Revolución #182, 8 de noviembre de 2009


Luchando: Apuntes de un reportero el 22 de octubre

Es la noche del 22 de octubre en el Centro Comunitario de Lesbianas, Gays, Bisexuales, y Transgéneros (LGBT) en el bajo Manhattan. Un poeta negro de mediana edad llamado “Saint” acaba de iniciar un poema visceral e inspirado sobre el continuo ataque de la violencia policial contra el pueblo. “¿Recuerdan a Rodney King?”, Saint pregunta retóricamente. “¡No culpable!” Luego, casi grita: “¡Ellos trataron de golpearle hasta matarlo!”

Saint toma una pausa por un momento y explica a su público que la lectura de este poema es una experiencia emocional para él. Él agrega que está muy emocionado de ver a todos los que han venido a participar de las “Voces contra la Brutalidad Policial,” una noche de hip hop, reggae, poesía, palabra hablada y otras formas de arte para desenmascarar y denunciar los crímenes de la policía.

Entonces Saint continúa: “¿Cuánto tiempo debemos negar lo que vemos con nuestros ojos? ¿Lo que sentimos con nuestros corazones?”

Bien dicho, por cierto. Porque aquellos que todavía quieren negar que la policía en esta sociedad sistemáticamente acosa, brutaliza y asesina a las masas, especialmente hombres negros y latinos, se han quedado con muy poco recurso salvo negar lo que ven con sus ojos, lo que sienten con sus corazones, lo que oyen con sus oídos, lo que piensan con sus cerebros y cualquier sentido de humanidad que podrían tener guardado. Basta con mirar lo que pasó en los casi tres meses previos al 22 de octubre: 4 de julio, East Orange, Nueva Jersey: Jahqui Graham, hombre negro de 21 años de edad, en la celebración del “Día de la Independencia” cuando los cerdos policías lo detuvieron, lo llevaron a la cárcel y lo golpearon hasta la muerte; 14 de agosto, Nueva York: La Unión para las Libertades Civiles de Nueva York (NYCLU por sus siglas en inglés) emite un comunicado de prensa que informa que la policía de Nueva York detuvo y registró a más de 273.000 personas inocentes en los primeros seis meses del 2009, en su inmensa mayoría negras y latinas, el 24 de agosto en Rockford, Illinois: Mark Barmore, hombre negro de 23 años de edad, es ejecutado por la policía en una guardería, delante de varios niños aterrorizados, el 11 de septiembre en Chicago, Illinois: Corey Harris, un joven negro de 17 años de edad, que está corriendo para escapar de la escena de un tiroteo cuando los policías le disparan en la espalda, causándole la muerte.

Alguna vez fueron túnicas blancas y sogas, ahora son uniformes azules y balas. El resultado es el mismo: Sangre de gente negra y latina. Y, sin embargo, un sistema que amenaza con “no más excusas” para los hombres negros ahora que Obama está en la presidencia ofrece cualquier excusa para justificar el asesinato policial. Usted debería haberse ajustado los pantalones, hombre negro. Usted no debería haber corrido. De hecho, usted no debería haber movido un solo dedo. No debería haber actuado de modo extraño. Usted no debería haber asustado a ese policía. Usted no debería haber tenido preguntas. Usted no debería haber hablado con tanta fuerza. Usted no debería haberle respondido. De hecho, usted no debería haber hablado en absoluto. Y tal vez habría vivido, tal vez.

Y una cantidad demasiada grande de personas en nuestra sociedad andan tan ansiosas de aceptar estas excusas en lugar de enfrentar la fea realidad delante de sus rostros. “Paren de violar la ley, y no habrá brutalidad policial”, aconseja un abogado blanco de 30 años de edad, después de ver pasar la marcha del 22 de octubre contra la brutalidad policial por la biblioteca de la NYU.

“En general, si te portas bien, estarás fuera de problemas”, un joven estudiante de raza blanca de 23 años concuerda unos minutos más tarde.

Ambas personas defienden las prácticas de parar y registrar de la policía de Nueva York, incluso después de que se les cita las estadísticas del informe de la NYCLU, por consideran que si una persona no tiene nada que ocultar, no le importaría ser interrogada y registrada.

Bueno, ¡AL CARAJO CON TODO ESO! El 22 de octubre, como parte del Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación, aproximadamente 150 a 200 personas de diversas edades, etnias y procedencias salieron a las calles y/o al espacio provisto por el LGBT, para dejar constancia: la brutalidad policial ha durado mucho, demasiado tiempo, no puede ser justificada, no debe ser aceptada y debe ser detenida.

