Revolución #243, 21 de agosto de 2011
Revuelta juvenil sacude a Inglaterra
Por cuatro días con sus noches a partir del 8 de agosto, una enorme ola de descontento recorrió a Londres y otras ciudades británicas, estremeciendo hasta sus cimientos a este país imperialista. La provocó un vil asesinato policial de Mark Duggan, hombre negro de 29 años de edad, en Tottenham del norte londinense. Unos policías lo sujetaron en el suelo y lo mataron con una bala en el pecho. Esa noche, Tottenham se puso de cabeza, con barricadas y batallas campales en las calles entre los jóvenes y policías. En los días siguientes, irrumpieron llamas en muchos lugares dentro y alrededor de Londres y se extendieron a otras grandes ciudades.
Los políticos y los medios de comunicación de Inglaterra, de la derecha al sector liberal de la burguesía, condenaron a los jóvenes por “delincuentes” empecinados en cometer “violencia sin sentido”. Ello, descarada hipocresía en boca de los representantes de un sistema que se erigió sobre la trata de esclavos y que hoy es un íntimo socio de Estados Unidos en un imperio que explota despiadadamente a miles de millones de personas y que se refuerza con balas en Afganistán, Irak y otras partes.
Entre los jóvenes en las calles, se palpaba fuertemente que existía una oportunidad de contraatacar a la policía que de costumbre les inflingen brutalidades y humillaciones. Por ejemplo, en Inglaterra los negros tiene siete veces más probabilidades de ser objeto de que los policías los paren y registren, en comparación con los blancos. Para colmo, los fuertes recortes de programas gubernamentales en torno a necesidades básicas como salud y vivienda están arrasando a las personas que ya están atrapadas en la pobreza sin salida.
Todo eso ha suscitado mayor frustración y furia, no sólo de parte de los “permanentemente desempleados” y los demás de abajo sino también de parte de los pobres que trabajan, estudiantes y otros. Lo que tuvo lugar en las calles de Inglaterra fue una revuelta contra el odiado orden establecido. El estado opresivo que refuerza dicho orden cada vez más está perdiendo su legitimidad a los ojos de millones de personas, entre ellas las de abajo y de otras capas amplias de toda la sociedad. En medio de todas estas complejidades y contradicciones, algo importante que destaparon los cuatro días de revuelta juvenil fue el potencial de las masas populares de no sólo sacudir al orden existente sino de transformar radicalmente la sociedad… CUANDO cuenten con una dirección que se base en los máximos intereses de la humanidad y que cuente con una estrategia seria para la revolución.
El primer ministro británico Cameron ha declarado que “no se descartará ninguna opción” en la persecución de las personas supuestamente involucradas en los disturbios, amenaza esa para reprimir sanguinariamente a comunidades enteras de oprimidos. Por ahora, el gobierno ha recuperado el control de las calles, pero los cuatro días ardientes de agosto han dejado una fuerte impresión en muchas personas de que las cosas sí pueden cambiar. Un hombre de 23 años de edad de un vecindario londinense dijo unos días después: “Me encantó Hackney durante el motín. Me encantó cada minuto. Lo maravilloso fue ver a la gente unirse para dejar claro a las autoridades que no simplemente pueden salir acá con su intimidación”.
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