Las guerras culturales en las universidades

La caza de brujas de Ward Churchill

Obrero Revolucionario #1270, 13 de marzo, 2005, posted at rwor.org

"Tenemos una sociedad tolerante, pero hay cosas que no se pueden tolerar".

Bill O'Reilly, Fox News, respecto al profesor Ward Churchill de la Universidad de Colorado, 11 de febrero

En este momento se está librando una intensa batalla sobre el derecho a expresar ideas opuestas al imperio estadounidense, sus operaciones, sus motivos y su historia oficial.

Cada vez más estrepitosamente, los "guerreros culturales" claman que se depuren las universidades. Fox News se ha metido y dos gobernadores republicanos han pedido el despido de profesores radicales.

El blanco actual is Ward Churchill, autor y activista político de mucha trayectoria, profesor en la Universidad de Colorado (UC) y decano de la Facultad de Estudios Étnicos. Es indígena y trabaja con el Movimiento Indígena de Estados Unidos y el Comité para defender a Leonard Peltier. Ha sido autor, co-autor y editor de muchos libros, entre ellos Agentes de represión: Las guerras secretas del FBI contra el Partido Pantera Negra y el Movimiento Indígena de Estados Unidos y Un asunto de genocidio: Holocausto y negación en las Américas: De 1492 a la actualidad.

El Proyecto Kirkland para el estudio del género, la sociedad y la cultura, de la Universidad Hamilton, lo invitó a hablar sobre el tema de la prisión y los derechos de los indígenas el 2 de febrero, como parte de una serie de ponencias sobre "Clase en contexto".

Churchill combina un profundo conocimiento académico con una perspectiva radical y un estilo de presentación audaz. Justamente por eso, lo han invitado mucho a dar conferencias en docenas de universidades en los últimos años. Su tema central es el genocidio y la opresión actual del indígena.

Pero esta vez, se desató una embestida política e ideológica altamente organizada para parar su presentación. Como toda caza de brujas, el ataque se amplió con rumores y tergiversaciones. ¿Quién lo invitó y por qué? ¿Quién de arriba permitió que eso pasara? ¿Qué catedráticos de otras universidades comparten su punto de vista radical?

Uno de los primeros en atacar fue David Horowitz, conocido inquisidor intelectual de la derecha que formó una red de estudiantes al estilo nazi (denominada, perversamente, "Estudiantes pro Libertad Académica") con el fin de hostigar a catedráticos progresistas, trastornar sus clases, grabarlos y acusarlos de "odio hacia América" en los medios de comunicación conservadores.

Esta campaña apunta contra toda voz académica importante que critique el sistema estadounidense. También ataca el debate y el disentimiento académico, que para la derecha es un semillero de pensamiento crítico, radicalismo y desafío al statu quo en toda esfera intelectual y social.

Es un embate sumamente peligroso, y hace falta que muchas fuerzas capten lo serio que es y tomen una posición firme.

Contra la caza de brujas

"Tenemos que enseñar a los estudiantes a escuchar, pensar críticamente y hacerse oír sobre estas cuestiones difíciles. No tenemos que protegerlos de lo que pueda causar desacuerdo".

Nancy Rabinowitz, directora del Proyecto Kirkland, TV Noticiero 10, Syracuse, Nueva York, 26 de enero

"Tienes el derecho a expresarte, siempre y cuando no seas tan idiota como para intentarlo".

The Clash, en la canción "Conoce tus derechos"

La profesora Nancy Rabinowitz ya estaba en la lista negra de la derecha cuando invitó a Ward Churchill a la Universidad Hamilton. En 2004 el Proyecto Kirkland invitó a Susan Rosenberg (ex presa política por apoyar las actividades del Weather Underground) a impartir un curso de un mes sobre redacción de memorias. Los derechistas pusieron el grito en el cielo hasta que Rosenberg canceló el curso.

Cuando el Proyecto Kirkland anunció el 14 de diciembre de 2004 la lista de los conferenciantes para 2005, entre ellos Ward Churchill, un grupo derechista se puso a investigar sus actividades y escritos.

