Revolución #238, 3 de julio de 2011


Una reflexión acerca de la declaración sobre estrategia

De un camarada

Hace poco participé en una discusión acerca de Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian, y luego una discusión de un día entero acerca de la declaración del PCR “Sobre la estrategia para la revolución” (que también es parte de Lo BAsico). Las discusiones me indujeron a compartir algunas reflexiones.

En la discusión sobre Lo BAsico, una persona quería adentrarse profundamente en el suplemento del capítulo sobre la responsabilidad y dirección revolucionarias, titulado “El potencial revolucionario de las masas y la responsabilidad de la vanguardia”. Esta persona planteó una pregunta aguda: ¿por qué no se están levantando las masas; y por qué ha continuado esta situación tanto tiempo con muy pocas excepciones?

Por ciertas razones, esta pregunta muy importante pesa sobre todos aquellos que se acercan y entran al movimiento y también pesa sobre los revolucionarios. BA ha analizado profundamente estas razones en diversos discursos en las últimas décadas. Al bregar con éstas, podemos llegar a entender más profundamente los problemas con que estamos tratando y algo de lo que tenemos que hacer. Entre estas razones figuran:

• las profundas derrotas sufridas por el movimiento revolucionario después de la marea alta de los años 60 en el mundo y en Estados Unidos y las implacables formas en que la burguesía ha remachado esas derrotas a fin de propagar su propio balance de que la revolución no puede funcionar y no funcionará;

• los cambios de la economía estadounidense y la composición de clases de Estados Unidos. Entre estos cambios figuran el muy intensificado parasitismo de la economía estadounidense y los sentidos en que eso ha afectado a las capas medias. Estos cambios también abarcan la “desindustrialización” de Estados Unidos y el programa omnipresente que impulsa el sistema para criminalizar a enormes sectores de las masas negras y latinas. Además, junto con esos sucesos, también existen una brecha más profunda entre estos dos sectores de la población (es decir, las masas básicas y las capas medias), y además el sentir de aislamiento que eso genera en aquellos “para los cuales este sistema es un horror” todos los días;

• el surgimiento de los “dos sectores anticuados”: la dinámica en que presentan el imperialismo estadounidense y la democracia burguesa, de un lado, y del otro, el fundamentalismo islámico, como las únicas alternativas concretas o las alternativas principales en el mundo;

• la “pirámide del poder” en Estados Unidos, en que las masas están encerradas en la camisa de fuerza y opciones de la política demócrata-republicana.

Además, hay otras razones. Es muy importante adentrarse profundamente en todas, a fin de seguir esforzándose para entenderlas, como parte de nuestra orientación, como dice BA en su discurso [reimpreso en el citado suplemento de Lo BAsico], de concentrarse “en todas las cosas que están entre ese potencial revolucionario [de las masas] y su realización”. De hecho, este discurso de Bob Avakian tiene una importancia crítica para poder seguir en serio en el camino revolucionario, y nos lleva a reconocer científicamente que las masas sí “tienen fuertes limitaciones y puntos flacos, como resultado de vivir y luchar por subsistir en este sistema”, y a la vez captar profundamente que “eso no quiere decir que no sean capaces de superarlo”. Otra vez del discurso:

Tampoco quiere decir que [las masas populares] no hayan acumulado una gran cantidad de experiencia, conocimiento y sabiduría que puede contribuir al desarrollo de la lucha revolucionaria, especialmente cuando la hacen suya las personas con un punto de vista y método comunista científico y difunden esto entre las masas. Debemos entender, con una posición científica, que las masas son enteramente capaces de ser revolucionarios comunistas conscientes….

La responsabilidad de aquellos que están en la vanguardia es dirigir a las masas a convertir en realidad ese potencial, a ser un pueblo revolucionario y cuando maduren las condiciones, a ser la columna vertebral de una revolución que abra las puertas a un mundo mucho mejor. Sí, eso implica luchar con las masas para que, primero que todo, reconozcan su propio potencial revolucionario, su potencial de ser los emancipadores de la humanidad, y para que actúen de acuerdo con ese potencial.

Todo eso es sumamente importante, sobre todo la necesidad de que la vanguardia bregue con las masas y que no siga a la cola de éstas, a la vez que aprende de éstas. Yo reflexionaba mucho sobre eso por la noche, antes de la sesión del día siguiente que se centró en la estrategia concreta para inducir a millones de personas a hacer la revolución. ¿Cómo incidimos en aquellas “cosas que están entre ese potencial revolucionario y su realización”?

Al reflexionarlo por la noche, se me ocurrió que es necesario identificar la pregunta y plantearla correctamente. Ahora mismo, no enfrentamos directamente la cuestión de cómo inducir a millones de personas a actuar en la situación actual a fin de hacer una revolución; ni nos corresponde la tarea de gestar de algún modo, mediante nuestros propios esfuerzos, un estallido o rebelión al nivel de los años 60. La declaración sobre la estrategia reconoce plenamente la condición no revolucionaria de las cosas hoy. Pero señala que la propia naturaleza del sistema “causa gran sufrimiento. A veces conduce a la crisis en uno u otro nivel — sacudidas y fallas repentinas en el ‘funcionamiento normal’ de la sociedad, que estimulan a muchas personas a cuestionar y resistir lo que suelen aceptar”.