Una muestra diversa de desafío

Alrededor de las 3:30 p.m., un grupo de revolucionarios llegaron a Union Square, con una bandera y ejemplares del número 179 del periódico Revolución, cuyas páginas centrales gritaban: “¡No más vidas robadas!” e incluían imágenes de personas en resistencia a la brutalidad policial en todo el país. Mientras dos de los revolucionarios empezaban la agitación, una multitud de aproximadamente 15 personas gravitaban más cerca para escuchar, mientras que otros en el parque escuchaban desde donde estaban sentados. Muchas personas obtuvieron ejemplares de Revolución. Una joven mujer negra en la multitud sostiene el periódico y a continuación relata la experiencia de su hermano, que fue hostigado por los policías en su cumpleaños. Ella relaciona esta experiencia con todo el conjunto de “trampas” de la sociedad en la que, a pesar del fin de la esclavitud literal, sin embargo las personas están obligadas a trabajar como esclavos y en el que algunas experimentan la brutalidad policial y el hostigamiento cada día mientras que otros no son ni siquiera conscientes de ello. Ella acabó marchando con los revolucionarios hacia el parque Washington Square, lugar de la manifestación principal de la jornada, al igual que al menos otra persona, un hombre negro, que parece ser de unos 40 años.

A medida que el grupo marcha hacia la NYU, crece considerablemente en tamaño, en parte gracias a un gran contingente de la Organización Popular para el Progreso (OPP) con sede en Nueva Jersey, que se había movilizado en particular en torno al asesinato de Jahqui Graham. Al llegar al campus de la NYU y antes de marchar hacia Washington Square Park, la marcha paseó a lo largo de los bordes del parque, a veces parando por los edificios claves del campus, mientras coreaban: “¡Únanse a nosotros! ¡Únete a nosotros! ¡Alto a la brutalidad policial!”

En el parque, una multitud de unas 125 personas, entre ellas afroamericanos, latinos, blancos, asiáticos, revolucionarios, familiares de víctimas de la policía, activistas, anarquistas, estudiantes, jóvenes y gente de tercera edad, se reunían para una manifestación, muchos de ellos vestidos de negro.

Entrevistas con varios manifestantes ilustraban la diversidad de personas y circunstancias que se han unido en esta tarde. Steve, un hombre negro de mediana edad de Brooklyn, dice que simplemente había estado caminando en el parque cuando vio a la reunión y no estaba seguro de lo que ocurría en un principio. Cuando se enteró del contenido de la manifestación, fue inspirado a unirse a ella.

“Me pareció interesante”, dice Steve. “La policía tiene un historial de ser brutal y abusa de su llamado poder y autoridad”.

Un minuto más tarde, añade, “Tenemos que plantearnos una pregunta: ¿Por qué es esto? ¿Por qué esto continúa?”

Cuando el periódico Revolución le pregunta cómo iba a responder a su propia pregunta, Steve responde que la policía ha interiorizado la idea de que tienen autoridad, y que una “cultura de brutalidad” se ha desarrollado entre la policía. Pero cuando se le explica la perspectiva de Revolución, de que la policía maltrata y acosa a la gente porque son los que hacen cumplir un sistema de imperialismo que somete sistemáticamente a grupos enteros de personas, en especial negros y latinos, Steve está de acuerdo.

“Es cierto”, dice Steve. “Ese ha sido el caso desde el primer día. Los Estados Unidos fue fundado por medio del imperialismo. El imperialismo es la raíz y el imperialismo todavía está en la raíz, no importa quién pongan al frente para apaciguar a la gente”.

Sí, dice Steve, cuando se le pidió una aclaración: la observación de “no importa a quién pongan al frente” es una referencia a Barack Obama.

Al igual que con Steve, hay un elemento de azar en las circunstancias que llevaron a que Brandon, un estudiante blanco de primer año en la Universidad Pace, asistiera a la manifestación: Brandon había encontrado un volante para el Día Nacional de Protesta en el suelo y se pensó: “¿Por qué no mostrar mi apoyo por aquí?”

Brandon dice que la brutalidad policial es un tema que él ha investigado ampliamente. Él señala que a esta brutalidad se le da un sello de aprobación en los tribunales.

“Creo que tienen el sistema jurídico detrás de ellos”, dice Brandon, “de modo que incluso si logramos capturar a las personas que cometen estas atrocidades, éstas saldrán libres”.

Brandon dice que siente que este es el principal factor detrás de la epidemia de brutalidad policial en este país. Como fue el caso de Steve, sin embargo, cuando Revolución le pidió a Brandon su opinión sobre la perspectiva de los revolucionarios, de que la policía actúa de la manera que lo hace porque están imponiendo un sistema de imperialismo, también dijo estar de acuerdo, trazando los paralelos entre lo que la policía le hace a la gente en este país y lo que las fuerzas armadas de EE.UU. hacen en una escala aún mayor en todo el mundo.

