Estados Unidos en Haití: Un siglo de dominación y miseria

17 de enero de 2010 | Periódico Revolución | revcom.us

 

12 de enero de 2018: A la luz de los ataques fascistas y racistas de Trump contra los haitianos, volvemos a postear este artículo (escrito originalmente después del terremoto de 2010 que causó la muerte de miles de haitianos y una devastación de la que todavía sufre el pueblo haitiano).

 

Tras el terremoto, Estados Unidos hace pasarse por el mejor amigo de Haití. Pero toda la historia de Estados Unidos en Haití demuestra lo contrario.

Los habitantes originarios de la isla de Española (la que hoy es Haití y la República Dominicana) fueron exterminados por los conquistadores españoles en los siglos 16 y 17. En el siglo 19, los colonizadores franceses se apoderaron de Haití y establecieron un sistema de esclavitud tan dura que se asumía que los nuevos esclavos morirían por exceso de trabajo. La sangre de los esclavos se derramó en los mercados del mundo capitalista del café y azúcar, haciendo de Haití la colonia más rentable del mundo.

En 1791, Toussaint L'Ouverture encabezó una rebelión de esclavos que, durante más de 13 años, derrotó sucesivamente a los dueños de esclavos de Haití, los ejércitos de España y Gran Bretaña (que vieron la revuelta como una oportunidad para agarrar Haití para sí mismos), y luego el ejército de Napoleón, el líder francés que en ese momento había conquistado la mayor parte de Europa1. Toussaint fue capturado después de haber aceptado negociar la paz con los franceses y fue llevado a Francia en cadenas, donde murió en la cárcel. Pero la rebelión siguió hasta que Haití se independizara y la esclavitud fuera abolida. Esta fue la primera y única revolución exitosa de esclavos en la historia2.

La revolución haitiana desató pánico entre los gobernantes de Estados Unidos y de las potencias europeas, que se negaron a reconocer a la nueva República de Haití. La marina francesa impuso un embargo total sobre Haití. En 1805, el ministro francés de Relaciones Exteriores le escribió al Secretario de Estado de Estados Unidos, James Madison: "La existencia de un pueblo negro en armas, ocupando un país que ha manchado con los actos más criminales, es un espectáculo horrible para todas las naciones blancas3." Estados Unidos cumplió el embargo y se negó a reconocer, prestarle asistencia o establecer comercio con Haití.

El embargo tuvo un impacto devastador en la nación isleña, cuya agricultura había sido devastada por la guerra. Se mantuvo en vigor hasta 1825, cuando Francia aceptó ponerle fin a cambio de que Haití se comprometiera a "darles compensación" por la pérdida de su "propiedad" — es decir, sus ESCLAVOS. Esta "deuda" se fijó en 150 millones de francos — aproximadamente el presupuesto anual francés4. Haití fue enredado forzosamente en una red de deuda y de extrema pobreza. A finales del siglo XIX, los pagos de la deuda ascendían a 80% del presupuesto haitiano5.

En el siglo XX Estados Unidos se declaró el poder dominante en su "patio trasero". En 1915 invadió y ocupó Haití. Marines yanquis fueron directamente al Banco Nacional de Haití y retiraron sus reservas de oro y las depositaron en Citibank en Nueva York. La Constitución de Haití fue reescrita para permitir que extranjeros fueran dueños de propiedad haitiana; la tierra les fue arrebatada a los pequeños campesinos para crear grandes plantaciones6; la economía fue reorganizada de modo que el 40% del producto bruto interno de Haití fluyera a los bancos norteamericanos7.

El pueblo haitiano se resistió ferozmente a la ocupación en una serie de revueltas que los militares yanquis aplastaron sin piedad, asesinando a los líderes, quemando aldeas y matando entre 15 a 30,000 Haitianos8. Los ocupantes salieron en 1934, dejando atrás al brutal Ejército Nacional de Haití, adiestrado por los Estados Unidos, para reprimir al pueblo.

En 1957, François "Papa Doc" Duvalier llegó al poder en una elección fraudulenta y creó su propio ejército de asesinos — los Tonton Macoutes. El reino del terror duvalierista, apoyado y respaldado por Estados Unidos, asesinó aproximadamente a 50.000 personas9.

Cuando murió Papa Doc en 1971, Estados Unidos emplazó acorazados a poca distancia de la costa haitiana para supervisar la transición del poder sin obstáculos al hijo de Duvalier, Jean-Claude ("Bebé Doc"). Bebé Doc estaba vinculado muy estrechamente con el "Plan Estadounidense10" que explícitamente tenía como objetivo socavar la agricultura campesina con las importaciones a gran escala de bienes norteamericanos más baratos, expulsando a cientos de miles de campesinos del campo e impulsándolos a las ciudades y barrios marginales, desesperados por tener trabajo en plantas de montaje estadounidenses que construyeron empresas como Disney y Kmart, pagando 11 centavos la hora a obreros/as para coser pijamas y camisetas11.

