Revolución #257, 29 de enero de 2012


Acuerdo Plataforma de Durban sobre el clima: Una charada criminal

Al último momento, las grandes potencias imperialistas y otros países importantes que asistían la cumbre internacional sobre el clima patrocinada por la ONU en diciembre 2011 en Durban, Sudáfrica, se pusieron de acuerdo en la redacción de un convenio. Al igual que en previos acuerdos similares, como Copenhague en 2009 y Cancún en 2010, el acuerdo de Durban no hará nada significativo para detener el inmenso daño que el cambio climático produce en los ecosistemas del planeta.

La Unión Europea (UE) y Estados Unidos afirmaron que el nuevo acuerdo (llamado la Plataforma de Durban) lidia exitosamente con el cambio climático porque supuestamente va más allá de los previos acuerdos y porque urge a todos los países a "iniciar un proceso" para elaborar un tratado o un acuerdo que sea vinculante en términos legales. Algunos noticieros establecidos llamaron eso un avance.

En realidad, este acuerdo no hace nada para hacer cumplir ninguna reducción concreta en las emisiones de gases de efecto invernadero que calientan el planeta y que son el producto de la quema de combustibles fósiles y la deforestación, ambas impulsadas por la producción, el transporte y el consumo capitalistas. Al contrario, la Plataforma de Durban obstaculiza y demora aún más las acciones que son urgentemente necesarias. Según el acuerdo de Durban, no se terminará la "hoja de ruta" para un tratado vinculante hasta 2015; y si el proceso resulta en un tratado, ¡este no entraría en vigor hasta 2020!

Se prometió que, mientras tanto, los países empezarán a reducir sus emisiones de forma voluntaria. Tales promesas se han hecho en el pasado y, no obstante, el conjunto de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero ha continuado aumentando cada año, con un alza masiva de CO2 (dióxido de carbono, un importante gas de efecto invernadero) en 6 por ciento en 2010.

No requerir una reducción obligatoria de los gases de efecto invernadero hasta 2020 es un acto criminal y horroroso que garantiza daños aún mayores y creciente peligro para los ecosistemas vivos (es decir, las redes de organismos vivos que se interactúan entre sí y con su ambiente físico como una unidad) y para la gente del mundo.

Una emergencia global

El cambio climático relacionado con la actividad humana está transformando ya los ecosistemas y llevando a la extinción de especies por todo el mundo. Está causando tormentas más intensas, sequías e inundaciones más extremas y alzas del nivel de mar que amenazan con destruir naciones isleñas. En términos del impacto sobre las poblaciones, los efectos más devastadores se están dando en los países pobres y oprimidos que han contribuido menos históricamente a las causas del calentamiento global. Pero esos problemas serán muchísimo peores para el planeta y para la humanidad en su conjunto, porque los gases de efecto invernadero, ya a niveles destructivos, siguen acumulándose y porque permanecen en la atmósfera por mucho tiempo. El acuerdo de Durban, al no hacer nada, aumenta las posibilidades de llegar a "puntos de inflexión" climáticos, en que los cambios más extremos ocurren con mucha rapidez.

El consenso de los climatólogos a nivel mundial es que la situación exige reducciones inmediatas y drásticas en los gases de efecto invernadero. Un artículo de Jeff Goodell que salió el 3 de octubre de 2011 en la revista Rolling Stone, "Climate Change and the End of Australia", describe que le están azotando a Australia olas de calor sin precedentes, sequías extremas, incendios forestales y tormentas más intensas, impulsados por un clima siempre más caluroso que amenaza con convertir a todo país isleño en una zona inhabitable. De acuerdo a un investigador climatológico de la Universidad de Melbourne: "Australia es el canario en la mina de carbón. Lo que está pasando en Australia ahora es similar a lo que podemos esperar en el futuro en otros lugares". Goodell escribe: “Un estudio reciente del MIT pronostica que, a menos que se tome una 'acción rápida y masiva' para reducir la contaminación por CO2, la temperatura en la Tierra podría subir cinco grados Celsius durante este siglo". Un aumento de temperatura de esa magnitud durante un período tan corto no tendría precedentes en la historia humana.

Un estudio de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) en 2009 demostró que "los cambios de temperatura en la superficie, la precipitación y el nivel del mar serán en gran medida irreversibles durante más de mil años después de que se ponga fin por completo a las emisiones de dióxido de carbono".