También le preguntamos a Brandon cómo se siente escuchar a los padres de las víctimas de la brutalidad policial en el mitin y estar entre un grupo de manifestantes de tantas razas. “Llama la atención”, dice. “Oyes acerca de esto [la brutalidad policial] en las noticias, pero cuando oyes las historias de estas personas, te sientes una conexión con ellas”.

Chanelle, una estudiante negra de posgrado de NYU de 27 años, dice que oyó a Nicole, la viuda de Sean Bell, hablar en la universidad hace unos días y recibió un e-mail sobre el mitin del 22 de octubre, y que todo eso la impulsó al parque Washington Square. Chanelle dice que aunque los casos recientes de brutalidad policial como los asesinatos de Sean Bell y Oscar Grant dan la impresión de que últimamente haya un resurgimiento de brutalidad policial, en los hechos esta brutalidad ha venido ocurriendo “por mucho, mucho tiempo”. Cuando Revolución le pregunta si ella misma ha sido víctima de hostigamiento o violencia policial, responde: “En verdad he sido bendecida de no haber tenido ninguna experiencia negativa”. Pero agrega que tiene amigos en la comunidad LGBT que han sido hostigados.

“Es sistémica”, dice Chanelle en cuanto a la brutalidad policial. “No se puede simplemente decir que todos los diferentes casos son casos aislados”. Se refiere al libro promocionado en la manifestación, Vidas robadas, el cual documenta miles de casos de asesinato policial desde los años 1990.

Al terminar nuestra conversación con Chanelle, Carl Dix, un representante del Partido Revolucionario Comunista, Estados Unidos, está hablando a la muchedumbre. Dix menciona la enorme cantidad de incidentes de parar y registrar de parte del Departamento de Policía de Nueva York.

“Esto es ilegal”, dice Dix. “Es inaceptable. Es escandaloso. Y tiene que parar”.

Dix recalca que se requerirá una revolución para acabar finalmente con la brutalidad y hostigamiento policial y llegar a una sociedad donde las fuerzas de seguridad preferirían arriesgarse la vida propia en lugar de robarles la vida a otros y termina su discurso instando a trabajar por la revolución a los jóvenes así como a los “más experimentados”, y recibió aplausos de muchos manifestantes.

Al terminar el mitin, los manifestantes, ahora entre 150 y 200, se reúnen y marchan por un parque bien concurrido esta tarde otoñal y se enrumban al Centro Comunitario de LGBT para la velada “Voces contra la Brutalidad Policial”.

“El día llegará”...

Entre un grupo de tres estudiantes sentados cerca de una fuente que observan la salida de la protesta, existen opiniones divergentes. David, en el último año de la universidad, se queja que anteriormente los manifestantes lo hayan molestado mientras estudiaba en la biblioteca y sugiere que la NYU no es el mejor sitio para la manifestación; se pregunta en voz alta si los manifestantes son “liberales falsos” que simplemente intentan dar un espectáculo. Pero Sarah, en el segundo año, no está de acuerdo y opina que las universidades son el sitio apropiado para “poner las cosas en marcha”. Mientras Revolución platica con los tres estudiantes, ella lee el volante del 22 de octubre, el cual describe como “poderoso”.

Brian, también del segundo año, dice que aunque no cree que la gente debería tener una campaña para singularizar y vengarse de la policía, tampoco debería “absolver” a la policía cuando se pase de la raya. Brian dice que los estudiantes de NYU tienden a tener una conciencia social y está de acuerdo con Sarah de que tenía sentido celebrar la manifestación en la universidad.

La marcha hacia el centro LGBT está llena de energía y desafío. Las consignas incluyen: “¡Al carajo la policía!” y “¡No tenemos que vivir así/Para la brutalidad policial! ¡No tenemos que vivir así/necesitamos una revolución!”

Mientras la marcha se acerca al centro LGBT, atrae la atención de un joven negro fuera del centro. “Hizo mucho ruido al pasar por la calle”, dice. “Me pareció muy intensa”.

Fuera del centro, participantes de la marcha reflexionan sobre el día de acción y los factores que los habían impulsado a tomar parte.

Una mujer de color que se dice “War Cry” [Grito de Guerra] dice que es amiga de Brad Will, periodista y activista norteamericano asesinado en Oaxaca, México en 2006 mientras filmaba una protesta contra el gobierno, pero un tal Juan Manuel Martínez Merino está preso por ese asesinato, y que muchas personas, incluidos los familiares de Will, tienen fuertes sospechas de que las fuerzas policiales mexicanas asesinaron a Will y lo encubrieron. Will, quien según War Cry fue el mismo un luchador contra la brutalidad policial, captó su propio asesinato en video.

“Es un asunto muy que muy importante”, dice War Cry, “y la gente tiene que superar el temor y confrontar el horror de la brutalidad policial”.