Se enfocaron en un ensayo que Churchill escribió después del 11 de septiembre titulado "Algunos no se dejan: Sobre la justicia de una amarga cosecha", en el cual afirma que los ataques contra el Pentágono y las Torres Gemelas del World Trade Center no se pueden separar de lo que Estados Unidos ha hecho en el mundo, por ejemplo el horror de las sanciones estadounidenses contra Irak que causó la muerte de 500,000 niños. Churchill compara a muchos de los que murieron en el ataque con los "buenos alemanes" que se quedaron callados durante el régimen nazi. Argumenta que muchos "formaban parte de un cuerpo tecnócrata en las entrañas del imperio financiero de Estados Unidos --la poderosa `máquina de la ganancia' a la cual la dimensión militar de la política estadounidense ha estado siempre sujeta-- y lo hacían a sabiendas y por su voluntad. Siendo relativamente bien preparada, esta élite no podía recurrir al pretexto de la ignorancia".

En un pasaje que la derecha ha hecho famoso, Churchill describe a esos tecnócratas como "pequeños Eichmanns que habitaban el santuario estéril de las Torres Gemelas". (Se refiere a Adolfo Eichmann, el líder nazi encargado de organizar los campos de la muerte durante la Segunda Guerra Mundial).

Theodore Eismeier, profesor de ciencia política de Hamilton, corrió a la rectoría con ese ensayo de hace tres años y dijo que se iba a armar un escándalo de relaciones públicas. Nancy Rabinowitz dijo que cuando la presidenta le pidió su opinión, le contestó: "Hay que tomar una posición firme por la libertad de expresión". La universidad no canceló la invitación a Churchill e invitó a varios conservadores a expresar ideas opuestas en el mismo programa.

Pero a los derechistas los enfureció la perspectiva de un debate abierto. Eismeier rechazó la idea de una mesa redonda así: "Es como invitar a un representante del KKK (organización brutalmente racista) y luego darle oportunidad a la NAACP (organización de negros) a responder" (lo que es poner la verdad patas arriba). Los derechistas lanzaron ataques públicos en grande, primero en el periódico local (el 26 de enero), luego en las más influyentes páginas de internet, como "Little Green Footballs" y "Free Republic".

El comentarista de Fox News Bill O'Reilly tachó a Churchill de "demente" e instó a los televidentes a presionar a la universidad. Una representante de la universidad dijo: "En cuanto terminó el segmento, el teléfono empezó a sonar". El correo electrónico recibió 8,000 mensajes (muchos virulentos, otros de apoyo). A los pocos días de las arengas de O'Reilly, Churchill recibió más de cien amenazas violentas.

(Como parte del segmento, O'Reilly presentó grabaciones de las conferencias de Churchill, por el cual un profesor de Hamilton comentó que O'Reilly cree que esas ideas no se deben oír en una discusión universitaria razonable, pero en un programa histérico de televisión).

Han tomado los escritos y la política de Ward Churchill completamente fuera de contexto, reduciéndolos a la frase simplista: "Comparó a las víctimas del 11 de septiembre con los nazis". Churchill explicó: (Counterpunch.org, 26 de febrero)

"No defiendo los ataques del 11 de septiembre, simplemente he señalado que si la política exterior estadounidense causa muerte y destrucción masiva en el extranjero, no podemos hacernos los inocentes cuando parte de esa destrucción se devuelve. No he dicho que `se deben' lanzar ataques armados contra Estados Unidos, sino que dichos ataques son una consecuencia natural e inevitable de la política ilegal estadounidense... Si no nos responsabilizamos, somos cómplices de sus acciones, como los `buenos alemanes' de los años treinta y cuarenta, y no tenemos derecho a reclamar cuando sufrimos las consecuencias".

Pero el clamor de la embestida derechista, y la falta de resistencia organizada, no dejan oír estas aclaraciones. Lo calumnian por "intolerante" y "apologista del terrorismo", y de ahí declaran que sus ideas no tienen cabida en el debate público legítimo. Simplemente argumentan que cualquiera que haya escrito tales comentarios en cualquier ocasión nunca tendrá derecho de hablar sobre ningún tema, ni siquiera en el contexto de un debate abierto de ideas opuestas.

