qué queremos el poder estatal, podemos entender mucho más profundamente la verdad y la realidad de que sin el poder estatal todo es ilusión, hablando de transformar la sociedad de una forma fundamental y cualitativa, hablando de eliminar la opresión y la explotación que agobia a la mayoría de la humanidad, y la pesadilla que es. Hace poco leí unos artículos del Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar1, irónicamente fechados el 4 de julio de este año, dos en especial: uno sobre globalización, la reunión de los jefes de estado de los principales países industriales y la demanda de eliminación o reducción de la deuda; y otro sobre África, sobre el Congo. Si alguien no los ha leído, debe leerlos y vale la pena leerlos más de una vez porque retratan con suma claridad las terribles condiciones en que viven las masas bajo la dominación del imperialismo y de los agentes locales del imperialismo en esos países. En el Congo, en la última década, han muerto de 3 a 5 millones de personas en guerras internas en que ningún bando representa nada positivo para la liberación del pueblo. Hay toda clase de fuerzas militares, a veces pandillas organizadas por las corporaciones y consorcios capitalistas para luchar contra sus rivales por el saqueo y robo de los minerales y recursos. Me recuerda la vieja canción de Peter Tosh “Fight Against Apartheid” (Lucha contra el apartheid): “Se roban mis diamantes para financiar sus misiles balísticos”. Eso es lo que ocurre de la forma más horrible. Eso es lo que pasó en Zaire por 40 años, cuando se llamaba Zaire, cuando mataron a Lumumba y estalló una guerra civil, y los imperialistas impusieron a Mobutu. Y es lo que pasa ahora muy agudamente: millones han muerto en esta década en esa parte del mundo, no de hambre, como en Níger y otras partes de África; mueren en guerras intestinas, guerras reaccionarias, organizadas por los imperialistas e inclusive por las compañías y los consorcios que roban el país.

Si uno es marxista y ve eso, dirá: “qué urgente necesidad hay del poder estatal proletario en esos países”. La gente sufre esos horrores porque no ha hecho una revolución y no tiene el poder estatal proletario. Que critiquen el estado como institución todo lo que quieran, pero, carajo, ¡pongamos una dictadura proletaria y que la critiquen después! Como he dicho varias veces, por ejemplo en la entrevista que me hizo Michael Slate2, primordialmente hay que encomiar el estado proletario, aunque le hagamos críticas. Esa es otra unidad de contrarios: defender y encomiar el estado proletario por un lado, y criticar sus deficiencias por el otro. Si uno entiende eso como marxista, como comunista, ve la urgente necesidad del poder estatal para acabar con los horrores que sufre la gente. En esas guerras del Congo contraponen a tribu contra tribu, a que se maten. Inclusive lo que sucedió en Ruanda está relacionado con la red de relaciones imperialistas y la batalla entre los rivales imperialistas, por más que estos lloren lágrimas de cocodrilo y lo aprovechen para inclinar la opinión pública mundial a favor de sus intervenciones por todo el mundo. Ahora están haciendo eso con Nepal (a lo que volveré más adelante): “Nepal podría ser otro Ruanda, otro Camboya; la humanidad no lo puede permitir, no puede permitir que esa sociedad caiga en el caos y que se maten unos a otros”. En estos momentos están influenciando la opinión pública en esa dirección ante la perspectiva de que triunfe la revolución maoísta en Nepal. Pero en África el horrendo sufrimiento de la gente es muy vívido y real porque no hay un estado proletario. Bueno, cuando nazca un estado proletario, tiene que vérselas en el terreno militar con los imperialistas y otras fuerzas reaccionarias, pero sin el poder estatal proletario, sin poder reorganizar la sociedad y proporcionarle a ese estado una fundación material, a la vez que se transforma la sociedad y se apoyan luchas revolucionarias en otras partes del mundo, el pueblo no tiene la menor posibilidad.

