Revolución #250, 13 de noviembre de 2011


"¿Dónde está el Mao o el Lenin de la primavera árabe?"

Así se leía el titular de la primera página del New York Times Sunday Review, llamando la atención a un artículo reciente de Robert Worth, titulado "The Arab Intellectuals Who Didn't Roar" (Los intelectuales árabes que no rugieron). La "primavera árabe" (los varios levantamientos de los últimos 10 meses que recorrían las naciones del Medio Oriente y del norte de África) "no ha producido", en palabras de Worth, "ningún proyecto político o económico claro, ni abanderados intelectuales del tipo que formaron casi toda revolución moderna de 1776 en adelante. En esas rebeliones, los pensadores o los ideólogos, de Thomas Paine a Lenin a Mao a Vaclav Havel, ayudaron a proveer una visión unificadora o llegaron a ser símbolos de las aspiraciones del pueblo". Lo que Worth llama la "cualidad de no tener líderes" de estos levantamientos "ha llegado a ser una debilidad. Los organizadores dentro y fuera del país ahora están bregando para formar un conjunto de objetivos políticos compartidos, y [tener] una coherencia y dirección intelectual se ve cada día más como aspecto importante de ese proceso".

Se puede discrepar con algunos puntos de su artículo, pero Worth ha dado en el clavo respecto a un tema crucial: la clase de dirección que se necesita para lidiar de hecho con los problemas espinosos y concretar las aspiraciones elevadas que inspiraron a las masas a levantarse con tanto valor en enero de este año.

En ese contexto Worth menciona los nombres de Lenin y Mao. Lenin, en 1917 en Rusia, y después Mao en China dirigieron revoluciones que se pusieron a solucionar los problemas más profundos de la sociedad. Aplicaron y desarrollaron más la teoría —el comunismo científico planteado primero por Carlos Marx— que pone de manifiesto la fuente de la explotación y miseria en la sociedad y demuestra cómo es posible superarlas de manera fundamental y arrancarlas de raíz. Lenin y Mao forjaron y dirigieron partidos que primero dirigieron a las masas en hacer la revolución a pesar de tenerlo todo en contra, y segundo, en establecer nuevas estructuras que comenzaron a abolir las relaciones e instituciones de explotación y opresión y a dar expresión viva a la posibilidad, descubierta primero por Marx, de un nuevo amanecer emancipador para la humanidad. (En eso, dicho sea de paso, dieron un salto más allá y se alejaron de las demás figuras con quienes Worth los agrupa en su artículo: Thomas Paine, un líder de la independencia estadounidense, cuya meta principal era reemplazar la dominación de las colonias por la clase capitalista británica con el dominio de los capitalistas y los dueños de esclavos en lo que llegó a ser Estados Unidos, abriendo las puertas al establecimiento de Estados Unidos como un nuevo imperio capitalista; y Vaclav Havel, el disidente checo que llegó al poder tras las rebeliones de 1989, que solo se propusieron reemplazar sistemas de Europa del este que eran socialistas en nombre solamente, con sistemas más abiertamente capitalistas.)

En realidad, a pesar de tanto hablar de "no tener líderes", hay dirección dada a los levantamientos en el Medio Oriente y el norte de África. La cuestión es dirección para hacer qué. Hay todo un mar de fuerzas diferentes con todo un mar de programas, y más adelante Worth describe cómo todo eso va evolucionándose. Pero ninguna de esas fuerzas tiene una visión y un programa capaces de enfrentar y solucionar, o siquiera de identificar correctamente, los problemas más fundamentales que esas sociedades confrontan. Ninguna de esas fuerzas puede dirigir a las masas a satisfacer sus intereses más fundamentales y sus aspiraciones más elevadas.

Bob Avakian lo describió de esta manera:

Éstas [las masas] están lanzando un grito de "libertad", y es necesario desarrollar la lucha hasta que se alcance la auténtica libertad — de liberarse del dominio de los imperialistas y sus agentes y socios subalternos locales, de liberarse de toda forma de opresión y explotación. De liberarse de las fuerzas anticuadas que esclavizarían en medievales tinieblas y opresión a la mujer, y al pueblo en general — además de las fuerzas anticuadas que esclavizarían al pueblo en nombre de la "democracia"… "libertad"… y explotación capitalista imperialista promovida como "progreso". ("Egipto 2011: Millones se han puesto de pie con heroísmo… el futuro está por escribirse", Revolución #224, 12 de febrero de 2011)

Y más tarde, al sintetizar lo que pasó cuando Lenin y el Partido (Comunista) Bolchevique dirigieron a las masas en una lucha hasta el final para acabar con el viejo sistema y reemplazarlo con "uno que encarnaría de verdad y le daría vida a la libertad y los intereses más fundamentales del pueblo, al esforzarse para abolir toda opresión y explotación", Avakian agregó:

Cuando el pueblo en sus masas, de millones de personas, por fin rompa con las trabas que han estado impidiendo que se levante contra sus opresores y atormentadores, en ese momento el que su lucha y sacrificios heroicos lleven a un cambio fundamental serio o no, avance a la abolición de toda explotación y opresión o no, dependerá de si existe una dirección, una dirección comunista, o no, que tenga la necesaria comprensión y método científico y sobre esa base, pueda desarrollar el necesario enfoque estratégico y la influencia y lazos organizados entre un creciente número de personas, a fin de dirigir el levantamiento del pueblo en medio de todas las curvas, giros y vaivenes, hacia la meta de una transformación revolucionaria real de la sociedad, en concordancia con los intereses fundamentales del pueblo. [obra citada]

Esta es la cuestión más aguda: ¿habrá una dirección que puede dirigir al pueblo a efectuar un cambio verdaderamente fundamental... o solo habrá un cambio que, por dramático que parezca en la superficie, deja sin tocar los cimientos opresivos de la sociedad? Esa cuestión queda por responderse. Existe un marco para trazar el camino a la verdadera liberación; está ahí en forma concentrada en el Manifiesto del PCR, Estados Unidos El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, para que los que sí quisieran aceptar el reto planteado por la encrucijada actual (y expresado por el escritor de titulares del New York Times) lo estudien y lo utilicen ampliamente. Así como Avakian concluyó su declaración sobre Egipto:

A todos aquellos que genuinamente quieren ver que se desarrolle la heroica lucha de las masas oprimidas, con el necesario liderazgo, hacia la auténtica transformación revolucionaria de la sociedad y la auténtica liberación: estudien y discutan y hagan suyo el punto de vista y metas emancipadores del comunismo y el desafío de darle expresión organizada y una creciente influencia y presencia entre las masas en lucha. [obra citada]

En árabe:

EGIPTO 2011: MILLONES SE HAN PUESTO DE PIE CON HEROÍSMO…
EL FUTURO ESTÁ POR ESCRIBIRSE
Una declaración de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
 (PDF)

EL COMUNISMO: EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA
Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos

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