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Revolución #108, 11 de noviembre de 2007


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Antecedentes de una confrontación:

Estados Unidos e Irán: Una historia de dominación imperialista, intriga y guerra

Parte 9: Del 2005 a hoy: Hacia una confrontación

Durante más de 100 años, el imperialismo ha dominado a Irán con intrigas clandestinas, intimidación económica e intervenciones e invasiones militares. Esta dominación son los antecedentes de la hostilidad de Estados Unidos hacia Irán hoy y las actuales amenazas de guerra. La parte 9 concluye esta serie con un análisis de por qué Estados Unidos cada vez más considera que Irán es el principal obstáculo a sus planes de transformar el Medio Oriente.

Irán en las miras

El 11 de septiembre del 2001, y otra vez del 2005 al 2007, fueron momentos decisivos de la historia de la agresión estadounidense contra Irán. Primero, Irán pasó a ser un blanco principal de la “guerra contra el terror”. Luego, del 2005 al 2007, Estados Unidos redobló los ataques políticos, militares, económicos y diplomáticos, e inició preparativos serios para un ataque militar.

El gobierno estadounidense desencadenó una ofensiva propagandística que le acusa a Irán de tener un programa para elaborar armas nucleares, suministrar armas a milicias iraquíes para matar a soldados estadounidenses en Irak y apoyar el “terrorismo” por toda la región. Es una mezcla de mentiras, verdades a medias, conjeturas y propaganda. Es posible que Irán tenga un programa de armas nucleares, pero las repetidas inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) no encontraron ninguna prueba. Irán tiene lazos a milicias chiítas en Irak, pero no hay prueba de que las está armando o dirigiendo a atacar a las tropas yanquis.

La República Islámica de Irán ES un gran problema para Estados Unidos, pero no precisamente por las razones que dicen Bush, Cheney y Cía. Su problema con Irán es que cada vez más obstaculiza su necesidad como imperialistas de, en sus palabras, “drenar el pantano” del fundamentalismo islámico y reestructurar el Medio Oriente para solidificar y fortalecer su hegemonía.

Por eso Irán ha sido un blanco de la “guerra contra el terror”, no por los ataques del 11 de septiembre. Las preocupaciones imperiales de Estados Unidos por la influencia iraní han aumentado desde el 11 de septiembre, en gran medida debido a las consecuencias inesperadas de las invasiones de Afganistán en el 2001 e Irak en el 2003. Esas invasiones han debilitado a los enemigos de Irán, aumentado su influencia regional y echado leña al fundamentalismo islámico en general.

Crecientes tensiones nucleares

La elección de Mahmoud Ahmadinejad como presidente de Irán en junio del 2005 fue un momento decisivo de la intensificación del conflicto entre Estados Unidos e Irán sobre su programa nuclear y papel regional. Irán llevaba varios años negociando con los aliados estadounidenses en Europa: Inglaterra, Francia y Alemania. Pero las negociaciones no lograron nada porque las potencias europeas no estaban dispuestos a permitir que Irán enriqueciera uranio para producir electricidad y no podían producir las garantías de seguridad (contra el cambio de gobierno) que buscaba el gobierno iraní.

La elección de Ahmadinejad parece reflejar la opinión de la dirección de la República Islámica de que las negociaciones no le ofrecían muchas ventajas y que al contrario su sobrevivencia depende de oponerse a las demandas de Estados Unidos y fortalecer su influencia regional y sus vínculos con otras potencias mundiales (Rusia en particular), sin abandonar la posibilidad de llegar a un acuerdo también con Estados Unidos.

En agosto del 2005, dos meses después de las elecciones, Irán anunció que iba a reanudar su programa de enriquecimiento del uranio, y en enero del 2006 volvió a abrir el centro de investigaciones nucleares de Natanz. Un mes después la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) votó a enviar el caso al Consejo de Seguridad de la ONU debido al programa de enriquecimiento. En abril, Irán anunció que había logrado enriquecer uranio por primera vez.

Según el Tratado de No Proliferación Nuclear, Irán tiene el derecho de enriquecer uranio para producir energía nuclear, pero esta misma tecnología también es esencial para elaborar armas nucleares. Estados Unidos ha declarado que no permitirá que Irán tenga la capacidad de elaborar armas nucleares, para qué hablar de elaborar armas nucleares. A Estados Unidos no le preocupa que Irán tenga una o dos bombas atómicas, sino que con las armas nucleares Irán tenga más “palanca” y una fuerza más potente en esta región de gran importancia estratégica.

El gobierno de Bush propuso una resolución para requerir que Irán terminara su programa de enriquecimiento, que podría usar como pretexto para una “acción” contra Irán. Rusia y China se opusieron porque temían que sería una justificación para lanzarse a la guerra.