De nuevo: Sin el poder estatal, todo es ilusión

Viendo esto como comunistas, salta a la vista cuánto sufre el pueblo porque no tiene el poder estatal proletario, porque tiene otras clases de poder estatal reaccionario y porque lo lanzan a matarse entre sí para beneficio de los que detentan otras clases de poder estatal y trabajan al servicio del imperialismo, la opresión y la explotación. Lo mismo sucede en vastas partes del mundo y en el mundo en general; y no se puede hacer nada al respecto sin el poder estatal proletario. Vaya, yo siento un respeto enorme por los que se unen a Médicos sin Fronteras, pero se queman muchísimo porque los problemas son inmensos y crecen de manera exponencial mientras que tratan de hacer algo…porque los pueblos no se han zafado del sistema imperialista y establecido un poder estatal proletario. Este sufrimiento continuará y empeorará hasta que eso suceda. Cuando uno ve esto y lo entiende, no refractado por un prisma burgués o revisionista, cuando se ve con un análisis comunista, salta a la vista la urgente y apremiante necesidad de la revolución proletaria y el poder estatal proletario. Sí, esta revolución tiene que pasar por distintas fases. Pero en esencia, y a fin de cuentas y fundamentalmente, nuestro objetivo tiene que ser la revolución proletaria y el poder estatal proletario, como primer salto hacia la meta final de un mundo comunista. Hemos tenido todas las otras clases de estado, y los imperialistas han usado la experiencia con todas esas clases de estado para reforzar la idea de que, después todo, su dominación e inclusive su colonialismo directo es la única opción para África y otras partes del tercer mundo. “Miren lo que han hecho desde que se independizaron”, dicen, negando el hecho real de que esos países nunca han tenido independencia. Mobutu: ¿eso es independencia?

Si quieren entender por qué “sin poder estatal todo es ilusión”, repito: piensen en todas las cosas que detestan, que deben detestar, que los convencieron de ser comunistas porque se dieron cuenta de la enormidad de esto y de que no hay otra forma de lidiar con esto dentro de los confines de este sistema. Todas las infamias que aumentan y aumentan sin que puedan hacer nada, en sentido fundamental, porque no existe el poder estatal proletario, porque la idea de hacer algo al respecto sin el poder estatal es, en realidad, apenas una ilusión.

Después de las elecciones del 2004 y del prominente papel que desempeñaron los fundamentalistas fascistas cristianos en la “reelección” de Bush, el escritor religioso Jim Wallis se puso a decir (y recibió apoyo de sectores de la clase dominante) que la única oposición viable a ese fascismo cristiano es una oposición que tiene mucho en común con él, que tiene muchos de los mismos apuntalamientos religiosos, aunque quiera darle una apariencia un tanto distinta. Como señalé en Predicando desde un púlpito de huesos3 hace años, aunque Wallis reconozca y condene, o por lo menos lamente, el sufrimiento de las masas por todo el mundo, su labor ha sido predicar reconciliación entre opresores y oprimidos, y promover la reforma dentro del sistema y las relaciones de opresión y explotación de Estados Unidos y del mundo. Wallis sostiene que la reforma, no la revolución, es la única forma de gestar un cambio positivo; critica abiertamente el comunismo y acepta y repite las calumnias y distorsiones más crasas de la experiencia histórica de la sociedad socialista y del movimiento comunista. En The Soul of Politics, un libro que escribió la década pasada (ahora tiene otro libro: God’s Politics), da ejemplos para demostrar que la reforma, la reconciliación y el cambio pacífico son la esperanza (la única esperanza, a su parecer) de mejorar el sufrimiento de las masas. Un ejemplo que da es de Brasil; no sé si es cierto o no, pero supongamos que lo es y miremos su contenido: a unos campesinos los estaban expulsando de sus tierras y llamaron a las esposas de los senadores (miren las relaciones sociales) y, en versión moderna de Lysistrata,4 ellas presionaron a sus esposos, los senadores, para que intervinieran y no dejaran echar a esos campesinos. Wallis dice muy entusiasmado que este es un paradigma, un modelo, de cambio. Bueno, yo me puse a investigar (recuerden, hay que trabajar) [risas] lo que pasaba en Brasil en esa época y, durante el lapso de 10 a 15 años del que Wallis habla, expulsaron de sus tierras a 15 millones de campesinos. Si aceptamos que el relato de Wallis es cierto y que a esos campesinos no los expulsaron, miremos el cuadro general. Primero, esos campesinos, la mayoría, seguramente ya no están en sus tierras. Inclusive si permanecieron en ellas como un pequeño foco por un tiempo, en ese mismo período 15 millones de campesinos acabaron en pueblos y favelas. Seguramente muchos de ustedes vieron la película “Ciudad de Dios” y en general saben en qué condiciones viven los campesinos que llegan a la ciudad. Brasil tiene sus relucientes fachadas y enclaves, pero en el campo y en las favelas hay una terrible pobreza y la gente cae en conflictos, arma pandillas y se mata entre sí por un capitalismo extraoficial. Eso es lo que pasa sin un poder estatal proletario. Eso es lo que ha sucedido por décadas porque no ha habido poder estatal proletario.

