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Revolución #117, 27 de enero de 2008

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“La grandeza de Estados Unidos”, y por qué Obama y Reagan ESTÁN hechos el uno para el otro

“Pero cuando pienso en los grandes presidentes, pienso en los que transformaron nuestra manera fundamental de pensar en nosotros como país… Y existen circunstancias en que, yo diría, Ronald Reagan era un presidente muy exitoso, aunque yo no estaba de acuerdo con él sobre muchos temas, en parte porque al final de su presidencia, mucha gente decía: ‘¿Lo ves? Podemos recuperar nuestra grandeza. La responsabilidad individual y personal son importantes’. Transformaron la cultura y no simplemente hablaron de uno o dos temas”.

Barack Obama

¿”Recuperar nuestra grandeza”? ¿Y qué de inyectarle un poco de la realidad a la discusión?

Reagan fomentó el racismo descarado y el chovinismo de “USA número uno”. Empezó la campaña presidencial de 1980 en Philadelphia, Mississippi, donde alabó “los derechos de los estados”. Philadelphia, Mississippi, es donde una chusma de klanistas asesinó a tres trabajadores de derechos civiles (James Chaney, Michael Schwerner y Andrew Goodman) en 1964. Con las palabras “derechos de los estados”, los klanistas y sus partidarios más corteses han justificado los linchamientos, asesinatos y todo el resto del terror con que han atacaron a los luchadores contra la segregación. Reagan contribuyó la “guerra contra la droga”, durante la cual metieron presos a enormes cantidades de jóvenes negros y latinos… y a lo mínimo hicieron caso omiso de toda la droga que inundaba los barrios pobres durante los años 80, a veces por medio de la CIA.

Reagan también amenazó con iniciar la guerra nuclear, incluso con su chiste famoso: “Mis conciudadanos, tengo el placer de decirles que hoy he firmado una ley para proscribir a Rusia para siempre. Los bombardeos empiezan en cinco minutos”. No solo hizo amenazas nucleares: armó a hampones y matones que sembraron terror en Nicaragua, Afganistán, El Salvador, Guatemala, Angola, Mozambique y docenas de otros países. En la mayoría de los casos, la cantidad de víctimas alcanzó no miles o docenas de miles sino centenares de miles de seres humanos, que de alguna manera fueron un obstáculo al imperio estadounidense… ¡uy!, es decir, a la grandeza de Estados Unidos. Fomentó una guerra entre Irak e Irán en que murió más de un millón de personas. Y apoyó incondicionalmente al gobierno de apartheid de Sudáfrica y al estado racista israelí, cuando ambos reprimían con los medios más brutales imaginables a rebeliones internas de los oprimidos.

Estos son apenas unos de los crímenes que cometió. Se podría llenar cien libros con lo que les hizo a la mujer, los trabajadores, los gays (incluso con una política reaccionaria sobre el SIDA)… con dar un papel prominente a los fascistas cristianos como Jerry Falwell y Pat Robertson… y así sucesivamente. Y sí, fomentó la idea de que no hay nada malo con la ideología de competencia brutal de Estados Unidos, y que en realidad es la única que hay. Esto es lo que Obama quiere decir cuando habla de “responsabilidad individual y personal”.

“Nuestra manera de pensar en nosotros
como país”

Aquí Obama deja ver un poco de la verdad: Reagan “transformó nuestra manera fundamental de pensar en nosotros como país”. Hasta ese entonces se empezaba a ver una parte de la realidad de lo que es Estados Unidos, en vez de la versión del libro de cuentos. Así que el gran “talento” de Reagan, como sugiere Obama, era que hizo pensar en estos crímenes de otra manera, especialmente después de que la generación de los años 60 empezara a desenmascarar la verdad sobre la “grandeza de Estados Unidos”. Reagan salió con una gran sonrisa y la risita de un vendedor, pero en realidad movilizaba a una base social fascista para intimidar, silenciar y marginar a los que representaban algo decente, y drogaba a los que estaban en el medio.

Barack Obama te dice lo que piensa que es grande. Barack Obama te dice cómo planea funcionar: convencer a la población de que lo apestoso de Estados Unidos, toda la tortura, los asesinatos y la arrogancia que tanto indignan a gente por todo el mundo, de hecho huele a rosas. Mientras la gente aquí apenas empieza a entender lo de Abu Ghraib, Faluya y todo lo demás, él quiere “transformar nuestra manera fundamental de pensar en nosotros como país”. Y quiere hacerlo de la misma manera que lo hizo Reagan.

Ahora te toca a ti: ¿quieres convencerte que no lo dice en serio? ¿Quieres aceptar la idea de que pensar en algo de una manera diferente cambia su carácter?

¿O vas a mirar la verdad tal como es, repudiar el deseo de la “grandeza de Estados Unidos” y transformar lo que piensas y lo que haces conforme a esto?

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