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Revolución #119, 10 de febrero de 2008

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Reprimen las investigaciones sobre el cáncer

El “mercado de las ideas” vs. la búsqueda de la verdad

Es el tipo de artículo que te da coraje, pero que tiene una lógica perfecta cuando se piensa en ello detenidamente.

“¿Investigaciones sobre el cáncer? Lo siento, pero no las puede ver”. Así se titulaba el artículo de la sección de ciencias del New York Times el 22 de enero. En el artículo, Andrew Vickers, investigador del cáncer del hospital Memorial Sloan-Kettering de Nueva York, describe que le negaron datos importantes de otras investigaciones. Vickers esperaba que esa información lo ayudara a determinar si una droga les beneficiaría a los que sufren de ciertas formas de cáncer.

Los investigadores que le negaron la información explicaron que era posible que ellos mismos la analizaran en el futuro; sin embargo, como dice Vickers, han pasado varios años y “ningún análisis se ha hecho disponible y muy pocos pacientes se benefician de lo que podría ser una droga muy eficaz”. Agregó:

“Con el enorme costo físico, emocional y financiero del cáncer, es de esperarse que los investigadores fomenten el intercambio libre y abierto de información. Los pacientes de cáncer que se hacen voluntarios para los ensayos clínicos muchas veces aguantan procedimientos dolorosos y tratamientos experimentales severos con la esperanza de acelerar el descubrimiento de una cura. Los datos que resultan de esos ensayos deben pertenecer a todos nosotros. Sin embargo, los investigadores de cáncer típicamente los tratan como si fueran propiedad privada”. Piénsenlo. Los pacientes se hacen voluntarios para ensayos clínicos casi insoportables con la esperanza de salvar vidas, pero los investigadores tratan los resultados como si fueran “su propiedad privada”.

Pensarán que seguramente se trata de un caso aislado.

Piénsenlo mejor.

Vickers señala que el Dr. John Kirwan de Inglaterra hizo una encuesta en que “descubrió que el 75% de los investigadores, y también un importante grupo de la industria, no quieren que la información de sus ensayos clínicos se ponga a la disposición de otros. Vale repetir esa conclusión: la mayoría de los científicos que investigan cómo ayudar a los pacientes adoloridos o en peligro de morir quieren que los datos de sus investigaciones se mantengan en secreto”.

¿Por qué? En la encuesta, los entrevistados dieron motivos superficiales y solo podemos inferir los motivos verdaderos. Una explicación posible es que en este sistema los investigadores muchas veces se ven obligados a pelearse por fondos para financiar su trabajo, y que quieren guardar los datos para proteger su carrera. Un tema recurrente de los Scienceblogs (y de muchos libros, conferencias, blogs, etc., que tratan la ciencia en el mundo académico) es la presión interminable para producir, producir, producir: es decir, atraer fondos para las investigaciones y publicar artículos que le darán prestigio a la universidad. En las ciencias hay más doctorados que trabajos, así que hay que pelearse por los pocos puestos y quedarse muchas veces con bajos salarios. Esos científicos han pasado años estudiando y han contraído deudas enormes, y a lo mejor ya tienen familias que hay que mantener. El hecho de que hay tantos doctorados en ciencias que no tienen trabajo es otro ejemplo de la manera en que el capitalismo pone trabas a las fuerzas productivas de la sociedad; en este caso las fuerzas productivas son el conocimiento y las destrezas que esos científicos tienen y que podrían contribuir, pero al final quedan sin utilizarse debido al dominio del capital.

Vickers señaló también: “Los científicos no quieren que nadie más sea el primero que saca una conclusión basada en sus investigaciones o cuestione sus conclusiones con un análisis nuevo”.

Pero las razones son aún más profundas. El capitalismo convierte todo en mercancía para la compraventa... incluso, y de hecho especialmente, el conocimiento humano. Todos hacen la competencia con los demás. Así que las relaciones económicas del capitalismo obligan a tener valores, una mentalidad y una moral de “yo primero”. Esos valores penetran en cada aspecto de la sociedad y deforman cada actividad y cada relación humana.

No creemos que la mayoría de los investigadores del cáncer entraran en esa profesión “para ganar una lana”. Pero sus aspiraciones tienen que funcionar en el marco de las relaciones sociales de esta sociedad, y en un nivel muy básico ese marco termina obstaculizando su meta original –que casi seguramente en la mayoría de los casos fue contribuir al conocimiento humano y ayudar a eliminar la enfermedad— y al final la deforma.

Los apologistas del capitalismo dicen que el “mercado de las ideas” es la mejor forma de lograr avances en el conocimiento humano. En realidad, el mercado restringe y le pone trabas al conocimiento humano. Por un lado, la clase dominante reprime y/o margina las ideas que no concuerdan con sus intereses, y fomenta conscientemente la ignorancia y la falsedad. Pero ocurre también a un nivel más profundo, con el funcionamiento espontáneo de una sociedad en que todo es mercancía para la compraventa, y en que esa relación social básica orienta a todo el mundo a ver las ideas como posible fuente de capital y de promoción de sí mismo, a retenerlas cuando no es posible sacar ganancias de ellas y a protegerlas del escrutinio público cuando es posible que sean falsas. Además, se compartimentan la investigación, el estudio y la búsqueda del conocimiento, con el resultado de que varios campos de estudio se aíslan rígida e innecesariamente el uno del otro. ¿Dónde está la búsqueda de la verdad en todo eso?

El comunismo ofrece algo mucho mejor. Plantea, y es capaz de realizar, una sociedad en que la búsqueda de la verdad, como meta en sí y como medio de alcanzar metas dignas como la eliminación de las enfermedades, por fin puede librarse de las trabas de las relaciones capitalistas. Es una sociedad en que la gente puede trabajar el uno con el otro, inspirándose en las nuevas perspectivas de otros y criticando sus errores y puntos débiles, para llegar a un entendimiento más exacto y más profundo de lo que es y no es la verdad. La revolución socialista, como el primer gran paso hacia el comunismo, pondrá la búsqueda del conocimiento al mando de las investigaciones científicos y posibilitará que los investigadores y científicos contribuyan al máximo a esa meta; es más, “abrirá las puertas” de la investigación científica muy ampliamente para atraer a las masas a participar de muchas maneras diferentes, como parte de avanzar hacia una sociedad en que todo el mundo puede trabajar tanto intelectual como manualmente.

Mientras luchamos y trabajamos para realizar esa visión, no olvidemos que el 25% de los investigadores sondeados rechazaron la orientación de competencia despiadada y NO compartieron la idea de negar información sobre sus investigaciones a otros científicos. Aprendamos también de la indignación palpable que demostró Andrew Vickers en su artículo. Entre los científicos e intelectuales, hay muchos que ansían algo mejor, que rechazan las depredaciones de las relaciones del mercado y odian la mentalidad del mercado, y para quienes sería una maravilla contribuir a una sociedad que fomenta en verdad la búsqueda del conocimiento, como meta en sí y para mejorar el futuro de la humanidad.  

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