Lo mismo pasa en Estados Unidos. Miremos lo que ha pasado porque no hemos tenido poder estatal proletario: el crecimiento de horribles problemas económicos y sociales; la difusión del fundamentalismo religioso entre las masas básicas; la asfixia de las masas con opresión e ignorancia deliberadamente inculcada… porque no pudimos hacer la revolución, en especial durante el gran repunte de lucha de los años 60, con su efervescencia y vientos revolucionarios. No responsabilizo principal y esencialmente a los que nos hicimos revolucionarios en esa época, pero el hecho es que debido a que, por una combinación de razones, la revolución no estalló y debido a que no tomamos el poder proletario, miren lo que ha sucedido en el mundo y en Estados Unidos por décadas. Pensar que todo eso se puede cambiar sin el poder estatal proletario y que se puede encontrar otra manera de aliviar el sufrimiento de las masas, y ni hablemos de eliminarlos, es la más absurda y dañina de las ilusiones.

Para lo que sirve la coacción

Hablando del poder estatal y de lo que se puede hacer con él, quiero hablar específicamente del elemento de coacción y de lo que se puede hacer con él. Esto se relaciona con el punto de las “restricciones” que planteó un camarada y que mencioné antes: todas las restricciones no son malas. Veamos. He citado este ejemplo, de otro camarada, sobre la película “Remember the Titans”. No es sobre la dictadura del proletariado, pero es sobre un importante cambio social en el cual el poder estatal impulsó las reformas liberales de la época. Para los que no recuerdan o que no vieron la película, es sobre una ciudad de Virginia a principios de los años 70 donde acaban la segregación de una prepa y del equipo de fútbol, y al entrenador blanco, que había ganado muchos trofeos, lo remplaza un entrenador negro, de una escuela negra. ¿Qué hubiera pasado si se les hubiera dicho a los blancos, a los padres de los estudiantes de esa prepa blanca: “Hagamos una votación democrática? ¿Cuántos quieren eliminar la segregación de la escuela; cuántos quieren que se integre el equipo de fútbol; cuántos quieren un entrenador negro?”. ¿Están locos? [risas] Pero como se planteó una necesidad que confrontar, como se ejerció esa coacción, se creó una fundación diferente para cambiar la mentalidad de esa comunidad; y también, se creó un terreno más favorable para que los elementos avanzados se destacaran, para que no los sofocaran. Los elementos del equipo de fútbol, primero, y después los elementos de la comunidad que estaban a favor pero temían decirlo, o que cambiaron de parecer, pudieron tomar la iniciativa porque ese era el terreno.

