Vecinos de Cabrini le plantan a la policía

Obrero Revolucionario #1198, 11 de mayo, 2003, posted at rwor.org

Recibimos esta carta de Chicago.

Chicago, 17 de abril: A las 10:30 de la noche, en el segundo piso de un edificio del multifamiliar Cabrini Green estaban cenando familiares y amigos que ese día enterraron a una señora, y abajo en el estacionamiento algunos disfrutaban el tiempo agradable, pues por fin se vislumbró la primavera tras el largo y helado invierno típico de Chicago. Ese día enterraron a la abuelita de un chavo llamado Nightfall. Ahora él y sus tres cuates subieron a su camioneta para ir por más chelas.

De repente una patrulla subió a la banqueta del estacionamiento y paró con un chirrido. Enseguida bajaron los policías y empezaron a agarrar a quienes pudieran. Hombres, mujeres, chavos y niños se quitaron rápidamente para salvarse.

En ese momento, la camioneta de Nightfall iba saliendo del estacionamiento, pero otra patrulla bloqueó la salida. Cuando los policías se acercaron a la camioneta, Nightfall bajó el vidrio y le dieron un puñetazo. Entonces los chavos subieron los vidrios, echaron el seguro y no obedecieron la orden de "bajarse del vehículo". La policía rodeó la camioneta y sacó sus pistolas.

Apenas en octubre pasado, la policía robó la vida de otro joven en Cabrini Green; un tira le dio un balazo en la cara a Michael Walker de 21 años (a quien le decían Jappa D) y lo dejaron desangrarse en el pasillo por más de dos horas.

Todo mundo lo tenía muy presente, y también tenía presente la brutalidad policial cotidiana, los mil y un atropellos diarios que sufre. Como todo indicaba que iban a lastimar a Nightfall y sus amigos, decidieron plantárseles a los policías. Enseguida un buen número de vecinos salieron gritando de los edificios, dispuestos a salvar la vida de los jóvenes.

La policía quiso hacer retroceder a la multitud a empujones, rompió los vidrios de la camioneta y ¡tiró una lata de gas lacrimógeno por la ventana! Los chavos salieron con las manos alzadas, respirando con dificultad. Les rociaron mace, los esposaron y los golpearon. Los testigos cuentan que a uno lo tiraron al suelo, lo encañonaron y le dijeron que lo iban a matar.

Más vecinos salieron de los dos edificios a los lados del estacionamiento y la situación se puso al rojo vivo. No iban a permitir otro asesinato policial.

La policía pidió refuerzos y llegaron a las espaldas de la multitud airada. Cinco agentes le cayeron encima a una señora de 50 años. Un vecino gritó: "¡No estamos en Afganistán! ¡Esto no lo pueden hacer aquí!", y lo golpearon y se lo llevaron preso. Arrestaron a ocho personas más y luego se metieron a las patrullas y se retiraron, saliendo por la banqueta.

Pero los vecinos no se dieron por vencidos; no iban a permitir que la policía se saliera con la suya. Unos 75 a 100, entre ellos militantes de la Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria, hicieron una marcha a la delegación, que queda a dos cuadras.

Cuando llegaron, estaba fortificada con barricadas y resguardada con muchos policías; ¡hasta sacaron los perros! Los noticieros pasaron imágenes de chavos que tiraban un montón de cosas e informaron que "lanzaron todo tipo de objeto contra la delegación". ¡Parecía una batalla de Palestina!

El ataque policial y la resistencia del pueblo prendió debate en toda la ciudad. Al día siguiente, el reverendo Paul Jakes, destacado luchador contra la brutalidad policial, acompañó a Nightfall y sus amigos en una rueda de prensa donde pasaron videos del ataque a la camioneta. La rueda de prensa y los videos salieron en todos los noticieros.

Jóvenes del movimiento antibélico y contra la globalización acudieron a Cabrini Green ese día y al día siguiente para solidarizarse y, en dado caso, repeler otro ataque policial.

Unos días después, el legislador estatal del distrito convocó una reunión de emergencia en la comunidad e invitó a varios altos oficiales: el subinspector de la policía, el comandante del distrito 18, el comandante de la policía de vivienda pública y el jefe de la OPS (Oficina de Normas Profesionales, la división encargada de investigar la mala conducta policial), el jefe del programa de "policías en la comunidad", además de varias autoridades civiles.

Los oficiales y sus secuaces se hicieron los tontos y fingieron "gran indignación" por lo que pasó, pero los vecinos les dijeron sus verdades sobre la vida diaria en Cabrini "ocupado". Una vecina dijo que un policía allanó su apartamento sin ninguna justificación y pasó dos horas registrando todo; al salir volteó a ver a su hija de 15 años y dijo: "Esa vieja me la voy a tirar".

Cuando los oficiales les aseguraron a los vecinos que la OPS iba a tomar cartas en el asunto, estos soltaron la risa. Los vecinos se han quejado una y otra vez a la OPS y el único resultado es que la policía los hostiga a ellos y sus familiares. A cada rato, allana sus apartamentos y destruye sus cosas. Una señora dijo que en varias ocasiones fueron a su apartamento y la amenazaron con ponerle mota si no les daba información sobre dos apartamentos donde podrían encontrar heroína o cocaína.

El legislador estatal preguntó a los oficiales qué deben hacer los vecinos si un policía los maltrata. El comandante del distrito 18 respondió: "Deben llamar al 911 y pedir que les pasen a un oficial". El público respondió a gritos: "¡911 no sirve para nada!". Muchos chavos gritaron que la policía les da palizas y les pone drogas encima, y otros manifestaron su justa ira: "¡Y el sargento les echa porras mientras te golpean!"; "¡La policía no puede frenar a la policía; son una bola de corruptos que nos andan chingando! No es justo lo que hacen, no es justo"; y "¡A la mierda el 911! Solo sirve para que manden refuerzos y uno termine en el bote. Nos meten al bote, eso es lo que pasa. Ustedes son como uña y mugre, y nosotros tenemos que ser iguales".

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Uno de los chavos que iba en la camioneta dijo: "Me llevé una sorpresa muy grata esa noche al ver que la comunidad se unió. Fue muy bueno, muy bello. Pensamos que íbamos a morir. Nos hubieran podido matar".

En estos tiempos cuando Estados Unidos quiere librar guerras a su antojo y expandir su imperio a como dé lugar, las fuerzas del orden y el gobierno están aumentando la represión: obligan a los inmigrantes del Medio Oriente a "inscribirse", arrestan en masa a los que protestan contra la guerra y hacen añicos las libertades que supuestamente defienden.

Están envalentonados, pero así y todo les da mucho miedo que los de abajo opongan una feroz resistencia como la del 17 de abril en Cabrini Green, pues les preocupa que esas chispas prendan una resistencia mucho más amplia de los que no tienen nada que perder más que sus cadenas.


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