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Revolución #78, 11 de febrero de 2007

Entrevista de Revolución

"Lo mataron, le dispararon 50 tiros"
William Bell sobre el asesinato policial de su hijo, Sean Bell

La entrevista de Revolución: Una sección especial para que nuestros lectores se familiaricen con las opiniones de importantes figuras del arte, el teatro, la música y la literatura, la ciencia, el deporte y la política. Los entrevistados expresan sus propias opiniones, naturalmente, y no son responsables de las ideas que aparecen en Revolución o en nuestra página web.

Revolución: Ya son más o menos dos meses desde que la policía mató a Sean. ¿Cómo ves lo que pasó esa noche y por qué pasó?

William Bell: A veces me da miedo pensar en esto. Voy a ser muy franco contigo, a veces me da miedo pensar en lo que verdaderamente está pasando, porque muchas veces ya no puedo dormir. Salgo a la calle a las 3 y 4 de la madrugada, pensando en lo que pasó, que si tal vez yo tenga un poco de la culpa. ¿Pude haber hecho algo diferente? Pero no era un chavo malo, no se metía en problemas a diario. ¿Hay algo sobre Sean que no sabía pero que debía saber? Durante estos dos meses se me han ocurrido tantas cosas que me duele la cabeza. Todavía estoy tratando de comprender lo que está pasando. Nadie me dice la verdad. ¿Cómo se puede hacer desaparecer todo esto? Es algo que parte el corazón, te destruye, te hace derrumbar. Me preguntan cómo me siento; la verdad es que no sé de veras cómo me siento. ¿Cómo debe sentirse uno cuando le arrebatan a uno una parte del alma? Lo que sí tengo son muchas preguntas, preguntas para las que yo no tengo las respuestas, pero espero que alguien las tenga. Tengo muchas preguntas, incluso preguntas sobre yo mismo. ¿Lo alimenté bien? ¿Lo lavé bien? ¿Dónde me equivoqué? ¿Por qué no lo podía ayudar? Esa es una de las preguntas que le devora a uno… ves a tu bebé llorando y no lo puedes ayudar.

Revolución: Entiendo, pero me parece que seas demasiado duro. Mira, el sistema ha criminalizado a toda una generación y la policía los viene matando como mataron a Sean, desde hace años y por todo el país. Lo que tú y Valerie, la mamá de Sean, le han dicho a la prensa es correcto, que fue, sin lugar a dudas, un asesinato.

William Bell: Correcto. Y la manera en que lo hicieron… y que la policía y otros quieren hacer como si no pasara nada, como si Sean y otros que han matado son unos nadies. Pero son seres humanos; a mí no me importa que sean chavos blancos o morados, son seres humanos. ¿Cómo pueden destruir una vida y decir que él tenía la culpa? Quieren culparle a Sean de su propia muerte. ¿Cómo pueden culparle al muerto de que le mataron?

Revolución: ¿Cómo le están tratando de culpar?

William Bell: Uno de los policías que estaba en el club esa noche dice que oyó a uno de los amigos de Sean decir: vaya por la pistola. Con eso le están culpando a Sean. También dicen que cuando estaban en el carro, después de salir del club, uno de ellos trató de agarrar una pistola. Puede ser que se estaba poniendo el cinturón de seguridad. ¿Se dieron la oportunidad de ver? Puede ser que se estaba quitando el cinturón para bajarse del carro. Pero no les dieron esa oportunidad, ¿no? También dicen que estaba tomando. ¡En una despedida de soltero! ¿Dime quién va a una fiesta de despedida y no toma algo? Puros pretextos para decir que él mismo se mató. Ellos no tienen la culpa, él la tiene. Pero él no se mató a sí mismo, no se brincó de un edificio, no se ahorcó. Lo mataron, le dispararon 50 tiros. Como dije, yo no estoy crucificando a todos, ni a todos los policías. En mi familia hay muchos policías y Sean se crió con muchos de ellos, jugaba béisbol con ellos. ¿Cómo pueden decir que él tenía algo en contra de ellos? No tenía drogas ni estaba armado. Excavaron toda una cuadra buscando una pistola que nunca existió. Después les cayeron encima a unas personas que viven en un edificio que él visitaba, aunque el delito no se cometió allá, sino a una cuadra del club.

Todo tiene que ver con lo que él hizo, no lo que ellos hicieron. ¿Qué hizo mal? Estaba en su fiesta de despedida de soltero, estaba contento. A cualquier joven negro le hubiera encantado estar en esa situación… se iba a casar y tiene dos hermosos hijos. Ahora los chiquitos estarán sin su padre, que tanto les quería. ¿Cómo se va a resolver ese problema? ¿Cómo pueden justificar eso? ¿Van a seguir con eso de que hizo algo malo cuando tenía 14 ó 13 años? ¿Justifica matarlo ahora? Hizo algo cuando tenía 13 años, como cualquier chavo de esa edad. Todos tenemos problemitas regados por aquí y por allá. Unos tienen cómo librarse de esa situación, pero nosotros no somos ricos, no tenemos influencia. Pero nada justifica que lo hayan matado de esa manera.

Revolución: La policía es como los cazadores de esclavos. Están aquí en Jamaica, Queens, para mantener a los negros…

William Bell: …a raya.

Revolución: Sí, a raya.