Aquí se ve el valor de la coacción. Toda la coacción no es mala. Del mismo modo que nunca habrá una sociedad sin necesidad, tampoco habrá una sociedad sin coacción, inclusive cuando no haya poder estatal ni coacción política, en ese sentido, y una parte de la sociedad no ejerza una dictadura sobre las otras. Pero aun así habrá necesidad y, de modo afín, nunca se eliminará enteramente la coacción. Todos los miembros de la sociedad no harán todo lo que quieran todo el tiempo, ni siquiera en la sociedad comunista. La diferencia es que en la sociedad comunista los individuos se someterán voluntariamente a esa situación por el bien común que entienden conscientemente, porque entienden que “esta vez no haré lo que quiera, pero en el contexto general esto es mucho mejor para todos y, por lo tanto, mucho mejor para mí”.

Veamos otro ejemplo. En estos momentos hay una gran controversia sobre la evolución. La única razón de ser de esa controversia es que un sector de la clase dominante, un sector poderoso, ha decidido que le conviene mellar la aceptación de la población general de la evolución como un hecho científico. Bueno, dejarán que unos científicos hagan su trabajo basado en la evolución. ¿Recuerdan el libro y la película Handmaid’s Tale (El cuento de la criada). La sociedad vivía bajo una moral de hierro, pero los miembros de la élite gobernante tenían clubes con prostitutas y todo lo demás. Es una analogía detestable, pero si logran imponer que en las clases de ciencias se enseñe que la evolución no es un hecho científico, dejarán que los científicos hagan el trabajo que la burguesía considera necesario y ellos se dirán entre sí: “Claro, sabemos que la evolución es verdad; no podríamos hacer nada si no lo fuera”. Pero a la población general quieren diseminarle otra ideología; no es solo replantear la evolución y si es verdad o no, sino replantear la definición de ciencia de modo que tenga elementos teístas y sobrenaturales, lo cual, por definición, acaba la ciencia. [Con una voz satírica:] “Estamos en la superficie de la Tierra por la fuerza de la gravedad o porque dios lo quiere. No sabemos cuál. Hay que enseñar las dos explicaciones en las escuelas. ¿O quieren suprimir las ideas y no dejar que todos tengan la oportunidad de decidir por su cuenta?”. [risas]

Hablando con una camarada sobre la evolución, dijo: “Si en este instante me pidieran una prueba del hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol, no podría darla. Tendría que ir a estudiar y regresar con la información, pero acepto este hecho porque la comunidad científica ha determinado por siglos que es verdad, se ha comprobado a satisfacción muchas veces y concuerda con lo que sabemos de la realidad. ¿Existe la posibilidad teórica de que se equivoque? Sí, pero no parece ser así”. Los científicos no debaten y, en este momento, la sociedad en general no debate si la Tierra es el centro del universo y si el Sol gira alrededor de ella, o si la Tierra es parte de un sistema solar y gira alrededor del Sol. Pero la camarada agregó: “Sin embargo, si a un sector de la burguesía le conviniera, podría generar ese debate (si la Tierra gira alrededor del Sol) tal como lo están haciendo con la evolución. Los científicos no lo dudarían, pero se podría crear una controversia en la sociedad por motivos políticos si un sector de la clase dominante viera que le conviene”.

Se está dando una lucha política, una lucha de clases fundamentalmente, en el campo de la epistemología; es una lucha política sobre epistemologías opuestas. Es una lucha compleja y no se da en términos de comunismo versus otras ideologías. Es básicamente la ciencia y la Ilustración contra lo que se opone a eso. Es otra de las complejidades con que tenemos que lidiar.

La única razón de que exista una polémica sobre la evolución en Estados Unidos es que un sector de la clase dominante quiere fomentar una epistemología diferente al servicio de un programa político, social y económico que es abiertamente reaccionario. Los científicos no polemizan sobre la evolución: la abrumadora mayoría de los científicos, especialmente del campo de la biología, reconocen que la evolución es una de las verdades más fundamentales de toda la ciencia. Esencialmente, los científicos no han debatido este hecho por más de cien años y la ciencia lo ha verificado. Pero se está fabricando una controversia con fines políticos. Bueno, el poder estatal y la coacción también sirven para esto: el proletariado toma el poder y en las escuelas se enseña evolución. [risas] Punto. [risas] Nada de que “florezcan ideas” sobre si la evolución es verdad o si todos somos el producto de un gran diseñador. Eso está resuelto. Ahí está. Es parte del currículo de la sociedad socialista. La evolución es un hecho que ha establecido la ciencia y se va a enseñar, punto.

