Revolución #158, 8 de marzo de 2009


Tortura, entrega y detención… al estilo de Obama

Aquellos que pensaban que terminaran la pesadilla de entregas, prisión indefinida y tortura cuando Obama reemplazara a George Bush deberían dar una mirada al caso de Binyam Mohamed.

En el 2002 Mohamed, un etiope de 32 años que vivía con condición de refugiado en Gran Bretaña, se volvió víctima de entrega cuando estaba de visita en Pakistán. “Entrega” es la práctica de Estados Unidos de detener a personas en el extranjero y meterlas en una prisión secreta de la CIA o llevarlas a un tercer país donde pueden torturarlos y/o asesinarlos. Esta práctica empezó en 1993 bajo el presidente demócrata Clinton y Bush la llevó a otro nivel, cuando llegó a ser conocida como “entrega extraordinaria”.

Mohamed fue llevado desde Pakistán en un avión operado por Jeppesen DataPlan, Inc. —una subsidiaria de Boeing y contratista de la CIA— a Marruecos, donde fue torturado por 18 meses por agentes de inteligencia marroquíes. Fue de nuevo entregado en un avión operado por Jeppesen a Afganistán donde fue torturado aún más. En 2004 fue entregado por tercera vez al campo de tortura de Guantánamo. Poco antes de su puesta en libertad a fines de febrero de 2009, Mohamed se unió a una huelga de hambre con otros 45 detenidos de Guantánamo, donde lo alimentaron a la fuerza amarrado a una silla.

En el 2007 la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) entabló una demanda federal contra Jeppesen DataPlan a favor de Mohamed y otros cuatro detenidos. La demanda sostiene que Jeppesen colaboraba con la CIA en la violación de leyes internacionales para proveer aviones y tripulación para “desaparecer” a cinco hombres, torturarlos y detenerlos sin cargo alguno.

De acuerdo a un memorial legal en esta demanda, en Marruecos Mohamed “fue golpeado rutinariamente sufriendo ruptura de huesos y en ocasiones pérdida de conciencia. Le quitaron la ropa con un bisturí y con ese bisturí se le hicieron incisiones en el cuerpo incluyendo el pene. Vertieron un líquido caliente y ardiente en las heridas del pene…”.

Tan pronto como se puso la demanda, la administración Bush convenció a un juez federal de que se anulara el caso por poner en riesgo “secretos de estado”. El uso del “privilegio de secretos de estado” por el gobierno estadounidense para suprimir evidencia específica en los tribunales tiene una larga historia. Pero como parte de su estrategia para expandir mucho sus poderes presidenciales, el régimen de Bush usaba ese instrumento para anular casos enteros, como las demandas que cuestionan las detenciones indefinidas o el programa de intervención telefónica ilegal que espiaba a millones de personas.

Glenn Greenwald señala en su diario digital de asuntos legales muy leído en Salon.com que esta aplicación del privilegio de secretos de estado “pone al presidente y sus aliados más allá y por encima del estado de derecho, porque le da poderes para violar la ley y luego impedir que las víctimas u otra persona los hagan responsables ante un tribunal”.

La ACLU apeló la decisión a mediados del 2008, cuando la campaña de Obama estaba fustigando la política de Bush sobre los secretos de estado. El website barackobama.com dijo entonces: “La administración Bush ha ignorado las reglas de revelación pública y ha invocado un recurso legal conocido como privilegio de ‘secretos de estado’ más que cualquier otra administración anterior para hacer que se anulen los casos en tribunales civiles”.

Pero ahora como presidente, Obama está tomando la misma posición de Bush en el asunto de secretos de estado. El9 de febrero en una audiencia de una corte federal en el caso de Mohamed, Douglas Letter del Departamento de Justicia de Obama invocó el “privilegio de secretos de estado” para exigir que la demanda de ACLU sea desestimada. Según se informa, esa demanda tomó por sorpresa a los jueces. Un juez “sorprendido” le preguntó a Setter: “¿No pesa el cambio del presidente del gobierno federal?” Letter respondió: “No” y dijo que “se había examinado detenidamente esta posición con los funcionarios apropiados de la nueva administración”. Incluso emitió una advertencia: “Los jueces no deberían jugar con fuego”.

Ben Wizner, defensor de ACLU para los cinco detenidos de Guantánamo, dijo: “Esta fue una oportunidad para que la nueva administración tomara medidas concretas de acuerdo a su condena de la tortura y la entrega pero en cambio ha elegido seguir en lo mismo”.

Las órdenes de Obama

El 22 de enero, el segundo día de su presidencia, Obama firmó tres órdenes ejecutivas que al inicio causaron entusiasmo entre aquellos que odian profundamente la tortura y los crímenes realizados por el régimen de Bush.

La primera orden pide el cierre de Guantánamo “tan pronto como sea viable, no más de un año”  y suspender los juicios de las Comisiones Militares de Bush, que en esencia son farsas de juicios donde los acusados no tienen derechos. Los detenidos serán llevados a sus países de origen, traídos a Estados Unidos para continuar en detención, o enjuiciados en una corte civil.

