Arizona: Cazadores y cazados en la frontera

Paramilitares atacan a los inmigrantes

Obrero Revolucionario #1275, 24 de abril, 2005, posted at rwor.org

A lo largo de la frontera entre Naco y Douglas, dos pueblitos del estado de Arizona, un ex infante de Marina de Missouri está parado frente a una tienda de camping y una bandera nacional. En la mano derecha tiene una pistola de 9 mm y en la izquierda un teléfono celular. Está observando el otro lado con anteojos de larga vista.

Es parte del Proyecto Minutemen, un grupo de ex soldados y derechistas reclutados por medio de la internet para patrullar una extensión de 20 millas de la frontera México-Arizona.

Se reunieron en campamentos de vehículos recreativos como si fuera una barbacoa.

Luego se desplegaron en el desierto con ropa de camuflaje, fusiles, gafas de visión nocturna, radios portátiles y teléfonos celulares con el número de teléfono de la Patrulla Fronteriza.

Piensan que los trabajadores inmigrantes que cruzan la frontera en busca de trabajo son una fuerza enemiga que invade el país, y dicen que son "americanos que hacemos lo que el Congreso se niega a hacer".

Son cazadores de seres humanos.

El Proyecto Minutemen

A partir del 1° de abril, han llegado reclutas del Proyecto Minutemen desde Colorado, California, Texas y Nuevo México. Son agentes jubilados de la Patrulla Fronteriza, ex infantes de Marina, ex carceleros, neonazis de la Alianza Nacional y separatistas blancos que respondieron a la convocatoria de "defender la patria" de una "invasión de extranjeros ilegales".

Llegaron en carros, camperos y a veces en aviones particulares con la misma misión: cazar "extranjeros ilegales". Oficialmente dicen que solo "llamarán" a la Patrulla Fronteriza cuando vean a inmigrantes que cruzan la frontera, pero la presencia de paramilitares armados entusiasmados por la caza de seres humanos sugiere que en realidad ansían matarlos. Después de una orientación, se dispersaron en bandas a lo largo de la frontera.

Los dos fundadores del Proyecto Minutemen son Chris Simcox y Jim Gilchrist, de California.

Desde hace mucho tiempo Simcox es paramilitar y derechista. Cuando se mudó a Arizona, compró el periódico Tombstone Press y mandó cartas al presidente George Bush, al vicepresidente Dick Cheney, al secretario de Justicia y al director de Seguridad de la Patria. Les decía que la escasez de agentes de la Patrulla Fronteriza es "una traición" y prometió contribuir a la "defensa nacional" parando la "invasión" de extranjeros. Anunció que formaría un grupo para patrullar la frontera por su cuenta.

Cuando oyó a Simcox en un programa radial conservador, Gilchrist se le unió.

A estos reaccionarios los inspiró la declaración de Pat Buchanan, republicano derechista, de que se necesitan acciones extremas para garantizar que Estados Unidos siga siendo una nación de blancos cristianos. La Declaración de los Minutemen dice que si eso no se logra, "futuras generaciones heredarán una maraña de culturas hostiles, reñidas y sin asimilar que no tienen nada que las vincule, y esta nación no seguirá siendo un 'crisol de culturas' armonioso".

Los cazados

Al otro lado, en México, un señor mete ropa suficiente para dos días en una bolsita. Su esposa lo mira y empieza a llorar.

A la entrada, un hijo llora también. Entiende lo que le dijo su padre: "Tengo que irme por un rato". Pero, a diferencia de su madre, no sabe que está a punto de emprender un viaje peligroso y que posiblemente nunca lo volverá a ver.

Por todo el país, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, se despiden de sus pueblos y familiares a buscar la oportunidad de subsistir. Muchos terminarán en el centro de Los Ángeles trabajando en los talleres de miseria de la costura, donde a veces ni siquiera ganarán el salario mínimo. Otros irán más al norte, a Fresno, para recoger ajo, o a la Florida para recoger tomates, o a Carolina del Norte para trabajar en una empacadora de carne.

La mayor parte del tiempo que pasan en este país, hasta que regresan a México o mueren endeudados, los tratarán como si fueran ciudadanos de segunda clase.

Los hostigarán porque no saben inglés y vivirán con miedo de que les nieguen educación o servicios médicos a sus hijos. Siempre se cuidarán de las autoridades.

Y eso es lo que les pasa a los que tienen "suerte".



La caza de seres humanos en Estados Unidos

"Los seres humanos son la mejor presa del planeta".

Roger Barnett, ranchero y ex sheriff, Sierra Vista, Arizona

Estos paramilitares no son un fenómeno nuevo. En Arizona, los rancheros llevan años matando a inmigrantes. A otros los cazan con perros y luego los entregan a la Patrulla Fronteriza a punta de fusil.

Grupos como los Minutemen llevan años patrullando la frontera, pero ahora hay dos aspectos nuevos: tienen lazos con poderosas fuerzas en los altos niveles del gobierno y vivimos una atmósfera de paranoia. Un letrero de los Minutemen en Tombstone dice: "A los terroristas les encantan las fronteras abiertas. No olviden el 11 de septiembre".

