Revolución #214, 24 de octubre de 2010


¡Luchar contra la brutalidad policial, y transformar al pueblo, para la revolución!

Hace catorce años dije que había una epidemia de brutalidad policial alrededor de la nación. Esa epidemia todavía existe hoy. La policía para y registra a los jóvenes todo el tiempo, los parientes negros o latinos se angustian cuando salen sus hijos adolescentes: ¿sería mi hijo el próximo Sean Bell u Oscar Grant? ¿Sería ella la próxima Tyisha Miller? Los parientes negros tienen que hablar con sus hijos sobre cómo sobrevivir cuando un policía los detenga, no importa que sean estudiantes que sacan dieces o jóvenes en la calle con los pantalones guangos. Con demasiada frecuencia, tales encuentros resultan en un joven golpeado, arrestado o hasta muerto. Pregúntele a cualquiera de las familias de cualquiera de los miles de víctimas inocentes asesinadas por los policías desde 1990.

O sencillamente tenga un encuentro con algunos de ellos. Hable con ellos o trabaje con ellos, come he hecho yo. El Sr. Nicholas Heyward, Sr. le dirá cómo se siente uno cuando los policías matan a su hijo de 13 años de edad por haber tenido una pistola de juguete. O Margarita Rosario le dirá cómo es enterarse que los policías les habían disparado por la espalda a su hijo y sobrino al tenerlos boca abajo con las manos arriba. Y ellos y otros familiares de víctimas de asesinatos policiales le dirán cómo es observar que salen impunes los policías quienes han cometido estos crímenes.

Algunos pensaban que la elección de Obama conduciría a una reducción en abusos policiales, pero ¿qué ha ocurrido? El 5 de septiembre Manuel Jaminez Xum (Manuel Jaminez) fue fusilado por la policía a plena luz del día en una calle concurrida de Los Ángeles. El 8 de julio, Johannes Mehserle, el policía que le dio un balazo por la espalda a Oscar Grant al tenerlo boca abajo y esposado, sale libre con una condena de homicidio involuntario, que es lo mismo que decir que era un accidente. El 16 de mayo, Aiyana Stanley-Jones, una niña de 7 años de edad, fue fusilada por los policías de Detroit quienes condujeron un allanamiento al apartamento suyo en busca de un sospecho ¡que vivía en el apartamento de arriba!

Todavía siguen los perros en la calle.

Algunos echan la culpa de todo esto a los jóvenes o dicen que éstos se lo buscaron. Dijo el alcalde de Detroit Dave Bing que la policía llegó a los barrios de Detroit en su manera acostumbrada a causa de la violencia de los jóvenes. Hablando en el entierro de Aiyana Stanley-Jones, dijo el Rdo. Al Sharpton: “Busco al hombre en el espejo. Todos nosotros tenemos algo de la culpa de la muerte de Aiyana”. ¡Eso, de plano está mal, y es veneno! Lo que necesitamos es hablar derecho sobre quiénes son de hecho los responsables de las situaciones que enfrentan nuestros jóvenes.

Ni Oscar Grant ni Aiyana Stanley-Jones habían hecho nada para causar sus propios asesinatos. Ni tampoco hicieron nada la mayoría de aquellos que la policía ha matado o brutalizado. El propio sistema es responsable de toda la delincuencia y la violencia en que nuestros jóvenes están metidos. Fue el sistema capitalista el que ha despojado a las ciudades de empleos que pagan un sueldo digno. Es el sistema capitalista el que ha destruido el sistema de enseñanza. Aquello, de 1001 modos distintos, disemina el mensaje que la vida de nuestros jóvenes carece de valor. Que promueve la mentalidad de siempre cuidar los intereses del número uno y cuidarse de sí mismo y del grupo suyo antes que cualquier otra cosa. Pero cuando nuestros jóvenes adoptan esta actitud y la aplican a los modos que ofrece el sistema para sobrevivir, sea cualquier chanchullo que puedan encontrar, legítimo o no legítimo, lo usan las autoridades para satanizar a los jóvenes.

Como dice el Mensaje y Llamamiento del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (PCR), “La revolución que necesitamos… La dirección que tenemos”:

“Mira lo que este sistema les hace a los jóvenes aquí mismo en Estados Unidos. Para los millones de ellos en las zonas urbanas, si es que no son asesinados a temprana edad, es probable que tengan un futuro en la cárcel (casi uno de cada ocho hombres negros jóvenes está preso, las cárceles están atestadas de negros y latinos y este país tiene el mayor índice de mujeres presas en el mundo). Este sistema les ha arrebatado a tantos jóvenes la oportunidad de tener una vida digna y ha hecho que muchos de ellos, demasiados, vivan, se mueran y maten para nada —nada bueno— para nada salvo joder a otros y matarse entre sí en las calles de las ciudades de este país... o ingresar a las fuerzas armadas y recibir adiestramiento como asesinos en masa, masacrando a personas en países por todo el planeta”.

Este sistema no tiene ningún futuro para los jóvenes, pero ¡la revolución sí!

