Revolución #141, 24 de agosto de 2008


"Dos sistemas deportivos (no muy) diferentes"

Pasar atletas por un triturador de carne

La carrera por el oro sigue en pie. China y Estados Unidos se enfrentan, y son los favoritos para ganar la mayor cantidad de medallas y de oro. En los preparativos de los juegos, y de muchas formas en la cobertura periodística en Estados Unidos, se representa un retrato de un sistema deportivo estadounidense intrínsicamente superior, como muestra de lo que supuestamente son valores fundamentalmente mejores en la sociedad estadounidense. Cuando el equipo estadounidense gana, muestra la superioridad del sistema estadounidense. Cuando China gana un partido, el trasfondo es que este es resultado de las ventajas injustas de un sistema deportivo que subsidia económicamente los deportes, y que maltrata y abusa de sus atletas.

Pero lo que desenmascararás si echas un vistazo a los sistemas deportivos de ambos países es que Estados Unidos no tiene rival por lo que se refiere a dar muchísimos fondos al atletismo de alto nivel, y de imponer una ética de ganar a como dé lugar que avasalla a los atletas.

Financiación gubernamental, financiación corporativa

En comparación con China, Estados Unidos tiene un sistema más descentralizado para desarrollar atletas elites. El sistema estadounidense se basa más en corporaciones y en los programas atléticos de los colegios y las universidades, aunque para cuando los atletas lleguen al nivel olímpico, el sistema se hace más centralizado porque está en el ámbito del Comité Olímpico Estadounidense.

Pero enfocar en la forma que los deportes reciben financiamiento no llega a la esencia de lo que está sucediendo con los atletas. Al fondo de esto está el hecho de que, a pesar de las formas “socialistas” mantenidas en China, tanto China como Estados Unidos son países capitalistas.

Aunque los atletas elites de China se desarrollan en un sistema atlético estatal, su papel en la sociedad aún está enmarcado por la misma clase de relaciones capitalistas que definen los deportes en Estados Unidos. En China, está Liu Xiang, ganador de los 110 metros vallas en las Olimpiadas de Atenas, a quien le respaldan Nike, Coca Cola, Kia, Visa, Lechería Yili, Shanshan Xifu (una compañía estatal que manufactura trajes) y muchas otras empresas. Yao Ming, quien llevó la bandera china en las ceremonias inaugurales la semana pasada, se convirtió en uno de las estrellas deportivas de mayor paga del mundo. Junto con LeBron James actuó en un anuncio para Coca Cola emitido constantemente durante las Olimpiadas. Ni hablar de los atletas estadounidenses. Su impulso para enriquecerse más que los demás atletas se documenta bien todos los días en las secciones deportivas.

El hecho es que hay demasiadas similitudes entre el sistema deportivo capitalista de Estados Unidos y el sistema deportivo capitalista de China. Estas son similitudes malas de un sistema capitalista que engendra relaciones capitalistas en cada esfera de la sociedad. En los deportes estas relaciones incluyen las victorias sobre las espaldas rotas de aquellos que nunca alcanzan el éxito, el deporte al servicio de las ganancias capitalistas y el deporte para fomentar el chovinismo nacional: “mi país primero sobre el tuyo”.

¿Es el caso que los atletas de Estados Unidos tengan una desventaja injusta, en comparación con China, porque el Comité Olímpico Estadounidense gasta menos que el gobierno chino en los atletas olímpicos? En verdad no, porque los atletas estadounidenses reciben muchísima financiación de otras maneras. Muchos atletas olímpicos estadounidenses cuentan con becas universitarias, comida y alojamiento gratis, el uso de centros de entrenamiento excelentes, y entrenadores, todo subvencionado por las universidades. También al nivel colegial, estos atletas recibieron entrenamiento gratis y usan las instalaciones que les proporcionan las escuelas, muchas de ellas escuelas privadas, donde los atletas más destacados reciben becas. Al nivel más elite, muchos atletas estadounidenses quien participarán en las Olimpiadas han tenido entrenamiento privado pagado por las empresas de zapatos y ropa, como Nike, Adidas y Puma, y muchos reciben fondos adicionales de estas empresas para llevar sus zapatos y ropa. Así que, a pesar del hecho de que hay una diferencia entre las fuentes del dinero para los atletas estadounidenses y los chinos, es imposible decir si uno u otro recibe más financiación gratis para entrenamiento.

