Revolución #212, 26 de septiembre de 2010


Parar y registrar de la policía de Nueva York: Enorme injusticia contra la gente que hay que PARAR

En la Ciudad de Nueva York, en el día que usted esté leyendo este artículo, la policía parará a casi dos mil personas y las someterá a humillantes interrogatorios y registros. Así es: la policía para de manera arbitraria a casi dos mil personas en un día. Hoy y todos los días. Nueva de cada diez personas que para la policía serán negros y latinos. El mayor número serán jóvenes y hombres menores de 20 años. La policía ya ha parado antes a muchos de los hombres jóvenes que parará hoy y volverá a pararlos una y otra vez, semana tras semana. Aplicará la fuerza en contra de una de cada cuatro personas que para; por ejemplo, desenfundará un revólver o echará a alguien al suelo. Además, como conocen todos los jóvenes de color en las grandes ciudades de Estados Unidos, tal encuentro podría resultar en la muerte en cualquier día o en cualquier instante.

Entre 2006 y 2009, la policía ha parado a casi tres millones de personas en la Ciudad de Nueva York y la cifra alcanzará a más de 600 mil en 2010. La Ciudad de Nueva York tiene una población de 8.391.881 de personas. La misma policía dice que más del 90% de las personas que para no han violado ninguna ley. De las personas acusadas como resultado de esta campaña, quizá se anulen la mitad de los cargos. Esta ultrajante práctica de la policía neoyorquina se llama “parar y registrar” y es un “modelo” de las fuerzas del orden en otras grandes ciudades estadounidenses.

Ilegal bajo sus propias leyes

Toda esta práctica es completa y descaradamente ilegal según las declaradas leyes de este país.

 

Parar y registrar

En la era de Obama y los Estados Unidos supuestamente post-raciales, se intensifica la práctica policial de parar y registrar en las comunidades negras y latinas de la Ciudad de Nueva York y cuando las personas levantan la cabeza para hacer valer sus derechos supuestamente garantizados por la ley, no son protegidas sino a menudo son despiadadamente castigadas.

La policía paró a dos mujeres de Brooklyn, Taneisha Chapman y Markeena Williams, en agosto del 2009 y les pidió una identificación. Ellas le mostraron a la policía un volante de la ACLU titulado “¿Qué debes hacer si la policía te para?” expedido por la oficina de su asambleísta estatal que dijo: “No es un crimen rehusarse a responder preguntas. No puedes ser arrestado meramente por rehusarse a identificarse en la calle”. Ellas fueron inmediatamente esposadas y llevadas a la Comisaria Central de Brooklyn. Los cargos fueron después anulados y ellas reportaron que están entablando una demanda federal. (New York Daily News, 10 de julio de 2010)

Rhonda Scott, de 39 años, vive en Bedford Stuyvesant, Brooklyn, que tiene uno de los índices más altos de parar y registrar en la ciudad. Ella estaba caminando a su casa un día de agosto de 2008 después de devolver un plato que tomó prestado de un vecino. Un policía le dijo que se “quedara callada”. Ella volvió a casa y le pidió a su novio que consiguiera el nombre del policía y el número de su placa. Cuando él volvió, muchos más policías habían llegado a la cuadra donde viven. Rhonda Scott se paró en su propiedad, afuera de su casa, observándolos. Cuando la policía le pidió una identificación y ella no lo tenía con ella, la arrestaron quebrándoles las muñecas y empujándola y jalándole del cabello para meterla a la patrulla. Ella fue llevada a la comisaría central después de 14 horas en la delegación y solamente vio al doctor por su propia cuenta dos días después. Ella perdió varios meses de trabajo debido a las heridas. Rhonda entabló una queja, pero la Junta Examinadora de Quejas se puso de lado de los oficiales. (Village Voice, “NYPD Tapes, part 2”, 11 de mayo de 2010)

La IV Enmienda de la Constitución estadounidenses, que es una parte de la Carta de Derechos y supuestamente uno de los cimientos del estado de derecho estadounidense, protege a las personas contra “registros e incautaciones ilegales” (o sea, registros y arrestos sin razón). La XIV Enmienda, ratificada después de eliminar la esclavitud, dice que los derechos bajo la ley y el debido proceso legal se aplican por igual a todos, que quiere decir que todas las personas acusadas de un delito tienen derecho a un juicio legal en que defenderse contra los cargos y se supone que ni la policía ni nadie pueda penar a nadie cuando no se haya corroborado el delito. En los hechos, los análisis revelan que estas leyes y derechos no existen para un gran grupo de personas. Para este grupo, los afroamericanos, los latinos y otras nacionalidades oprimidas, existe la afilada punta de la fuerza y violencia sin ningún debido proceso legal efectivo.