La segunda orden, sobre las políticas de detención, pide un grupo de trabajo especial para “identificar opciones legales para la disposición de individuos capturados o detenidos en conexión con conflictos armados y operaciones contraterrorismo”. 

La tercera orden, sobre interrogatorios, dice que el tratamiento de los detenidos debe acatar las prohibiciones de  la tortura y otros abusos bajo los Convenios de Ginebra y otras leyes internacionales y de Estados Unidos.

Estas órdenes son distintas en cierta forma a las que salieron de la Casa Blanca de Bush. ¿Pero precisamente qué es lo que ha cambiado?… y ¿qué es lo que NO ha cambiado? En la demanda de la ACLU a favor de los cinco detenidos de Guantánamo, Obama actuó exactamente como Bush, utilizando la justificación de los “secretos de estado” para anular un juicio.  En las últimas semanas ha habido indicaciones reveladoras de las políticas de Obama que deberían inquietar profundamente, y exigir resistencia, de parte de todos los que han sido convencidos con la promesa de un “cambio” real bajo la nueva presidencia.

Entregas sin duda

En su libro Contra todo enemigo: La guerra americana contra el terror desde adentro, Richard Clarke, ex funcionario de “contraterrorismo” de Clinton, recuerda las objeciones de un abogado de la Casa Blanca a una entrega planeada porque violó el derecho internacional. El entonces vicepresidente Al Gore se rió y dijo: “Sin duda alguna. Claro que es una violación del derecho internacional. Por eso es una acción encubierta. El tipo es un terrorista. Vayan y deténganlo, carajo”.

Es verdad que las entregas experimentaron un salto con Bush, quien descaradamente anunció que Estados Unidos estaba secuestrando a personas de la calle y torturándolas. Pero como revela Clarke, las entregas eran la norma —sin duda— bajo Clinton. La diferencia principal al gobierno de Bush es que Clinton mantenía esta práctica “encubierta” en general, y ahora Obama retoma la política de “no diga nada, hágalo, punto” en cuanto a las entregas. O como dijo Walter Slocombe, el subsecretario de Defensa de Clinton, la única diferencia entre la entrega demócrata y la republicana es que los demócratas “taladraron agujeros en las cajas” (según Reuel Marc Gerecht, ex agente de la CIA, en un artículo de opinión-editorial en el New York Times del 13 de diciembre de 2008, “Out of Sight” [Fuera de la vista]).

El primer día de la sesión de su confirmación ante el Senado al principio de febrero, Leon Panetta, el nominado a nuevo jefe de la CIA, criticó a Bush por entregar presos “para la tortura”. Pero el siguiente día, el republicano Kit Bond lo interrogó y le exigió que Panetta mostrara la evidencia en apoyo a su afirmación o que la retractara. Panetta se retractó públicamente: “No me di cuenta de la validez de aquellas afirmaciones”. En otras palabras, Panetta estaba declarando que el testimonio de víctimas como Binyam Mohamed y otra evidencia de la tortura yanqui no tienen validez ni fundamento.

En el mismo testimonio, Panetta dejó en claro que Obama continuaría las entregas a otros países, pero solamente con “garantías” de que los presos “no recibirían un trato inhumano”. Pero Bush y compañía también afirmaron haber recibido “garantías” de que los presos sujetos a entrega no sería objeto de maltrato, aunque surgió mucha evidencia de que aquellos presos de hecho fueron objeto de tortura o asesinato.

No torturamos... a menos que tengamos que hacerlo

Los abogados de Bush impulsaron una doctrina legal alegando que el presidente, como comandante en jefe en tiempos de guerra, no está sujeto a ninguna restricción respecto a dar órdenes para aplicar la técnica de ahogamiento simulado (submarino) u otros métodos de tortura. En contraste, Obama dice que la interrogación de detenidos debe acatar los lineamientos del Manual de Campo del Ejército de Estados Unidos. Pero ese Manual incluye el “Anexo M”, el que permite el aislamiento de presos por períodos de 30 días (que se pueden repetir) y el uso de técnicas como la privación de sueño, los cuales son ampliamente considerados como tortura.

Y Panetta dijo abiertamente en la audiencia sesión de confirmación que aprobaría la tortura cuando un preso supuestamente tuviera información sobre un ataque inminente a Estados Unidos. Dijo, “Si tuviéramos la situación de una bomba haciendo tictac y yo pensara que lo que estábamos haciendo no bastaba, no dudaría en acudir al presidente y pedir cualquier autorización adicional que necesitáramos”.

La insidiosa lógica que motiva las palabras de Panetta es: “No torturamos... a menos que realmente tengamos que hacerlo”. La diferencia ahora es que en los tiempos de Bush, su equipo prácticamente se jactó de que torturaba, mientras que el nuevo equipo de Obama, al reconocer que esa actitud había alienado fuertemente a una enorme cantidad de personas por todo el mundo y en Estados Unidos y que había puesto en duda la legitimidad general de su “guerra contra el terror”, está retomando partes esenciales de la misma política, mientras que pronuncian palabras de doble faz y engaños.