Explotar a los atletas

Si escuchas detenidamente cómo describen a los atletas durante los juegos, o si lees los análisis deportivos más detallados, dicen que el sistema deportivo estadounidense supuestamente es mejor que el chino porque valora a los atletas como personas, mientras que el sistema chino solo usa a los jóvenes que muestran talento atlético; que a diferencia de los atletas chinos quienes son objeto de maltrato, entrenamiento excesivo y tienen que competir con heridas, a quienes no se les permite dedicarse a los estudios, el sistema deportivo estadounidense valora a los atletas como personas.

Es verdad que en China, para muchos campesinos y pobres, mandar a sus hijos a las escuelas deportivas estatales significa darles acceso a la educación, asistencia medica y nutrición muchos mejores que recibirían en el campo. El éxito como atleta también le daría al niño una oportunidad de ganar bastante dinero para ayudar a sustentar a sus padres.

Pero todo esto también ocurre en los ghettos y barrios de Estados Unidos. La película Hoop Dreams (Sueños del básquetbol), por ejemplo, documenta cómo las esperanzas de familias enteras se basan en la posibilidad de que alguien reciba una beca para jugar básquetbol para un colegio aceptable, y quizás una universidad, y que millones de personas sueñan con una carrera profesional que en realidad solo un puñado de personas recibiría. Aun para aquellos en circunstancias menos desesperadas, la carrera atlética de un niño se considera una fuente potencial de seguridad financiera. En Why Johnny Hates Sports—Why Organized Sports Are Failing Our Children and What We Can Do About It (Por qué Johnny odia a los deportes—Por qué los deportes organizados no les cumplen a nuestros hijos y lo que podemos hacer acerca de eso), Fred Engh escribe de los padres que “esperan que los logros de básquetbol de un hijo puedan ser su pasaporte a un fondo de jubilación”.

¿Qué hacen esos atletas cuando lleguen a la universidad? Si nos van a decir que los chinos son atletas en primer lugar y estudiantes en segundo, damos un vistazo al sistema aquí. Alguien quien haya participado en los deportes de alto nivel en la universidad sabe que hay una contradicción en ese término “estudiante-atleta”. También en las universidades pequeñas de la División III, donde no hay becas atléticas, presionan a los atletas a dedicar más tiempo en la cancha o la pista, en el gimnasio o a levantar pesas, que en el aula y la biblioteca.

Y desde los niveles más tempranos, los deportes en Estados Unidos están muy comercializados. También en los colegios con programas deportivos de alto nivel, ni hablar de los equipos atléticos universitarios, los programas deportivos dependen de la financiación corporativa de compañías como Nike y Adidas.

Robarles la juventud

Una de las acusaciones que se oye acerca del sistema deportivo chino es que de niño, separa a los atletas de sus familias. Es verdad, pero volvemos a echar un vistazo un poco más cerca de nosotros. El tiempo que le dedican estos jóvenes al deporte en Estados Unidos es inmenso, y esto es tan cierto para el baloncesto femenino como el masculino. En el artículo “They Got Game” (Ellos tienen garra), Rebecca R. Kahlenberg dice: “Las jugadoras competen todo el año, entre una y tres sesiones de entrenamiento la semana y típicamente juegan más de 100 partidos durante el año”. Cita al director de operaciones para One on One Basketball, basado en Washington, D.C., quien dice: “En los últimos diez años, todos los principales deportes juveniles se han convertido en compromisos de todo el año”.

Un estudiante del último año de colegio le dijo al Washington Post: “He jugado en más de 90 partidos al año desde el séptimo año y eso no incluye los partidos escolares. Cuando tenía 13, jugué en Martinsville, Richmond, y Alexandria el mismo día. El entrenador nos metió en su camioneta y condujo [los 480 km de ida y vuelta]” (“Nuestra propia locura de marzo, de todo el año”, de Patrick Walsh, Washington Post, 24 marzo 2002). Cully Payne, un jugador de básquetbol del segundo año de colegio, quien se comprometió verbalmente a jugar para la Universidad DePaul antes de empezar el colegio, “últimamente ha estado tan ocupado que su padre dijo que había visto su hijo ‘tres días en julio’” (“Prep Coaches Cringe, But Players Flock to AAU Ball” (Los entrenadores de prepa se encogen, pero los jugadores acuden a los juegos de la AAU), de John Lemon, Chicago Daily Herald, 12 agosto 2006).