Por su parte, el gobierno —tanto demócratas como republicanos— lleva mucho tiempo militarizando la frontera. Ha construido muros y cercas de alambre de púas, y esto obliga a los inmigrantes a cruzar en zonas mucho más desoladas y peligrosas, como el desierto de Arizona.

Se ha creado una zona de conflicto donde los inmigrantes buscan cruzar y sobrevivir, y la Patrulla Fronteriza los persigue en las colinas secas, los atrapa y los deporta. En vísperas de la llegada del Proyecto Minutemen, llegaron de 500 a 700 agentes más de la Patrulla Fronteriza a Arizona.

Ahora los reaccionarios del Proyecto Minutemen piden medidas más extremas y violentas . Han criticado las propuestas de Bush y el presidente mexicano, Vicente Fox, para crear un programa que permita que los mexicanos entren legalmente.

Dicen que la militarización de la frontera no ha sido suficiente y que hay que cerrar todos los puntos de entrada permanentemente. Se han ofrecido de voluntarios armados para cazar y capturar a los inmigrantes y entregarlos a la Patrulla Fronteriza, y para presionar al gobierno a hacerlo.

El desierto

En el desierto rumbo a Douglas, se ven botellas de agua por todas partes, como si fueran una especie de plantas de plástico. Algunas están medio escondidas y casi vacías, tras saciar la sed —y quizá salvar la vida— de una o varias personas que llevan días caminando en el calor del desierto sin sombra ni agua.

Más visibles son las botellas llenas, no tocadas, colocadas al lado de las cercas de alambre de púas por los que quieren dar la bienvenida a los inmigrantes, aliviar su sufrimiento, rescatarlos y declarar públicamente que se oponen al clima racista.

¿Cuántos inmigrantes morirán sin alcanzar esas botellas, pensando con el último aliento en su familia y su pueblo?

Más allá, en el desierto, se ven pequeñas ofrendas improvisadas con cruces metálicas, piedras y cintas de colores vivos: pruebas de cuántos han muerto en la frontera.



Una zona de peligro y muerte

"Los inmigrantes dividirán nuestro país. No estamos en una guerra civil, pero podría venir".

Jim Gilchrist, reaccionario, ex soldado de la guerra de Vietnam, organizador del Proyecto Minutemen

Cada año centenares de inmigrantes mueren cruzando la frontera. La Liga de Asistencia Rural de California informó que el año pasado murieron 325 inmigrantes. Es una muerte horrorosa: cocinados vivos en camiones o vagones de carga o muertos de sed en el desierto.

Un equipo de corresponsales del OR habló con un joven humanitario que vive en el sur de Arizona y está horrorizado por lo que está pasando. Trabaja con un grupo religioso que deja botellas de agua en el desierto.

Les dijo: "Se informa que hasta el 40% de los inmigrantes que cruzan la frontera en estas zonas son víctimas de ataques. Los coyotes u otros les roban, les dan palizas o violan a las mujeres. Parece una zona de guerra donde sufren los civiles. Los Minutemen hablan de los inmigrantes como si fueran animales para cazar. Dicen: 'Hoy vamos a cobrar y etiquetar a unos ilegales'".

Los medios informaron que los Minutemen capturaron a un inmigrante y lo detuvieron contra su voluntad. Lo obligaron a posar y le sacaron fotos con una camiseta que decía: "Bryan Barton capturó a un extranjero ilegal y todo lo que recibí fue esta pinche camiseta".

Públicamente el gobierno no apoya a los Minutemen. Advierte que los grupos paramilitares son "peligrosos" y dice que se debe tener confianza en la Patrulla Fronteriza. Pero no los ha condenado directamente ni hecho nada para pararlos.

Imagínense: llegan hombres armados de todo el país para cazar seres humanos, se despliegan en el campo con gafas de visión nocturna y les caen encima a los que "parecen extranjeros". y no se hace nada para pararlos o impedir que siembren terror.

Imagínense, por un segundo, si los negros o latinos de un barrio oprimido de este país deciden un día que están hartos de la brutalidad policial y se organizan en grupos armados para protegerse. ¿Qué pasaría? ¿Las autoridades los dejarían patrullar el barrio?

Por supuesto que no. Les caerían encima y los aplastarían con todo el poderío del estado.

Pero en Arizona, los dirigentes del Proyecto Minutemen cuentan con el apoyo de politiqueros y funcionarios del gobierno. Un congresista republicano de Colorado, Tom Tancredo, envió una carta a Gilchrist y Simcox, que decía: "¡Felicitaciones por un trabajo bien hecho! ¡Misión cumplida!". Los invitó a ir a Washington, D.C., para participar en una audiencia de un comité del Congreso sobre inmigración.

Al leer este artículo.

En alguna parte de la frontera, un señor está esperando que llegue la noche. En la mano derecha tiene una bolsita de ropa y en el corazón guarda el recuerdo de su esposa e hijo, y de la promesa que les hizo de llegar al otro lado y encontrar trabajo para ayudarlos a subsistir otro día más.