Revolución #154, 1º de febrero de 2009


El sistema estrena a un nuevo presidente…

¿Qué hará la gente?

Casi dos millones de personas se congregaron en Washington, D.C., para la juramentación de Barack Obama, y muchas otras más hicieron lo mismo en muchos otros lugares del país para la misma ocasión. Si esas personas hubieran salido a las calles y hubiesen llenado espacios públicos para denunciar y resistir las políticas y los crímenes del régimen de Bush, las cosas en el mundo serían muy diferentes, y estarían en un lugar mucho mejor.

Y hay una interrogante muy concreta y crucial:

¿Qué hará toda esta gente cuando quede cada vez más claro que Obama está destrozando sus esperanzas y sus ilusiones de que actuará para traer el cambio que muchísima gente ansia, un cambio que realmente estará a favor de los intereses de la gran mayoría de gente, aquí y en todo el mundo?

Los gobernantes imperialistas de los Estados Unidos tienen una nueva cara para su sistema. Pero continuarán encaminados por su propia naturaleza a imponerle toda clase de sufrimiento a la gente.

Además del cotidiano abuso, degradación, sufrimiento y muerte que ofrecen a la gente de aquí y de todo el mundo, estos gobernantes tienen una crisis económica que de seguro traerá mucho más infortunio. La ilimitada “guerra contra el terror” que Obama ha abrazado y de la cual ha asumido el mando, la que en realidad es una guerra por el imperio, requerirá más “voluntarios” para ir a otras tierras a matar y morir por ellos. Él ya ha dicho que enviará 30 mil tropas más a Afganistán y ha usado su “aura” para esparcir ilusiones sobre esta guerra y así políticamente inmovilizar a la gente. Esta “guerra contra el terror” ya ha llevado a la muerte a más de un millón de iraquíes y miles más en Afganistán; y esta destrucción generalizada y muerte continúa empujando a la gente hacia los brazos de las fuerzas islámicas fundamentalistas que no le ofrecen ninguna clase de alternativa positiva a la gente del mundo.

Y no solo no se eliminará ni siquiera se tomará en cuenta de manera importante la opresión de la gente negra, sino que la situación se pondrá peor. Ya podemos ver esto. ¿Qué significa cuando alguien como James Clybourn, el congresista negro de más alto rango, dice que con la elección de Obama “cada niño ha perdido toda excusa?” Significa que no solo se intensificará la opresión sino que a los que como siempre son las victimas más golpeadas por el desempleo, la pobreza y la falta de techo que esta crisis causará… y que a los que siguen padeciendo persecución de un sistema genocida de “justicia” y aprisionamiento… ahora les dirán que todo eso es su propia culpa, y que la supremacía blanca que aún satura la sociedad norteamericana se volverá aún más cruel.

Ahora mismo, los revolucionarios deben bregar con esas personas atrapadas en la Obamanía para que inmediata y urgentemente resistan tales crímenes, dejen de abandonar sus mejores ideales y de “encargarlo todo a Obama” y al contrario hagan algo para resistir los horrores que sin duda se vendrán o que ya están aquí.

Así las cosas, la decepción de mañana de las mayores expectativas creadas hoy día no le mostrará a la gente automáticamente una salida de esta locura. La desilusión con Obama, cuando eso venga, puede llevar a la pasividad cínica o a que la gente abandone sus ideales originales por “ingenuos” y “tontos”... y se convierta en partidarios activos de los crímenes a los que alguna vez se opusieron.

Pero en esto está donde los revolucionarios entran en escena. Mientras se debaten las grandes interrogantes en la calle, las aulas y las oficinas, hay muchas posibilidades para dar las respuestas que hablan de la realidad de la situación. Aun cuando seguimos uniéndonos con la gente y llevando adelante la resistencia, tenemos que estar activa e impacientemente enganchándonos en la brega con todos los que están atrapados en esta Obamanía sobre la verdadera naturaleza de este sistema y qué EN VERDAD se requerirá para cambiarlo. Tenemos que explicarles, de una manera viva, lo que significa decir que esto es un SISTEMA. Tenemos que engancharlos, otra vez, de una manera viva, con lo que queremos decir con REVOLUCIÓN, la verdadera revolución, y cuál debe ser su rol concreto en todo eso.

En un sentido estratégico, es bueno que tengamos al frente este reto. ¿Cómo se podría imaginar una revolución en los Estados Unidos que no tenga que enfrentarse contra muchísimos mitos, valores y mentiras aceptadas profundamente incrustados? Aceptemos este reto y hagámoslo con un entendimiento materialista de lo que este sistema tiene que hacerle a la gente y por qué es absolutamente innecesario el sufrimiento impuesto a la gente. Entremos a la refriega, la brega para luchar contra el poder y la brega para transformar al pueblo PARA la revolución, con creatividad y confianza salidas de nuestro entendimiento dialéctico de que el mundo está cambiando constantemente y de que las acciones concientes de la gente tienen un profundo efecto en eso. Y entremos en eso con el empuje que viene de nuestra comprensión de la clase de sociedad que intentamos crear y el potencial poder atrayente de esa visión.

Y hay una oportunidad para hacer eso ahora. En la situación actual y a lo largo del proceso por el cual que pase la gente al tomar conciencia de la realidad de lo que Obama representa, podemos y debemos acercarnos a la gente sin tapujos y de manera amplia para construir un movimiento revolucionario que pueda traer el verdadero cambio que el mundo necesita.

Para repetir la interrogante crucial con la que empezamos este articulo: ¿Qué hará toda esta gente cuando quede cada vez más claro que Obama está destrozando sus esperanzas y sus ilusiones de que actuará para traer el cambio que muchísima gente ansia, un cambio que realmente estará a favor de los intereses de la gran mayoría de gente, aquí y en todo el mundo?

La respuesta a eso, la respuesta histórico-mundial con el potencial de transformar el mundo, depende de ti.

 

En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la ‘democracia’ sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber ‘democracia para todos’: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?

Bob Avakian, presidente del
Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

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