Revolución #242, 14 de agosto de 2011


La huelga de hambre de los presos: Una verdadera inspiración, un verdadero comienzo

“Es muy importante que nuestros simpatizantes conozcan nuestra posición y que el CDCR [Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California] sepa que no vamos a aceptar ninguna tontería. Tenemos la misma posición seria que al principio y hablamos en serio acerca de una protesta pacífica de huelga de hambre indefinida hasta que solucionen nuestras demandas. Repito, ¡lisa y llanamente le estamos dando al CDCR un corto período de gracia como resultado de pedir un tiempo para poder responder bien de manera oportuna! ¡Veremos cómo queden las cosas pronto!”

— Todd Ashker, un líder de la huelga de hambre de la Prisión Estatal Pelican Bay (PBSP), de una carta fechada el 24 de julio de 2011

Los presos de la Unidad de Vivienda de Seguridad (SHU) de la PBSP fueron a una huelga de hambre del 1º al 20 de julio, por un fin a las condiciones infrahumanas y bárbaras del aislamiento.

Los líderes describieron que esta valerosa resistencia prendió el ambiente en otras prisiones así como entre mucha gente afuera. Según su comunicado del 22 de julio:

“¡Muchos internos del estado se enteraron de nuestra protesta y se pusieron a la altura con una firme muestra de apoyo y solidaridad, al igual que miles en todo el mundo! Muchos se arriesgaron la salud y vida; muchos estaban al borde de la muerte y tuvieron emergencias médicas. Todos actuaron por la causa colectiva y reconocieron el gran potencial de forzar el cambio del uso de las unidades SHU en todo el país” (“Declarando una victoria y la lucha en marcha, un comunicado del Colectivo del Pabellón Corto, una pequeña representación de los líderes de la huelga de hambre de Pelican Bay”).

Este comunicado explica que tomaron la decisión de suspender la huelga después de que altos administradores penales se reunieron con algunos líderes de la huelga así como sus mediadores y “aceptaron conceder de inmediato unas pequeñas demandas, como un gesto tangible de buena fe para reforzar su promesa de que recibirán atención las demás demandas con la implementación de cambios serios con el tiempo”. Agrega: “Si bien ha terminado la huelga, ¡es solamente el comienzo esta resistencia/lucha para poner fin a nuestro subyugación a violaciones de derechos humanos y tortura!”

La noticia tardó en alcanzar a los demás presos y la huelga continuó un tiempo en algunos penales. Según Solidaridad con la Huelga de Hambre de los Presos, todos los presos participantes en la huelga ya no están rechazando alimentos. Pero claramente la lucha está lejos de estar terminada.

Una carta del 24 de julio del líder Todd Ashker dice que le dará al CDCR de dos a tres semanas a partir del 20 para presentar algunos cambios serios para solucionar sus cinco demandas base, y que si el CDCR no cumple, los presos de Pelican Bay retomarán la huelga de hambre. (Ver las cinco demandas en “Los presos en la SHU-Pelican Bay anuncian una huelga de hambre”, Revolución #237, 26 de junio de 2011.)

Un poderoso mensaje y llamamiento a la acción

Durante semanas, después de enfermarse peligrosamente muchos huelguistas, el CDCR se negó a siquiera tomar en cuenta sus demandas. Rechazaron los reportes de los presos y de sus familias y simpatizantes de que algunos participantes estaban en un estado muy crítico y ante la posibilidad de la muerte. El CDCR repitió con ahínco ante la prensa la mentira de que la huelga la organizaron las pandillas y que las demandas no tenían mérito. El gobernador californiano se negó a comentar la huelga. Los medios nacionales tenían poca cobertura.

Pero continuaron el valor y resolución de los huelguistas. Creció el apoyo en Estados Unidos y en el mundo, con protestas, ruedas de prensa y la organización de mítines. Las familias con seres queridos presos alzaron la voz. Muchos grupos e individuos escribieron declaraciones de apoyo a sus demandas. Más de 60 personas prominentes respondieron con comunicados de apoyo al llamamiento de Libros Revolución y de otros, incluyendo actores de cine, intelectuales, artistas y músicos.

Después de rechazar negociaciones durante semanas e insistir que los presos son menos que seres humanos, el CDCR en efecto fue obligado a reunirse con algunos líderes y ofrecer un trato.

La huelga denunció de manera contundente el hecho de que los presos de Pelican Bay son objeto de tortura: mantenidos en celdas sin ventanas las 23 horas al día, sin contacto humano, sometidos a “extracciones del celda” brutales de rutina en que manadas de guardias los apalean. Por eso, muchas personas más se enteraron que a decenas de miles de presos en los penales de máxima seguridad del país los están sometiendo a la bárbara crueldad del aislamiento.

