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Revolución #73, 17 de diciembre de 2006

La batalla por los derechos de los migrantes vs. las necesidades estratégicas del imperio yanqui

Millones de personas sienten un gran alivio, hasta euforia, por la victoria de los demócratas y esperan que lleve a un cambio positivo. Pero en realidad las elecciones fortalecieron una dinámica muy negativa para la frontera y los migrantes, y podrían preparar el terreno para una serie de leyes muy peligrosas y de graves consecuencias cuando el Congreso vuelva a reunirse en enero.

Nancy Pelosi, la nueva presidenta de la Cámara de Representantes, anunció que la inmigración será uno de los primeros frentes de trabajo bipartidista con la Casa Blanca. Esto marcará la pauta para los temas de la frontera y los migrantes, y para la cooperación de los demócratas con Bush. Por su parte, Bush ha dicho que su mayor prioridad nacional es una "reforma integral de la política migratoria" y que tiene "mucho en común con los demócratas". Todos los principales líderes demócratas, de Barack Obama a Hillary Clinton (quien criticó a Bush por no reforzar "de manera exponencial" la Patrulla Fronteriza como ella sugirió), apoyan el programa de Bush de "reforma integral" (lo que significa un programa de trabajadores huéspedes).

Existe un amplio consenso de la clase dominante y de sus representantes políticos (tanto demócratas como republicanos) de que hay que "asegurar" la frontera. Lo que queda por resolver es cómo crear un programa de trabajadores temporales que satisfaga la necesidad de mano de obra para superexplotar (especialmente en la agricultura, donde los migrantes son más del 70% de los trabajadores).

Este consenso bipartidista puede explicar por qué Bush corrió a firmar la Ley de Valla Segura a finales de octubre, que autoriza la construcción de un muro de 1,200 kilómetros, más puntos de control y tecnología avanzada, como vehículos aéreos teledirigidos, para cazar a los que crucen la frontera. La construcción del muro era parte del proyecto de ley Sensenbrenner (HR 4437), que millones de personas rechazaron en las calles en la primavera por ser una medida fascista. Otro aspecto de dicho proyecto de ley era criminalizar a todos los que contraten o ayuden a los migrantes.

El proyecto de ley de reforma migratoria "aceptable para ambos partidos" que aprobó el Senado en la primavera es igualmente represivo y sigue el plan de Bush, aunque no criminaliza a los que ayuden a los migrantes. Lo apoyó una coalición formada por Bush, los demócratas y varios republicanos. Propone una cerca triple a lo largo de la frontera, un gran aumento de la Patrulla Fronteriza y de centros de detención, y que el inglés sea el idioma oficial. La Ley de Valla Segura la aprobaron en un momento en que la clase dominante no podía ponerse de acuerdo para escoger entre el proyecto de ley de Sensenbrenner o el proyecto de reforma migratoria del Senado. Pero ahora, con la victoria de los demócratas, se cree que aprobarán la propuesta del Senado.

Mucha gente cree que la propuesta del Senado es algo positivo, inclusive gente progresista y que apoya a los migrantes. Pero es muy mala para el pueblo. Redobla la represión contra los migrantes y, fundamentalmente, tiene grandes implicaciones para la organización de esta sociedad y las relaciones con México, como parte de la guerra contra el mundo.

Definir el debate y moldear la opinión pública

Demos un vistazo a lo que pasó en las elecciones en Arizona. Varios candidatos virulentamente opuestos a los migrantes (por el estilo de los Minutemen) perdieron. Pero se aprobaron medidas crueles contra los migrantes, como restringir el derecho de salir bajo fianza, de recibir ayuda pública, y de recibir indemnización por daños y perjuicios, y se declaró que el inglés es el idioma estatal oficial. Los candidatos que apoyaban los Minutemen no ganaron, pero sí lograron moldear el debate y hacer que el programa reaccionario de Bush y los demócratas pareciera "lo mejor posible". O sea, la dinámica de las elecciones le dio credibilidad a los Minutemen. Se presentaron como una "alternativa posible" en la discusión sobre la inmigración, y los recibieron como una parte legítima del debate político (como hace años cuando trataron a David Duke, dirigente del Ku Klux Klan, como un candidato serio que merecía que lo escucharan).

Muchos representantes de la clase dominante, como los senadores Tam Tancredo (ultrarreacionario) y Hillary Clinton, dicen que la inmigración y el control fronterizo deben ser un elemento de la "guerra contra el terror" y de la seguridad nacional. Robert Mueller, director del FBI, dijo que "ciertos individuos de países que tienen vínculos establecidos con Al Qaeda han intentado cruzar la frontera ilegalmente por medio de traficantes de extranjeros y con apariencia hispana". Un informe del Comité sobre Seguridad de la Patria de la Cámara de Representantes dijo que Hugo Chávez, presidente venezolano, proporciona documentos falsos para que los terroristas de todo el mundo entren a Estados Unidos. Todo esto, tanto como el odio y temor diarios que siembra el locutor de CNN Lou Dobbs, fueron parte del debate electoral.