Esa y otras evidencias de los estudios científicos dejan muy en claro que el cambio climático global constituye una emergencia. La situación clama por tomar acciones inmediatas para reducir en gran escala las emisiones de gases de efecto invernadero que están calentando el planeta. Se requieren medidas inmediatas para poner fin a la perforación, la explotación y la quema de combustibles fósiles, poner fin a la tala y la quema de bosques y desarrollar sistemas de energía sustentable y renovable. Y se necesitan transformaciones radicales de los sistemas económicos para poder hacer todo lo posible para detener la devastación mundial que está en ciernes y solucionar el problema de cómo limitar los efectos que ya son inevitables.

Pero en lugar de llevar a cabo las acciones urgentes a nivel global que se necesitan ahora, Estados Unidos y otras potencias mundiales se pusieron a jugar una charada criminal en la reciente cumbre sobre el clima.

No hay razón por la cual pensar que tendría impacto alguno un tratado vinculante negociado entre Estados Unidos y otros países en el futuro. Estados Unidos, bajo el presidente Clinton, "prometió" suscribirse al Protocolo de Kyoto de 1997, un tratado supuestamente vinculante que exigió que los países "desarrollados” redujeran las emisiones de gases de efecto invernadero en un 5.2% por debajo de los niveles de 1990. Pero bajo el presidente Bush, Estados Unidos se retiró de Kyoto. Obama ha continuado el rechazo a suscribirse al Protocolo de Kyoto.

El propio Protocolo de Kyoto solo ha producido una reducción conjunta en 2% de las emisiones de los países cubiertos, en vez de la meta de 5.2%, de acuerdo a un informe reciente de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS). El informe señala que incluso esas pequeñas reducciones se debieron con toda probabilidad principalmente a la transferencia de producción capitalista de los países "desarrollados" a los países "en vías de desarrollo", donde hay una gran explotación de mano de obra a bajo salario. El informe de PNAS demuestra que esa transferencia de producción, de los países ricos que participaron en Kyoto a los países pobres, ¡resultó a final de cuentas en un incremento de emisiones de gases de efecto invernadero que era cinco veces mayor que la reducción de 2% que los países ricos lograron a raíz de Kyoto! Así que, en otras palabras, el total de emisiones aumentó, en vez de bajar.

Unos países importantes que se pusieron de acuerdo con los compromisos "vinculantes" de Kyoto, como Japón, Rusia y Canadá, después no cumplieron. Y ahora esos países han cambiado completamente de postura para básicamente retirarse del acuerdo. ¡Tanto es el valor de los acuerdos "vinculantes"!

Para colmo, el acuerdo de Durban hasta rompe con el consenso básico surgido de previas cumbres auspiciadas por la ONU de que los países ricos, abrumadoramente los más responsables por la acumulación masiva de gases de efecto invernadero en la atmósfera, tengan que asumir una mayor responsabilidad en reducir dichas emisiones que los países “en vías de desarrollo", incluidas las emergentes potencias como China e India. Actualmente China es el principal productor de emisiones de CO2 en el mundo, seguida por Estados Unidos. Pero tal como aludió el informe de PNAS, lo que impulsa gran parte del aumento de emisiones en las zonas del mundo que están "en vías de desarrollo" es la exportación de producción a esos países de parte de las economías imperialistas. Esa exportación es una fuente inmensa de superexplotación y ganancias para Estados Unidos y otras potencias capitalista imperialistas. China e India siguen pobladas de masas empobrecidas y han servido de maquiladoras para el capital imperialista, aunque las clases dominantes de esos países son también explotadores y opresores que producen crecientes cantidades de gases de efecto invernadero como parte de sus ambiciones de ser grandes potencias.

Estados Unidos: Culpable de sabotear cualquier acción contra el cambio climático

Estados Unidos ha contaminado la atmósfera de la Tierra con más gases de efecto invernadero que cualquier país de la historia; y Estados Unidos también ha sido la fuerza principal en sabotear cualquier acción para detener el cambio climático. Siguió ese patrón en Durban. Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace Internacional, escribió en Huffingtonpost.com durante la cumbre de Durban: “Una vez más Estados Unidos, al destripar el acuerdo preliminar forjado a mitad de la cumbre, está tratando de estrangular las negociaciones mundiales sobre el clima". Naidoo dijo que Estados Unidos había "eliminado por entero una parte del acuerdo preliminar que habría dado una protección real a los que el calentamiento global ha azotado más severa y más rápidamente".