Sarah, una mujer blanca de 27 años, expresa sentimientos parecidos. Describe ser brutalizada por la policía durante una protesta contra la guerra en Washington, D.C. el 5 de octubre y también dice que presenció la paliza de varios amigos, algunos al extremo de ser hospitalizados, durante las protestas contra el G-20 en Pittsburgh la semana pasada. El hecho de que muchos de esos manifestantes estaban comprometidos a la no violencia y la no destrucción, dijo Sarah, no evitó que los maltrataran. Describe la escena en Pittsburgh como un “motín de la policía” y agrega que todavía le sacuden las imágenes de gas lacrimógeno y el ruido ensordecedor de los cañones sónicos policiales usados contra los manifestantes.

“Supongo que aspiro al día cuando suficientes personas se despierten y tomen acción en la calle”, dice. “Y el día llegará. Sólo es cuestión de cuándo y cómo”.

Las palabras de Sarah cuadran bien con el espíritu de desafío corajudo y entusiasmado que caracteriza el evento “Voces contra la Brutalidad Policial” dentro del centro comunitario. Mientras poetas jóvenes de color leen poemas sobre la negativa a echarse atrás frente a la horrorosa brutalidad policial, el salón repleto, el cual consta de muchos jóvenes de color, vitorea de manera tumultuosa.

El Movimiento Mahina, un trío de música folklórica, canta una canción en memoria de Sean Bell que incluye las letras: “La justicia no vive en Estados Unidos” y “El sistema que tenemos es una vergüenza”.

Margarita Rosario, la madre de Anthony Rosario cuya vida, junto con la de su primo Hilton Vega, fue robada en 1995 cuando policías neoyorquinos le dispararon por la espalda mientras que yacía boca abajo, se emociona y casi se pone a llorar cuando describe su búsqueda infatigable de la justicia ante la constante intimidación y amenazas de parte de la policía, el ex alcalde Rudolph Giuliani y otros. Rosario recuerda mientras que, unas semanas antes de que mataran a su hijo, veía un informe noticioso televisivo con su hijo sobre el asesinato policial de Anthony Báez. “Si yo fuera pariente de ese joven”, su hijo le dijo a ella, “iría hasta el final”.

Unos días más tarde, Margarita se encontró obligado a soportar la horrorosa escena de su hijo en un ataúd y a ella se le ocurrió el mismo pensamiento: “Voy a ir hasta el final”.

Rosario recibe una entusiasta ovación de pie de parte de casi todo el público.

Uno de los momentos más conmovedores del día sucedió cuando la familia de Jahqui Graham tomó el micrófono, con una muestra de enorme valor al contar la vil paliza policial a Graham en julio, un asesinato que los medios establecidos esencialmente no cubrieron. Tawanna, madre de Jahqui, describe que Jahqui se divertía el 4º de julio y que al igual que mucha gente en ese día del año, había tomado unos tragos. Jahqui se reía y tocaba juguetonamente el timbre de la puerta de su hogar en East Orange, Nueva Jersey. La policía llegó y lo arrestó, y se lo llevó a la cárcel, donde se puso a golpearlo hasta la muerte.

“Gritó y chilló por nueve horas para que lo llevaran al hospital”, dice Tawanna Graham al público horrorizado.

Graham dice que el cuerpo de su hijo llevaba moretones de pies a cabeza y que lo escondieron durante varias semanas para encubrir el crimen. Dice que aún quedaba sangre en la celda donde mataron a su hijo y que la policía suele mostrar esa celda a otros detenidos para aterrorizarlos.

“No se trata solamente de East Orange, Nueva Jersey”, dice Graham. “Está por todas partes. Y es triste que nuestras madres tengan que soportar esto una y otra vez”.

Sunsara Taylor, una articulista para el periódico Revolución, le dice al público que Tawanna Graham podría ser una madre en Afganistán, Irak o Pakistán. “Esto es Estados Unidos”, dice Taylor. “Y no se trata simplemente de unos pocos policías malos”.

Y al igual que le han mentido a la gente sobre Estados Unidos y sobre este sistema de imperialismo, dice Taylor, le han mentido sobre la historia del comunismo y la revolución. Citando el mensaje del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, “La revolución que necesitamos... La dirección que tenemos”, Taylor le dice al público: “Los condenados de la tierra han hecho la revolución antes”.

Taylor invita al público a la charla de Raymond Lotta en la NYU el 26 de octubre, “Todo lo que te han dicho sobre el comunismo es falso” (la que también se dará próximamente en Los Ángeles y Chicago; vea los detalles en las páginas centrales).

Concluye lanzando un enérgico coro con la participación del público que podría ser el tema de la función de la noche así como del Día Nacional de Protesta en general: Taylor: ¡No tenemos que vivir así! El público: ¡Otro mundo es posible! Taylor: ¡No tenemos que vivir así! El público: ¡Necesitamos una revolución!

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