Los medios de comunicación masiva repitieron todas las tergiversaciones, apoplejías y demandas fascistas de la ultraderecha.

Desafortunadamente, las fuerzas progresistas no organizaron la contraofensiva necesaria para defender a los blancos del ataque, el derecho de los profesores a tener ideas radicales y de los estudiantes a juzgar por sí mismos distintos análisis políticos, y para responder a las calumnias y destapar la naturaleza fascista de los ataques.

Persecución de la discusión abierta

Lo que siguió fue la claudicación vergonzosa de la Universidad Hamilton.

Al principio la presidenta, Joan Hinde Stewart, planteó una posición firme por la libertad de expresión y libertad académica.

El 26 de enero, escribió: "Hamilton, como toda institución comprometida con el libre intercambio de ideas, invita a personas de diversas opiniones, frecuentemente polémicas. Un importante atributo de la educación liberal es la oportunidad de conocer y responder a personas que no sean de la misma comunidad universitaria por lo intenso y urgente de sus perspectivas. No endosamos los puntos de vista de los conferenciantes. Esperamos que los miembros de esta comunidad académica y los invitados respeten, como discusión civil, la dignidad del debate razonable y de principios. Dentro de este marco se verá si el contenido y la credibilidad de los puntos de vista merecen apoyo o no. Anticipamos que muchos que discrepan con el Sr. Churchill asistirán y harán oír su oposición. Este es el proceso de la libertad académica y la libertad de expresión".

El 30 de enero, en pleno embate derechista, recalcó: "Me han instado a retirar la invitación del Proyecto Kirkland a Ward Churchill y cancelar el programa. Pero cuando invitaron a Churchill y él aceptó, entró en juego un principio, el de la libertad de expresión. El jueves [la fecha del programa] tendremos la oportunidad de demostrar el poder de la democracia".

Lo que siguió demuestra que la democracia en Estados Unidos se basa en una dictadura, que amenaza cada día más la vida académica e intelectual.

El 31 de enero, el gobernador de Nueva York, George Pataki, criticó públicamente a la Universidad Hamilton por invitar a Churchill: "Hay una diferencia entre la libertad de expresión e invitar a un fanático que apoya el terrorismo".

Al día siguiente, la presidenta Stewart anunció que no se permitiría hablar a Churchill: aunque la universidad había tratado de "proteger lo que más apreciamos, la libertad de hablar, pensar y estudiar libremente", la amenaza de un ataque físico lo hizo imposible. Churchill había dicho en privado que estaba dispuesto a arriesgar la vida para participar.

Ni así quedaron satisfechos los reaccionarios y le cayeron encima a la profesora Rabinowitz.

El 3 de febrero el website Frontpage de Horowitz publicó una larga difamación clásica, al estilo de los caza-comunistas J. Edgar Hoover y Joseph McCarthy. "Reveló" que al suegro de ella, Victor Rabinowitz, lo acusaron de comunista (¡durante la persecución política macartista!), que tiene vínculos con el Gremio Nacional de Abogados y el Centro de Derechos Constitucionales, y que fue abogado defensor de Kathy Boudin del Weather Underground.

Es decir, "acusan" a Nancy Rabinowitz de ser pariente de Victor Rabinowitz, ¡un abogado a quien lo acusan de defender a sus clientes!, y de ahí lo acusan de representar "individuos y grupos radicales que buscan destruir la Constitución de Estados Unidos".

El 5 de febrero David Horowitz, en su página web personal, calumnió a Nancy Rabinowitz por crear "una red terrorista en la Universidad Hamilton".

El 11 de febrero, se anunció que la destituyeron de la dirección del Proyecto Kirkland.

No bastaba con cancelar la invitación de Churchill, había que humillar públicamente a los que lo invitaron y obligar a la universidad a traicionar sus principios de discusión abierta.

Nancy Rabinowitz hizo una pregunta muy apta: "¿Cuántas personas aguantarían lo que nos ha pasado?".

