Revolución #155, 8 de febrero de 2009


De un lector:

Conmociones capitalistas de la NFL

Cuando se termine el partido final del Super Bowl de fútbol americano y se hayan coronado los campeones, la cuestión de si el mariscal de campo de los Acereros (Steelers) de Pittsburgh, Ben Roethlisberger, traiga puesta esa corona en la cabeza o no es menos importante que lo que trae adentro de la cabeza que le podría ocasionar una muerte prematura. Hasta la fecha, Roethlisberger ha sufrido por lo menos cinco conmociones cerebrales serias, tres ocurridas en partidos de fútbol americano durante los últimos tres años y dos en accidentes de motocicleta.

En 2006 Roethlisberger tuvo un choque frontal en su moto que lo aventó hasta atravesar los parabrisas del otro carro. ¡No llevaba casco! Fue asombroso que haya podido jugar en la siguiente temporada luego de semejante accidente. Unas semanas antes de este Superbowl, durante un partido el 28 de diciembre, chocó la cabeza contra el suelo tan violentamente que lo tuvieron que retirar de la cancha en camilla. Con ese golpe, sufrió la quinta conmoción cerebral, de lo que se sabe.

Durante la semana pasada, han salido en las noticias las conmociones cerebrales sufridas por jugadores profesionales del fútbol americano. El Los Angeles Times y el New York Times publicaron artículos sobre las conmociones cerebrales en la Liga Nacional de Fútbol (NFL), en base a la biopsia al ex jugador de la NFL, Tom McHale, que murió en mayo del año pasado de una sobredosis de drogas. La biopsia demostró que “sufría de una enfermedad cerebral degenerativa grave llamada encefalopatía traumática crónica (ETC)”, causada por repetidas conmociones cerebrales1.

Según un estudio reciente, al cual mencionaron los dos artículos, el daño causado por la ETC “afecta las partes del cerebro que controlan la emoción, la rabia, la hipersexualidad, hasta la respiración, y estudios recientes encuentran que la ETC es una enfermedad progresiva que al final mata las células del cerebro”. Al final ocasiona la demencia grave, con la pérdida de la memoria, la incapacidad de resolver problemas, la agitación, la pérdida del control emocional, el delirio y alucinaciones. El daño cerebral con esta enfermedad es muy amplio y profundo; no es superficial como antes se creía que ocurriera con las conmociones cerebrales.

El artículo de Thomas H. Maugh II en el Los Angeles Times afirmó: “La biopsia (a Hale) era la sexta de seis que se han hecho a difuntos jugadores de la NFL de los 25 a los 50 años de edad, que encontraron pruebas de esos daños graves. Los seis hombres sufrieron problemas emocionales y conductuales después de retirarse del deporte, culminando en muchas ocasiones en comportamiento imprevisible, abuso de drogas y suicidio o sobredosis”2.

Se ha definido la conmoción cerebral como una sacudida del cerebro contra el interior del cráneo que causa la pérdida pasajera de unas funciones cerebrales. En el fútbol americano, la han tratado descansando al lesionado por un máximo de 7 días antes de regresarlo a la cancha. Con las conclusiones de que las conmociones cerebrales causan la ETC, los equipos y jugadores deben reconsiderar drásticamente el tiempo que un jugador lesionado debe dejar de jugar. A lo mejor, sería preferible retirarse del deporte de una vez.

Dos mariscales de campo ganadores de partidos de Super Bowl anteriores, Troy Aikman de los Vaqueros de Dallas y Steve Young de los 49ers de San Francisco, anticiparon su jubilación por haber sufrido múltiples conmociones cerebrales, con la esperanza de que una jubilación anticipada les proteja de más daños al cerebro. El descubrimiento de la ETC significa que ambos ex jugadores podrían sucumbir a esa enfermedad tan grave, y que el haberse jubilado anticipadamente posiblemente no les haya protegido de ella.

Chris Nowinski, ex jugador de fútbol americano universitario y ex luchador, escribió el libro, Head Games: Football’s Concussion Crisis (Juegos de cabeza: La crisis de las conmociones cerebrales en el fútbol americano), en el cual investiga las conmociones cerebrales en el fútbol americano en las prepas, los colegios y las ligas profesionales. Informa que un número espantoso de jugadores de prepa siguen jugando con dolor de cabeza. En lo que concierne a la NFL, cree que es plenamente consciente del problema de las lesiones cerebrales en el fútbol americano, y anota que la liga empezó a estudiar el traumatismo craneoencefálico en 1992.

Sin embargo, condena duramente a la NFL por la manera en que está tratando este problema. Encuentra que los doctores de los equipos son muy incompetentes, y que tienen un conflicto de intereses porque los contrata un equipo que se siente obligado a regresar el jugador lesionado a la cancha lo más pronto posible. Señala que los estudios sobre las conmociones cerebrales que financió la NFL eran mal diseñados y que sus conclusiones difieren de la mayoría de los otros estudios médicos sobre las conmociones cerebrales. Afirma que la NFL ha producido estudios defectuosos que no diagnostican adecuadamente las conmociones cerebrales ni investiga sus efectos a largo plazo.