Pero el asunto no termina ahí, más bien es solamente el punto de partida. No simplemente podemos esperar que surja una crisis por ahí a fin de “atraer a la gente”. Eso no ocurrirá. Al contrario, la declaración analiza que los revolucionarios tienen que trabajar hoy para hacer los preparativos para aquellas situaciones en que “se den saltos en la construcción del movimiento y la acumulación de las fuerzas organizadas para la revolución, creándose así una base más sólida desde la cual trabajar para seguir avanzando” (a la vez que señala que nadie puede decir con certeza que una de esas crisis no se convierta en algo en que “para un gran número de personas, se podría poner en tela de juicio seria y directamente la ‘legitimidad’ del sistema actual y el derecho y la capacidad del orden imperante de continuar gobernando, y millones de personas tendrían sed de un cambio radical que solamente una revolución pueda plasmar”). Explica de manera muy concisa pero con gran riqueza, las cosas clave que tenemos que estar llevando a cabo hoy para acelerar y hacer los preparativos para esos momentos en que las personas estén cuestionando y resistiendo lo que suelen aceptar. La declaración contiene un jugoso párrafo sobre lo que implica “luchar contra el poder, y transformar el pueblo, para la revolución”; la discusión acerca de la necesidad de ganar a las personas a apoyar y a fortalecer el partido; la necesidad de aprender de Bob Avakian, “dar a conocer su dirección pionera y difundir la influencia de ésta, y defender y proteger a este líder poco común y valioso”; y señala la necesidad de empuñar el periódico Revolución, inclusive como “el instrumento clave para desarrollar una red política organizada”. Todo eso, y mucho más, son elementos cruciales de la orientación de la declaración sobre la estrategia de acelerar y a la vez aguardar los cambios que harían posible una revolución.

Al mismo tiempo, la declaración nos da un mecanismo para medir los avances en este trabajo de acelerar y a la vez aguardar desde hoy en adelante. Ahora mismo todo nuestro trabajo tiene que abarcar y llevar a atraer e incorporar, orientar, organizar y capacitar “de una forma revolucionaria a miles de personas, a la vez que empezar a llegarles e influenciar a millones más, aun antes de que se dé una situación revolucionaria... y luego, cuando se dé una situación revolucionaria, esos miles pueden ser una columna vertebral y fuerza fundamental para ganar a millones de personas a la revolución y para organizarlas en la lucha para llevar a cabo la revolución hasta el final”.

Es muy crucial esta cuestión de atraer e incorporar, orientar, organizar y capacitar a miles de personas. Al forcejear con esto, se me vino a la mente una analogía que, si bien tiene sus limitaciones concretas, tal vez pueda arrojar luz sobre este punto. Hace unas semanas, iba en coche con algunas gentes y se nos desinfló el neumático. No levantamos el coche del suelo y no mantuvimos ese peso de unas toneladas en el aire con las puras manos mientras alguien cambiaba el neumático. Al contrario, sacamos el gato de la cajuela y nos pusimos a colocarlo correctamente debajo del coche. Luego lo accionamos para elevar el coche y mantenerlo ahí mientras cambiábamos el neumático. El gato en sí no es muy grande, al máximo unos kilos; pero está bien hecho, sólido y todo el proceso que llevábamos a cabo se basa en la ciencia (en este caso, la ciencia de la física).

Dejando de lado un momento esa metáfora, ahora mismo no estamos en eso de mover a millones de personas para hacer la revolución. Pero sí estamos en eso de llegar a esos millones y a influenciarlos, pero lo estamos haciendo en gran parte atrayendo e integrando a miles de personas para hacer eso. Así es el movimiento para la revolución que estamos construyendo, un movimiento que tiene que ser capaz, cuando se dé el momento, de hacer concretamente lo que dice la declaración: ganar a millones de personas hacia la revolución y organizarlas en la lucha para llevarla a cabo. Los miles de personas que estamos atrayendo e integrando, orientando, organizando y capacitando hoy tienen que aprender, por medio de este proceso de llegarles a millones de personas ahora y de influenciarlas, la manera de hacer eso para el futuro, a la vez que cuenten con dirección para influenciar cómo se perfilará ese futuro.

Este movimiento para la revolución es parecido a ese gato, es parecido a una palanca que puede poner en movimiento toda la sociedad, en las condiciones indicadas. Pero en estos momentos este movimiento no tiene suficiente fuerza como para hacer lo que señala la declaración sobre la estrategia. Todavía no tenemos a esos miles de personas que hayamos atraído e incorporado, orientado, organizado y capacitado “de una forma revolucionaria”, a la vez que empezáramos “a llegarles e influenciar a millones más, aun antes de que se dé una situación revolucionaria”. Tenemos que hacer eso y tenemos que hacerlo ahora.

