Revolución #148, 23 de noviembre de 2008


Policías matan a sangre fría a otro joven negro

No les dejen salirse con la suya con la muerte de Julian Alexander… transforma la pena en resistencia

Eran las 1:30 a.m., Julian Alexander escuchó ruidos afuera de la casa de clase media que compartía con su esposa Renee, la que tiene siete meses de embarazo. Acababan de casarse hace apenas una semana cuando Julian había cumplido 20 años. Sintiendo que la seguridad de su familia estaba en riesgo, Julian tomó un palo de escoba y se encaminó al jardín de la casa para echar una mirada.

Minutos después, se estaba muriendo sangrado por dos disparos al pecho, uno de ellos en el corazón. Al oír los disparos Renee y su hermana de 15 años se aproximaron a ver por la ventana y vieron a los asesinos —unos policías de Anaheim— quienes volteaban el cuerpo de Julian para esposarlo. Los miembros de la familia de Julian se apresuraron a socorrer a Julian pero les advirtieron a que se retiraran… o afrontar las consecuencias.

Un palo de escoba, una cartera, un celular, una pistola de juguete, un supuesto ladrón en el barrio de Julian. ¿Importa algo? Con alguna razón o sin ninguna razón, para los brutales agentes de este sistema, él era simplemente negro.

Tal vez la madre de Julian fue una de muchas madres negras que esperan que sus hijos no crezcan tan altos y fuertes y no atraigan la atención de los racistas policías asesinos. Pero Julian media 1.93 metros y pesaba 240 libras. Era un sobresaliente defensa en los años 2005 y 2006, y fue elegido el defensa del año en 2007 — antes de graduarse del colegio secundario de Notre Dame en Riverside, a aproximadamente 100 km al este de Los Ángeles.

Julian trabajaba en uno de esos trabajos tildados de “buenos” para los jóvenes negros —en la bodega de JC Penny. Hacía trabajo de voluntario en la iglesia y tenía esperanzas de alcanzar un grado universitario como algunos de los miembros de su familia lo habían hecho. Hacía todo lo que supuestamente debía hacer para “superarse” en Estados Unidos. ¿Importaba algo?

Todo lo que leíste arriba es algo muy típico de la fea realidad donde el asesinato por la policía no es sino otro síntoma concentrado de la vil opresión que la gente negra vive en Estados Unidos.

Pero lo que fue inusual en este caso fue que el jefe de la policía de Anaheim John Welter dio una conferencia de prensa inmediatamente después del hecho y dijo que Julian Alexander era “inocente de cualquier cosa que el oficial haya sospechado que estaba pasando en ese barrio”. Welter ha prometido investigaciones que tomaran entre 6 y 9 meses pero no ha habido ninguna denuncia ni arresto por asesinato contra el oficial aún no identificado. ¿Por qué no? ¿Y qué nos dice del probable “arreglo” que se trama y el sistema que permite que estas barbaridades continúen interminablemente?

Welter dijo: “Ciertamente yo nunca podría adivinar qué está en la mente de un agente, así que no voy a especular acerca de lo que él vio o no, ni lo que pensaba que Alexander tenía en las manos”.     

¿No es obvio lo que pasaba en la mente del policía? Aquí hay un hombre negro parado en la calle, muy noche. Según su entrenamiento, la policía ve esto como una amenaza Y un asesinato legal. El homicidio justificable es la larga historia de los “arreglos” que hay para policías asesinos en todo los EE.UU. en situaciones como esta. Por eso la policía trató a la familia como parte de la amenaza, y la obligó a regresar a su casa y a mirar con impotencia mientras su amado Julian moría ante sus ojos.

Si tuviésemos una verdadera “sociedad post racial” (como Obama clama) —para la cual se necesita una verdadera revolución—, la maquinaria de brutalidad sistemática y sistémica de este sistema (la policía, las cárceles, las cortes, etc.) estaría destruida y no se permitiría tal clase de asesinatos de gente inocente. Las fuerzas de seguridad en una sociedad revolucionaria, que en realidad sirvan y protejan a la gente en vez de la propiedad privada y la riqueza, primero arriesgarían la vida antes de matar a alguien como Julian. Esto no fue un caso de una identidad equivocada, sino fue otro asesinato racista de la policía contra un hombre negro identificado.

El apuro de Welter para “pedir disculpas” pudo haber sido una manera rápida para esconder el incidente debajo de la alfombra ya que este asesinato de un joven negro por la policía en la antesala de la elección de Obama y unas noticias tan difundidas al respecto habrían desinflado el mito de los Estados Unidos “post-racial”.

Fuera del periódico más importante del condado de Orange en el sur de California, hay muy poca cobertura de esta barbaridad. Hay muy poca información sobre las 1.400 personas que fueron al entierro de Julian Alexander el lunes 3 de noviembre, un día antes de que Obama ganara las elecciones presidenciales y nos dijera que debemos estar orgullosos de Estados Unidos. Obama y todos los políticos por encima y por debajo de él a cada nivel no han expresado ni preocupación ni molestia. ¿Es esto un encubrimiento?

A pesar de toda la retórica de las elecciones, no hay cambio, ni ningún Estados Unidos “post-racial” para Julian. Sigue lo mismo que de siempre. El padre de Julian dijo en una entrevista al The Press Enterprise (3 de noviembre de 2008): “No está garantizado un mañana”.

Ni bajo este sistema cambiará el mañana para los millones de jóvenes negros en Estados Unidos, un país en que los padres fundadores empotraron la supremacía blanca en sus cimientos ideológicos y económicos, y esta está entretejida en la misma estructura capitalista de explotación y toda la opresión que está vinculada al pasado y al presente sistema brutal.           

Ha sido la gente común y corriente, escribiendo en el Internet en respuesta al asesinato de Julian, quien comparó esto con el asesinato policial de Sean Bell y Amadou Diallo en Nueva York. Es la gente común y corriente que tiene que traer esta ira a la luz y luchar para que el policía asesino sea acusado y encarcelado por homicidio. Es solamente la lucha de la gente común y corriente de quien su mejor mañana vendrá con la resistencia y la revolución que pueda arrancar desde la raíz la opresión del pueblo negro, y arrancar de raíz todas las otras opresiones que emanan de las relaciones de propiedad e ideas tradicionales y continuará hasta traer una sociedad revolucionaria.

La suegra de Julian, Michelle Mooney, dijo en un artículo de la Associated Press (el 29 de octubre): “Él era un buen muchacho, que trataba de proteger su hogar. Y la policía, en vez de hacer preguntas, le disparó primero. Hay que responsabilizar a alguien por esto”.

El día para que estos brutales protectores del sistema puedan dar vueltas en nuestra comunidad, matar a nuestros jóvenes y salirse con la suya ya pasó hace mucho tiempo.

¡Luchar contra el sistema, y transformar el pueblo, para la revolución!

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