La norma legal para parar a una persona es supuestamente una “sospecha razonable” de que se haya cometido un delito. La norma legal para registrar a una persona es tener una “sospecha razonable” de que la persona esté armada y peligrosa. Pero, los expedientes del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) de 2009 enumeran los siguientes pretextos: “Movimiento furtivo” (44%), “Al parecer ‘reconoce el terreno’” (28%), “Otro” (20%), “Al parecer hace de guardia” (16,8%), “Corresponde a la descripción” (16,7%) y unas “razones” más, incluida ropa sospechosa, un “bulto” u “objeto sospechoso”, etc. (New York Times, 11 de julio de 2010).

Las propias cifras oficiales sobre parar y registrar son evidencia contundente del etiquetamiento racial que practica el NYPD. Del total de 311.646 personas que paró entre enero y junio de 2009, el 52,3% eran negros y el 32,1% latinos. Comparemos esas cifras con la población global de la Ciudad de Nueva York conforme a las nacionalidades: 24% de negros, 28% de latinos y 35% de blancos (los demás son amerindios, asiático-estadounidenses y otros.)

Lo que están diciendo es que si usted es negro o latino, sobre todo si usted es joven, no debería hacer las siguientes cosas y si no, usted será tratado como delincuente, resultando en registros, golpizas o quizá cosas peores: hacer un movimiento de cualquier manera que desagrade a la policía; vestirse de ropa que desagrade a la policía; tener parecido a la “descripción” de un sospechoso (en otras palabras: cualquier “hombre negro” o “hombre latino” de cierta edad); tener una billetera, teléfono móvil o reproductor de música en el bolsillo (“un bulto”) o en la mano (“un objeto sospechoso”). O pueden parar a una persona sin ninguna razón específica en absoluto (“Otro”). La gente ya se refiere a esta práctica como “ser negro a pie”.

El costo deshumanizante para el ánimo es doloroso. Los jóvenes crecen siempre conscientes de que cualquier momento de diversión, cotorrear, incluso entrar al edificio donde uno vive, podría volverse de repente una pesadilla de humillación, maltrato y cosas peores.

Órdenes oficiales a los agentes: violar la ley a ultranza

Al mismo tiempo que salieron las nuevas cifras de lo de parar y registrar del NYPD este verano, los periódicos Village Voice y el New York Times empezaron a divulgar cientos de horas de grabaciones secretas proporcionadas por unos policías y comandantes de la policía neoyorquina. Las grabaciones y las entrevistas arrojan mucha luz sobre la cultura de terror y brutalidad de la policía que se exige y se manda desde la cúpula del NYPD y el gobierno municipal hasta los distritos barriales. Se deje requeterecontraclaro que podría perder el empleo cualquier policía en la calle quien dude en observar esta práctica.

Un sargento de la delegación 81 de Bedford Stuyvesant (Brooklyn) dice en una grabación: “A cualquiera que ande por ahí, a hostigarlo y pararlo, a hacerles una 250, no importa la explicación. Que estén caminando, no importa qué”. (“250” es la clave del NYPD para la forma que los agentes rellenan después de parar a alguien.) El comandante de la delegación dice en la grabación la noche de brujas de octubre de 2008: “Estás patrullando las calles, carajo. Tome al primer tipo que encuentres y encierre a todos del [edificio que la policía vigilaba]. Zas. Tráigalos. Métalos en celdas. Vuelves a salir y luego hagas el papeleo”. Un teniente agrega: “Salte de la patrulla, échelos al suelo y pégueles, póngales esposas y entréguelos a otro” (Village Voice, “The NYPD Tapes, Part 2”, 11 de mayo de 2010).

Adil Polanco, nacido en la República Dominicana, era policía novato de la delegación 41 del Bronx: “Inventamos una razón cualquiera para justificar lo de parar a la gente, cuando las más de las veces no teníamos razón alguna para justificar eso… Nos dijeron que dijéramos que ‘ellos correspondían a la descripción’. Pero eso simplemente quería decir que eran hispanos o negros… Quieren que citemos a la gente por conducta escandalosa cuando no hace nada… En una ocasión, me ordenaron multar a un señor por no tener una licencia para su perro, pero el problema es que no vi ningún perro”. Polanco se quejó y lo despidieron durante su período de prueba. (Village Voice, “The NYPD Tapes, Part 5: The Corroboration”, 25 de agosto de 2010)