Es necesario que hagamos esta revolución. Estamos construyendo un movimiento para la revolución para que lleguemos a un mundo totalmente distinto. Un mundo donde una mayoría de la gente ya no está obligada a romperse el lomo para el beneficio de unos pocos ricos. Un mundo donde ya no existen divisiones entre mujeres y hombres ni entre gentes de distintas razas ni nacionalidades. Un mundo donde ya no existen las ideas atrasadas que mantienen en pie a este sistema de perro-come-perro. Y como primer paso de eso, de hacer la revolución y edificar una sociedad revolucionaria que valora a la juventud como representantes del futuro, en lugar de criminalizarlos como les hace este sistema. Una sociedad revolucionaria que los desencadena para contribuir sus ideas, espíritu y energía para avanzar la sociedad, y que no los encierra, ni les pega ni los mata como lo hace éste.

Las cosas no tienen que ser así. A través de una revolución comunista, podríamos introducir en realidad un mundo totalmente distinto y mucho mejor. Estamos diseminando la revolución y el comunismo por todas partes. Y estamos movilizando a la gente para resistir los ataques que este sistema desata sobre las masas como parte de los preparativos para la revolución. ¡Y los jóvenes tienen que estar a la delantera de este movimiento para la revolución y serán una columna vertebral de la nueva estructura que gobierna la sociedad revolucionaria!

No digo que ahora estos jóvenes en su condición actual podrían ayudar a dirigir una revolución y edificar una nueva sociedad revolucionaria. No, no lo podrían hacer, pero nuestra juventud no estaba siempre como está ahora. Las condiciones creadas e impuestas por el sistema capitalista en sí son lo que han cambiado a nuestra juventud de niños bellos a gángsteres y delincuentes.

Necesitamos que nuestra juventud se zafe de estas porquerías y le entre a hacer algo en beneficio de los intereses de la humanidad. Pero decirles que se suban los pantalones o darles sermones no hará nada para hacer que cambien y mejoren. Ni tampoco lo harán las amenazas de represión intensificada. La única manera en que puedan zafarse de toda la vil porquería en que se encuentran ahora es tomar conciencia sobre las causas reales de la miseria y brutalidad infligida a las masas: el sistema capitalista. Y unirse en la lucha contra este sistema y lo que le hace a la gente. Sabemos que estos jóvenes son impacientes y desafiantes. Dado todo lo que el sistema les hace, eso es algo bueno. El movimiento para la revolución puede conectarse con aquella impaciencia y desafío y darle una expresión positiva, ahora mismo. Eso puede tener un papel importante en entrarle a la revolución. Así, pueden juntarse con los emancipadores de la humanidad y ser parte de crear un modo totalmente distinto y una manera mucho mejor en que vive la gente en este país y en todo el mundo.

Como lo expresa el enunciado del PCR “La revolución que necesitamos…. La dirección que tenemos”: “Los días en que este sistema simplemente puede seguir haciendo lo que le hace a la gente en este país y en todo el mundo... en que la gente no tiene la inspiración ni la organización para hacerle frente a estas barbaridades y acumular las fuerzas para poner fin a esta locura... esos días deben TERMINAR. Y esto SE PUEDE hacer”.

El 22 de octubre de 2010, el decimoquinto aniversario del Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación tiene que ser un día caracterizado por una resistencia decidida. Tiene que ser un día en que los jóvenes y gente mayor llenen las calles y expresen su furia ante la brutalidad y los asesinatos que los agentes armados de este sistema cometen contra el pueblo. Tiene que ser un día cuando las víctimas tengan una plataforma para denunciar cómo esta brutalidad oficial les ha devastado la vida y cuando las personas de distintos sectores y razas se unan para decirle BASTA YA a estos atropellos. Nosotros en el PCR, quienes dedicamos nuestro corazón y alma a construir este movimiento para la revolución, estaremos allí ese día así como en los días antes para construir esta resistencia como parte de ese movimiento.

Para repetir, SÍ existe un movimiento para la revolución a que la juventud puede unirse ahora. Un movimiento que puede conectarse con su desafío y furia y mostrarles cómo canalizar eso para edificar una resistencia a los modos en que el sistema ataca a la gente. Una resistencia que le da a la gente un sentido de que las cosas no tienen que ser así. Una resistencia que denuncia la ilegitimidad de este sistema y los horrores que sus agentes armados infligen sobre la gente. Una resistencia que le muestra a la gente que existe otra manera en que las personas puedan relacionarse entre sí, distinta a la mentalidad horrible que este sistema promueve.

Para repetir, cualquiera que de verdad se preocupa por lo que hacen los jóvenes y que quiere verlos hacer algo mejor, necesita ayudarlos a ver que el verdadero problema es el sistema y animarlos a unirse con aquellos quienes están luchando contra el poder, y transformándose a sí mismos y a otros, para la revolución. Y no darles sermones sobre eso de subirse los pantalones y responsabilidad personal, o entrarle a dios.

¡Al tope para el 22 de octubre, Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación!

¡Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución!

¡El sistema no tiene ningún futuro para la juventud, pero la revolución sí!

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