El 31 de mayo de 2006, Estados Unidos se vio obligado a aceptar el borrador de una resolución que no mencionó el uso de la fuerza y se comprometió a participar en negociaciones directas con Irán (junto con Inglaterra, Francia y Alemania) por primera vez en más de 25 años… si Irán suspendió su programa de enriquecimiento de uranio. Por lo menos en parte Estados Unidos aceptó el plan debido a la necesidad de mantener intacta su coalición contra Irán, que según el New York Times (4 de junio de 2006) estaba “en peligro de fracasar”. No era señal de que el gobierno de Bush había descartado la posibilidad de la guerra. Todo lo contrario: buscaba mantener intacta la alianza para aumentar la presión y preparar el terreno para acción militar más tarde. Un analista de la BBC comentó el 2 de junio de 2006: “Los halcones de Washington han aceptado esto porque creen que una oferta de participar en las charlas directas ahora fortalecerá su posición a favor de la acción militar más tarde”.

Irán decidió que tenía que rechazar la oferta. No respondió a la principal preocupación iraní: un fin a las amenazas de guerra. Segundo, como dijo Seymour Hersh, “Irán… hubiera tenido que admitir la derrota en el tema principal de las negociaciones [el derecho de enriquecer el uranio] antes de que empezaran…”. Parece que el gobierno iraní calculó que aceptar el plan hubiera sido una muestra de debilidad. “Bush hubiera podido ofrecerle al gobierno iraní la oportunidad de chuparle las medias”, dijo el Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar.

Rivalidades globales

Lo que impulsa la confrontación de Estados Unidos con Irán es principalmente la manera en que Irán concentra (y alimenta) el crecimiento del fundamentalismo islámico. Pero las rivalidades globales, especialmente entre Estados Unidos y Rusia, son parte de la situación también. Mientras Rusia y China no son capaces de desafiar directamente a Estados Unidos en cuanto a la dominación regional o global, ambos se están fortaleciendo de varias maneras y extendiendo su influencia. Los esfuerzos de Estados Unidos de apretar el control del Medio Oriente y el sur de Asia tienen la meta, en parte, de impedir que lo hagan.

Irán ha sido un centro de esa competencia. Flynt Leverett, un ex alto funcionario del gobierno estadounidense, escribió: “Pocos se fijan en la competencia estratégica más amplia que ha empezado entre Estados Unidos, Rusia y China. En última instancia, esa competencia determinará no solo la dirección de las actividades nucleares iraníes, sino también su papel económico, político y militar en el Medio Oriente y más allá”. (New York Times, 20 de junio de 2006)

En octubre de 2007, el presidente ruso, Vladimir Putin, fue a Irán (el primer jefe de estado ruso que fue a Irán desde hace más de 60 años) y condenó las amenazas estadounidenses contra el país; poco después Bush advirtió de una “tercera guerra mundial” si Irán obtiene armas nucleares. Esto demostró lo fuerte que es esa competencia. Esto ha empujó al gobierno de Bush a abordar el problema de Irán, de una u otra manera.

Invasión de Irak fortalece a Irán

La “guerra contra el terror” de Estados Unidos tiene la meta de transformar todo el Medio Oriente, y no solo preservar el statu quo regional. Es cierto que las guerras de Afganistán e Irak, y la agresión israelí en Palestina y Líbano, han trastornado la región, pero también han fortalecido el polo del fundamentalismo islámico y el yihadismo, y la influencia iraní en particular.

En el 2005 y el 2006, el Talibán, fundamentalistas sunitas, se estaba reorganizando en Afganistán. El ataque israelí a Líbano en julio del 2006 —cuya meta era aplastar a Hezbolá, aliado iraní, y debilitar la influencia regional iraní— en realidad fortaleció a ambos y desencadenó una ola de apoyo al islamismo anti Estados Unidos. Los neoconservadores yanquis ayudaron a Israel a trazar los planes del ataque, y se informó que unos lo vieron como un ensayo (o hasta algo que podría provocar) para una campaña de bombardeos de Irán. Los movimientos islamistas cobraban fuerza en Palestina, Turquía y Pakistán.

Esta dinámica le ha causado muchos problemas para Estados Unidos, en Irak especialmente. La caída del gobierno laico de Saddam Hussein desencadenó una oleada de fundamentalismo, tanto sunita como chiíta. Desató una oposición sunita violenta, fortaleció a los partidos religiosos chiítas con fuertes lazos a Irán y llevó a una guerra civil sectaria. Todo esto amenaza con descarrilar la misión estadounidense, y darle a Irán una oportunidad (y necesidad) sin precedentes para extender su influencia en Irak. Y eso es lo que ha estado haciendo.

En breve, el “campo de juego” geopolítico del Medio Oriente se ha estado volviendo contra las metas estadounidenses, e Irán podría ser el beneficiario… no importa si está directamente metido en una situación en particular o no.

