Revolución #161, 12 de abril de 2009


El 19 de marzo en Nueva York: Los pocos que se deben convertir en muchos

Parte 1

Artículo reimpreso con el permiso de El Mundo No Puede Esperar; está en línea en worldcantwait.org.

Ha habido muchos momentos en la historia en que la minoría, con actos audaces por sus convicciones, ha estado del lado de la verdad y la justicia mientras la mayoría, con actos en oposición a esa minoría o con una pasividad de brazos cruzados, ha estado al lado de las mentiras y la injusticia.

El 18 de febrero de 1688, cuatro cuáqueros de Pensilvania —Garret Hendericks, Derick up Den Graeff, Francis Daniell Pastorius y Abraham up Den Graeff— escribieron la primera petición anti-esclavista en las colonias.

Estos cuatro hombres estaban en lo correcto. Y la mayoría estaba equivocada.

El 2 de mayo de 1967, el New York Times escribió: “Durante 70 minutos ayer por la tarde, unos 75 manifestantes contra la guerra de Vietnam formaron un piquete frente a la Bolsa de Valores de Nueva York, mientras mil [empleados] del distrito financiero... los abucheaban desde el otro lado de la calle”.

Sí, durante el punto álgido de la efervescencia radical de los 1960, las fuerzas que luchaban contra la guerra y la opresión a veces se encontraron ante una oposición muy superior en número. Una vez más la minoría estaba en lo correcto. Y la mayoría estaba equivocada.

El 19 de marzo de 2009, el sexto aniversario del comienzo de la guerra de Irak que ha dejado a más de un millón de iraquíes muertos y otros millones desplazados, de 50 a 100 personas marcharon por las calles de Nueva York para demandar que se ponga un fin a las guerras y las ocupaciones de Estados Unidos en Irak y Afganistán; no a la guerra contra Irán, Pakistán y Gaza; y alto a la tortura continua de los presos de Bagram, Guantánamo y otras mazmorras en todo el mundo.

En una ciudad de ocho millones de personas, la inmensa mayoría no actuó ese día de forma visible para oponer resistencia a esos crímenes de lesa humanidad. En una forma u otra, por una razón u otra, la mayoría siguió su rutina como si esos crímenes no estuvieran pasando.

Pero una vez más, la minoría estaba en lo correcto. Y la mayoría estaba equivocada.

Los crímenes son crímenes, sin importar quién los cometa

Junto con las acciones que El Mundo No Puede Esperar organizó en Atlanta, Berkeley, Miami, Seattle, Washington, D.C., y varias ciudades por todo el país, la acción de Nueva York se anunció como “la primera protesta nacional contra las guerras bajo el presidente Obama”. El desempeño de Obama en estos primeros dos meses ha subrayado la urgencia de anunciarlas así.

Solo un día antes de las protestas, el New York Times informó en un artículo de primera plana que el gobierno de Obama está considerando una escalada significativa de los ataques con aviones no tripulados con misiles contra Pakistán, los cuales ya no se limitarían a las “regiones tribales” sino que incluirían la provincia de Baluchistán, a pesar de la admisión oficial de que eso entrañaría un “alto riesgo de bajas civiles”, como dijo el Times. En febrero, Obama ordenó enviar a 17.000 soldados más a Afganistán, donde ya miles de civiles han sido asesinados. Obama sigue con la ocupación criminal de Irak, donde las fuerzas armadas estadounidenses admiten que mataron a una niña de 12 años en una garita de control el 16 de marzo. Según el supuesto plan de retirar las tropas, de 35.000 a 50.000 soldados estadounidenses todavía estarán en Irak después de agosto de 2010, y otros más se quedarán después de diciembre de 2011 con el fin de realizar “misiones selectivas de contraterrorismo”. Bajo Obama, Estados Unidos sigue torturando a los presos de Guantánamo y deteniéndolos indefinidamente sin acusarlos o enjuiciarlos.

La directora nacional de El Mundo No Puede Esperar, Debra Sweet, les preguntó a los manifestantes antes de la marcha: “¿Esto es el cambio para el cual hemos estado marchando y protestando durante todos estos años?”

La muchedumbre gritó en respuesta: “¡No!”

Sweet recalcó: “¡Claro que no!”

En los últimos años, las guerras de agresión, la tortura y la detención indefinida que llevaba a cabo el régimen de Bush han sido justamente los crímenes que hicieron que millones de estadounidenses odiaran su gobierno. No obstante, bajo el nuevo gobierno o se está haciendo de la vista muy gorda o se están justificando esas mismas prácticas.

“Parece que la gente acepta lo que hace Obama, simplemente por tratarse de Obama”. Así lo dijo Thaddius, un estudiante afroamericano de 16 años de la academia Humanities Prep, que acudió al llamado de El Mundo No Puede Esperar por un paro estudiantil (salir de clases).

Expresó una verdad que resalta la importancia decisiva de que un grupo de personas respondió ese día para decir que los crímenes de lesa humanidad son igual de inaceptables bajo Obama que bajo Bush.