La tormenta en Colorado

En Colorado se desenvolvió un ataque paralelo. Los republicanos de Colorado pusieron las miras en Ward Churchill y el ambiente político sospechoso de las ciudades universitarias del estado.

Bill Owens, gobernador de Colorado, salió en el programa de televisión derechista O'Reilly Factor e instó al Consejo Rector de la Universidad de Colorado a despedir al profesor Churchill: "He recomendado que lo despidan, por sus palabras y sus acciones, puesto que no concuerdan, en mi opinión, con lo que representamos aquí en Colorado y en la Universidad de Colorado".

Vale la pena reflexionar un momento lo que está diciendo: simplemente, a un profesor no se le debe permitir enseñar en Colorado si no concuerda con "lo que representamos", según lo define políticamente un gobernador conservador de hueso colorado. Aparentemente ahora él es el dictador de lo que los profesores universitarios del estado puedan pensar o decir. He aquí el tipo de "libertad académica" que desean Horowitz y otros de esa jaez; si llega a triunfar, sofocará la vida intelectual y política de una manera escalofriante.

Los republicanos de la Cámara de Representantes de Colorado propusieron condenar a Churchill.

Bajo esta presión, las autoridades universitarias se pusieron a ingeniar un pretexto para castigar a Churchill.

Primero, lo destituyeron de su cargo administrativo: el 2 de febrero (el mismo día que la Universidad Hamilton canceló el programa), Churchill renunció como decano de la Facultad de Estudios Étnicos de la Universidad de Colorado.

Un problema para las autoridades es que Ward Churchill es catedrático con titularidad y no lo pueden despedir a menos que viole la ética profesional (por ejemplo, que cometa fraude académico).

La Asociación Americana de Profesores Universitarios tomó una posición valerosa: "La libertad de los catedráticos a expresar opiniones, por poco populares o repugnantes que sean, es una condición imprescindible para toda institución de enseñanza superior que sea realmente libre. Deploramos las amenazas de violencia contra el profesor Churchill, y rechazamos la noción de que algunos puntos de vista sean tan ofensivos que la comunidad académica no deba permitir que se oigan y se debatan. También es reprensible que las autoridades gubernamentales interfieran en las decisiones de la comunidad académica".

Por su parte, el rector de la Universidad de Colorado inició una investigación de 30 días sobre los escritos y comentarios de Churchill en busca de una razón para despedirlo, diciendo que "posiblemente se pasó".

Y, ¡qué coincidencia!, aparece un tal Thomas Brown, profesor asistente de sociología de la Universidad Lamar (Beaumont, Texas), y publica en el website Frontpage de Horowitz una larga polémica contra ciertos detalles de la descripción que dio Churchill (en un documento para un juicio hace 10 años) del uso de "cobijas contiagadas de viruelas" para matar a los indígenas.

Brown escribió: "El cuento de Churchill de genocidio por medio de guerra biológica es impactante. También es completamente fraudulento".

Están preparando los pretextos para despedirlo por fraude, cuando el motivo es patentemente político.

Algunos académicos lo defendieron.

El profesor Arturo Aldama, que trabaja con Churchill en la Universidad de Colorado, afirmó a la prensa: "Es impecable en lo que concierne la procedencia de sus datos, y conocido por su metodología empírica y de archivos".

Noam Chomsky, profesor de lingüística de MIT e importante investigador del imperialismo estadounidense, dijo: "He leído bastante de su obra, y gran parte es excelente, penetrante y de alta calidad académica".

En medio de todo eso, la Universidad de Colorado trató de suprimir un mitin en defensa de Churchill. El día del mitin, anunció que se canceló por "problemas de seguridad". Cuando los estudiantes amenazaron con entablar una demanda, la administración retrocedió (¿y el problema de seguridad, eh?).

Esa tarde más de mil personas llenaron el lugar para oír a Ward Churchill, y más de 250 quedaron paradas afuera. Aplaudieron a los colegas y estudiantes que hablaron en defensa de Churchill, quien por su parte afirmó que no se arrepiente de sus justas críticas de las atrocidades yanquis en todo el mundo.

