Revolución #229, 10 de abril de 2011


Fríos cálculos capitalistas y vidas humanas en el Japón

Recibimos lo siguiente de un lector:

En uno de los artículos sobre la catástrofe en el Japón, se recalcó el siguiente punto importante: “Éste no es un ‘problema japonés’ sino un problema del capitalismo-imperialismo. Este desastre tiene que ver con la naturaleza del sistema capitalista imperialista con las ganancias al mando, su anarquía y su necesidad de expandirse o morir y la rivalidad entre los países imperialistas”.

En vista de esto, quiero hacer los comentarios siguientes:

Esta “naturaleza del sistema capitalista imperialista con las ganancias al mando, su anarquía y su necesidad de expandirse o morir” engendra una correspondiente mentalidad y moralidad. Creo que Marx dijo que los capitalistas son “la personificación del capital”. Por casualidad escuché varias entrevistas con economistas de Estados Unidos durante los días después del desastre. Una pregunta que se planteaba a todos fue: “¿Qué impacto tendrá esto en la economía japonesa?”, y todas las respuestas dadas esencialmente eran las mismas: “Por sorpresa, lo más probable es que sirva bien a la economía japonesa a mediano y largo plazo. Hubo destrucción enorme del capital humano (sí, las palabras exactas usadas en tres entrevistas distintas) y de infraestructura, fábricas, inventarios, etc. Y toda esta destrucción significa que habrá una necesidad de mucha nueva inversión para la reconstrucción y eso tendrá un efecto bueno para la economía”.

La muerte devastadora de miles y miles de seres humanos reales, de personas amadas y queridas por otras seres humanas reales, y el sufrimiento y la ausencia de techo de cientos de miles más, y el impacto de eso sobre millones más: todo eso se reduce al nexo monetario de “la pérdida de capital humano” como si fueran estas personas bienes de un inventario que se pueden relegar a la columna de pérdidas del libro de contabilidad. Y de hecho en la dinámica y la lógica del capitalismo-imperialismo, los seres humanos son meramente mercancías cuya fuerza de trabajo se usa para crear ganancias, para que la “destrucción creativa” (en las palabras de ellos) del capitalismo se convierta para este sistema en una fuerza positiva para un crecimiento mayor. Si ésta no es una razón por la que el sistema de capitalismo-imperialismo debe llevarse al basurero de la historia, yo no sé lo que sí sería.

En la segunda parte de la cita anterior sobre “la rivalidad entre los países imperialistas”, cada uno de estos comentaristas señaló que el desastre del Japón podría servir bien a la economía de los Estados Unidos. Dieron unos ejemplos: que a causa de que la industria automotriz japonesa había perdido terreno, ¡los Estados Unidos podría tener posibilidades de entrar al vacío del mercado en su ausencia y sacar ventajas! Existe la tentación de descartar estos comentarios por ser las cavilaciones de unos individuos realmente enfermos, pero no, en la dinámica del capitalismo, son unas declaraciones “racionales”. Éstos son los fríos cálculos de un competidor forzado a buscar sacar una ventaja en dondequiera que se pueda encontrar.

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