Un ejemplo repugnante del trato de las conmociones cerebrales en los equipos de la NFL es el caso de los New York Jets y su ex jugador, Wayne Chrebet. El New York Times informó que “Chrebet sufrió por lo menos seis conmociones cerebrales durante su carrera con los Jets de 1995 a fines de 2005. En ocasiones regresó a jugar en partidos en que había perdido la conciencia por un golpe”. Chrebet también señaló que no hay contratos garantizados en la NFL, por lo cual los jugadores se sienten presionados a jugar lesionados por miedo de ser despedidos. “Recientemente reconoció que sufre períodos de depresión y problemas de memoria tan serios que no puede manejar de su casa en Nueva Jersey a su restaurante en Long Island, un viaje de rutina, sin un sistema de posicionamiento global”3. La administración de los Jets ha negado a ser entrevistada sobre las conmociones cerebrales que han sufrido sus jugadores, a los cuales les prohíben hablar con la prensa sobre sus lesiones.

Ted Johnson, ex jugador de los Patriotas de New England, que se retiró después de sufrir varias conmociones cerebrales, dijo que “seguía jugando luego de una conmoción cerebral porque, como muchos otros atletas de la NFL, no entendía las consecuencias”. Cree que las conmociones cerebrales que sufrió en el fútbol americano explican la rabia, la depresión y los dolores de cabeza punzantes que de vez en cuando le afligen hasta la fecha. Reprobó duramente a la NFL. “No quieren que sepa uno”, dijo. “No es como si al entrar uno en la NFL, le avisara un volante de que, ‘Los efectos de las conmociones cerebrales múltiples son éstos, por lo tanto tenga cuidado’”.

Cuando se anunciaron en esta semana las conclusiones del estudio reciente, ¿qué creen que dijo la NFL? ¿Se mortificaron de que sus jugadores se estaban arriesgando tanto por las lesiones cerebrales? ¿Se apuraron a remediarlo? Nada de eso. He aquí parte de su comunicado:

“Cientos de miles de personas han jugado el fútbol americano y otros deportes sin experimentar ningún problema de ese tipo y se sigue debatiendo bastante dentro de la comunidad médica sobre los efectos precisos a largo plazo de las conmociones cerebrales y su relación con otros factores de riesgo”.

También el comisionado de la NFL, Roger Goodell, declaró con gran falta de sensibilidad sobre la muerte del ex jugador Justin Strzelczyk, a quien le encontraron ETC:

“No se ha documentado... Puede haber sufrido una conmoción cerebral mientras nadaba... Una conmoción cerebral ocurre por una variedad de diferentes actividades”.

De hecho, la NFL entrega a cada jugador un folleto sobre la seriedad de las conmociones cerebrales que es una burda mentira. Según informó el New York Times, el folleto afirma que “la investigación actual con atletas profesionales no ha demostrado que las conmociones cerebrales múltiples tengan efectos a largo plazo si se maneja apropiadamente cada herida”4.

Escribiendo esta carta, me acordaba una y otra vez de mi frase favorita de una de las mejores películas deportivas, North Dallas Forty (Los cuarenta del Norte de Dallas). En esa película, hay una escena en el vestuario donde hay un jugador lesionado y el técnico y el dueño quieren que juegue. El jugador, interpretado por John Matuszak (que en la vida real jugó para los Raiders de Oakland en la NFL) se para y grita al técnico y a los dueños: “Cada vez que digo que es un juego, me dicen que es un negocio. Cada vez que digo que es un negocio, me dicen que es un juego”. Irónicamente, el Tooz, como se conocía, murió de insuficiencia cardiaca a los 38 años debido al uso prolongado de esteroides.

Como la NFL es un negocio, todos sabemos la respuesta a la pregunta de si Ben Roethlisberger u otros jugadores que han sufrido múltiples conmociones cerebrales jugaron en el Super Bowl de este año. La respuesta no requiere mucha cabeza... literalmente en este caso.

Necesitamos ponerle fin al uso de esos atletas por la NFL para agregar valor al “producto” para que al final queden como vegetal o peor. Debemos de exigir que la NFL (y en todos los niveles de fútbol americano) den prioridad a la salud de esos atletas y que reconozca y acaben con las lesiones cerebrales que causan esa enfermedad horrenda de la ETC que resulta en la muerte de jugadores. A los jugadores que corren peligro de la ETC se les debe permitir jubilarse anticipadamente con salario. Sin embargo, al final requiere la revolución y la eliminación del capitalismo/imperialismo para ponerle fin de una vez por todas al negocio del deporte que trata a los atletas como mercancía para luego desecharlos cuando ya no les sirvan. Solamente cuando lleguemos al socialismo podremos realmente transformar a los atletas y al deporte a ser un juego y no un negocio donde el producto tiene precedencia sobre la salud del atleta.

1. “Football And Progressive Brain Damage: Tom McHale Of NFL Suffered From Chronic Traumatic Encephalopathy When He Died In 2008” (Fútbol americano y daño cerebral progresivo: Tom McHale de la NFL sufrió de encefalopatía traumática crónica cuando murió en 2008), Science Daily (en línea en inglés), 27 enero 2009.[volver]

2. “Consequences of Concussions” (Consecuencias de conmociones cerebrales), Thomas H. Maugh II, Los Angeles Times, 28 enero 2009.[volver]

3. “For Jets, Silence on Concussions Signals Unease” (Para los Jets, el silencio sobre las conmociones cerebrales señala inquietud), Alan Schwarz, New York Times, 22 diciembre 2007.[volver]

4. “New Sign of Brain Damage in N.F.L.” (Nuevo señal de daños cerebrales en la NFL), Alan Schwarz, New York Times, 27 enero 2009.[volver]

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