Revolución #151, 28 de diciembre de 2008


Protestas y rebelión enciendan a Grecia

“Los niños tienen mucho coraje porque un agente policial mató a uno de ellos; querían que ninguna parte de la sociedad durmiera en paz a raíz de eso, querían que todos sintieran el mismo miedo que ellos sienten. También estaban expresando un coraje hacia la sociedad, hacia la religión del consumismo, la polarización entre los pocos que tienen y los muchos que no tienen”. (Comentario de la madre de un joven de 17 años, explicando por qué su hijo estaba en las calles a raíz del asesinato de Alexandros Grigoropoulos.)

 

Fue como a las 9 de la noche del sábado, 6 de diciembre, en el barrio de Exarchia de Atenas, Grecia, cuando una bala le pegó en el pecho a Alexandros Grigoropoulos, de 15 años de edad, y lo mató casi inmediatamente. Un agente de la división de la guardia especial de la policía nacional griega lo había baleado, y con eso hizo estallar tres semanas de protestas y rebelión en el país.

Dentro de unas horas, con la ayuda de mensajes de texto, Twitter y otros sitios de conexión social como Facebook, se corrió la voz sobre el asesinato. Centenares de jóvenes salieron a la calle y libraron batallas con la policía, no solo en Atenas, sino también en Tesalónica, la segunda ciudad del país, y hasta muchos otros lugares, como las islas aisladas de Grecia conocidas en Europa principalmente por sus playas.

Al cierre de esta edición, la sociedad griega está entrando en su tercera semana de convulsión social, con patrulleros incendiados, bancos y edificios gubernamentales hechas un desmadre y miles de personas en protesta casi a diario convocadas por diversas fuerzas. Sin excepción la policía antimotín ha atacado y disuelto estas protestas. Pero incluso ha atacado a las vigilias pacíficas de velas, y en dos semanas ha agotado todo su arsenal de gas lacrimógeno y se vio obligada a pedir más a Alemania e Israel. Ha habido importantes huelgas y paros de trabajo, bloqueos de los agricultores a las carreteras, plantones estudiantiles (“tomas”) de cientos de universidades y prepas, e interrupciones de los noticieros. Hasta se colgaron enormes mantas rosadas al pie del edificio más famoso de toda Grecia, la Acrópolis, que exhortaban a oponer resistencia por toda Europa. Son más de 400 las personas arrestadas desde el comienzo de la rebelión.

Este auge de rebelión es muy justo. En los artículos de esta semana, empezaremos a esbozar sus raíces y lo que representa para el movimiento revolucionario.

Un movimiento de jóvenes rebeldes

Por muchos años, ha habido en Grecia un movimiento de la juventud anarquista y antiautoritaria, que tradicionalmente ha entrado en escaramuzas contra la policía. La policía griega es conocida por su saña y se ha ganado el odio de amplios sectores de la sociedad, incluida la población inmigrante oprimida y superexplotada (de Albania, el Medio Oriente y África), pero también grandes sectores de la clase media. Ese odio generalizado a la policía se debe en parte al legado de un golpe de estado militar (llamado “la junta” en Grecia) que impuso, de 1967 a 1974, un régimen extremadamente represivo y fascista.

El sello de ese golpe se siente todavía en el terreno político moderno, incluso entre los jóvenes que nacieron más de una década después de que fue derrocado. Un hito decisivo de esa época fue el levantamiento heroico de noviembre de 1973 de los estudiantes de la Universidad Politécnica de Atenas (una de las más prestigiosas del país). La sanguinaria represión del mismo dejó a 22 estudiantes muertos. Desde el derrocamiento de la junta, por ley se prohíbe que la policía entre en las universidades públicas, lo que ha facilitado que las universidades sean bases políticas de la lucha actual. La fecha de la matanza es también un día feriado nacional, celebrado con protestas y muchas veces batallas campales contra la policía en que los jóvenes anarquistas y antiautoritarios están al centro. El barrio de Exarchia, colindante con la Politécnica y donde el policía mató a Alexandros, es una zona en que esos jóvenes pasan el rato, y también ha sido el escenario de muchas escaramuzas.

