Revolución #183, 15 de noviembre de 2009


Determinando el camino adelante

Agradecemos muchísimo el haber recibido estas cartas de presos y alentamos a las y los presas/os a seguir enviándonos cartas. Los puntos de vista que se expresan en estas páginas son de los autores y no del periódico Revolución.

Estimado Revolución:

Cuando me enteré que Revolución #183 sería un número especial sobre las cárceles y las y los presas/os, me hizo recordar los años 70 cuando estuve en la penitenciaría y en un grupo de estudio con unas cuantas mujeres más.

Aunque el movimiento revolucionario ya no estaba en auge, se debatían grandes cuestiones en la sociedad y en el mundo y en nuestro pequeño círculo procurábamos determinar el camino adelante. Escribí pedidos de literatura a toda organización revolucionaria para la cual pudiera encontrar una dirección. Otra compañera tenía una suscripción a Pekín Informa. Todas leíamos y debatíamos el libro Sangre en mi ojo de George Jackson. Solíamos citar a Ho Chi Minh, “Cuando se abran las rejas de la cárcel, saldrá volando el verdadero dragón”, porque queríamos ser los “verdaderos dragones”, personas que lucharíamos para un futuro más luminoso para toda la humanidad.

Luego, una de nosotras recibió una visita de unos familiares que habían comenzado a conectarse con la Unión Revolucionaria (UR). Anteriormente había escuchado de Bob Avakian y de la UR pero no tenía idea de su línea. Simplemente sabía que la línea que yo seguía no iba a conducir a la revolución. Había leído algo de Marx, Lenin y Mao pero no fue sino hasta que me encerraron que me pusiera a chequear en serio la teoría revolucionaria a fin de encontrar un camino mejor. La conexión a la UR me cambió la vida. Cada vez que llegaron los familiares de mi amiga, ésta platicaba con ellos sobre lo que habían aprendido de la UR/PCR (se formó el partido en esos años) y les hablaba de lo que ella y yo habíamos estado discutiendo entre sí y con otras presas con que llevamos una correspondencia. Cuando se fueron sus visitas, ella y yo nos reuníamos y discutíamos y luchábamos más.

Desde el principio, la actitud científica de la UR me impactó. Su análisis del problema nacional negro sobresalió en comparación con el de otras organizaciones. Mi amiga y yo habíamos leído los escritos de Lenin y Stalin sobre el problema nacional y como mucha gente del movimiento de entonces, estamos muy seguras de que el pueblo negro en Estados Unidos era una nación. Pero no teníamos un análisis muy profundo. Las líneas de los grupos como el Congreso de Trabajadores Negros y la Liga Comunista partieron del punto de vista de la nación negra y no del del proletariado internacional o representaban intentos estrafalarios de hacer que cupiera el problema nacional negro en la definición de una nación de Stalin con poco o ningún “análisis concreto de las condiciones concretas”. La UR tuvo un enfoque científico hacia este problema. Guiada por los principios del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung, analizó la historia del pueblo negro en Estados Unidos desde la esclavitud, pasando por la Reconstrucción y hasta las grandes migraciones a las ciudades en el siglo 20 y desarrolló una explicación científica del problema y también un programa para el movimiento revolucionario y la futura sociedad socialista.

Analizamos de todo: la manera en que nosotras mismas habíamos empezado a adoptar algunas de las actitudes misóginas que prevalecían entre las internas (juramos nunca volver a llamar a nadie “puta” o “tipa”), la manera de ver la contradicción entre las ciudades y las zonas rurales en Estados Unidos, la naturaleza del estado y el papel que tienen las cárceles en éste. Seguimos lo que luego se llamaba la Última Gran Batalla de Mao en las páginas de Pekín Informa, cuando los censores la dejaban salir, y procurábamos determinar qué pasaba.

Me conecté en serio con el PCR cuando me dieron libertad condicional. Oí el discurso de Bob Avakian, “La pérdida en China y el legado revolucionario de Mao Tsetung” en una de las reuniones conmemorativas a Mao en 1978. Eso también fue una experiencia parteaguas. Avakian descubrió, para beneficio de todo el mundo, lo que pasó en China, que el socialismo había sido derrocado y el capitalismo restaurado ahí, y por qué. Ya no bastaba aspirar a ser un “verdadero dragón” à la Ho Chi Minh: me dediqué la vida a ser una de las y los continuadoras/es de Mao.

Hoy hay más presas en las cárceles de Estados Unidos que nunca antes y las cuestiones que están a la orden del día en el mundo son aún más grandes que nunca. El mundo no ha tenido a un país socialista más de 30 años; aún necesitamos la revolución y el comunismo y tenemos la dirección que necesitamos para llegarle. Lea el número 158 del 8 de marzo de 2009 de Revolución, Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad y La revolución que necesitamos… La dirección que tenemos (#170, 19 de julio de 2009). ¡Piense que cómo sería si las presas pudieran echar mano de todo eso! No podemos desperdiciar este potencial revolucionario. Contribuya todo lo que usted pueda al Fondo de Literatura Revolucionaria para Presas y Presos.

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