Este es un ejemplo de por qué es importante tener el poder estatal y es un ejemplo de un aspecto positivo de la coacción: usar el poder estatal para dar por sentados principios que concuerdan con la realidad y que corresponden a los intereses de las masas populares y en última instancia de la humanidad. Hay que dar por sentadas ciertas cosas o no se podría hacer nada ni avanzar. ¿Quiere decir eso que no queremos que haya cuestionamiento intelectual sobre toda clase de cosas? Por supuesto que no. Y si se presentara una prueba (prueba científica, derivada de la aplicación del método científico) de que la evolución no es un hecho, habría que reconocerla. Pero todo no se puede “debatir” todo el tiempo; no se haría nada y la sociedad no funcionaría. Así será en la sociedad socialista, cuyo principio fundamental es habilitar a las masas a conocer y cambiar el mundo cada vez más conscientemente y de acuerdo a sus intereses, y avanzar al punto en que las divisiones de clases y los instrumentos de opresión de clase no obstruyan y distorsionen el proceso de que la humanidad conozca y cambie el mundo para beneficio de todos. Tiene que haber un núcleo sólido, así como mucha elasticidad, pero si se echa todo al aire en la sociedad socialista, la burguesía recuperará el poder muy rápidamente.

¿Por qué no se enseñan “dos teorías alternativas” de epilepsia en las escuelas: la que la ciencia médica ha descubierto sobre las causas materiales de la epilepsia y la que dice que la epilepsia es posesión de demonios? [risas] Vaya, hay que tener en cuenta que la sátira de hoy es la horrible realidad de mañana. En las charlas sobre religión he dado el ejemplo de la epilepsia, de que Jesús se equivocó con la epilepsia: la Biblia dice que Jesús curó la epilepsia expulsando un demonio. Bueno, si es conveniente en lo político para un sector poderoso de la clase dominante, es posible que se abra un debate [con voz sarcástica]: “Bueno, hay explicaciones alternativas de la epilepsia. Unos creen que se debe a los mecanismos eléctricos y químicos del cerebro, pero esa teoría tiene muchos puntos débiles. [risas] Otros se están dando cuenta de que quizá, después de todo, se debe a posesión demoníaca”. [risas] ¿Por qué no enseñamos eso en las escuelas? No, no debemos hacerlo porque no es verdad; se ha demostrado científicamente que no es verdad. Del mismo modo, se ha demostrado científicamente que la evolución es verdad y que el diseño inteligente no es una explicación verídica del surgimiento y desarrollo de la vida (y la vida humana).

Así que la coacción tiene cierto valor; debemos entender el valor y el papel de la coacción, pero en relación dialéctica con la realidad fundamental y la orientación fundamental de que la revolución y el avance al comunismo, ahora y tanto más en la sociedad socialista, debe ser el acto liberador consciente de las mismas masas. Entender esa contradicción correctamente requiere materialismo y dialéctica (en contraposición al idealismo y la metafísica) con respecto al comunismo y a cómo llegar a él.