Continúan las detenciones indefinidas

Las órdenes de Obama del 22 de enero piden el cierre de Guantánamo y las prisiones secretas de la CIA. Pero él no va a cerrar las prisiones yanquis en Irak donde están presos 50.000 civiles, ni tampoco la enorme nueva prisión yanqui en Bagram, Afganistán. Y sus órdenes no han puesto fin a las detenciones sin juicio por períodos indefinidos.

El nuevo procurador general de Obama, Eric Holder, dijo en su audiencia de confirmación que está permitida la detención preventiva de los presos capturados por Estados Unidos, sin cargos ni juicio, “mientras dure un conflicto”. Y ya que Obama es un gran promotor de la “guerra contra el terror”, que los gobernantes del país han dicho que podría durar décadas, “mientras dure un conflicto” básicamente quiere decir “detención indefinida”.

Otra persona nominada por Obama, Elena Kagan, también defendió la detención indefinida en su audiencia de confirmación para subsecretaria de Justicia. El Los Angeles Times informó que Kagan y Holder “estaban de acuerdo que Estados Unidos estaba en una guerra contra Al Qaeda y sugirieron que la ley de guerra permite que el gobierno capture y detenga a presuntos terroristas sin cargos”.

Obama sí ordenó una suspensión de los “juicios” de las Comisiones Militares de Bush, que no eran sino farsas de juicio contra los presos de Guantánamo. Pero dejó la puerta abierta a la posibilidad de otros procedimientos al estilo de estas comisiones o “Cortes de Seguridad Nacional” para “los malos”, en que el acusado tiene poco o ningún derecho a ver la evidencia en su contra ni a interrogar a testigos.

En su audiencia de confirmación, Panetta dijo: “Si capturamos un preso de alto valor, creo que tenemos el derecho de detener a ese individuo temporalmente para poder sacarle información y asegurar que sea encarcelado correctamente”. ¿Pero quién determinaría cuál preso tuviera “alto valor”? Desde luego el presidente y sus funcionarios. ¿Y qué quería decir Panetta por “temporalmente” — una semana, un mes, un año, o más?

¿De qué manera difiere eso a la escandalosa afirmación de Bush de que, como “presidente en tiempos de guerra”, tenía poderes ilimitados para declarar que a su parecer una persona fuera “combatiente enemigo” y encarcelarla indefinidamente?

Comandante en jefe de un imperio

Lo que todo esto señala es el hecho de que tanto los demócratas como los republicanos representan los intereses de la clase dominante de Estados Unidos, la cual está librando una guerra por un imperio global mayor y más poderoso, disfrazada con el velo de la “guerra contra el terror”. Hoy Obama es el comandante en jefe de este sistema imperialista que confronta desafíos profundos y sin precedentes. Para mantener y extender este imperio, los gobernantes yanquis necesitan sus bases militares en 180 países. Necesitan la capacidad de secuestrar y torturar a cualquiera que sea un impedimento. Necesitan que se desboquen aún más su CIA y sus otros espías y (en las palabras del mismo Obama) que no “tengan que desperdiciar su tiempo cuidándose la espalda y sorteando minucias legaloides”.

Las personas que se preocupan por la humanidad, ansían un mundo radicalmente nuevo y creen que la vida de los norteamericanos NO es más importante que la de otros tienen que enfrentarse con cuáles horrores se llevarán a cabo bajo una “prohibición de la tortura” que no prohíbe la tortura. Aquellos que permiten que ocurran esas cosas sin oposición están permaneciendo en silencio, si no son cómplices activos, frente a grandes injusticias y crímenes monstruosos.

¿Qué va a hacer USTED para detener esos crímenes?

 

“Una enorme cantidad de personas en este país, quienes por años odiaron profundamente las políticas y los crímenes del régimen de Bush pero quienes en su inmensa mayoría no emprendieron acciones políticas significativas de resistencia activa con el objetivo de parar todo eso en serio, ahora se han unido en apoyo a Barack Obama, quien de hecho llevará a cabo una buena parte de las mismas políticas y seguramente continuará presidiendo los crímenes monstruosos que este sistema no puede sino seguir cometiendo. Y la verdad es que, si la gente persiste en seguir este camino de apoyar a Obama, eso no solamente reforzará la complicidad pasiva de su parte en estos crímenes sino de hecho hará que muchos pasen a tener una complicidad activa. Hay que debatir y luchar fuertemente sobre esto con la gente, como parte de la lucha que hay que librar para convencerla a que se aleje de este camino desastroso y que tome el camino que verdaderamente representa el cambio radical que necesita urgentemente la gran mayoría de la gente de todo el mundo y en Estados Unidos”.

Bob Avakian, presidente del
Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

 

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