En Estados Unidos mismo, discutir e investigar el cambio climático está llegando a ser un tema casi tabú en el discurso oficial, y ni hablar de tomar acción para darle marcha atrás al camino hacia la catástrofe global. Un artículo reciente del New York Times señaló la creciente severidad y frecuencia de los eventos climáticos extremos, inclusive en Estados Unidos, y la necesidad de realizar investigaciones científicas acerca de la relación entre tales eventos y el cambio climático mundial. El artículo cita a Benjamin Santer, un destacado científico climatológico, que dice: “Está claro que tenemos las herramientas científicas y la capacidad estadística para comenzar a responder a esos tipos de preguntas". Sin embargo, escribe el Times: “Washington básicamente se ha paralizado en cuanto al tema del cambio climático". El artículo observa: “El clima político para nuevas iniciativas relacionadas a la ciencia climatológica se ha vuelto hostil y con la crisis presupuestaria federal, el dinero es escaso". ("Harsh Political Reality Slows Climate Studies Despite Extreme Year", New York Times, 24 de diciembre de 2011) Muchos republicanos rechazan abiertamente que el calentamiento global es un hecho científico. Obama, en representación de los intereses en conjunto de la clase dominante estadounidense, no tomará ninguna acción que reduzca la dependencia del petróleo que tiene la economía (y las fuerzas armadas que protegen su vasto imperio).

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Lo que motiva la inacción ultrajante de Estados Unidos y otros frente a la emergencia mundial del medio ambiente es el funcionamiento de un sistema económico y político: el sistema del capitalismo-imperialismo. No se trata de una "falta de voluntad política" de parte de los funcionarios del gobierno, ni de una avaricia rapaz de las enormes corporaciones multinacionales. Para lidiar realmente con la magnitud de este problema, hay que confrontar la realidad de la situación.

Como se detalló en el número especial sobre el medio ambiente de Revolución (#199, 18 de abril de 2010): “El punto fundamental es el siguiente: el capitalismo como un sistema no puede hacerse cargo del medio ambiente de manera sustentable y racional — incluso si un capitalista individual o si un grupo de capitalistas sinceramente lo quisiera. El capitalismo no puede hacerle frente a los efectos multilaterales de su propia producción. El capitalismo no puede hacer planes que toman en cuenta las futuras generaciones.

“¿Por qué? Debido a que los capitalistas o bloques de capitales se enfrentan entre sí como competidores: a veces cooperan entre sí pero de fondo cada uno debe estar listo para aprovechar cualquier ventaja, para aventajarse a sus competidores a fin de evitar que éstos se les aventajen y los orillen a la quiebra. Esta dinámica subyacente básica es lo que impulsa las acciones de los capitalistas individuales...” (del artículo "Por qué el capitalismo no puede solucionar la emergencia ambiental" en el número especial sobre el medio ambiente. Lea ese número especial para saber más acerca de la emergencia mundial del medio ambiente y lo que se requerirá para lidiar de manera realista con ese problema.)

El funcionamiento del sistema en que vivimos es la causa fundamental del por qué las grandes potencias no han podido ponerse de acuerdo respecto a tomar una acción de peso en Durban o en cualquiera de las conferencias sobre el cambio climático a lo largo de los años. Cada una de esas potencias quiere aventajarse a las demás y obligar a sus rivales a acomodarse en lo económico, y al mismo tiempo cada una quiere hacer que las condiciones les favorezcan en esa rivalidad y competencia con las demás. Ninguna está tomando decisiones según las necesidades y los límites y ciclos naturales de los ecosistemas del mundo, aunque eso es lo que se requiere en verdad.

Una vez más del número especial de Revolución acerca del medio ambiente: “No es posible salvar la Tierra en el marco del capitalismo. No es posible hacerlo encomendándoles la suerte de la vida sobre este planeta a aquellos cuyo único atributo es su historial de ser los principales despojadores de dicha vida. Puede que sea difícil reconocer esa verdad, pero hay que hacerla. Es necesario encontrar un camino completamente nuevo."

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