En una penetrante columna de opinión del New York Times, “Confinamiento bárbaro”, Colin Dayan dice:

“Ya en 1995, un juez federal, Thelton E. Henderson, aceptó que el llamado confinamiento ‘supermáximo’ ‘bien podría frisar los límites de lo que es tolerable para un ser humano’, aunque resolvió que seguía siendo aceptable para la mayoría de los internos. Pero un psiquiatra y profesor de Harvard, Stuart Grassian, había descubierto que el entorno era ‘notable tóxico’, resultando en alucinaciones, paranoia y delirio. En una entrevista de ’60 Minutes’, fue al extremo de llamarlo ‘mucho más atroz’ que la pena de muerte”.

Los líderes de la huelga afirmaron que no tomaron de manera caprichosa la decisión de emprender esta acción: “Fue resultado de años de estar sometidos a condiciones progresivamente más primitivas y décadas de aislamiento, privación sensorial y la ausencia absoluta de contacto humano normal, sin fin a la vista. Esta realidad, aunada a nuestros anteriores memoriales colectivos sobre miles de quejas de internos y cientos de procedimientos en las cortes para recusar tales políticas y prácticas descaradamente ilegales… nos hizo concluir que una protesta pacífica vía una huelga de hambre era la única opción a nuestro alcance para desenmascarar lo que ha estado ocurriendo de verdad en las SHU de las prisiones del CDCR y forzar un cambio serio”.

Para los que ya sabían del inhumano horror del aislamiento, su acción representó una necesidad real y una oportunidad de tomar partido con los presos, apoyar sus demandas y forjar un movimiento mucho mayor y creciente contra la inhumanidad del aislamiento. Los que no sabían que practican la tortura todos los días en las prisiones estadounidenses, ahora ya saben y ahora no pueden decir, “Yo no sabia”.

Su valiente acción puso al desnudo la atrocidad del aislamiento. Un sector social mucho más amplio tomó conciencia que las autoridades carcelarias meten a muchos presos en tales situaciones simplemente porque los habían “validado” como miembros de una pandilla y no por ningún delito. Muchas más personas sabían de la política de “rendir información” del CDCR de acuerdo a la cual una de las únicas formas de salir de la SHU es rendir información (sea falsa o cierta) con el fin de validar a otro preso.

Mediante esta lucha, los presos derribaron muchas barreras que los han mantenido divididos, desafiaron las divisiones fomentadas por los carceleros y aprovechadas para oponer unos contra otros. En la PBSP y en otras prisiones, la huelga unió a presos de distintas nacionalidades. En condiciones muy aisladas y represivas y contra la propagación de desinformación de los carceleros, lograron unirse y organizarse dentro de la PBSP y más allá, además de enviar un poderoso mensaje al exterior.

Por ello, de manera aún más clara, afuera las personas ahora están ante la responsabilidad moral de asumir una posición, de apoyar las demandas de los presos y unirse activamente a la lucha para poner fin a esta situación intolerable. Estos presos están exigiendo un trato como ser humano, haciendo valer su humanidad y desafiando a todo el mundo a que responda con su propia humanidad. Como recalcan muchas declaraciones de apoyo, ningún ser humano, sin importa lo que haya hecho, merece esta clase de tratamiento. No se debe torturar a ningún ser humano.

La ilegitimidad de un sistema que tortura

En apoyo al llamamiento a la acción de Colin Dayan, recibí una carta hace poco de un huelguista de hambre de la PBSP, según la cual se le dijo al trasladarlo a Pelican Bay en 2001 que él era “un cáncer a extirpar” y que “de una u otra forma moriría ahí”. Dijo que en 2003, encontró traspapelado entre los materiales de sus memoriales, un memo administrativo titulado “La función de las unidades de control/SHU”. El memo esbozó un plan de ataque a ser observado por los administradores.

Dijo: “La función es reducir al preso al estado de sumisión que es esencial para su conversión ideológica… al fallar eso, el siguiente paso es reducirlos a un estado de incompetencia psicológica que basta para neutralizarlos como efectivos protagonistas independientes… al fallar eso, la única alternativa es destruirlos, de preferencia viendo que pierda tanta esperanza que se destruya a sí mismo”.

— Carta a la redacción del New York Times, de Carol Strickman, abogada de planta de Servicios Jurídicos para Presos con Hijos e integrante del equipo de mediación en representación de los huelguistas de hambre

Por la huelga, ha estado saliendo información muy fea sobre lo que pasa en Estados Unidos, la cual ha estado oculta, conocida por muy pocos. Por ello, el sistema penal estadounidense y el sistema del cual es parte han tenido una necesidad de responder. Ello también es un importante logro de la huelga. Se ven indicios de genuina preocupación, de parte de figuras de la clase dominante, de que la barbaridad del aislamiento esté poniendo en tela de juicio la legitimidad del sistema.