Rompiendo los límites

A lo largo de los años, esas batallas recurrentes entre la policía y los jóvenes a su manera han llegado a ser una “institución” en el país, en que entre los dos lados existe una especie de acuerdo informal para mantener la confrontación dentro de ciertos límites. El 6 de diciembre, la policía hizo añicos ese acuerdo informal al asesinar a Alexandros. La indignación de los jóvenes fue intensa. El asesinato de Alexandros llegó a ser no solamente un llamado a la resistencia contra la policía y su brutalidad, sino una chispa que prendiera el profundo descontento que se ha venido fermentando por un tiempo en el país y que posiblemente dé un vistazo de lo que vendrá en el futuro en otras partes del mundo, incluso en otros países imperialistas.

Durante las últimas dos décadas, el gobierno griego ha estado plagado de escándalos y corrupción, cualquiera que sea el partido en el poder. La crisis financiera mundial ha tenido un importante impacto en Grecia. Actualmente, el 20% de la población vive por debajo del nivel oficial de pobreza (fijado en 485 euros, o aproximadamente 700 dólares al mes), las cárceles están abarrotadas (lo que provoca protestas y huelgas de hambre de parte de los presos) y el nivel de vida para las clases medias se ha desplomado, lo que ha obligado a muchos a  tener dos o tres trabajos. La tasa de desempleo para jóvenes de 20 a 30 años es oficialmente 21%, pero unos economistas dicen que en realidad ronda el 30%.

Los hijos de incluso la gran mayoría de los sectores adinerados han estado experimentando una “movilidad social hacia abajo”. Se informa ampliamente que los jóvenes profesionales, llamados la primera generación de los tiempos modernos que vivirán en peores condiciones que sus padres, se han bautizado “la generación de 700 euros” (unos mil dólares) porque la mayoría enfrenta un salario tope de esa cantidad, que no es suficiente para vivir, ni siquiera para dejar la casa de sus padres, aun después de sacar el título en lo que es con más frecuencia un proceso de perro-come-perro.

Existe en Grecia una alienación social extremadamente profunda y muy generalizada de los jóvenes, incluso entre muchos de la clase media. Alexandros Grigo-ro-poulos es un buen ejemplo. Su familia es de la clase media acomodada y él fue estudiante de una prepa privada, pero en una foto que se ha hecho circular en su honor tiene puesta una camiseta con el logotipo del grupo punk Sex Pistols de los años 70 y su canción “Que Dios salve a la reina y su régimen fascista”. Se han planteado demandas en varias protestas durante estas dos semanas para desarmar a la policía, parar la brutalidad policial y muchos otros asuntos, de la corrupción gubernamental al desempleo. Sin embargo, el coraje de los jóvenes, su frustración, su descontento y hasta su odio  a cómo son las cosas en general, y un profundo deseo y hasta una determinación de no vivir en el mundo tal como es, son los factores que se juntaron en la respuesta al asesinato policial. Y, por lo menos en el corto plazo, han expresado lo que muchos sectores más de la sociedad han estado pensando y sintiendo. Hace poco el importante periódico griego Kathimerini informó que el 60% de los encuestados dijo que “los disturbios fueron un levantamiento social y no un estallido de un grupo aislado de manifestantes violentos”.

Las diferentes respuestas al levantamiento

Mientras tanto, en el ámbito de la política de siempre, el partido PASOK de oposición “socialista” está demandando la renuncia del primer ministro Costas Karamanlis. Por ahora Karamanlis no quiere ceder ni un ápice, pues teme un colapso si lo haga en medio de un levantamiento. Existe en el país un amplio descontento con los dos partidos principales. El periódico británico The Telegraph, al describir la enorme simpatía y apoyo público para los manifestantes, incluso en la clase media, citó a un asesor de asuntos públicos: “Grecia tiene las características de un estado fallido. Los quinceañeros están expresando lo que sienten todas las clases. A todo el mundo le parece que no tiene una voz. En estos momentos Grecia no está funcionando. La profundidad del desencanto va mucho más allá de la política partidaria. Los griegos están tan hartos de los socialistas de la oposición como del gobierno”.