2007: Aumento de tropas en Irak, escalada hacia Irán

A finales del 2006, estalló un debate intenso en la cúpula del poder de Estados Unidos sobre la estrategia en Irak y la región. En diciembre, el Grupo de Estudio de Irak Baker-Hamilton, una comisión bipartidaria, describió “el deterioro de una situación ya grave” y advirtió de la posibilidad de que “se deslizara hacia el caos”. Pidió recortar la misión militar estadounidense en Irak e iniciar negociaciones para estabilizar el país, especialmente con Irán y Siria. Aunque también está comprometido a mantener la dominación estadounidense del Medio Oriente, Baker-Hamilton representó otra estrategia para lograr las mismas metas que la guerra de dos generaciones de Bush-Cheney para transformar la región.

En enero del 2007, Bush rechazó Baker-Hamilton, despachó otros 30,000 soldados a Irak e inició una ofensiva sobre varios flancos contra Irán. Desde esa fecha, los voceros de Bush amenazan a Irán con regularidad y le echan la culpa por los ataques a las fuerzas estadounidenses.

En el verano, la Cámara de Representantes y el Senado (controlados por los demócratas) siguieron el ejemplo de Bush y aprobaron resoluciones que tildaron de “organización terrorista” a los Guardias Revolucionarios de Irán, que Bush podría aprovechar como autorización congresional para la guerra.

En octubre, el gobierno de Bush anunció las más amplias sanciones económicas contra Irán desde que las impuso por primera vez hace casi 30 años.

Seymour Hersh informó que en el 2006 el Pentágono trazaba planes para una campaña de bombardeos de los centros nucleares, las fuerzas armadas y la dirección iraníes. En octubre del 2007, Hersh informó que cambió el ataque de “un bombardeo generalizado” a ataques “quirúrgicos” contra los Guardias Revolucionarios. Agregó: “Han aumentado en gran medida el ritmo de la planificación”. Durante gran parte del 2007 casi la mitad de los buques de guerra estadounidenses ha estado cerca de Irán.

El gobierno de Bush decidió aumentar la cantidad de tropas en Irak porque reconoce que el futuro de su imperio depende en muchos sentidos de una victoria en la “guerra contra el terror”, y que retirarse ahora podría causar graves daños a su posición regional y su credibilidad global, descarrilar toda la “guerra contra el terror” y envalentonar a sus rivales. Irán ha pasado a ser el principal obstáculo a la victoria en esta guerra en aras del imperio. Una nueva Estrategia de Seguridad Nacional anunciada en septiembre mencionó Irán 16 veces y dijo: “Es posible que no haya un peligro mayor de un solo país que lo que representa Irán”.

En general, esos sucesos han reforzado el punto de vista del gobierno de Bush de que tiene que “drenar” el “pantano” de estados anti Estados Unidos, indignación popular y fundamentalismo islámico, y reorganizar la región. Cada vez más los representantes del gobierno dicen que tumbar la República Islámica es el elemento clave para realizar estas metas estratégicas.

Los demócratas comparten la meta de preservar la hegemonía estadounidense en el Medio Oriente y posición global, y reconocen que hay mucho en juego hoy para su sistema. Por eso no pueden hacer nada decisivo para parar la campaña de Bush en el Medio Oriente, no importa las diferencias que tengan sobre cómo fortalecer el imperio.

Hacia una confrontación

Todavía hay un fuerte debate en los más altos niveles del gobierno de Bush (entre la secretaria de Estado Condoleezza Rice y el secretario de Defensa Robert Gates, por un lado, y el vicepresidente Dick Cheney, por el otro) sobre si se debe continuar, por el momento, a responder a Irán por medios diplomáticos y presiones económicas, o recurrir a medios militares inmediatamente. Hersh informó que todavía no han dado la orden de atacar a Irán, aunque el periódico Daily Telegraph de Inglaterra informó el 16 de septiembre: “El Pentágono y agentes de la CIA dicen que creen que la Casa Blanca ha iniciado un programa cuidadosamente calibrado que podría llevar a una confrontación militar con Irán”.

De todos modos, los imperialistas yanquis están redoblando su ofensiva de muchos lados contra Irán y creando un polvorín que podrían estallar en respuesta a una variedad de “chispas”.

Las últimas medidas son una continuación de la historia vergonzosa y reaccionaria de intervención de Estados Unidos y sus aliados que ha documentado esta serie. Esta historia abarca: apoyar a un tirano tras otro, saquear la riqueza petrolera durante más de 70 años y hasta hoy, convertir a Irán en un campo de batalla en dos guerras mundiales, tumbar un gobierno popular e instalar en el poder al fascista sha de Irán, convertir a Irán en base militar estadounidense y campo de explotación del capital occidental, y luego, incluso durante la revolución de 1979, ver posibles ventajas en la conquista del poder por teócratas islámicos reaccionarios (que ahora ha decidido que tiene que aplastar o subordinar a sus intereses).

Esta historia demuestra que no hay nada bueno en una intervención o un ataque estadounidense, no importa con qué pretexto lo lleva a cabo.

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