Cuando las “reformas” empeoran la situación

En 1999, Amadou Diallo, un inmigrante africano de 22 años, fue asesinado por la Unidad de Delitos Callejeros con 41 balas mientras estaba parado con la billetera en la mano ante la entrada del edificio donde vivía en el Bronx. Brotó muchísima indignación y protesta cuando salió que esta unidad para al azar a 80 mil personas al año. Se disolvió esta unidad en 2002, y en respuesta a denuncias de etiquetamiento racial, empezaron a llevar un banco de datos de las personas que paran los agentes. Como consecuencia de las “reformas” instituidas después del asesinato de Amadou Diallo, se cambió de los 80 mil incidentes de parar y registrar al año por la Unidad de Delitos Callejeros especial a la práctica generalizada y oficial de todo el NYPD de parar a 600 mil personas en este año; y se creó el banco de datos del NYPD que registra los datos personales de un enorme sector de jóvenes negros y latinos de la Ciudad de Nueva York.

Tome un momento y piense en eso… ¿qué sale a la luz sobre el papel del estado cuando las “reformas” de las manifestaciones más repugnantes de la verdadera naturaleza del país se reciclan en la forma de medidas nuevas y mayores para controlar y dominar a los más oprimidos? ¿Cuando se permite destripar y descartar por completo el supuesto código de derecho de la “democracia estadounidense”? ¿Cuando más vale que grandes partes de la Ciudad de Nueva York tenga el siguiente letrero en la entrada: “Zona de parar y registrar del NYPD: No se aplican derechos básicos”?

No se trata de unos cuantos policías malos sino de una política del sistema

El jefe del NYPD Raymond Kelly y el alcalde neoyorquino Bloomberg defienden agresivamente la práctica generalizada y descaradamente ilegal de parar y registrar como una política esencial de la policía, y se hace respetar en todos los niveles del departamento de la policía no solo mediante amenazas e intimidación contra las personas que los agentes están vigilando sino incluso sus propios oficiales. No se trata de “unos cuantos policías malos” ni “pésimo entrenamiento”. Es una práctica tanto sistemática como sistémica.

La Constitución estadounidense supuestamente protege a la población contra registros arbitrarios de parte de los organismos del orden público y el etiquetamiento de parte de la policía a personas por su nacionalidad o el color de la tez. Pero las grabaciones de las órdenes oficiales a los agentes de la calle demuestran lo contrario. Las cifras que registran indican que el 80,9% de todas las personas que paran y registran son negros y latinos pero los negros y latinos representan el 52,6% de la población de la Ciudad de Nueva York. Así que cabe preguntar: ¿por qué?

Para contestar la pregunta, es necesario examinar las estructuras de la sociedad que la policía está haciendo respetar. Si usted hace eso, descubrirá que decenas de millones de personas en la “tierra de los libres” están condenadas a una vida de escuelas inferiores, vivienda pésima, servicios de salud horribles y a veces inexistentes, y la discriminación sistemática en el empleo, crédito y préstamos y las demás esferas de la sociedad. Descubrirá que echan la culpa a estas decenas de millones de personas por los males de la sociedad. Empezará a ver que son estas prácticas y el sistema que prospera de ellas y las necesita, a que en los hechos la policía sirve y protege.1

Con las leyes de parar y registrar, la policía practica una contrainsurgencia antes de que exista una insurgencia. O sea, usa el terror e intimidación y arma enormes bancos de datos de los datos de la gente a fin de impedir que los afroamericanos, latinos y otras nacionalidades oprimidas siquiera alcen la cabeza.

Pero la situación no tiene que ser así, y la gente no puede darse el lujo de permanecer así. Hemos dicho en otras partes y lo diremos de nuevo, porque no es posible repetirlo con demasiada frecuencia:

Los días en que este sistema simplemente puede seguir haciendo lo que le hace a la gente en este país y en todo el mundo... en que la gente no tiene la inspiración ni la organización para hacerle frente a estas barbaridades y acumular las fuerzas para poner fin a esta locura... esos días deben TERMINAR. Y esto SE PUEDE hacer.

Jamás será aceptable la vida bajo el terror constante del maltrato y violencia ilegítima de la policía. Este 22 de octubre, el Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación, debería representar un importante paso para terminar “esos días”.

1 Busque más información sobre la larga historia de opresión del pueblo negro en Estados Unidos, las formas en que persiste hoy y la manera en que una revolución podría hacerse para ponerle fin, en “La opresión del pueblo negro, los crímenes de este sistema y la revolución que necesitamos”, Revolución #144, 5 de octubre de 2008. [regresa]

Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución

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