William Bell: Sí, ellos son los que hacen cumplir.

Revolución: Entonces tú sabes, tienes policías en la familia, conoces a ellos y comes con ellos, así y todo siguen siendo policías y como tal tienen que hacer ciertas cosas en ciertas situaciones, como cuando mataron a Sean.

William Bell: Es cierto, y tal vez por eso es que muchos se salen, porque no les gusta el sistema.

Revolución: ¿Tú conoces a policías que lo han hecho?

William Bell: Sí, porque no les gusta el sistema. Policías negros y hasta policías blancos, blancos también. Son seres humanos y ven cosas que no son justas, así que, ¿van a hacer lo mismo? Creo que no, no lo van a hacer si se sienten así.

Pero si a uno no le importa, lo que hace es decir que tiene el poder para hacer lo que quiera, que puede maltratar al que quiera. ¿Es justo? Los chavos andan con sus capuchas. Yo también me pongo capucha. ¿Qué me van a hacer? ¿Van a registrar mis bolsillos en medio de la calle para que parezca tonto, me van a poner boca abajo en la banqueta o que me quede sentado con las manos por atrás, sin ninguna razón? El chavo que sabe que está en lo correcto va a abrir la boca, y en la mayoría de los casos, eso le va a causar problemas. Porque sabe que está en lo correcto le va a decir al policía: no hice nada, ¿qué es tu problema? Los policías lo van a maltratar, lo van a golpear y humillar, para que se vea como un tonto. Yo tengo el poder, no tú. Tú no cuestionas lo que yo quiero hacer. Yo te voy a hacer lo que me dé la gana, le van a decir.

Mira, mi hijo fue bastante respetuoso, a no ser que le vayan a decir algo estúpido y, como cualquiera, él va a responder. ¿Pero si él estaba tranquilo esa noche, si no estaba molestando a nadie, por qué le siguieron? ¿Por qué lo rodearon los policías? ¿Sabrán ellos por qué lo rodearon? ¿Sabrán de verdad? Vuelvo a la pregunta que tengo: ¿por qué? ¿Tenían una buena razón para hacer lo que hicieron? Yo quiero que me digan: “él me dio una patada en las nalgas”, o hizo esto o lo otro. Entonces sí le pueden dar una paliza, o pueden pelear mano a mano, pero no hubo necesidad de matarlo. Solo porque andan armados unos policías piensan que siempre tienen la razón, solo porque unos chavos les contestan.

¿Y qué de la libertad de expresión? ¿Ya no cuenta? Ahora lo que hacen es meter preso a la persona, y saldrá si ellos deciden dejarlo salir.

Pero no nos pueden tener en una jaula para siempre. En algún momento, en algún rincón de este planeta algo va a cambiar. No solo aquí sino en todo el mundo. Es un desmadre y la gente del planeta tiene que unirse. Ya basta de tantas divisiones. A mí no me importa este color, esta persona, este comportamiento. Con el tiempo esto va a afectar a todos. ¿Piensas que esto no te puede pasar a ti? Sí puede. Piénsalo, sí te puede pasar. Y si te pasa esto, puedes contar con gente como yo, yo estaré ahí para apoyarte, porque no quiero que esto le vuelva a pasar a ningún otro chavo, sea quién sea. Ya perdí a mi hijo, nunca regresará. Todavía tengo el corazón, pero me arrebataron un pedazo. Lo único que puedo hacer es ayudar a otros chavos, ayudar a quienquiera escuche y quienquiera esté dispuesto a ayudar.

Esa es la clave. Tenemos que unirnos y permanecer unidos. Lo demás, lo que tú y yo decimos, no importa, ¿me entiendes? De una u otra manera tenemos que dejar de despreciar a nuestros hijos, como eso de que visten los pantalones demasiado bajos; más bien debemos alabarlos de vez en cuando y prestarles atención, tenemos que hacer más de eso. Creo que eso ayudará a conseguir que las cosas cambien, sin importar el color de la piel de la persona. Porque si los padres les dicen a los hijos que no deben estar llenos de prejuicios porque la otra persona también es un ser humano como ellos. Todo se reduce al gran interrogante: ¿cómo vamos a ganar? Ese es el gran interrogante, ¿no? Si alguien tiene la respuesta yo estoy listo para trabajar, si me pueden decir cómo vamos a ganar, pueden contar conmigo cien por cien. Tenemos que parar todo eso, tenemos que dejar de faltarnos el respeto los unos a los otros, eso tiene que parar porque está perjudicando a mucha gente, ¿por qué? Puedes ser la sal de la tierra y eso no va a impedir que te hagan lo que te van a hacer…

Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer a todos los neoyorquinos que han ayudado: a Al Sharpton por todo lo que ha hecho por Sean; a los obispos, a los pastores y sacerdotes y gente como tú del periódico, que han venido a apoyarnos. Y no es solo la gente de Nueva York, porque he recibido llamadas de todas partes del mundo, lo cual es bueno. Creo que muchos temen expresar apoyo ahora… es como lo que les pasó a esos jóvenes blancos en los años 60 que apoyaron a los negros: los mataban. La película Mississippi Burning es un ejemplo perfecto. Mataron a esos jóvenes blancos y quemaron su carro, los desaparecieron, como si no fueran nada.

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