A partir de todo esto, debe quedar claro que el proletariado (expresado de una forma concentrada en el papel de su partido de vanguardia) debe tomar el poder y debe ser el elemento decisivo y determinante del estado, y que no comparte el poder estatal con ninguna otra clase (no puede hacerlo de modo esencial), aunque aplica la orientación estratégica de forjar el más amplio frente único, bajo su dirección, durante el avance hacia el comunismo. Más adelante voy a hablar más a fondo de la aplicación del frente único bajo dirección proletaria durante toda la etapa de transición al comunismo porque es otra contradicción muy importante. Pero aquí quiero hacer hincapié en que el proletariado (expresado de una forma concentrada en el papel de su partido de vanguardia) debe dirigir el estado y el ejercicio del poder estatal. Eso es algo en movimiento, es algo que cambia, porque a medida que se avanza hacia el comunismo como parte de la revolución mundial, el papel del partido debe ser remplazado más y más por otros medios del ejercicio del poder de las masas. Pero el papel del partido, y su necesidad, no se eliminará completamente hasta que lleguemos al comunismo y tampoco haya necesidad de estado. Esa es otra contradicción que vamos a tener que manejar correctamente y, sí, mejor que antes, inclusive con todos los grandes logros, especialmente por medio de la Gran Revolución Cultural Proletaria bajo la dirección de Mao.

La lucha implacable contra la espontaneidad

Otra cosa que tenemos que tener claro es que existe la necesidad de una lucha resuelta y continua en contra de la influencia de la espontaneidad. Una de las cosas que continúo comprendiendo más profundamente es lo que dice Lenin cuando habla sobre las luchas de las masas y se refiere a su “tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía”. Esta es una formulación muy importante porque no dice: “Bueno, estas luchas tienden a irse naturalmente hacia una dirección donde la burguesía puede dominarlas”. Más bien dice: Hay una “tendencia espontánea a cobijarse bajo el ala de la burguesía”. De hecho, esto es lo que repetidamente se ve en la lucha para sacar a las masas de los confines mortales del marco político dominante en Estados Unidos, en relación con El Mundo no Puede Esperar. Vemos esa tendencia repetida y continuamente a cobijarse bajo el ala de la burguesía o de un sector de ella (representado generalmente por los dirigentes del Partido Demócrata). Y esa espontaneidad, incluso esa tendencia natural a regresar bajo el ala de la burguesía (si no directa y organizativamente, sí políticamente) también existirá en el socialismo. Esa tendencia a mantener las cosas dentro de (o a regresarlas a) los confines de las relaciones burguesas y su reflejo en la superestructura (los confines del derecho burgués, para abreviar), persistirá incluso en una sociedad socialista debido a razones ideológicas y materiales y a la constante interpenetración de los factores materiales e ideológicos. Esto tiene que ver con el hecho de que las clases y las disparidades sociales continúan en la sociedad socialista; tiene que ver con condiciones y presiones materiales, así como con el hecho de que los estados socialistas seguramente existirán, por un largo período de tiempo, rodeados por estados imperialistas y reaccionarios.

Por eso existe la necesidad de una lucha constante e implacable, en un sentido real, en contra de la espontaneidad y de desviarla hacia un camino revolucionario. Esto se aplica tanto a la sociedad capitalista y al movimiento para tomar el poder y establecer un estado socialista nuevo, como a una sociedad socialista para seguir avanzando hacia el comunismo.

En el próximo número: Segunda parte

Notas

1. El Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar es publicado por la revista Un Mundo que Ganar, una revista política y teórica inspirada por la formacion del Movimiento Revolucionario Internacionalista. Para subscribirse al servicio en línea comuníquese con: http://uk.groups.yahoo.com/group/AWorldToWinNewsService/

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2. La grabación de la entrevista del corresponsal revolucionario Michael Slate a Bob Avakian está en la internet (en inglés) en BobAvakian.net. El tema mencionado aquí se encuentra en la parte titulada “March 29, 2005: Michael Slate interviews Bob Avakian on China, the Cultural Revolution, and Dissent” (29 de marzo de 2005: Michael Slate entrevista a Bob Avakian sobre China, la Revolución Cultural y el disentimiento).

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3. Predicando desde un púlpito de huesos: Necesitamos la moral, pero no la moral tradicional (Chicago: Insight Press, 1999).

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4. En Lysistrata, una obra de teatro de Aristófanes, de la antigua Grecia, las mujeres se niegan a tener relaciones sexuales con sus esposos hasta que acaben la guerra que están librando

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