En los años 1985 y 1986 un levantamiento fuerte sacudió a Haití que obligó a Estados Unidos a rescatar a Bebé Doc y llevarle a la Costa Azul a fin de preservar su control fundamental del país a través del ejército haitiano. Una serie de gobiernos militares siguió, que se conoce en Haití como el "duvalierísmo sin Duvalier". En 1991 Jean-Bertrand Aristide, un sacerdote radical y líder de la Ti Legliz ("Pequeña Iglesia", la expresión del movimiento de la teología de liberación en Haití) y del movimiento contra Duvalier, fue elegido presidente. Aunque Aristide no tenía un plan para romper con el marco de la dominación norteamericana, él no se sometía completamente ni a esa dominación ni a las clases dominantes haitianas pro Estados Unidos, y a menudo él estaba en conflicto con esas fuerzas acerca de la política extranjera y doméstica. Los reaccionarios haitianos le odiaban y Estados Unidos no pensaba que podía "confiar" en él y aún antes de su toma de posesión trabajó para derrocarlo12. El 30 de septiembre de 1991, habiendo ocupado su cargo por solamente nueve meses, la CIA colaboró con las fuerzas militares locales para llevar a cabo un golpe de Estado sangriento y en las olas subsiguientes de represión desató a soldados y Macoutes para que destruyeran las redes de organización populares, especialmente en barrios marginales como la Cité Soleil que eran la base de apoyo para Aristide. Mataron a miles de sus partidarios, hasta 300.000 pasaron a la clandestinidad y 60.000 huyeron de la isla en balsas improvisadas13.

Pero todo eso no sofocó la resistencia ni estableció un "ambiente estable" para Estados Unidos y por eso en 1994 Estados Unidos concertó un acuerdo para restaurar a Aristide a su cargo, devolviéndolo del exilio en un acorazado norteamericano acompañado por 20.000 soldados estadounidenses que se dedicaron a proteger del pueblo a los paramilitares violentos y dejarlos mantener sus armas, mientras que reorganizaron el ejército haitiano para reprimir al pueblo con más eficacia. Los soldados yanquis se quedaron más de un año. Los términos de este acuerdo, conocido como el Acuerdo de Governors Island, eran que Aristide abandonara cualquier resistencia al plan estadounidense para Haití, al ejército haitiano y a la clase dominante haitiana14.

En gran parte Aristide cumplió con este acuerdo pero siguió luchando por cualquier concesión que pudiera encontrar, lo que Estados Unidos consideró inadmisible. El 29 de febrero de 2004, después de muchos meses de preparación política y militar en que Estados Unidos estaba involucrado directamente a través de la CIA y el Instituto Republicano Internacional (IRI), se llevó a cabo un segundo golpe de Estado. El ejército norteamericano literalmente secuestró a Aristide y a su familia y les mandó por avión a la República Centroafricana, donde les detuvo mientras que se consolidaba un nuevo régimen en Haití15. Para el primero de marzo cientos de marines norteamericanos controlaban la capital de nuevo y nuevas olas de ataques contra el pueblo fueron desatados, a menudo llevados a cabo por soldados estadounidenses. En junio los reemplazaron una fuerza de 7.000 soldados de la ONU, principalmente brasileros, que practican las "ejecuciones sumarias" según grupos pro derechos humanos.

Desde ese tiempo hasta el terremoto no ha habido ningún desafío serio contra el control económico, político y militar norteamericano de Haití.

 

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1. En un inspirador ejemplo del internacionalismo, muchas tropas europeas —incluyendo a un batallón completo de Polonia— desertaron para unirse con la Revolución Haitiana cuando se dieron cuenta que estaban luchando por restaurar la esclavitud. [Damning the Flood: Haiti, Aristide, and the Politics of Containment, Peter Hallward, Verso, London, 2007, p. 350, nota 45.] [regresa]

2. Estados Unidos inicialmente apoyó a Napoleón; el entonces presidente Tomas Jefferson le dijo a los franceses que "Nada será más fácil que armar con todo a su ejército y su flota y sumir a Toussaint a la inanición". Más tarde, cuando se aclaró que Napoleón vio a Haití como un escalón para contender con Estados Unidos por el control de Norte América, Estados Unidos retiró su apoyo y tomó una posición de neutralidad. ["Haiti's Tragic History Is Entwined with the Story of America," Robert Parry, Consortium News, 15 de enero de 2010.] [regresa]

3. Bellegarde-Smith,  Breached Citadel, p. 65, citado en Hallward, p. 14. [regresa]

4. Hallward, p. 12. [regresa]

5. Hallward, p. 12. [regresa]

6. Hallward, p. 14. [regresa]

7. "The Haitian Earthquake: Made in USA", una columna publicada por Ted Randall, 13 de enero de 2010. [regresa]

8. Alex Dupuy, Prophet and Power, p. 39, citado en Hallward, p. 15. [regresa]

9. Hallward, p. 15. [regresa]

10. "Plan Estadounidense" no es un término casual, sino que se refiere a un plan real para el "desarrollo" de Haití, redactado a finales de los 70s por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (US AID). [regresa]

11. Hallward, p. 5. [regresa]

12. El libro de Hallward documenta esto en gran profundidad. [regresa]

13. Hallward, p. 40. [regresa]

14. Hallward, p. 48-49 y otras páginas. "…los acuerdos le dieron a Cédras [el general que dirigió el golpe] casi todo lo que él quería por una promesa para restaurar el gobierno democrático". [regresa]

15. Ver Hallward, capítulo 9, "The Second Coup", pp 200-249. [regresa]

 

 

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