O'Reilly, en su programa, se mofó de ese apoyo, y dijo que era un "culto de la personalidad" y que comprueba lo peligroso que es exponer a los estudiantes a ideas radicales.

Por otra parte, la administración de la Universidad de Wisconsin en Whitewater tuvo el valor de reiterar la invitación a Ward Churchill el 1° de marzo. Y, siguiendo el patrón ya típico y alarmante, unos legisladores de Wisconsin anunciaron que tomarán medidas para evitar que Churchill dé conferencias en el estado.

Así están las cosas ahora y esta aguda lucha continúa.

Instan a purgas de universidades

"Dado el clima político prevaleciente y el poder de instituciones como Fox News para atizar histeria colectiva, esto no parará con Churchill ni parará con la Universidad Hamilton".

Maurice Isserman, profesor de historia, Universidad Hamilton

"El problema con este tipo es que para él, Estados Unidos es un país que reprime a la gente, un país malo".

Bill O'Reilly, en un comentario sobre Ward Churchill, 2 de febrero

"Churchill es típico de la izquierda académica `odia- América', una quinta columna que amenaza nuestra sobrevivencia tanto como Osama bin Laden y Al Qaeda... Los amotinados de los años 60 son los catedráticos de hoy... Han creado universidades que son un espejo de su ideología Los programas de estudios de la mujer, estudios afroamericanos, estudios hispanos, estudios étnicos, estudios de gays y lesbianas, son una excusa para la indoctrinación neomarxista (donde raza, género o sexualidad sustituyen a `clase')... ¿Hay que despedir a Ward Churchill? La pregunta casi ni viene al caso. Como dice el dicho, Ward Churchill es un síntoma de una enfermedad descontrolada: la izquierda académica (vaya redundancia) que aborrece a Estados Unidos, trata de héroes a los asesinos de estadounidenses y anhela la muerte de nuestra república. Por una parte, el profesor Churchill nos sirve de lección para el pueblo americano. Como advertían los carteles de la II Guerra Mundial: Conoce tu enemigo".

Don Feder, revista Frontpage,11 de febrero

"Ward Churchill textualmente e indudablemente instó al derrocamiento violento y la destrucción de Estados Unidos. No se pueden interpretar sus comentarios de otro modo, si uno es mínimamente objetivo... Es increíble que aún se les permita a Churchill y gente de su laya cometer sedición. La sedición dista muy poco de la traición. Es más, con sus comentarios, da `ayuda y aliento al enemigo', y eso es traición. ¿Por qué ya no enjuiciamos a la izquierda por ese crimen? ¿Por qué es inmune siempre? Repito que la libertad de expresión no abarca ni la sedición ni la traición... ni siquiera en la `comunidad académica'".

Sher Zieve, comentarista, La voz conservadora, página de internet de los fascistas cristianos

Estos pasajes demuestran lo que realmente motiva a los que censuran a Churchill. Tanto depende de que Estados Unidos luzca como la fuente de toda libertad y moral, que se salen de sus casillas si alguien describe la verdadera naturaleza de su imperio.

Esta situación es muy seria, y es intolerable que no haya salido más gente a la defensa de Churchill y que diluyan su apoyo con peros y deslindes.

Todos tenemos que tener bien claro lo mucho que está en juego y el cuadro general .

La manada de lobos que ataca a Churchill es muy organizada, bien financiada e influyente; su meta es hacer purgas políticas en las universidades, callar el disentimiento, helar el clima político y desencadenar cuadrillas de policía del pensamiento. Estos son los hechos.

Es una campaña que detesta el debate abierto, que proviene de poderosas fuerzas profundamente hostiles a la idea del pensamiento crítico. Su visión para nuestras vidas es imponer verdades absolutas y un evangelio religioso y político conservador extremista. Obviamente, estas campañas son una parte clave de una guerra cultural que busca imponernos esa visión.

Es necesario reflexionar y captar esta perspectiva general, para luego entrarle duro a la decidida defensa de Ward Churchill y organizar una resistencia mucho más amplia y poderosa al programa fascista que está en marcha.