Han salido unas denuncias en los medios estadounidenses acerca de cómo los entrenadores abusan de los atletas chinos. Un artículo del San José Mercury News informó: “Los entrenadores [chinos] a veces empujan fuertemente a sus estudiantes, hasta les golpean cuando no cumplen los criterios” (13 agosto 2007). USA Today, al citar a un miembro anterior del COI, informó que “maltratan físicamente a los gimnastas [chinos]” (14 junio 2007).

Pero esto pasa en Estados Unidos también. La gimnasia femenina (excluyendo la rítmica y la cama elástica) será un evento muy reñido en las Olimpiadas, con Estados Unidos versus China para muchos de los partidos competitivos. El maltrato de las atletas jóvenes es particularmente extremo en el mundo de la gimnasia femenina.

Después de entrevistarse a la ex olímpica estadounidense Dominique Moceanu, quien a la edad de 14 fue parte del equipo de 1996 que ganó la medalla de oro, el Los Angeles Times escribió que Moceanu contó que “una vez Martha Karolyi le agarró por el cuello y le aplastó la cara sobre un teléfono y que el ex entrenador Bela Karolyi dos veces le reprendió por su peso delante de compañeros del equipo nacional. También relató que cuando se hizo daño al cuello durante el entrenamiento, Martha Karolyi le dijo que llamara a sus padres. Relató que Martha Karolyi la obligó a hacer 16 números seguidos de barras asimétricas” (“Dominique Moceanu Accuses Martha and Bela Karolyi of Abuse” (Dominique Moceanu acusa de maltrato a Martha y Bela Karolyi), de Diane Pucin, 23 julio 2008).

Jennifer Sey fue, en un tiempo, la mejor gimnasta de Estados Unidos. Un artículo del The Observer reveló unas alegaciones del libro de Sey, Chalked Up (Acabado), que sacó a la luz “extensos desórdenes alimenticios, entrenadores que se sospecha son atraídos sexualmente a sus estudiantes y un régimen físico brutal que deja lisiados a los gimnastas posteriormente en la vida y con cicatrices psicológicas”.

El artículo del Observer dice que “la vida [de Sey] como gimnasta competitiva fue de una presión aparentemente competitiva interminable que fue mucho más allá del salto o las barras paralelas. Lo más dañino fue la presión constante sobre las muchachas para bajar de peso, muchas de quienes apenas eran adolescentes y muchas veces más jóvenes. Sey relata que los desórdenes alimenticios fueron comunes y que los entrenadores les humillaron a las gimnastas, llamándoles gordas. En una escena memorable, un entrenador toma un megáfono y reprende públicamente a una gimnasta joven por subir un kilo de peso. ‘A este paso en un santiamén vas a ser como su madre’, le grita el entrenador, mientras que su madre observaba y no hizo nada para intervenir. En otro incidente, el entrenador de Sey le reprueba por comer un bagel entero para la cena”.

Además, según el Observer, “quizás la parte más controvertida del libro son las acusaciones de que los entrenadores más destacados se veían atraídas de manera malsana hacia las muchachas quien participan en el deporte. Estas partes del libro han armado jaleo en el mundo gimnástico, con condenas y aplausos a Sey por haber sacado el ‘secretito sucio’ del deporte a la luz. ‘Es la excepción y no la regla, pero sí existe’, dijo Sey. Pero añadió que la cosa más espeluznante fue la actitud de silencio en el deporte. ‘Se sospecha que hay faltas, pero a nadie le preocupa preguntar. Nadie quiere crear problemas’, dijo ella (“Secret World of a Gymnast: Starvation, Sex and Fear: The Shocking New Memoirs of a Top U.S. Athlete Reveal the Dark Side of the Struggle to Win Gold” (El mundo secreto de una gimnasta: Hambre, sexo y miedo: Las nuevas memorias escandalosas de una atleta destacada estadounidense revelan al lado oscuro de la lucha para ganar la medalla de oro), de Paul Harris, 27 abril 2008).