Como dijo Sweet a los manifestantes al principio de la protesta: “Ustedes no saben qué tan importantes que son”.

Una ufanía que viene de hacer lo correcto

La protesta empezó en Union Square, como a la una de la tarde. Bajo un cielo gris y una llovizna, unas 50 personas se aglomeraron cerca de la entrada del metro al sur de la plaza, mientras Sweet y Mathis Chiroux, un miembro de Veteranos de Irak contra la Guerra que rehusó pelear en Irak, hablaron en el mitin que precedía a una marcha al centro de reclutamiento militar en Times Square. Un grupo de jóvenes sostuvo una gran manta blanca con letras en negro que decían: “No se puede ganar una ocupación”. Otras personas cargaron carteles de color naranja que demandaban: “¡Alto a las ocupaciones y la tortura por imperio! ¡El mundo no puede esperar!”.

Entre los oradores, los artistas y los participantes del mitin, reinaba un espíritu de desafío, tesón y responsabilidad moral. Antes de su presentación de “Nakba”, un rap que condena indignado la historia de genocidio y persecución israelíes contra los palestinos, el rapero Marcel Cartier, de 24 años de edad, informó a los presentes que hace poco había renunciado a su vida de “mocoso militar”.

Dijo: “No me agarraron [para alistarme]. Pero toda la vida la viví rodeado de militares estadounidenses, hasta el año pasado”.

Agregó que “rompió” con la vida militar cuando decidió que no quería pasar el resto de la vida como cómplice de crímenes de lesa humanidad.

Además, participaron otros músicos como Rebel Díaz, un grupo hiphopero del barrio Bronx, y Outernational, que logró adaptarse muy bien a la ausencia de sonido amplificado con una emocionante tocada acústica.

La abogada radical Lynn Stewart, que en los últimos años ha experimentado en carne propia la fuerza represiva del gobierno —pues en 2006, la condenaron de conspirar para dar ayuda material al terrorismo y de impedir la administración de la justicia, simplemente porque pasó un mensaje de un cliente a los simpatizantes de este— dijo que las autoridades no lograrían impedir que ella se opusiera resistencia a los crímenes de imperio y que los manifestantes deberían seguir esa pauta también.

Dijo al comienzo de su discurso: “Creo que tenemos que preguntarnos si a Obama le está acabando el “Gatorade”. ¡Pues, simón! ¿Estamos vivitos y coleando? ¡Simón!”

Sunsara Taylor, una corresponsal del periódico Revolución, dijo que muchas personas tienen la ilusión de que Obama terminará las guerras por imperio, a pesar de sus decisiones de continuar la ocupación de Irak, hacer una escalada de la guerra de Afganistán, intensificar los ataques aéreos contra Pakistán y apoyar la matanza israelí en Gaza.

Agregó: “La única manera de poner fin a esta ocupación y esas guerras es mediante las protestas, la resistencia y alzando la voz como estamos haciendo hoy. Lanzar retos a otras personas para que se despierten y actúen de acuerdo al criterio: ‘¿En qué tipo de futuro quieres vivir?’”

En su discurso, Taylor desmintió unos de los principales argumentos planteados para justificar las guerras estadounidenses por imperio. Por ejemplo, respondiendo a la idea de que esas guerras les dan mayor seguridad a los estadounidenses, dijo que tal razonamiento es falso y, es más, carece de ética.

Dijo: “Es inmoral decir que la vida de los estadounidenses vale más que la de los iraquíes o la de los afganis. Un millón de muertos en Irak: no me importa si nos hizo más seguros. El costo es inaceptable. Es inmoral, es injusto y hay que oponernos a eso”.

También criticó duramente la idea de que Estados Unidos quiere liberar a las mujeres de Irak y Afganistán. Señaló que antes de la ocupación estadounidense, Irak fue un país laico; ahora es una teocracia en que por 100 dólares un hombre puede arreglar un “asesinato de honra” a su esposa o hija.

Dijo que la gente de Estados Unidos debe plantear este mensaje: “Rehusamos elegir entre el fundamentalismo islámico y el imperialismo estadounidense. Los dos son pesadillas. La humanidad necesita otro camino, y todos ustedes son parte de forjar ese otro camino”.

Añadió que para un fin permanente y real a los crímenes de lesa humanidad, es necesario gestar un sistema radicalmente diferente.

“En lo más fundamental, la humanidad necesita la revolución. La humanidad necesita el comunismo. Necesitamos un mundo totalmente diferente. Necesitamos mucho más que nuevos sabores y nuevas caras para imperio. Este país, Estados Unidos, se fundó en la esclavitud y el genocidio de los indígenas. A lo largo de su historia, ha realizado más de 100 invasiones a otros países, golpes de estado con respaldo de la CIA y otras ocupaciones. Eso nos ha costado un millón de vidas en Irak; ahora hay 740.000 viudas en ese país. Este sistema está cometiendo enormes crímenes en una escala gigantesca, y nuestro deber a la humanidad es llegar a la raíz de qué tipo de sistema es en que vivimos y qué tipo de cambio realmente es posible”.

Continuará.

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