Grecia es, por otra parte, un país con un Partido Comunista revisionista (KKE) muy presente en la política del país, y también con varios partidos y coaliciones de “izquierdistas” (muchas veces ex militantes del KKE) que tratan de dirigir a la gente por el camino sin salida de luchar para reformar el capitalismo. El KKE, como todos los partidos revisionistas, puede que se autodenomina comunista, pero de ninguna manera habla de revolución, de abolir el capitalismo en verdad y seguir adelante a una época mundial diferente en que se rompe con todas las relaciones e ideas tradicionales. Los revisionistas del KKE en realidad se han opuesto abiertamente a esta rebelión. Aleka Papariga, lideresa del KKE, hasta acusó a los jóvenes rebeldes de ser tiras o agentes “con vínculos a centros extranjeros”, y dijo que el propósito de sus acciones fue “desviar la atención pública de las movilizaciones de las masas de jóvenes y del pueblo y desorientarlos...”. Agregó: “El KKE cree firmemente que la clase trabajadora de las ciudades y la periferia tiene el poder de cambiar las cosas, con tal de que actúe y luche por sus derechos en cada lugar de trabajo y cree su propia alianza anti-monopolio”. En otras palabras, ¡dejen de resisitr y actúen por medio de los “cauces apropiados”... y bajo el control de los revisionistas!

Revolución encontró en la internet una “Carta a mis padres” ampliamente difundida (y traducida aquí del griego) que parece expresar muy bien el sentir de muchos de los jóvenes al centro de la rebelión. Estos sentimientos son mucho más radicales que la palabrería de la dirección del KKE. Expresa un profundo odio para las cosas como están y las actuales relaciones sociales de explotación, y una alienación muy intensa ante la sociedad capitalista. Al mismo tiempo, su visión no rompe, al final de cuentas, con la de un demócrata radical extremadamente indignada; exhibe el punto de vista del individualismo y un pensar que surge de las relaciones de explotación y que al final servirá para continuarlas. Se asemeja a ciertos sentimientos e incluso unas proclamaciones del importante levantamiento estudiantil que sacudió a Francia en 1968, con la excepción de que la carta no muestra nada de la influencia  de Mao Tsetung y el “Libro rojo”: es decir, la corriente de revolución comunista hasta-el-final que en ese tiempo estaba en el poder en la China revolucionaria y que electrizó a jóvenes rebeldes de todo el mundo.

En un futuro número de Revolución bregaremos más a fondo con el pensamiento expresado en esa “Carta a mis padres” y con los temas decisivos –y la coyuntura—discutidos en el Manifiesto del PCR, El comunismo: El comienzo de una nueva etapa. La fuerza de rebeliones como esta, qué representan en términos de la manera en que la gente ve el futuro y cómo pueden ser presagios de lo que vendrá: todo eso subraya la necesidad de que haya en el ambiente político una respuesta concreta, una que puede sintonizarse y unirse con ese descontento y esa indignación, mientras que señala la verdadera salida de la oscuridad.

Al cierre de esta edición, no están claros los virajes que puedan darse en esta rebelión. El costo económico de la rebelión ya sobrepasa los dos mil millones de euros, lo que agrava el problema de la enorme deuda nacional. No obstante los cientos de arrestos, las palizas generalizadas a los manifestantes, ciertos informes de que pandillas derechistas paramilitares están trabajando al lado de la policía y las calumnias a los manifestantes en unos sectores de la prensa burguesa, no se han impuesto en esta situación las máximas fuerzas represivas del estado (desatadas por ejemplo en Los Ángeles, Estados Unidos, en 1992). Puede ser que los gobernantes de Grecia calculen que es posible sobrellevar esta crisis o puede ser que teman que una represión más fuerte en estos momentos, en vista especialmente de ciertos aspectos de la historia del país, pueda suscitar una resistencia mucho más amplia y socavar aún más la legitimidad de todo el sistema. Un motivo posiblemente más importante y un freno para ellos sería las consecuencias mundiales si desataran las máximas fuerzas del estado para suprimir el levantamiento, en particular el posible efecto en Europa donde la rebelión ya ha tenido una resonancia y las masas viven condiciones sociales y económicas similares, incluida la alienación social sentida entre amplios sectores de los jóvenes.  

 

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