Revolución #147, 16 de noviembre de 2008


Maratón de Nueva York:

Correr por Revolución

Recibimos la siguiente carta de un lector:

En 2007, dos amigos y yo participamos en una “Recorría por la revolución” en bici y recolectamos 1.500 dólares para el periódico Revolución. Este año al pensarlo, decidí hacer algo similar participando en el maratón de Nueva York: pedí que varios amigos se comprometieran a pagar x cantidad de dinero por milla de las 26.2 millas de la carrera. El 2 de noviembre, corrí y terminé (¡!) y recolecté 1399 dólares de compromisos.

Un mes antes les envié un e-mail basado en el desplegado de agosto de Revolución que detallaba las iniciativas de otoño del Partido Comunista Revolucionario (que lanzó un reto con cuestiones urgentes, como: ¿en qué clase de sociedad queremos y en que estamos dispuestos a vivir? ¿qué clase de futuro tendremos? ¿todavía tenemos el valor de soñar con la revolución? ¿existen una visión viable de qué es y la dirección para señalar el camino? Hice hincapié en el periódico y su papel de construir un movimiento revolucionario. Actualicé el mensaje con las elecciones, Sarah Palin y la crisis financiera. Una mujer respondió de inmediato comentando lo inspirador que era el e-mail.

Lo envié a muchos amigos del entorno de El Mundo No Puede Esperar, antiguos amigos corredores míos que viven en Detroit, algunos familiares y gentes que he conocido a lo largo de los años de vender el periódico. Las personas que respondieron eran amigos que conocí originariamente mediante el trabajo con El Mundo No Puede Esperar, que participan en este movimiento desde muchos puntos de vista distintos. Ninguno de ellos se describiría a sí mismo como un revolucionario pero han llegado a saber del periódico Revolución en el último año y pico. Como se ha agudizado la situación general en el mundo y sobre todo con la aproximación de las elecciones, muchos han llegado a chequear el periódico y sus análisis. Esto ha generado algunas discusiones muy intensas y polémicas. Algunas personas que hicieron compromisos a pagar la carrera fueron a discusiones del artículo de Bob Avakian, “La situación objetiva, el régimen de Bush y las elecciones burguesas”. En algunos casos, fue importante discutir el número del periódico con el manifiesto del PCR, “El comunismo: El comienzo de una nueva etapa” para ver qué se requiere precisamente en el mundo de hoy.

Una donación importante era de un señor que conocía en Denver quien apoyó bastante a los equipos de El Mundo No Puede Esperar y del periódico Revolución que participaron en las protestas durante la Convención Nacional Demócrata.

Algunos que respondieron no necesariamente leen el periódico regularmente y algunos ni lo leen, pero valoran que yo les planteo preguntas y debato con ellos acerca de lo que trae el periódico. Para algunos amigos corredores de Detroit ha constituido un reto que yo les he enviado artículos de Revolución sobre Obama con que no estaban de acuerdo. Cuando vivía en Detroit y participaba en un grupo de corredores negros, durante las largas recorrías de entrenamiento platicamos de todo, de la religión a la revolución, y cantamos las viejas canciones clásicas de la disquera Motown. Recuerdo que en un momento el entrenador del grupo dijo, al referirse a mí: “Puede que no siempre estés de acuerdo con él, pero él es la conciencia de nuestro grupo”.

En medio de este maratón muy agradable de un precioso día otoñal, tal vez pisé de 25 a 50 tapas de boca de alcantarilla de la ciudad. Cada una trae la inscripción: “Alcantarilla de la Ciudad de Nueva York. Hecha en la India”. Hace unos meses, el New York Times sacó un artículo de primera plana sobre la fábrica india donde fabrican las tapas. En las fotos había hombres flaquísimos que cargaban a mano cubetas de metal fundido, descalzos, casi sin ropa debido al calor. Había detalles sobre las lesiones, enfermedades y muertes en el lugar que casi no contaba con equipo de seguridad ni reglamentos de seguridad. El organismo del gobierno de la ciudad que amarró el contrato para las tapas lisa y llanamente procuró conseguir el precio más bajo y lo halló en una empresa, si no me equivoco, en Connecticut y no tenía idea de dónde provenían ni las condiciones en que se fabricaban.

Cada vez que pasé por una tapa, a lo largo de los cinco distritos de la ciudad, durante 26.2 millas, me acordaba de las relaciones desequilibradas en el mundo y que la población de este país vive al extremo superior de la “cadena alimentaria” mundial y tiene un nivel de vida que se sustenta en los cientos de millones de personas por todo el mundo que viven y trabajan en condiciones similares a aquellas de esos obreros indios que fabricaban las tapas. Desde cada una de esas tapas de la alcantarilla se me vinieron a la mente la importancia del periódico Revolución y la necesidad de la revolución.

 

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