Las acusaciones de Sey han dado un vistazo al trato a las jóvenes gimnastas en el sistema deportivo estadounidense, pero la clase de maltrato que relata está documentada en otros testimonios y estudios. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Utah descubrió que el 59% de los deportistas aspirantes destacados olímpicos estadounidenses en la gimnasia admitieron tener al menos un tipo de desorden alimenticio. Otra investigación descubrió que el 62% de los gimnastas universitarios (generalmente considerados muy viejos para la competencia de clase mundial) tenían al menos una forma de anorexia (vomitar o el uso de laxantes, diuréticos, o píldoras dietéticas (bleacherreport.com).

Sacrificar cuerpos

Los medios estadounidenses han publicado denuncias sobre cómo obligan a los atletas chinos a jugar cuando están heridos. Un artículo del New York Times antes de las Olimpiadas escribió: “Para muchos atletas (chinos), jugar a pesar de las heridas es una norma de costumbre” (“China Presses Injured Athletes in Quest for Gold” (China presiona a los atletas heridos en pos de las medallas de oro), de Howard W. French, 20 junio 2008).

Han salido denuncias en los medios estadounidenses sobre ex atletas chinos que se quedan con nada después de que el sistema deportivo acaba con sus cuerpos.

Pero de nuevo, eso es endémico en los deportes estadounidenses. Kerri Strug, una gimnasta estadounidense, competió en las Olimpiadas de 1996 sobre un tobillo después de sufrir una herida, y su entrenador Bela Karolyi tuvo que cargarla al podio de medallas. No nos digas que solo los atletas chinos juegan mientras que están heridos.

¿Y qué de la NFL (Liga Nacional de Fútbol Estadounidense)? Brent Boyd, temporalmente ciego en un ojo por culpa de sus seis años como jugador de la línea de la NFL, le dijo al Los Ángeles Times: “No sé cuántas concusiones he tenido yo… No las contábamos. Eran una lata, como un golpe en el hueso del codo”. Boyd, quien no puede trabajar, recibe un cheque mensual de $1.500 de la NFL por invalidez.

Un escándalo ya generalmente ocultado es el alcance de las lesiones cerebrales severas de los jugadores de la NFL. Un artículo del Men’s Journal enumeró los siguientes ejemplos: “Las autopsias de Andre Waters (suicidio a los 44 años), Terry Long (suicidio a los 45), Justin Strzelczyk (accidente de automóvil a los 36) y Mike Webster (infarto a los 50) mostraron lesiones cerebrales sorprendentes en hombres tan jóvenes” (“Casualties of the NFL” [Bajas de la NFL]). Otros escándalos ocultados incluyen el extendido abuso de analgésicos para permitir a los jugadores seguir jugando, lo que a menudo resulta en heridas que arruinan al cuerpo.

Mientras jugaba por los Oakland Raiders, la estrella del Pro Bowl y jugador de línea Dave Pear fue herido en un partido contra Seattle en 1979. Le dijo al Men’s Journal: “Llego a la línea de banda y el médico del partido —su apodo fue “Agujas”— me devuelve a jugar. Dice que tenía el cuello roto, y yo estaba muy adolorido el resto de la temporada; pero me dijo que era hipocondríaco y que no había nada de mal conmigo, y me inyectó con cualquiera que me dijo que necesitaba”. Pear ha estado padeciendo un dolor constante y arrollador desde entonces, aunque tomaba puñados de Percodan suministrados por el personal de los Raiders a fin de jugar en el Super Bowl en 1980. Pear recibe una pensión de $600 al mes de la NFL.

Los deportes no tienen que ser así

Estados Unidos puede señalar un dedo acusador a la manera en que China entrena y trata a sus atletas, pero la realidad es que ambos países invierten una enorme cantidad de recursos en el desarrollo de atletas elites para competir en las Olimpiadas. Y para ambos países, los atletas son en lo fundamental mercancías, o algo que explotar para la gloria y la ganancia.

Mientras que dan las medallas en Pekín en las semanas que vienen, piensa en lo antedicho sobre lo que los atletas de estos dos países tienen que soportar en la carrera a ser campeones olímpicos: el maltrato físico y mental, jugar cuando están heridos, poner el atletismo antes de los estudios, promover una cultura de avaricia, pasar una cantidad ridícula de tiempo en el entrenamiento a expensas de su desarrollo global como persona y acabar jodido al fin de una carrera atlética. Esto no es nada de que deben estar orgullosos los estadounidenses y los chinos, y esto no es lo mejor que puede lograr la humanidad en los deportes y el atletismo.

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