Preocupaciones fronterizas del imperio

La actual frontera se estableció como resultado de la invasión a México de 1846, cuando Estados Unidos se apoderó de la mitad del territorio mexicano para expandir el sistema de esclavitud. Los capitalistas y el capital estadounidenses llevan 160 años cruzando la frontera sin pensarlo dos veces para dominar el país, saquear los recursos económicos y humanos, y pisotear las instituciones políticas, sociales y culturales. En 1916, Estados Unidos despachó las fuerzas armadas a aplastar la revolución mexicana.

Desde 1994, el Tratado de Libre Comercio (TLC/NAFTA) ha arruinado a millones de campesinos mexicanos, que no pueden competir con los productos agrícolas baratos que inundan el país. Muchas maquiladoras de productos baratos para el mercado estadounidense se han trasladado a China, donde pagan aun menos. El proceso global de explotación ha causado migración y miseria humanas sin precedente en muchos países, como México.

El control de la frontera no es un tema secundario para los imperialistas. Es esencial, especialmente durante la actual campaña para establecerse como un imperio indiscutible e indisputable. No es simplemente cuestión de vigilar quiénes cruzan la frontera en general. El plan de Bush de seguir militarizando una zona ya militarizada tiene una dimensión mayor: el temor de trastornos sociales y políticos, y hasta de un levantamiento revolucionario, que podrían cruzar la frontera.

Es decir, fuera de echarle la culpa a los migrantes por los problemas sociales, los imperialistas están respondiendo a verdaderas necesidades y temores sobre la estabilidad política y social del país y de su "patio". Por eso le prestan mucha atención a lo que pasa en México, como el levantamiento de Oaxaca, y consideran que la frontera y los millones de migrantes que la cruzan son parte de las fuerzas centrífugas que amenazan la cohesión nacional (cuya base es la supremacía blanca y la dominación imperialista de México y otros países). Estados Unidos es la única potencia imperialista que tiene una frontera directa con uno de los países que saquea, y que capta a millones para seguir explotándolos dentro de sus propias fronteras.

Fuera "de las sombras" y bajo la luz fascista

En vista de todo esto, la clase dominante ha llegado al consenso de que tiene que sacar a millones de migrantes "de las sombras". Esto tiene varias metas: satisfacer la sed del sistema de mano de obra barata, mantener a este sector como una casta inferior, y vigilar e impedir la resistencia y la agitación social. El plan imperialista de guerra sin fin requiere estabilidad en el "frente interno", o sea, una población y fuerza de trabajo dócil, con millones de migrantes superexplotados. Por eso el sistema no puede permitir que millones de personas sigan viviendo "fuera de la ley".

Esto es de especial importancia cuando se trata de un sector de la base de la sociedad que conoce la cruel realidad de lo que hace Estados Unidos en México y otros países. En vista de la historia imperialista de Estados Unidos y de las realidades del programa de Bush, ¿cuáles son las implicaciones de tener docenas de miles de agentes de la Patrulla Fronteriza y tropas de la Guardia Nacional en la frontera si el gobierno decide intervenir en México, Centroamérica u otras partes de Latinoamérica? ¿Y quién dijo que no los puede usar para reprimir un trastorno en ESTE lado?

Resistencia y revolución

Lo que se necesita ahora es redoblar y ampliar la lucha de los migrantes que empezó en la primavera. No se puede transigir en los derechos fundamentales de los migrantes ni en la oposición a la militarización de la frontera. No puede haber terreno común con el programa de Bush y la represión integral de los migrantes. Hay que librar una lucha ideológica con la clase trabajadora y los oprimidos, y otros sectores, para que capten que los mismos intereses y fuerzas que los obligan a emigrar a Estados Unidos (y que crean los sistemas de opresión y explotación en sus países de origen) oprimen y explotan a los negros y demás masas aquí. Hay que ayudar a todos a ver que tenemos un opresor común y un interés común en luchar para quitarnos de encima este sistema.

Ese potencial se vio en forma embrionaria cuando llevaron a cabo redadas de migrantes en Arkadelphia, Arkansas, un pequeño pueblo en una zona religiosa y conservadora, y unos trabajadores negros, gente de clase media y hasta empleados del gobierno municipal apoyaron a los migrantes ( Boston Globe, 24 de julio de 2006). O cuando los Minutemen, supuestamente dirigidos por un negro, fueron al parque Leimert de Los Ángeles, un barrio negro, y se tropezaron con muchos manifestantes airados, tanto negros como blancos. En octubre, los estudiantes de la Universidad Columbia protestaron contra un programa de los Minutemen.

Urge forjar alianzas de distintos sectores populares, especialmente de los oprimidos y los proletarios, para derrotar los ataques contra los migrantes y prepararse para los mayores trastornos que se avecinan, e inclusive potenciales levantamientos revolucionarios. La actual crisis puede empujar la situación en una variedad de direcciones. Pero por su cuenta, la situación será peor para las masas, de ambos lados de la frontera y por todo el mundo.

La compleja dinámica subyacente de este sistema empuja al gobierno de Bush y al Partido Demócrata a unirse para controlar la frontera y reprimir a las masas de migrantes. Eso exige una resistencia masiva, de múltiples aspectos y dimensiones, para cambiar la situación y acelerar la posibilidad de que se presenten aperturas revolucionarias, y de aprovecharlas si se presentan, en uno o ambos lados de la frontera.

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