Bueno, las analogías tienen sus limitaciones. Para empezar, ¡las personas (los individuos o las masas) no son objetos sin vida, tales como carros, los movimientos no son máquinas y las revoluciones no son meros procesos mecánicos! El movimiento comunista ha tenido una historia muy negativa de ir con una forma de pensar que no es muy distinta a tales enfoques materialistas mecánicos de cambiar el mundo. Por eso, es importante tener cuidado de no dejar que las metáforas o analogías predominen en nuestras mentes. Pero tal vez si tomáramos en cuenta esas limitaciones, esta analogía podría ayudarnos a entender el problema y la tarea ante nosotros, ¡tal como se presentan de manera muy profunda y dinámica en la declaración sobre la estrategia del partido!

Existe una relación con una pregunta planteada en la segunda discusión sobre la que estoy escribiendo, la que se centró en la declaración sobre la estrategia. ¿Cómo sabremos, preguntó una persona, que estemos logrando avances? ¿Cómo medirlos? Pues, precisamente con esta regla —en qué medida estamos atrayendo e integrando a esos miles de personas, qué tan bien las estamos orientando, qué tan firmemente (pero con flexibilidad) las estamos organizando, qué tan cabalmente las estamos capacitando y qué tan bien vamos con todo eso en el proceso de empezar a llegarles a millones de personas y de influenciarlas— que deberíamos estar usando para medir nuestros avances. Desde luego, este proceso tiene distintas partes, las cuales deberíamos ver en sus manifestaciones en un creciente número de personas que le estén entrando a BA, que más personas estén en una relación organizada para con el partido y su periódico y un creciente sentido de un “nosotros” colectivo que esté pensando y actuando de un modo revolucionario. Pero esa meta general, el estado del movimiento general, deberían constituir el contexto para medir estos avances y el marco que oriente nuestro pensamiento en todo lo que hacemos (y no simplemente en cómo va en eso el proyecto específico en que uno está metido).

Nuestro periódico debería ser un medio con el cual las personas consiguen suficiente información para que todas las que se consideran una parte de este movimiento para la revolución puedan ser parte de medir los avances. Debería capacitar a las personas para analizar si estamos haciendo todo lo que podamos para acelerar el desarrollo de una situación revolucionaria y para hacer los preparativos para tal situación. Aquellos que siguen nuestro periódico deberían llegar a tener un sentido más profundo de si el movimiento para la revolución está influenciando a las personas ahora, y qué tan bien lo está haciendo, de modo que la revolución “les esté dando vueltas en la cabeza” y de modo que tengan un sentido del liderazgo de esa revolución. Además, debería dar una idea de si avanza el proceso de atraer e incorporar a estos “miles” de personas, orientándolas, organizándolas y capacitándolas de manera revolucionaria. Debería ser un sitio donde las personas pueden aportar sus observaciones y señalamientos al respecto y sus ideas sobre cómo hacer las cosas de modo mejor. El propio movimiento para la revolución debería estar a la altura de la visión del último párrafo de la declaración sobre la estrategia: un movimiento que de veras es “un lugar y papel, una necesidad y mecanismo, para que miles de personas ahora y con el tiempo millones contribuyan a la construcción de este movimiento para la revolución, de muchas maneras diferentes, grandes y pequeñas — con ideas y con participación práctica, con apoyo y con preguntas y críticas”.

Bien, la declaración sobre la estrategia tiene una gran riqueza; contiene nuevas capas de entendimiento que deben salir en cada ocasión que uno la lea o la discuta. Es concisa y clara, pero cada palabra y cada frase tienen peso. A la vez, esta declaración condensa un conjunto rico, amplio y texturizado de la obra de BA sobre esta cuestión. Atraer e incorporar a miles de personas hoy a fin de alcanzar a millones de personas e influenciarlas, en preparación para el surgimiento de una situación revolucionaria en que esos millones se convenzan y se organicen para llevar a término la revolución, es una parte (crítica) de un documento panorámico y se tiene que ver en ese contexto. Es una declaración con la que hay que bregar en todas sus dimensiones, prestando una detenida atención a lo que dice y cómo lo dice y utilizándola como trampolín para adentrarse más profundamente en todo el conjunto de la obra del cual provino.

Con todo eso en mente, esta visión al fin de la declaración es una meta muy palpable. Para repetir, no deberíamos ser mecánicos, no deberíamos reducirlo todo a un solo aspecto muy importante de las cosas. Tampoco deberíamos creer que este proceso avanzara en una línea recta sin giros, curvas, vaivenes y reveses. Pero, por otra parte, sí deberíamos utilizar esta declaración sobre la estrategia como un conjunto, incluida esta parte muy importante de la misma, para medir críticamente nuestros avances y construir el movimiento para la revolución que podría responder en serio a la gran necesidad histórica que tiene por delante.

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