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Revolución: Otoño de 2007



Camisas pardas en las universidades

Toda una generación de niños que se crió en los años 50 aprendió a jugar el juego de “vaqueros e indios” con sus amigos. Solo después se dieron cuenta de que jugaban al genocidio.

Hoy en las universidades por todo el país están organizando y entrenando a propósito a estudiantes derechistas a jugar un “deporte” mucho más peligroso. Al igual que los “camisas pardas” de la juventud nazi de la Alemania de los años 20 y 30 del siglo pasado, los grupos como Campus Watch (Ojo en la Universidad) y el mal nombrado Students for Academic Freedom (Estudiantes pro Libertad Académica) están movilizando a los estudiantes a espiar, obtener “pruebas” contra los profesores y delatarlos cuando realicen discusiones sobre temas polémicos en la clase, con el fin de callarlos o despedirlos. Ya sea en las universidades élites como la Universidad de Nueva York o las comunitarias, organizan “juegos” como el día de “encontrar al migrante ‘ilegal’”. En una universidad hasta jugaron a “capturar al cimarrón”, ¡y unos estudiantes (y profesores) se pintaron de negro! Se burlan de la lucha contra la opresión de los afroamericanos y otros con “ventas de pasteles por la acción afirmativa” y tienen “fiestas de presentación en sociedad” para los republicanos.

En la Universidad Columbia consiguieron que unos estudiantes derechistas atacaran a los que protestaron contra uno de los líderes del grupo paramilitar antimigrante Minutemen. Los Universitarios Republicanos del Holyoke Community College libraron una campaña de un mes para seguir, intimidar físicamente y hostigar sexualmente a la presidenta del senado estudiantil porque ella quería excluir a los reclutadores militares.

Estos grupos estudiantiles derechistas, financiados y dirigidos por poderosas fuerzas políticas derechistas con lazos a la cúpula del poder, son una fuerza creciente que no se puede ignorar. Son los soldados rasos de una amplia agenda derechista que apunta a la destrucción de la vida académica, a arruinar la carrera de profesores y a incitar persecución oficial y extraoficial de ciertos profesores y estudiantes. Los que encabezan estos ataques contra el pensamiento crítico y el disentimiento quieren cambiar fundamentalmente las universidades, tanto la vida y el funcionamiento internos como su impacto social, para convertirlas en zonas de adoctrinamiento al servicio del imperio.

Esos estudiantes bravucones y fascistas crean un ambiente de intimidación de profesores e inventan “pruebas” de la supuesta “dictadura izquierdista” en las universidades. Esta es una pieza clave del argumento de Horowitz, ACTA y los que detentan el poder de que hay que “recuperar” las universidades y cambiar de manera fundamental su dirección. Las asambleas legislativas de Colorado y Pensilvania han oído testimonio de esos estudiantes sobre la “tendencia izquierdista” de las universidades estatales. Las pruebas son engañosas y ridículas, pero la percepción pública es que los profesores "izquierdistas" persiguen sistemáticamente a los estudiantes conservadores.

Esos estudiantes derechistas participan en foros donde los enseñan a aprovechar el relativismo que tanto se promueve en los círculos académicos. Los enseñan a decir que lo único que promueven es “un punto de vista alternativo” (o lo que unos llaman una “narrativa que compite”) que merece ser oído, sin dejar de quejarse constantemente de que los “persiguen”. Históricamente y hasta hoy, ese método de presentarse como “víctimas” al mismo tiempo que representan y cuentan con el apoyo de las fuerzas más poderosas del país, es un característico de los reaccionarios en el poder. Hasta los enseñan a apoderarse del lenguaje asociado con la izquierda: igualdad, diversidad, libertad académica, justicia, etc.

Es pura pose y estas fuerzas no están a favor de que contiendan diferentes puntos de vista. Todo lo contrario: con el pretexto de “equilibrio” han lanzado un ataque contra la búsqueda y presentación de la verdad. El hecho es que hay ciertas cosas que se puede determinar que son verdades, o sea que reflejan fielmente la realidad. Algunas de esas verdades no solo son definitivas sino que son “inconvenientes” para los que detentan el poder. Esas verdades inconvenientes están bajo ataque con el pretexto del equilibrio. Por ejemplo, la verdad sobre las raíces de este país en la esclavitud y el genocidio; la verdad sobre los intereses de los imperialistas que dictan las guerras que libran; e incluso la verdad sobre la evolución de las especies. Esas verdades están en contradicción con la agenda de los que detentan el poder, y por eso exigen que haya un “equilibrio” entre los que desafían la “historia oficial” de Estados Unidos y los profesores conservadores. Para David Horowitz (que dice que los negros "están endeudados" por la esclavitud porque ahora "tienen una vida mejor" que la de los africanos), el contenido de ese “equilibrio” es obvio, así como para los que dicen que hay que “equilibrar” la enseñaza de la evolución con el creacionismo religioso, que llaman diseño inteligente. En ambos casos, los llamados al “equilibrio” son un paso hacia suprimir la verdad.

Ya hemos visto cómo funciona ese método. Veamos la prensa, por ejemplo el canal Fox News que dice que es “imparcial y equilibrado”. Ese tipo de “equilibrio” cada vez más marca el paso e incluso los liberales de la clase media, como el presentador Dan Rather, se ven obligados a retirarse o callarse, y las verdaderas voces radicales son prohibidas. La demanda derechista de “equilibrio” no es un llamamiento a la contienda de ideas sobre la realidad y lo que la refleja más fielmente, ya sea sobre la vida del planeta o la historia del país. Por ahora es un llamamiento a favor de la coexistencia de verdades, verdades a medias y mentiras, como una transición hacia la sofocación de la verdad. Y en manos de David Horowitz y Lynne Cheney, los fascistas cristianos y Fox News, es una pantalla de humo para prohibir el pensamiento crítico en las universidades primero y después en la sociedad entera.

Esos grupos tienen amplio fondos, son muy despiadados y han cobrado cierta velocidad. Pero también tienen un talón de Aquiles: no aguantan el pensamiento crítico o una auténtica búsqueda de la verdad. Se puede y hay que carearlos y derrotarlos políticamente, y denunciar la verdad sobre sus métodos y su verdadera agenda.

(Hay más información los de la clase dominante que apoyan este movimiento en “El poder detrás del movimiento de las camisas pardas” en revcom.us).

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