Aunque el New York Times en gran parte no ha dicho nada durante la huelga, publicó la columna de Colin Dayan del 17 de julio. Después del fin de la huelga el 24, salieron cuatro “cartas a la redacción” bajo el subtítulo “La inhumanidad del aislamiento”, que en su totalidad aceptaron en cierto grado el comentario de Dayan. Una dijo:

“Cuando entran a su lugar de trabajo sin ventanas y con iluminación fluorescente pasando por los estruendosos portones de hierro, encierran a internos tras puertas de acero sin aberturas ni contornos salvo una ranura de servicio y una ventanita de capas de fibra de vidrio; y cuando las herramientas de su oficio son esposas y grilletes, pesados, macizos, que envuelven y se entrelazan alrededor de muñecas, tobillos y cinturas, pues uno puede estar seguro que un ojo nunca se conecte con otro. Y nadie escapa. ‘Afuera’, también, los ojos miran para otro lado, sin afectar menos el alma. Eso sin duda nos acosa a todos”.

El editorial “Aislamiento cruel” del New York Times del 1º de agosto dice:

“Durante muchas décadas, el mundo civilizado ha reconocido que el prolongado aislamiento de presos en condiciones crueles es inhumano, hasta constituye la tortura. Los Convenios de Ginebra lo prohíben. Incluso en Abu Ghraib de Irak, donde de manera sistemática sometieron a humillación sexual y abusos físicos a los presos, con el aval oficial, los carceleros tuvieron que pedir permiso a su general al mando para mantener a alguien en aislamiento más de 30 días.

“Por eso, los estadounidenses deberían sentir indignación y asco que el prolongado aislamiento, a veces de meses o hasta años, ha llegado a ser una forma acostumbrada de administración carcelaria. Tal aislamiento está infligiendo un sufrimiento inhumano, indigno e innecesario sobre decenas de miles de presos”.

El New York Times es el periódico establecido más prestigioso de Estados Unidos y representa los puntos de vista del sector liberal de la clase dominante. Su cobertura de la huelga de hambre refleja genuinas preocupaciones por que lo que esta lucha está destapando esté prendiendo indignación entre amplios sectores de la población en Estados Unidos y en el mundo y estén poniendo en tela de juicio la legitimidad del propio sistema. No obstante, otras fuerzas de la clase dominante defienden férreamente lo que pasa a los presos y la encarcelación en masa en general.

Esta contradicción se reflejó en un fallo reciente de la Suprema Corte federal que denunció las condiciones de las prisiones californianas como castigo cruel e inusitado, fallo que objetaron fuertemente unos conservadores jueces derechistas. La opinión minoritaria, redactada por el magistrado Antonin Scalia, satanizó a las personas que están presas, desvariando que el fallo pondría en libertad “especimenes físicos finos que se han formado músculos amedrentadores por levantar pesas en el gimnasio de la cárcel”.

La tortura mediante aislamiento contradice fuertemente los declarados “ideales” de Estados Unidos, donde las personas oyen constantemente el estribillo de que viven en “el país más igualitario, más democrático y mejor”. Que ésta es una sociedad “post-racial”. Que estos presos son “lo peor de lo peor”, merecen lo que reciben y son los únicos culpables de su situación. Sobre todo en la clase media pero también entres las masas básicas, pesan estas mentiras. Pero cuando las personas se enteren concretamente de lo que el gobierno le está haciendo a la población,  su manera de satanizar y criminalizar a un gran sector de la sociedad, sobre todo los jóvenes negros, que está torturando a decenas de miles de presos, pueden empezar a cuestionar la misma legitimidad de “su gobierno”.

Estados Unidos recorre el mundo diciéndose “el líder del mundo libre” y un modelo para los demás países. Pero con mayor frecuencia, está llegando a ser conocido como el líder en la tortura, de Abu Ghraib a Pelican Bay. Aunado a eso, mucha gente del mundo condena a Estados Unidos por aplicar la pena de muerte, por tener la mayor tasa de encarcelamiento, por librar una “guerra contra la droga” que ha propiciado que haya 2.3 millones de personas tras rajas, en su mayoría negros y latinos.

La escandalosa encarcelación en masa en Estados Unidos y la inhumanidad del aislamiento revelan mucho acerca del sistema bajo el que vivimos. Es sumamente importante que un creciente número de personas tomen conciencia de estos crímenes del sistema y además, impulsen una resistencia política de masas a esta situación intolerable. Así, pueden crecer la conciencia política, organización y capacidad de lucha de la gente, lo cual puede contribuir a que muchas personas más reconozcan la ilegitimidad total del orden establecido, capten que no tiene que ser así y se unan al movimiento para la revolución, a fin de gestar una sociedad verdaderamente liberadora y completamente diferente. 

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