Revolución #204, 20 de junio de 2010
Obama y la catástrofe del petróleo de BP:
¡CULPABLE!
El derrame del petróleo del Golfo de México es como un asesinato en progreso. Aves cubiertas de petróleo, a la espera de la muerte... todo tipo de especies, grandes y pequeñas, resultan envenenadas y muertas... pantanos y pastizales húmedos, el corazón de los ecosistemas costeros están inmersos en petróleo y se están extinguiendo... la vida de los pescadores en ruinas.
Millones de personas están angustiados y furiosos por las perspectivas de muchos meses de chorrazos de millones de galones de petróleo en el Golfo, de los constantes fracasos del gobierno de proteger las tierras de la frágil costa y la devastación aún mayor de todo tipo de vida marina y aves. Algunas personas tienen la esperanza de que Obama y el gobierno de EE.UU. de alguna manera vengan al rescate y hagan lo correcto. Pero el gobierno de Obama es directa y criminalmente culpable de este desastre:
• La administración de Obama, a través de su Departamento del Interior y el Servicio de Manejo de Minerales (MMS por sus siglas en inglés), aprobó el proyecto Deepwater (aguas profundas) de BP (British Petroleum) que ahora derrama el petróleo, a pesar de la conocida trayectoria de BP de derrames y accidentes. BP mintió, diciendo que tenía los medios para limpiar los derrames — y el MMS pasó por alto las leyes que requieren estudios de impacto ambiental para evaluar los daños que la excavación petrolera puede originar a las formas de flora y fauna ahí.
• BP se negó a entregar videos de los chorrazos del petróleo que salen de su tubería rota y el secretario de prensa de Obama defendió esto, diciendo que era decisión de BP ya que las cintas eran de su propiedad. Después de que secuencias del video de los chorros del petróleo se hicieron públicos, BP y Jane Lubchenco (jefa de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) continuaron mintiendo sobre cuánto petróleo estaba saliendo.
• Funcionarios de Obama han censurado a científicos que descubrieron, contrariamente a las afirmaciones originales de BP, que las plumas de petróleo de la fuga se están presentando en grandes cantidades debajo de la superficie del Golfo. Los científicos también han denunciado que las dependencias federales no estaban llevando a cabo las pruebas adecuadas para medir los efectos del petróleo en el Golfo. Incluso ahora, las dependencias gubernamentales no están logrando un seguimiento sistemático de los efectos sobre la flora y fauna en los humedales, las zonas costeras y la vida marina.
• La Agencia de Protección Ambiental (EPA) le permitió a BP utilizar dispersantes químicos para disolver el petróleo, a pesar de que estos dispersantes son conocidos por ser tóxicos. Incluso después de muchos informes de la prensa acerca de este peligro, la EPA sigue permitiendo el uso de dispersantes y aún no ha realizado pruebas adecuadas sobre los efectos de los químicos.
• Sólo un mes antes de que esta catástrofe empezara, Obama rompió una moratoria de décadas de duración de parte del gobierno estadounidense contra la excavación petrolera en mar abierta con su propuesta de ampliar al por mayor nuevas zonas de perforación en Alaska, al este del Golfo de México y la costa atlántica de Maryland a Florida. Obama justificó esto diciendo: “Las plataformas de petróleo de hoy por lo general no causan derrames”.
• Obama ha declarado una suspensión de seis meses para supuestamente asegurarse de que la perforación se realice “a salvo”, pero como el mismo Obama dice, la perforación en mar abierta sigue siendo “una parte esencial de nuestra estrategia energética global”. Y, como el Centro para la Diversidad Biológica denunció, la moratoria temporal no toca los permisos que ya están en marcha — así que incluso después del comienzo de la catástrofe actual, ¡el MMS continuó otorgando permisos a 26 nuevos proyectos de excavación, dos de ellos a BP!
Estos crímenes no son simplemente el resultado de una “relación íntima escandalosa” (en palabras del propio Obama) entre los funcionarios de las dependencias reguladoras federales y las compañías petroleras, o de que el gobierno ha sido sorprendido desprevenido y ha sido demasiado pasivo. Sí, hay mucho de codicia, corrupción e incompetencia en todo esto. Pero hay algo más profundo y sistémico en marcha.
Obama es el jefe de un estado que representa los intereses del sistema capitalista imperialista, que explota y exprime el alma y sangre de miles de millones de personas en todo el mundo. Este sistema basa todo su funcionamiento en la extracción de las fuentes de energía baratas y extremadamente rentables de los “combustibles fósiles” —petróleo, gas y carbón— a pesar de que el uso de estos combustibles fósiles ha sido tremendamente destructivo para el medio ambiente y ha dado lugar a cambios climáticos potencialmente catastróficos a escala global.
Para los gobernantes estadounidenses, su posición como la principal potencia imperialista está inextricablemente vinculada al acceso y control de enormes cantidades de combustibles fósiles (lo cual es una de las razones para las guerras de Estados Unidos en Afganistán e Irak, el apoyo a Israel como el perro de ataque de EE.UU. en el Medio Oriente y las amenazas contra Irán). El ejército de EE.UU. es, de hecho, el mayor comprador institucional único de petróleo en el mundo. Como se están agotando las fuentes de petróleo que se pueden extraer fácilmente, la actual era se ha convertido en una de “petróleo difícil”, en que las mega-corporaciones capitalistas y los países se apresuran y compiten entre sí por excavar en lugares más peligrosos y de más difícil acceso y por fuentes aún más contaminantes de petróleo, con mayor potencial de catástrofes. Este imperativo más profundo es lo que ha estado impulsando la excavación del petróleo en el Golfo de México a una profundidad de más o menos dos kilómetros y medio.
Y la razón por la que este gobierno no puede movilizar y de verdad no podrá movilizar a las masas de científicos, expertos técnicos y gente común se debe a la naturaleza privada del capitalismo. El capitalismo no puede hacerle frente a este problema y movilizar a la humanidad para lidiar con ello, ya que cualquier movilización de tal naturaleza podría socavar su necesidad de defender la “santidad de la propiedad privada” y para mantener a las masas de personas en una posición subordinada y suprimida. Este es un claro ejemplo de cómo los intereses de la clase capitalista y los intereses de la humanidad en su conjunto están en antagonismo.
Se necesitará un sistema completamente nuevo —una sociedad socialista revolucionaria que esté avanzando hacia un mundo libre de toda explotación y opresión— para hacerle frente a tales desastres de una manera radicalmente diferente. Un estado revolucionario puede movilizar a las masas de personas, se puede apoyar en éstas apoyarse y las puede dirigir y las movilizará, se apoyará en éstas y las dirigirá para hacerle frente a tales desastres y otras contradicciones sociales — liberando la creatividad y la energía de la gente, buscando todo tipo de ideas y usando las mejores de ellas, rescatando las más altas aspiraciones de las personas y aplicando todo eso para soluciones realmente creativas y cooperativas.
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